domingo, 31 de julio de 2016

RESEÑA (by MH) ::: LA NOCHE DE LOS MUERTOS VIVIENTES - John Russo




Título original:  Night of the living dead
Autor: John Russo 
Editorial: Hermida Editores
Traducción: Hernán Sabaté 
Prólogo: George A. Romer
Páginas: 193
Fecha publicación original: 197
Fecha esta edición: febrero de 2016
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 17,90 euros
Ilustración de cubierta:  Sebastián Cabrol


(Lectura válida para el MES TEMÁTICO DE HUMOR Y FANTASÍA organizado por Laky en su blogLibros que hay que leer)

Publicamos la novela basada en la película del mismo título, estrenada en 1968 y rodada en blanco y negro, que originó uno de los fenómenos más impactantes de la moderna cultura popular: los zombis, muertos que se levantan de sus tumbas y atacan a los vivos. Su autor, John Russo, quien escribió el guión de la película, relató magistralmente el clima de tensión que se inicia con la aparición del primer muerto viviente en un cementerio de Pensilvania, la atmósfera claustrofóbica y la sensación de catástrofe de proporciones casi cósmicas. 

No sé si le pasará a todo el mundo, pero aunque en verano leo bastante más, también me cuesta mucho más sentarme delante del ordenador a escribir las reseñas. Hace tanto calor que intento encenderlo lo menos posible, y así me pasa, que tengo montones de reseñas pendientes de escribir. Y lo que me da miedo no es el trabajo pendiente, sino que se me olvide todo lo quiero decir sobre ellos.

Tal es el retraso, que tengo pendiente de reseña al menos 3 libros que podría meter dentro del mes temático de HUMOR y FANTASÍA en el que participamos en julio, y teniendo en cuenta que estamos a 31, pues dos se van a quedar sin poder ser incluidos. Y encima esta reseña va in extremis.

El caso es que cuando leí todo aquello que podía incluirse dentro de la categoría de fantasía, y vi la palabra zombie, supe que había llegado el momento de sacar hueco para un libro que compré hace meses y que todavía no había podido leer. Compré La noche de los muertos vivientes básicamente por la mítica película de 1968, dirigida por George A. Romero y guionizada tanto por él como por John Russo, autor del libro que hoy nos ocupa. Y es que esta novela sigue el camino contrario en cuanto a la relación habitual entre el cine y la literatura: en este caso, primero fue la película, y luego, varios años después, llegó la adaptación novelada del guión de esa película.

Creo (estoy segura, vamos) que no soy la única que suele protestar ante ciertas adaptaciones al cine o la televisión de muchas novelas. Por muy buena que sea la película o serie, por muy detallista o bien ambientada que esté, por muy bien perfilados que estén los personajes y bien escogidos los actores que les dan vida... el libro siempre es mejor. Y esto lo dice una cinéfila compulsiva. Pero es que también soy una lectora compulsiva, y en esta "guerra de compulsiones", las adaptaciones cinematográficas siempre tienen las de perder. Y suelto todo este rollo porque íncluso en este caso, en el que la novela de Russo no es el origen sino la consecuencia de una película, y que por tanto parte de unos cimientos que no son los literarios y el orden es el inverso... incluso en este caso, como iba diciendo, la novela supera con creces, con luces de neón, a la película a partir de la cual cobra vida. Es que admito que he intentado volver a ver la película después de haber leído el libro, y ya nada es lo mismo. Se me queda corta. He echado constantemente en falta muchos de los detalles que el libro ofrece, sobre todo en lo relacionado con los personajes. Y tengo que admitir que tengo esta peli en mi dvdteca desde hace años (soy tan ecléctica en gustos literarios como en cinéfilos. Tengo de todo y me gusta de todo, como en botica), y por tanto no es una peli que no conociese o que no me gustase... pero ha sido leer el libro y ser consciente de todas esas deficiencias que tienen las adaptaciones cinematográficas a la hora de dar vida a una novela. Aunque en este caso el orden sea el contrario, repito, al final siempre gana la literatura.

Hay que dejar claro desde el principio que sí, que a pesar del intenso y extenuante estudio sociológico del que ha sido objeto esta historia como exponente de la naturaleza humana, no deja de ser, al fin y al cabo, una historia sobre zombies, así que a quien no le gusten las historias un tanto truculentas, pues mejor ni acercarse, porque tanto la novela como el libro son muy explícitos en cuanto a esos detallines de comer carne humana, desmembrar, y tal... Pero a quien le guste el género del terror, quien disfrute leyendo clásicos del género, debe leer este libro, porque la historia que nos narra Russo es el origen de todo ese mundo zombi que, sobre todo desde hace dos décadas, está llenando salas de cine y sentando a muchos delante de la televisión o de la pantalla de un ordenador. Aquella noche de finales de los años 60 en la que los muertos se levantaron de sus tumbas y caminaron en pos de carne fresca que llevarse a la boca fue el comienzo de todo un género que después ha llegado a ser de culto y que también ha enraizado en la literatura. Y esta adaptación novelada de Russo sobre su propio guión era necesaria e imprescindible en castellano para los amantes del género. Treinta años hemos tenido que esperar hasta que Hermida se ha hecho cargo de su edición.

Hoy en día estamos tan saturados de ver zombies de todo tipo, condición y origen en cine, televisión y literatura, que muchas veces nos olvidamos de cómo eran hace cincuenta años, cuando vinieron al mundo. Por aquel entonces eran torpes y lentos, pero también empecinados y constantes. Pacientes, capaces de acechar a su víctima a la espera de circunstancias mejores, pero brutales cuando conseguían a su presa. Carecían de intelecto, de un desarrollo del pensamiento, pero hacían gala de un proceso de causa-efecto en algunas de sus acciones (eran perfectamente capaces de coger una piedra grande y hacer uso de ella, por poner un ejemplo). Con el transcurrir de los años y la variación de sus incontables versiones, los hemos visto aumentar de velocidad hasta correr como liebres, pero también les hemos visto perder mucha de esa paciencia y perseverancia, y tampoco llevan bien eso de usar objetos que no sean sus propios dientes y manos. En cierto modo, y sin generalizar, el zombie ha involucionado desde que Russo y Romero le dieron vida. Son mas rápidos, sí, pero han perdido ciertas características humanas que en su origen atesoraban. Los hemos deshumanizado, y ahí es donde comenzaron a alejarse de su versión original. Los muertos vivientes de Romero y Russo tenían también mucho, muchísimo, de humanos. Y eso era mucho más aterrador que verlos correr como conejos.

Pero una vez que comienzas a leer la novela, te das cuenta que lo de menos son esos muertos vivientes, o el por qué se han alzado de sus tumbas, o qué les hace comportarse como se comportan (supuestamente es una sonda dirigida a Venus que ha caído en el mar... una explicación como otra cualquiera). Ellos ya no tienen control sobre sus acciones. Quienes importan son quienes sí las tienen y cómo hacen uso de ellas: los supervivientes, los que luchan en este Apocalipsis necrófago contra esas cosas muertas... ellos son lo que interesa de esta historia. Y ahí es donde la novela le gana por goleada a la película. Estamos dentro de la mente de todos ellos, los conocemos más, somos testigos de sus miedos, decisiones, reflexiones e inquietudes; o de la ausencia de todo ello cuando la mente se niega a procesar algo que no entiende. La película no va tan lejos... no puede. Es muy difícil transmitir visualmente todo el curso de pensamientos de Ben, por poner un ejemplo; ser conscientes de todo aquello que le mueve. Y por eso la novela mejora a la película; somos testigos de la historia de unos cuantos supervivientes, de cómo se enfrentan a sus atacantes, y lo hacemos de una manera pausada pero constante e intensa, como un relato objetivo y minucioso de los hechos que poco a poco, in crescendo, va subiendo en tono y magnitud, tanto fuera como dentro de la casa, hasta llegar a un final despiadado que no concede tregua ni absolución alguna a la raza humana... la que está viva, me refiero. La que realmente importa.

Tanto Russo como Romero han negado siempre la crítica social así como el componente racial. En el componente racial les creo: Ben, el protagonista, es negro, pero es algo que ni define ni condiciona a su personaje nada en absoluto. Es negro porque lo es y punto. El color de su piel es totalmente intrascendente en su historia personal y en su participación en la historia. Ahora, en la crítica social y humana dudo mucho más que no fuese algo intencional, porque está latente casi desde el principio. Y si no fue premeditado, si no era su propósito, desde luego más redondo no les podía haber quedado. La raza humana no queda bien parada; esa brutalidad, ese egoísmo y esa debilidad no tienen excusa. Y el desamparo que sufrimos de manos de los que deben protegernos cuando llega la hora de las vacas flacas y tienen que demostrarlo, menos. 

Entiendo que muchos lectores a los que no les guste la temática hagan gestos de repelús con solo pensar en leer un libro así. Pues dejadme deciros que os perderíais una muy buena historia; hay que ver más allá de los zombies. Ellos lo mueven todo, lo dinamitan todo, son la razón de existir de esta novela... pero la esencia de la historia es cómo nos enfrentaríamos a ellos. Con quién. A quién dejaríamos fuera. Si nos comportaríamos como entes individuales o como parte de una sociedad, de un grupo. Si nos movería el egoísmo o el sálvese quien pueda. Si seríamos civilizados o nuestro comportamiento sería más propio de los seres a los que nos enfrentásemos. Si seríamos humanos o monstruos.

La noche de los muertos vivientes, a decir verdad, invita a no albergar muchas esperanzas.


John A. Russo (1939), acreditado a veces como Jack Russo o John Russo, es un guionista y director de cine estadounidense que se hizo célebre a raíz de la película de terror de La noche de los muertos vivientes, que en 1968 dirigió George A. Romero, y en la que participó como guionista.
Además de guionista de la película, ha dirigido tres películas: The Majorettes, Midnight y Santa Claws.
Ha realizado varios papeles diversos como actor, y además es a la vez escritor de varios libros publicados en inglés, de los que les ofrecemos el más famoso escrito hasta la fecha. 


Miss Hurst