jueves, 26 de diciembre de 2024

RESEÑA (by MH) ::: EL GRAN DÍA DE LA SEÑORITA PETTIGREW - Winifred Watson


 
Título original: Miss Pettigrew Lives For a Day
Autora: Winifred Watson
Editorial: Espasa
Traducción: Isabel Murillo Fort
Páginas: 276
Fecha publicación original: 1938
Fecha esta edición: noviembre 2008
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: descatalogado en esta edición (reeditado por Alba en su colección Rara Avis en 2023)
Diseño de cubierta: Carrió / Sánchez / Lacasta
Ilustraciones interiores: Mary Thomson (2000)
 

El título de esta encantadora novela alude a las veinticuatro horas más inolvidables en la vida de la señorita Pettigrew, una solterona pobre y sin nadie a quien recurrir. Su vida empezará a cambiar cuando, por un error de la agencia de contratación, empieza a trabajar para Delysia Lafosse, una glamurosa cabaretera que no hace más que meterse en líos. Contra todo pronóstico, las dos mujeres se entienden divinamente; la señorita Pettigrew conquista a Delysia con su sentido común, y la joven actriz será su guía en un mundo nuevo y fascinante.
 
Un perfecto cuento de hadas trasladado a Londres en la década de los años treinta con todo el sabor de las deliciosas comedias románticas del Hollywood clásico. Una novela que había permanecido olvidada durante casi 50 años y que la crítica ha destacado como «cumbre del humor».
 

Termino el año reseñil ventilando otra de mis vergüenzas literarias... Siete años llevaba este libro en la estantería. Siete (el ticket que guardo dentro no miente). Y no será por las ganas de leerlo, que han sido siempre máximas porque sabía que me iba a gustar mucho. Y lo sabía porque he visto la adaptación cinematográfica dos veces (a falta de una), y eso, que lo que jugaba a favor porque ya conocía la historia, también ha jugado en contra porque... bueno, porque ya conocía la historia :). Lo de siempre, que al final se da preferencia a lo que no conoces. Lo de ver la peli antes de leer el libro debería estar penado. El caso es que el 2024 ha sido el año en por fin lo he leído y me he encontrado lo que ya esperaba. Muy recomendable.

¿Qué tenemos entonces en El gran día de la señorita Pettigrew? Pues a la susodicha señorita (de nombre Guinevere), una institutriz de mediana edad (usando el baremo de aquellos tiempos, que la pobre solo tiene unos cuarenta años) que no encuentra un trabajo fijo, pasa hambre, está desmoralizada, no tiene con qué pagar el alquiler y se enfrenta a su última oportunidad de ganar algo de dinero que le ayude a tirar hacia delante. ¿La oportunidad? Pues una oferta de trabajo que le lleva hasta la puerta del apartamento de la señorita LaFosse. Esta señorita, que no parece que tenga ningún niño que cuidar pero sí muchos amantes que coordinar para que no coincidan en su casa, zambulle a la señorita Pettigrew de pleno en su caótica vida sin tan siquiera preguntarle porque está ante su puerta. Y así, nuestra querida Guinevere se ve inmersa en un mundo de enredos, hombres atractivos y peligrosos, hombres atractivos y encantadores, besos de película, fiestas, glamour, vestidos de ensueño, clubes nocturnos, dilemas románticos... y en fin, esas cosas que ella solo había visto antes en las salas de cine y en las que de repente es parte protagonista con mucha autoridad. ¿Está la señorita Pettigrew ante su gran día? ¡Lo está, y va a disfrutarlo hasta el último minuto!

Casi cien años nos separan de la publicación de esta novela y, salvando las distancias con la situación personal de la protagonista, creo que la base se sigue usando en muchas obras actuales, y es que la historia de la señorita Pettigrew es la historia de quien comienza el día viendo como le suceden cosas a los demás y lo termina viendo como le suceden cosas a ella misma. No sabe por qué le está pasando lo que le está pasando y le importa un carajo, tiene claro que va a aprovechar al máximo el día que le ha caído encima sin venir cuento y que ya tendrá tiempo de volver a su triste y monótona existencia cuando las aguas vuelvan a su cauce... o no, porque en un día pueden suceder muchas cosas, y más si vives la vida de una persona metida en el faranduleo con mil compromisos sociales, dos mil historias amorosas y tres mil problemas del primer mundo.

¿Quiénes son los protagonistas de esta comedia de enredo?

Pues por un lado, la ya requetenombrada señorita Guinevere Pettigrew, una mujer cansada ya de la vida inestable y casi indigente que lleva, muy delgada porque apenas come, que se considera ineficiente, que está muy nerviosa y que se siente, simple y llanamente, derrotada. Solterona virtuosa, su experiencia en el amor es inexistente a todos los niveles hasta el punto de ser un tanto mojigata y sorprenderse ante cualquier muestra pública de cariño, pero tiene mucho sentido común y ha pasado por muchas casas en su trabajo como institutriz como para saber mucho de la vida sin haberla vivido realmente. Cuando su agencia de trabajo le habla de presentarse en el apartamento de la señorita LaFosse, está tan al límite de sus fuerzas que ella considera este puesto como su última oportunidad. Nada más abrirle la puerta se adentra en una vida completamente distinta a la suya y, como nadie le pregunta qué hace allí, ella tampoco lo dice. Se deja llevar, y llevar, y llevar... en una sensación de aventura y romanticismo sin fin que le abre las puertas de una mente hasta ese momento cerrada a cal y canto a la vida, las sensaciones y la libertad. Deja de ser ella misma por un día, se pone en los zapatos de una mujer con muchas cosas que hacer y muchos sitios a los que ir... o quizás se encuentra a sí misma, quien sabe. Y (casi) todos los que la rodean la consideran en apenas unos minutos la mujer más sabia, más inteligente y más maravillosa que jamás han conocido. Le abren su corazón, la admiten como una más de ellos sin preguntas y sin prejuicios, y Guinevere, eufórica, florece como la preciosa flor que es, aunque la vida se haya empeñado en mantener sus raíces bien enterradas en cemento.

 

... la señorita Pettigrew, conmocionada, excitada, y sí, emocionada. Emocionada hasta la médula. ¿Por qué fingir? Aquello era vida. Aquello era drama. Aquello era acción. Así vivía la otra mitad del mundo.

 

¿Quién esa tal señorita LaFosse que provoca, de manera totalmente inconsciente, todo este milagro? Pues un bellezón que parece sacado de una película de cine, porque a eso es a lo que se dedica: es cantante y actriz, y como muchas jovencitas en su situación en aquella época, tiene muchos admiradores... que no solo son admiradores, sino con los que se acuesta. Uno solo es un buen chico y un mero entretenimiento; otro es un mafioso en toda regla, intimidante y acostumbrado a que se haga lo que él dice, y por este siente una atracción fatal que le cuesta muchísimo superar; y otro la quiere de veras por ella misma, no como un objeto ni un mero pasatiempo, quiere casarse con ella, pero Delysia (que así se llama) no lo tiene muy claro porque eso exigiría sentar la cabeza. Es encantadora, pero su vida es un caos constante donde los hombres entran y salen de su casa y ella tiene que hacer malabarismos para que no coincidan y no se armen jaleos y broncas, y la señorita Pettigrew aparece en su puerta como un ángel que con su eficacia, resolución, saber estar, pragmatismo y (sorprendente) conocimiento sobre la vida le soluciona las papeletas una detrás de otra. No le pregunta qué hacía en la puerta de su apartamento a las diez de la mañana, simplemente la capuza en su vida y no la deja ir en todo el día.

En un principio los editores no quisieron publicar esta novela porque resultaba muy escandalosa para la época, y más al estar escrita por una mujer. Ella insistió y el tiempo le ha dado la razón, porque es la obra porque la que es mundialmente conocida. Para que os hagáis una idea de las reticencias de los editores, en las primeras quince o veinte páginas no solo tenemos a una mujer que mantiene relaciones sexuales con varios hombres diferentes (y es algo que queda claro desde el principio, nada de relaciones platónicas ni cortejos blancos y puros), sino que consume cocaína y se sobreentiende que muchas de las relaciones que mantiene con hombres es por su propio beneficio profesional (son productores de obras teatrales o tienen garitos donde ella puede actuar). Nos muestra un mundo lleno de superficialidad, promiscuidad, adicciones, retoques estéticos... donde lo importante son las relaciones que tienes, como te muestras ante los demás, las apariencias, el poder, el dinero y cómo mantenerte siempre en el candelero para no caer en desgracia y ser sustituido por cualquier otro que ofrezca lo mismo (o más) que tú. 

Pero todo esto, que así leído puede parecer un libro sobre gente frívola, impresentable e insoportable, es todo lo contrario. El gran acierto de Winifred Watson es meter en toda esa burbuja de fiestas y glamour a unos personajes que en esencia son buenos, generosos, amables y tolerantes que te caen bien desde el minuto uno y con los que te encariñas. Viven en ese frenesí, para ellos no existe la contención inglesa, pero son simplemente buena gente (incluso algo ingenua para algunas cosas, como en el caso de la señorita LaFosse) haciendo las cosas lo mejor que pueden en un mundillo que solo te traga y te mastica si tú lo permites. Viven de esa superficialidad, de esa trivialidad, pero son fieles a sus amigos, aman de veras, acogen a los desconocidos sin incomodarlos ni cuestionarlos y no saben lo que es la envidia. Se apoyan unos a otros y, aunque en temas amorosos están un poco perdidos y no saben muy bien lo que quieren, ya vendrá la señorita Pettigrew a arreglarlo. Realmente ese es el intercambio que se produce entre ellos: Guinevere Pettigrew les soluciona los problemas del corazón, y en compensación ellos, de manera inconsciente, le cambian la vida y le hacen muy feliz por un día... y los que vengan. No está nada mal para una panda un tanto alocada, ¿verdad?

Los capítulos de la novela son divisiones de franjas de tiempo, así que para que os hagáis una idea, la historia comienza a las 9:15 de la mañana y termina a las 3:47 de la madrugada del día siguiente. En realidad El gran día de la señorita Pettigrew se lee como una vertiginosa obra de teatro en la que no paran de pasar cosas un minuto tras otro. Hay momentos para el relax en los que la señorita Pettigrew y la señorita LaFosse se toman un descanso para hablar tranquilamente sentadas en el sofá, pero son pequeños oasis entre un desenfreno de salidas, entradas, personajes que van y vienen, preparaciones para fiestas y aventuras varias. Tu como lector lo observas todo con una sonrisa en la boca pensando si la señorita Pettigrew tendrá el broche a tanto enredo amoroso y será ella también la protagonista de su propia historia idílica, pero en eso ya no puedo entrar. Tendréis que leerlo por vosotros mismos. 

En fin, una novela muy recomendable, refrescante y atrevida si la comparamos con la literatura contemporánea a su época. ¿Es previsible? Pues sí, la verdad, es de esas historias donde sabes que sí o sí todo va a acabar bien y nada malo puede ocurrirle a unos personajes que no se lo merecen (bueno, salvo al villano...  de ese no os voy a hablar), pero esto es como todo, lo importante no es el final sino el camino, y el camino, en pleno 2024, sigue siendo delicioso. Ojalá alguna editorial se lance a publicar algo más de esta autora.

Os dejo el tráiler de la película que os comentaba al principio (adaptación un poco libre, según he comprobado tras leer el libro. Sube la historia a otro nivel y creo que le beneficia muchísimo. Las interpretaciones, maravillosas), y aprovecho para desearos unas muy felices fiestas y un 2025 lleno de cosas bonitas y buenas lecturas. ¡Nos vemos el año que viene!


Ah, lo comento en la ficha técnica, pero por si acaso... mi edición está descatalogada desde hace años, pero la editorial Alba recuperó esta novela en 2023 con la misma traducción y las mismas ilustraciones en su colección Rara Avis, así que esa edición podéis encontrarla sin problemas :)
 
 





Winifred Watson nació en 1905 cerca de Newcastle, donde prácticamente residió toda su vida. Su padre tenía un negocio de servicio de comidas y una estable posición económica, que permitió a Winifred y sus hermanas estudiar en un internado e ir a la universidad. Pero con la Depresión de la década de 1930 se vio obligada a emplearse como secretaria para contribuir a la economía familiar. De hecho, su primera novela, Fell Top, la escribió prácticamente en la oficina porque su jefe no le daba trabajo hasta por la tarde. Cuando se publicó en 1935, fue un éxito inmediato y un año después la seguiría una segunda, Odd Shoes. El gran día de la señorita Pettigrew (1938), la tercera, es la única de sus novelas que no ocurre en el campo, y curiosamente fue rechazada por la editorial en un primer momento, precisamente por el tono urbano y ligero en que estaba escrita. Al final aceptó publicarla con la condición de que la siguiente (que sería Upyonder, también en 1938) fuera similar a las dos primeras, de ambiente rústico y tono dramático. La autora estaba convencida de que La señorita Pettigrew sería un éxito, y acertó: lo fue no solo en Gran Bretaña, sino en Estados Unidos, Australia y Francia. Después publicaría Hop, Step and Jump (1939) y en 1943 la última, Leave and Bequeath, de género policíaco. En 1941 había nacido su primer y único hijo y las circunstancias de la guerra, que la pusieron al frente de una casa llena de parientes, le impidieron seguir escribiendo. Después, dijo, el momento pasó. En 2000 pudo ver clamorosamente reeditada su novela más famosa, que en 2008 sería llevada al cine con Frances McDormand y Amy Adams. Murió en Newcastle en 2002.

lunes, 23 de diciembre de 2024

RESEÑA (by MH) ::: POR PURA AMABILIDAD - Doris Langley Moore


 
Título original: All Done by Kindness
Autora: Doris Langley Moore
Editorial: Alba
Traducción: Miguel Ros González
Páginas: 416
Fecha publicación original: 1951
Fecha esta edición: diciembre 2021
Encuadernación: cartoné
Precio: 22 euros
Imágenes de cubierta: Dealle de El mono pintor, Leda y el cisne (atribuida a Francesco Melzi) y Madonna con niño (Fra Filippo Lippi)

En el pueblo de Charlton Wells, la señora Hovenden, una viuda empobrecida y endeudada, ofrece al honorable doctor Sandlilands, en compensación por tratarla gratuitamente, unas reliquias que guarda en el desván: un viejo vestido de novia, ropa de lino para sus hijas, unos cuantos libros antiguos y unos dieciséis cuadros a los que nunca ha prestado mucha atención. Cuando entre estos se sospecha que podría haber algún Boticelli e incluso un Leonardo, el doctor consulta con el distinguido sir Harry Maximer, el más prestigioso experto en maestros antiguos de Inglaterra, que se ofrece a examinar los cuadros y a tasarlos. Su dictamen es descorazonador: no tienen ningún valor. Sin embargo, una de las hijas del médico, la bibliotecaria del pueblo y un joven galerista de Londres creen tener motivos para pensar que sir Harry miente y está urdiendo una astuta estafa.
 

No sé si resultará evidente por lo que os voy comentando, pero me estoy poniendo las pilas con el tema de los regalos... ¿qué es eso de que te regalen un libro y tardes varios años en hincarle el diente? ¡Nonononono! Los regaletes librescos deberían tener preferencia y me lo estoy tomando muy en serio. Eso se traduce que el libro que os traigo hoy también me lo regalaron hace un par de años, y vaya, que quien me regala un Rara Avis triunfa como Los Chichos (todavía me queda mucho para completar la colección, pero en ello estoy). El caso es que al fin he leído Por pura amabilidad, y me ha gustado mucho. MUCHO. Os cuento.

El doctor Sandilands, de Charlton Wells, es un buen hombre que se preocupa por sus semejantes y la señora Hovenden no es una excepción, pero ella no puede pagarle esos generosos gestos con dinero, así que decide hacerlo con todos los trastos que tiene guardados en baúles desde hace décadas, que algo de dinero sumarán. El doctor Sandilands los acepta por no hacerle un feo y, a pesar de las protestas de su hija Beatrix, que no quiere esa basura en casa, conservan todos esos baúles durante años. Uno de esos baúles contiene una colección de dieciséis cuadros en muy diversas y deterioradas condiciones, y a nadie en la familia Sandilands se le ocurre pensar que sean poco más que copias baratas o cuadros sin valor algunos... hasta que Stephanie du Plessis, una amiga de la familia, ve cosas que ellos no ven, averigua cosas que ellos no sabrían encontrar y despierta unas expectativas difíciles de pasar por alto. ¿Y si estos cuadros son auténticos? ¿Y si fueron pintados por reconocidos artistas del Rnacimiento? ¿Y si pertenecen a una colección de cuadros desaparecida en 1494 durante un asalto al Palacio Médici de Florencia? Acuden a un experto, y ese experto... bueno, que las cosas se lían y se complican mucho, y esta es la historia de David contra Goliat si David fuese simplemente una bibliotecaria de un pueblo balneario convencida de lo que dice y Goliat fuese un jeta nombrado caballero por sus servicio a las artes. El enredo está servido.

En este libro se confabulan muchas cosas que han hecho que lo haya disfrutado tanto: es muy british y adolece por todos lados de ese encanto que tanto me gusta en este tipo de libros, tiene una trama que se podría calificar de enredo con un punto de intriga que te hace pasar las páginas con fruición esperando a ver por donde va a salir cada personaje y, para rematar la fantasía que es este libro, la pintura italiana del Renacimiento (y el mundo de la pintura en general) está continuamente presente y excelententemente representada por parte de la autora. Es que es un win win en toda regla, nada podía salir mal.

Ya he dicho varias veces que he vivido en Florencia y la llevo tatuada en el corazón. No sabéis lo que es vivir allí y poder recorrer y visitar esa ciudad y su patrimonio en cuanto tienes un rato libre. Pasé muchas muchas horas en museos y palacios, entre esculturas y cuadros, y debéis tener presente que todo lo que hoy es Florencia a nivel artístico y cultural lo es por los Médici y su mecenazgo de las artes, con lo que toda la subtrama de este libro la respiras allí a cada paso que das (hablo de la Florencia histórica, que luego ha crecido y saliéndote de ahí es como cualquier otra ciudad). Los cuadros de los que se habla en la novela jamás han existido, claro, pero el asalto y robo ocurrido en el Palacio Médici en 1494 sí que es real y me parece un punto de partida muy ingenioso y bien traído por parte de la autora a la hora de elaborar toda la trama y partir de un suceso verídico como ese a la hora de teorizar sobre lo que pudieron llevarse los ladrones y cuál pudo ser el destino de una colección de arte como esa.

La heroína de esta historia es Stephanie Du Plessis, que tiene clarísimo que esos cuadros son auténticos, que son del Renacimiento, identifica a sus posibles autores, incluso identifica a los personajes representados en las pinturas, y le importa tres pepinos lo que ha dicho el supuesto experto. De hecho empieza a sospechar juego sucio casi desde el principio, pero poco puede hacer cuando el dueño de esos cuadros se fía del experto y la hija del dueño no solo es de esas que tienen que llevar las razón siempre sí o sí, sin que además no se corta cuando algo no es de su agrado y llega a ser un grano en el culo (que sea un poco estrecha de miras no ayuda nada). Así que es la señorita Du Plessis, a escondidas de los legítimos dueños de los cuadros, la que tira hacia delante con todo dispuestísima a desenmascarar al experto e impedir que se salga con la suya. En el camino involucra a varios personajes más que,  a pesar de las reticencias iniciales, acaban dejándose llevar por las evidencias, pero de ellos no os voy a hablar (aunque me quede con las ganas).

Y en toda historia de héroes también hay villanos, y aquí el rol malo se lo lleva sir Harry Maximer, un magnate del amianto convertido en la máxima autoridad sobre pintura italiana en el mundo anglosajón y que fue nombrado caballero por su servicio a las artes. Vamos, que lo que dice este señor va a misa, y si él dice que esos cuadros no valen un penique, ¿cómo le van a llevar la contraria un pobre médico de provincias y su hija ignorante en cualquier aspecto artístico? Pero claro, ellos no saben lo que sabemos nosotros los lectores, que este señor lleva años haciendo cosas... cuestionables, y cuando dice que esos cuadros son una basura está... mintiendo, y cuando empieza a mover los hilos para hacerse con esos cuadros por un precio ridículo y dar el bombazo en el mundo cultural internacional está... bueno, metiéndose en camisa de once varas. Como diría aquel, se está pasando de listo, le ha salido bien la jugada durante muchos años, pero no sabe a quien se enfrenta. Poco más os voy a decir sobre este personaje, porque todo su arco argumental no tiene desperdicio (y lo que le espera hacia el final del libro, puro karma, sonsaca sonrisas malévolas en los lectores maliciosos xD).

En resumidas cuentas, como decía arriba, David contra Goliat en una misión de lo más extravagante, porque Maximer es un enemigo formidable y nuestros héroes sin capa tienen que demostrar el fraude hasta la última coma si quieren evitar no solo que esos cuadros pasen a manos de Maximer del modo que él está intentado que pasen, sino futuribles consecuencias para ellos, porque alguno de los personajes se juega su carrera en esta aventura y tiene mucho que perder a nivel profesional. ¿Lo conseguirán? Pues tendréis que leerlo para averiguarlo, pero os aseguro que disfrutaréis del proceso.

En Por pura amabilidad la autora combina el amplio conocimiento que tenía sobre el arte renacentista (escribió varias novelas con este tema de fondo) con una prosa ágil, afilada, repleta de diálogos tan inteligentes como encantadores y un ritmo que aumenta conforme se van complicando las cosas y vamos alternando entre héroes y villanos en su afán por salirse con la suya. Lo cierto es que he disfrutado de todos los elementos de esta novela, ya sean los personajes, los tejemanejes que se daban entre las bambalinas del mundo del arte durante los caóticos años posteriores a la Segunda Guerra Mundial (tengo claro que la autora se inspiró en cosas reales) o el modo en que la historia va poniendo a cada cual en su sitio sin perder jamás el charming que se pasea por toda la historia. Es una historia muy típica de su época en el continente pero muy diferente en el contenido, y quizás ahí radica su magia. También tenemos chispazos de romance al más puro estilo casual inglés y charlas entre expertos que te hacen reír ante la estupidez que rodea muchas veces al elitista mundo artístico (cogen al pobre Leonardo da Vinci por banda y le hacen un cuadro del quince). El final es simplemente fantástico y, en fin, que si os hace tilín algo de lo que he comentado, no dudéis en leerlo. Espero que en Alba se lancen a traducir más cosas de esta autora, la verdad. Cruzo los dedos.  







Doris Langley Moore nació en Liverpool en 1902. Se crió en Sudáfrica, donde no tuvo una educación formal, instruida por su padre en lenguas clásicas. En 1920 se mudó a Londres, donde desempeñó diversos trabajos en el mundo editorial. Escribió (anónimamente) manuales de etiqueta como The Technique of Love Affair (1928), una guía para conducirse con discreción con los amantes, recibida con una buena crítica de Dorothy Parker. Se casó con Robert Moore, con quien tuvo una hija, y se divorció en 1942. Ávida coleccionista de moda, escribió varios libros sobre el tema, como The Woman in Fashion (1949) y The Child in Fashion (1953), y en 1949 empezó una larga campaña para fundar un museo dedicado a la alta costura, contando con el apoyo de prestigiosos modistas como Christian Dior. Gracias al apoyo de la reina Isabel, la ciudad de Bath dio luz verde al proyecto en 1959. También fue diseñadora de vestuario en películas como La reina de África (1952) o Freud: Pasión secreta (1962). Por otro lado, fue una reconocida especialista en lord Byron, al que dedicó cinco libros (y uno a Ada Lovelace), y también escribió biografías, entre ellas una de la escritora E. Nesbit. Publicó seis novelas entre 1932 y 1959, como A Game of Snakes and Ladders (1938), Not at Home (1948), Por pura amabilidad (1951; Rara avis núm. 54) y My Caravaggio Style (1959, la última), que ahora empiezan a ser revalorizadas. Murió en 1989.

martes, 3 de diciembre de 2024

RESEÑA (by MH) ::: UN DULCE SABOR A MUERTE - Ellis Peters


 
Título original: A morbid taste for bones
Autora: Ellis Peters
Editorial: Pàmies
Traducción: María Antonia Menini
Páginas: 256
Fecha publicación original: 1977
Fecha esta edición: abril 2009
Encuadernación: cartoné
Precio: descatalogado
Diseño de cubierta: Javier Peres Unceta

Fray Cadfael, que en su juventud fue a las Cruzadas y vivió multitud de aventuras, vive ahora retirado en la abadía benedictina de Shrewsbury, cerca de Gales. Gran conocedor de las plantas y sus propiedades, y experto en la preparación de remedios con las mismas, es el encargado del herbario y del huerto. Hombre inteligente, observador y dotado de un gran sentido común, tendrá que utilizar todas estas cualidades para resolver los casos que se le presentan. El ambicioso prior Roberto decide hacerse con las reliquias de santa Winifreda, que reposan en el pequeño pueblo galés de Gwytherin, pese a la oposición de los habitantes del mismo. Es entonces cuando se produce un terrible crimen y la experiencia mundana de fray Cadfael adquiere una importancia vital a la hora de resolver el misterio.
 

Hubo una época en la que no se me escapaba ni una serie ni una película de época... las tenía casi todas (y veía buena parte de ellas). Aquellos maravillosos años han quedado atrás, pero todavía recuerdo la serie de Cadfael, el monje detective del siglo XII, protagonizado por el shakesperiano actor Derek Jacobi. Esta producción televisiva adaptaba una serie de veintiuna novelas escritas por la británica Ellis Peters, que por desgracia en España es muy desconocida pero en su país recibió todo el reconocimiento que merecía. Todos los libros publicados en español están descatalogados desde hace años, y yo de segunda mano conseguí unos cuantos hace ya mucho tiempo. Como suele pasarme, me lanzo al frenesí de conseguir tesoretes para mi biblioteca personal y luego tardo siglos en leerlos, pero ¿y el gustirrinin que da saber que están ahí esperando, pacientes y resginados, hasta el momento en que tú decidas hacerles los honores y sacarlos de la estantería? En fin, me dejo de palabrería. Que por fin he leído Un dulce sabor  a muerte, el primero de la serie de Fray Cadfael, y os cuento qué me ha parecido.

Estamos en el año de nuestro Señor de 1137. La cuestión de las reliquias de santos se ha convertido en un tema de suma importancia en las abadías, lo que hace que exista una intensa rivalidad por hacerse con ellas y sumar prestigio al templo que las cobija. La abadía de San Pedro y San Pablo de Shrewbury, a la que pertenece Fray Cadfael, no es ajena a esta situación, y su prior ha puesto los ojos en las reliquias de Santa Winifreda, enterrada en un pequeño pueblo de Gales llamado Gwytherin, donde al parecer se han producido muchos milagros atribuidos a la santa. Una serie de circunstancias y milagros sospechosamente afines a este proyecto hacen que una delegación de varios monjes viaje a esta región de Gales para conseguir que sus gentes les permitan trasladar los restos de la doncella a la abadía. En esta delegación también viaja Cadfael porque él mismo es galés y necesitarán de él para comunicarse con los habitantes de Gwytherin, pero una vez allí las cosas no resultarán fáciles para los benedictinos. Cuando se produce un asesinato, Cadfael solo contará con sus dotes de observación y sus conocimientos de la naturaleza humana para resolver el crimen y evitar que una persona inocente sea juzgada.

Quizás debería empezar hablando de Fray Cadfael, ¿verdad? Pues Cadfael es un recio galés de cincuenta y siete años, pecho abombado, piernas torcidas y andares de marinero que en su día luchó en las Cruzadas y estuvo en muy diversos lugares, de donde siempre se traía en los bolsillos semillas y hierbas que ahora florecen y dan vida en el esplendoroso huerto de donde es rey y señor en la abadía. Y es que el hábito benedictino de Cadfael no lo es por vocación, sino un buscado retiro después de muchas batallas, aventuras y mujeres. Se sienta en un rincón de la sala capitular y se duerme cuando algo le aburre y, aunque sabe que tiene obligaciones asociadas a la vida clerical, lamenta interrumpir sus quehaceres en el huerto cada vez que tiene que cumplir con ellas, porque a él lo único que le gusta es pasarse el día entre hierbas y preparando remedios medicinales. El resto de la congregación no ve con buenos ojos su pasado, pero a él le da igual: es de los de vive y deja vivir, pero eso no quita para que sea muy consciente de todo y todos los que le rodean. Y eso incluye a Fray Juan, el joven novicio que le ayuda en su huerto y su herbario; Juan se metió a monje por el rechazo de una mujer (como tantos otros en aquella época) pero no está hecho para la vida monástica, así que Cadfael intuye que dejará los hábitos tarde o temprano y decide que le acompañe en el viaje que da comienzo a toda esta historia para que vea un poco de mundo y vaya encontrando su camino.

No sé si esto que os estoy contando, lo de un fraile y un novicio en pleno medievo que llegan a un lugar donde tiene lugar una situación un tanto tirante y acaban teniendo que resolver un asesinato a modo de Sherlock Holmes y Watson, os hará sonar campanas de El nombre de la rosa. Y sí, tal vez caigáis en la tentación de pensar que la autora, Ellis Peters, tuvo la osadía de intentar emular la joya de Umberto Eco... y estaríais cometiendo un error, porque esta novela, Un dulce sabor a muerte, es anterior en varios años a la novela de Eco, así que de existir inspiraciones varias, serían en el sentido contrario, aunque no seré yo la que tire la primera piedra. En todo caso, la similitud es curiosa, pero la originalidad de usar a un monje en la Edad Media como investigador por primera vez en la literatura, es sin lugar a dudas de Ellis Peters.

Dicho todo esto, que no quiero hacer una reseña larga, solo me voy a detener en un par de cosas: por un lado, la ambientación, y por el otro, la investigación en sí misma.

Si empiezo por lo segundo, la investigación, no debemos olvidar algo que ya he dicho un par de veces: que la novela se ambienta en 1137, en plena Edad Media. Así que no esperéis una trama llena de efectos, giros, investigaciones apasionantes y montones de pruebas que estudiar y examinar. De hecho se pasa un buen porcentaje de libro antes de que llegue el esperado asesinato porque la autora se detiene mucho en presentar tanto a los personajes como a la propia situación. Pero es que, cuando llega la muerte, lo único de lo que dispone Cadfael para resolver el asunto es de su capacidad para observar el cadáver y el escenario del crimen, su conocimiento del alma humana, su empatía a la hora de comprender las relaciones humanas y lo que motiva a las personas para hacer lo que hacen y su destreza con las hierbas y sus usos (al menos en este primer libro).

En cuanto a la ambientación, la autora nos lleva desde Inglaterra a Gales buscando una tensión que no hubiese existido en tierras inglesas. Para que os hagáis una idea (sin extenderme mucho), en la época en la que se sitúa la novela, los galeses no solo tenían que enfrentarse a luchas internas y entre clanes, sino también a las presiones externas (que en aquellos tiempos provenían de los conquistadores normandos), así que los ingleses no solo no eran bien vistos, sino que eran considerados forasteros en el país. Teniendo todo esto en cuenta, la delegación benedictina es recibida con hospitalidad, curiosidad y gentileza por parte de las gentes del lugar porque no les queda otra, pero también con cierta desconfianza y sin olvidar que son un hatajo de monjes ingleses que quieren llevarse a una santa galesa, y por mucho que los benedictinos tengan la bendición de la iglesia y de la monarquía de esas tierras, no quieren perder la protección de una santa que ellos consideran que les pertenece. La tensión va in crescendo y, cuando todo culmina en el asesinato, las sospechas recaen tanto sobre posibles rencillas familiares como sobre esos monjes que han llegado para sembrar discordia.

Y por encima de todo esto revolotea un hecho que la autora pone varias veces en boca de Cadfael: que los monjes son también hombres, que se dejan llevar por la ambición igual que cualquier otro mortal y que hay hombres buenos  y malos tanto fuera de la fe cristiana como dentro de ella. Que unos son mejores que otros, pero que todos en la viña del Señor están cortados por el mismo patrón ya lleven hábitos, túnicas o harapos. Y sin dar demasiados datos porque he evitado hablaros de cualquier personaje que no sea Cadfael (y, en muy menor medida, Juan), todo esto lo vemos en varios personajes que forman parte de la delegación benedictina. Cada cual tiene sus motivaciones en ese viaje, unos lo demuestran de manera evidente y otros de manera más soslayada, pero lo que resulta claro es que algunos actúan para mayor gloria suya, por mucho que digan hacerlo en nombre de la Orden... y no todos realizarán el viaje de vuelta a la abadía de San Pedro y San Pablo, pero los motivos tendréis que averiguarlos si leéis el libro.

En resumen, un misterio medieval en el que la autora implementa la labor de documentación exhaustiva que llevó a cabo (ya no solo sobre la época, sino sobre el modo en que funcionaba una Orden religiosa como esta hace más de mil años) de una manera totalmente natural, sin que se note y sin hacer alarde de ello (que es un defecto muy molesto en muchos escritores), así que no tengáis dudas si no os va mucho el tema religioso porque está contado de tal manera que está ahí por razones evidentes, pero sin más. Además yo creo que es un gesto muy valiente el de optar por una ambientación como esta para un libro de misterio con asesinatos (valiente y pionero, que muchos han venido después de ella a contar cosas parecidas), porque los recursos de investigación del siglo XII no podían ir más allá de la mera observación y los conocimientos inherentes a la persona encargada de realizarla. Es una historia que depende mucho del protagonista por razones obvias, y Cadfael es todo un descubrimiento: un monje sin ninguna vocación monástica que ha vivido mucho, ha visto mucho y que, por tanto, posee unas habilidades y unas capacidades muy superiores y mucho más cosmopolitas que las la de la gente que le rodea, que ha vivido enclaustrada la mayor parte de su vida. Ha convivido con la muerte durante sus años en Tierra Santa y sabe de heridas, de armas y de formas de matar, así que podría decirse que los muertos le hablan (en sentido figurado, claro) y de esa información depende el éxito de sus pesquisas.

La verdad es que he disfrutado mucho de esta primera novela de Fray Cadfael, me ha parecido muy entretenida y fácil de leer entre lecturas más exigentes con un muy buen personaje principal y una estupenda ambientación, así que el año que viene seguiré sin duda con este personaje. Ah, y por si queréis ver algo de la serie, os dejo el tráiler por aquí

 







 
ELLIS PETERS (1913-1995). Autora prolífica de novelas históricas y de misterio, alcanzó fama mundial con las novelas de Fray Cadfael, que han vendido millones de ejemplares, han sido traducidas a decenas de idiomas, y sobre las que la BBC produjo una serie de gran éxito. En 1994 le fue concedida la Orden del Imperio Británico. Los misterios que encierran las novelas de Cadfael se encuentran dentro de la mejor tradición de las «novelas enigma» inglesas. La recreación de la atmósfera medieval envuelve de forma magistral la trama, uniendo el género histórico con el de misterio.