viernes, 28 de diciembre de 2018

RESEÑA (by MH) ::: CASCANUECES Y EL REY RATÓN - E.T.A. Hoffmann




Título original: Nußknacker und Mausekönig
Autor: E.T.A. Hoffmann
Editorial: Nórdica
Traducción: Isabel Hernández
Posfacio: Isabel Hernández
Páginas: 128
Fecha de publicación original: 1816
Fecha esta edición: octubre 2018
Encuadernación: cartoné
Precio: 22,50 euros
Ilustración de cubierta e interiores: Maite Gurrutxaga



«Durante todo el día 24 de diciembre los hijos del consejero médico Stahlbaum no habían podido entrar en la sala principal y menos aún en el salón de gala contiguo. Fritz y Marie estaban agazapados en un rincón de la salita de atrás; el oscuro crepúsculo había hecho ya su aparición y sentían mucho miedo, pues, como solía ser habitual ese día, no les habían llevado ninguna luz. Fritz, susurrando en secreto, le contó a su hermana pequeña (acababa de cumplir siete años) que, desde por la mañana temprano, había estado oyendo ruidos, murmullos y suaves golpes en las habitaciones cerradas. Que no hacía mucho un hombrecillo oscuro había pasado por el pasillo a hurtadillas con una gran caja bajo el brazo, pero que él sabía de sobra que no era otro que el padrino Drosselmeier».

Así comienza el cuento clásico que Hoffmann compuso para los hijos de su amigo Julius Eduard Hitzig: Marie y Fritz, quienes, como señala la traductora, Isabel Hernández, en su epílogo, «no son solo niños, sino que como tales representan algo mucho más valioso y que es ni más ni menos la poesía romántica frente al mundo racional de los adultos».

No sé si le pasará a todo el mundo, pero en mi caso, cuando pensaba en el Cascanueces me venían a la cabeza la escena de Navidad, el árbol lleno de regalos, los muñecos cobrando vida en Nochebuena,  el Cascanueces herido, la batalla de los soldados de plomo... y ya. Eso era para mí el Cascanueces. Supongo que también tiene mucho que ver que no he visto el ballet, aunque el ballet no es realmente adaptación de este cuento de Hoffmann, sino de la adaptación que escribió a su vez Alexandre Dumas a partir del cuento original. El caso es que yo me quedaba en la batalla y ya está, así que descubrir la verdadera historia ha sido un lujazo.

La premisa yo creo que es conocida. Marie y Fritz Stalhbaum son dos hermanos que reciben sus regalos en Nochebuena tanto por parte de sus padres como de su padrino Drosselmeier. A pesar de todas las cosas bonitas que recibe, el juguete preferido de Marie es un cascanueces que su hermano, sin consideración alguna y con toda la intención, rompe al usarlo con las nueces más duras. Al llegar la noche todos los juguetes (incluido el cascanueces) son guardados en una vitrina y la familia Stalhbaum se va a la cama... todos menos Marie, que se queda cuidando a su adorado y herido Cascanueces y por ello será testigo, al dar la medianoche, de la cruenta batalla que tiene lugar entre todos los juguetes de la vitrina, que cobran vida y son comandados por Cascanueces, y un ejército de ratones liderado a su vez por el rey Ratón, un horroroso ejemplar de siete cabezas cuyo objetivo es matar al Cascanueces. Desde este momento Marie vivirá aventuras que jamás imaginó al lado de este muñeco vestido de húsar al que comienza a profesar un cariño tierno y auténtico.

Y es que sí, más allá de la batalla entre los muñecos y los ratones, hay más aventuras en esta historia, que lo mismo nos llevan a conocer la verdadera historia del Cascanueces que a visitar un mundo en el que el Prado de Caramelo, el Bosque de Navidad o Bombonilandia conducen hacia la maravillosa Ciudad del Confite, en la que el apuesto Cascanueces ocupa un lugar social preeminente. Por cierto, ¿sabéis cómo se accede a estos maravillosos lugares de fantasía? A través de un armario... supongo que, como cualquier otro autor, C.S. Lewis también tuvo sus referentes para idear sus aventuras en Narnia :)

El cuento tiene en todo momento un pie en la realidad y otro pie en la fantasía, y el autor se mueve entre los dos mundos como si fuesen uno solo y la realidad fuese fantástica y la fantasía fuese real, aunque la única con una sensibilidad especial para percibir ese otro mundo lleno de maravillas es Marie... y quizás el padrino Drosselmeier, aunque sobre esto no puedo ni debo decir mucho más :) Hoffmann escribió este cuento para una Marie y un Fritz reales, hijos de un amigo suyo, y por eso está narrado dirigiéndose a ellos por sus nombres, emanando ese aroma a reunión familiar navideña en la que un adulto narra un cuento a varios niños que, sentados en el suelo a sus pies, escuchan boquiabiertos una historia en la que ellos son los protagonistas y viven aventuras fascinantes, asisten a batallas protagonizadas por soldaditos de plomo y viajan al País de las Muñecas paseando entre flores de caramelo.

Por ello también queda muy claro que en esta historia prevalecen la fantasía, la imaginación y la inocencia romántica de esa edad en la que todavía se es niño pero ya se pueden tener sentimientos poéticos, sobre la rutina, la sensatez y la realidad en la que acabamos ahogados los adultos. Marie es una niña especial que puede ver más allá del mundo que le rodea y que es capaz de retirar el velo que separa ese mundo del otro, ese que esconde tantas historias y lugares maravillosos que visitar y admirar... ese que nos aleja de la cotidianidad y nos envuelve de lirismo, belleza y sensaciones... ese mundo lleno de tantas y tantas prodigiosas posibilidades.

En Cascanueces y el Rey Ratón me he encontrado un cuento con más aristas de las que esperaba, e incluso con algunas ideas o pasajes que me parecen demasiado complicados de entender en toda su extensión y esencia por un lector infantil. No iba muy desencaminada en estos pensamientos porque curiosamente, leyendo el posfacio que incluye la edición (a cargo de Isabel Hernández, la traductora de la obra), se comenta que muchos lectores han considerado desde su publicación que este cuento es más adulto que infantil por las temáticas que aborda y el modo en que lo hace. Hoffmann siempre lo negó, decía que no había que subestimar a los niños... y estoy totalmente de acuerdo (de hecho siempre digo que una lectura infantil-juvenil jamás debe ser condescendiente con el lector potencial al que va dirigida), pero este cuento, como tantos otros, creo que se comprende mucho mejor (o se asimila su contenido mucho mejor, por decirlo de otra manera) cuando se lee en la edad adulta que si se hace siendo un niño-adolescente, por mucho que se empeñase Hoffmann en decir lo contrario.

No quiero extenderme mucho más, que en estas fechas se anda más en turrones que en reseñas. Solo un apunte sobre la edición, que es de un bonito y un buen gusto que saltan a la vista. Simplemente preciosa y muy cuidada, como es habitual en esta editorial. Además incluye el posfacio ya nombrado de la traductora en el que nos da a conocer al autor, su peculiar vida y las características que forman parte de su obra, así que no solo es bonita en continente sino que en contenido va un poco más allá de incluir solo el cuento (que ya de por sí merece muchísimo la pena descubrir). Para los regalos de Papá Noel ya no llegáis a tiempo, pero si para Reyes tenéis pensado regalar un libro muy navideño en cuanto a historia y muy bonito en cuanto a edición, con Cascanueces y el Rey Ratón triunfáis. Palabra de apasionada de las historias navideñas en ediciones bonitas :)

Ernst Theodor Amadeus Hoffmann (Königsberg, 1776 - Berlín, 1822). Escritor y compositor alemán. Hijo de un abogado, su tercer nombre era originalmente Wilhelm, pero más tarde adoptó el de Amadeus en honor a Mozart. Estudió derecho en Königsberg. Vivió en Varsovia, donde creó una orquesta y se dedicó a componer.En 1814 aceptó el cargo de Consejero de Justicia del Tribunal de Berlín, sin que por ello se resintiera su ingente producción literaria de aquellos años.Su fama se debe más a su obra como escritor que a sus composiciones. Adscrito al Romanticismo, donde más destacó su gran personalidad fue en sus cuentos fantásticos, en los que se mezclan el misterio y el horror, y que han alcanzado fama universal. En ellos crea una atmósfera en ocasiones de pesadilla alucinante y aborda temas como el desdoblamiento de la personalidad, la locura y el mundo de los sueños, que ejercieron gran influencia en escritores como Víctor Hugo, Edgar Allan Poe y el primer Dostoievski.

miércoles, 26 de diciembre de 2018

GANADORES ::: SORTEO TERCER ANIVERSARIO

¡Buenos días a todos y Feliz Navidad!

Nada mejor que empezar estas fiestas con regalitos, así que aquí venimos con los OCHO GANADORES del sorteo del TERCER aniversario de Netherfield. Muchísimas gracias por la alta participación en el sorteo y gracias mil también a todos los que nos habéis felicitado por el aniversario. Sois unos soletes y, como se suele decir, que sea por muchos años más :)

Sabemos que nos estaréis ignorando ahora mismo y habréis bajado directamente para abajo, así que al grano. Los afortunados ganadores son:



Y el reparto de los regalos queda como sigue:

Irunesa -> Retrato de un asesino. Crimen en Navidad (Anne Meredith)
La pecera de Raquel -> Cumbres borrascosas (Emily Brontë)
 Carmen en su tinta -> Mary, que escribió Frankenstein (Linda Bailey y Júlia Sardà)
Paco Portela -> Preciosa Polly Pemberton (Frances H. Burnett)
Meg Raven -> El fantasma de la ópera (Gaston Leroux) 
Ana Belén -> Mary Poppins / Vuelve Mary Poppins (P.L. Travers)
Ful Navalón -> Los fantasmas favoritos de Roald Dahl (VV.AA.) 
Eyra -> Chéri (Colette)


¡Enhorabuena a todos!

Tenéis 48 horas para reclamar vuestro premio. Mandadnos un email a nuestra dirección lasinquilinasdenetherfield@gmail.com, que en cuanto las tengamos salimos pitando para correos para que lo recibáis para Reyes.

Y lo dicho, mil gracias a todos por participar y por acompañarnos en nuestro rinconcito netherfieldiano. A por otro año más :)




viernes, 21 de diciembre de 2018

RESEÑA (by MB) ::: EL AMOR DE UN HOMBRE DE CINCUENTA AÑOS - Anthony Trollope





Título original: An Old's Man Love  
Autor: Anthony Trollope
Editorial: Funambulista
Traducción: Alma Fernández Simón y Maite Roig Costa 
Páginas: 288
Fecha publicación original: 1884
Fecha esta edición (2ª): julio 2018
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 22 euros 
Ilustración de cubierta: The only daughter (James Hayllar, 1875)



El rico, soltero y quincuagenario William Whittlestaff —que en más de un aspecto podríamos identificar con el mismo escritor—, para mantener la promesa de cuidar a la hija de un amigo gravemente enfermo, cuando éste muera, acoge en su residencia de Hampshire a la joven Mary Lawrie, de veinticinco años. La decisión la toma a pesar de la oposición de la vieja y demasiado franca ama de llaves, la señora Baggett, quien, con toda razón, supone que el «hombre mayor» se enamorará perdidamente de la recién llegada. Según estas previsiones, Whittlestaff pierde la cabeza por la joven y pide su mano, sin darle ninguna importancia a la diferencia de edad o a la historia de amor que la chica tuvo con John Gordon, joven estudiante sin dinero que había ido al extranjero a buscar suerte y que vuelve con una considerable fortuna de Sudáfrica y con la firme decisión de reanudar la relación amorosa con Mary interrumpida unos años antes.

Con gran precisión estilística y una perfección extraordinaria en la delineación de los personajes, tanto principales como secundarios, Anthony Trollope —junto a Charles Dickens, probablemente uno de los escritores más representativos de la época victoriana— confirma en El amor de un hombre de cincuenta años, su última novela, que nunca vio publicada, todo lo que de él dijo Henry James cuando declaró que el gran mérito de Trollope fue su capacidad de llegar a sentir lo cotidiano en todos sus aspectos.

William Whittlestaff es un hombre soltero y singular de cincuenta años que tiene su paraíso en Croker´s Hall y que, como buen caballero victoriano, hace lo que debe hacer, lo que le exige la sociedad y lo que le pide su conciencia. Así, cuando desoye a la señora Bagget, su criada, y acoge en su casa a la joven y bella huérfana Mary Lawrie dándole el lugar de una hija, todos sus pensamientos y reflexiones le dicen que ha hecho lo correcto. En cuanto a ella, Mary es una joven victoriana que sabe (porque en todo momento se lo recuerdan) cómo ha llegado a esa casa y en qué condiciones y, por tanto, no le queda otra que hacer lo que se espera de ella. 

El tiempo pasa y los sentimientos de nuestro quincuagenario evolucionan. La mirada y las expectativas respecto a su joven pupila cambian, y así, poco a poco, como quien no quiere la cosa, se enamora de ella, desequilibrando las estructuras y las posiciones de las personas que viven bajo su techo. En base a ello, y con todos los habitantes de Croker´s Hall nerviosos y desorientados por culpa de este sentimiento renacido en el corazón de su dueño, arranca la novela de Anthony Trollope, El amor de un hombre de cincuenta años.

Una vez que nuestro buen señor Whittlestaff se reconoce a sí mismo y ante sus allegados este nuevo sentimiento, todos sus argumentos irán conducidos a encajarlos en su vida y su edad. Y aunque en el fondo sabe que existe una diferencia de años consistente, ya se encargan sus reflexiones y las de la señora Bagget de decirle que la edad no supone ningún inconveniente si se mira por el interés de la joven Mary y el de su propia felicidad... otra cosa sería que le preguntásemos a la susodicha, porque ella tiene sus propias razones y reflexiones y no encajan con los pensamientos de su tutor y la criada. Pero,  al fin y al cabo, ¿quién es ella para ir en contra de todos aquellos que la han acogido?

Así, tras algunas reflexiones, debates e influencias varias, a nuestra protagonista no le queda otra que aceptar y pasar a ser la prometida del señor Whittlestaff, aunque ella, con toda sinceridad, le confiesa que su corazón está ocupado desde hace tiempo por John Gordon, el hijo de un banquero arruinado que desapareció un día de su vida y del que nunca más se supo. El buen señor Whittlestaff acepta las razones de su prometida al tiempo que alberga la esperanza de poder cambiarlas una vez casados, pues lo qué él conoce sobre el tal Gordon es que ni se sabe dónde está ni tampoco se le espera. 

Pero mira por dónde, Trollope lo devuelve a sus vidas un día después de prometerse, y encima viene cargado de dinero (o más bien de diamantes), poniendo patas arriba sus vidas. A partir de este momento todas las argumentaciones y sentimientos se intensifican, convirtiéndose en una vorágine de pensamientos tanto para unos como para otros, que intentarán encontrar la salida que les lleve al reposo y los sitúe otra vez en la posición que deberían estar. 

Para ello, cada cual juega con las cartas que tiene. Así, el señor maduro e íntegro alega estabilidad y confort; el joven dice que es el legítimo propietario del corazón de la muchacha y ahora tiene posibles para reclamarlo; y por último la buena de Mary, el tercer vértice en discordia, que se siente en la dicotomía de elegir entre sus sentimientos y su deber. Al final todo este torrente de emociones debe encontrar su curso natural y encajar de alguna forma en la vida de todos ellos y, para que eso sea posible, la única opción es que alguno renuncie a sus pretensiones y dé un paso atrás. 

En El amor de un hombre de cincuenta años, Anthony Trollope nos relata un drama casero sin grandes pretensiones, pero en eso radica precisamente su grandeza, pues a través de esta practicable y sencilla trama descubrimos el gran poder de observación del autor tanto en los aspectos psicológicos de los personajes como en las costumbres de las distintas clases sociales en que se encuadran, enriqueciendo la narración con esa fina ironía que tanto me recuerda a mi querida Jane Austen.

A diferencia de lo que acostumbraba Trollope, en esta novela se adivina una aligeración en la carga de los personajes. Son más livianos y se dice solo lo necesario para entender sus dilemas y sus anhelos, ganando con ello en intensidad y sentimiento. También vemos cómo cada uno de los personajes amplifica y representa su papel: la señora Bagget es la guardiana de las costumbres y de la moral victoriana; el señor Whittlestaff es el caballero y personaje singular; y por último, los jóvenes John Gordon y Mary Lawrie representan el amor y su lucha encorsetada por los rigores de su época. 

De todo este conjunto resulta un drama doméstico típicamente victoriano que se disfruta desde la primera página. Si a esto añadimos la preciosa y cuidada edición de Funambulista, pues lo dicho, más y mejor.



Anthony Trollope nació en Londres en 1815. Su infancia no fue de las más felices porque su padre, el abogado Thomas Trollope, tuvo durante mucho tiempo grandes problemas económicos y su madre, la escritora Frances Stapleton, en 1827 se fue a EE. UU. para unirse auna comunidad utópica y dejó a Anthony solo en Inglaterra. A su vuelta de América, Frances, más conocida como Fanny Trollope, publicó el libro Domestic Manners of the Americans, un fuerte ataque a las costumbres y a la sociedad americana, que se convirtió enseguida en un bestseller. A pesar del éxito del libro, la familia siguió en dificultades y tuvo que marcharse a Bélgica para huir de los acreedores. 

Trollope volvió a Gran Bretaña, donde encontró trabajo como funcionario de Correos y, durante sus largos viajes en tren como inspector postal, empezó a escribir sus primeras obras inspiradas en las cartas perdidas. La fama la alcanzó con la novela The Warden (1855), primera de las seis novelas situadas en el imaginario condado de Barsetshire. Después de una exitosa carrera en Correos y de intentar sin suerte la carrera política, se dedicó exclusivamente a la literatura: su producción consta de más de cincuenta obras, entre las cuales destacan las novelas «políticas» o llamadas el ciclo «de Palliser» en las que a su habitual humor asocia una crítica a la hipocresía y a la ausencia de auténticos valores morales en la sociedad victoriana. Murió en Londres en 1882 y fue enterrado en el Kensal Green Cemetery al lado de su contemporáneo Wilkie Collins.

miércoles, 19 de diciembre de 2018

RESEÑA (by MB) ::: LA HIJA DEL RELOJERO - Kate Morton





Título original: The clockmaker's daughter 
Autora: Kate Morton 
Editorial: SUMA
Traducción: Máximo Sáez 
Páginas: 560
Fecha de publicación: noviembre 2018 
Encuadernación: cartoné con sobrecubierta
Precio: 22,90 euros 
Diseño de cubierta: Penguin Random House Grupo Editorial / Yolanda Artola



En el verano de 1862, un grupo de jóvenes artistas, guiados por el apasionado y brillante Edward Radcliffe, viaja a Birchwood Manor, una casa de campo en Berkshire. Tienen un plan: vivir los siguientes meses recluidos y dejarse llevar por su inspiración y creatividad. Sin embargo, cuando el verano toca a su fin, una mujer ha muerto de un disparo y otra ha desaparecido, se ha extraviado una joya de valor incalculable y la vida de Edward Radcliffe se ha desmoronado.
Unos ciento cincuenta años más tarde, Elodie Winslow, una joven archivista de Londres, descubre una cartera de cuero que contiene dos objetos sin relación aparente: una fotografía en sepia de una mujer de gran belleza con un vestido victoriano y el cuaderno de bocetos de un artista en el que hay un dibujo de una casa de dos tejados en el recodo de un río.
 
¿Por qué ese boceto de Birchwood Manor le resulta tan familiar a Elodie? ¿Y quién es esa hermosa mujer que aparece en la fotografía? ¿Le revelará alguna vez sus secretos?
 
Narrada por varias voces a lo largo del tiempo, La hija del relojero es la historia de un asesinato, un misterio y un robo, una reflexión sobre el arte, la verdad y la belleza, el amor y las pérdidas. Por sus páginas fluye como un río la voz de una mujer ya libre de las ataduras del tiempo y cuyo nombre ha caído en el olvido: Birdie Bell, la hija del relojero, la única persona que vio todo lo sucedido.

Cuando Elodie Winslow, archivista de Stratton, Adwell & Co., encuentra en un bolso de más de 150 años de antigüedad una fotografía de una joven victoriana en tono sepia junto a un cuaderno de bocetos de Edward Radcliffe, no sabe que esos objetos tan dispares serán las llaves que le harán desandar su presente y su pretérito anterior. 

Tanto la fotografía enmarcada en plata como el cuaderno de bocetos desprenden una energía subliminal que le dicen que no son simples objetos que catalogar en la colección de James W. Stratton. Más bien al contrario: conforme los toca le susurran y sugieren mensajes personales e implícitos, encerrados y casi olvidados. Desde ese momento los engranajes curiosos de Elodie trabajan para descubrir y conocer las historias que confinan, quedando absorbida en el proceso y aislada de su presente y futuro más que imperfecto: su boda con el impecable Alastair.

Ciento cincuenta años dan para muchas crónicas y memorias, en particular las de todas aquellas personas que se enlazan y entrecruzan en el tiempo en Birchwood Manor, una casa de campo a orillas del Támesis que, en algún momento de sus vidas, fue refugio y hogar para los que deambularon por ella. Ahora le toca a nuestra Elodie conocer el por qué de esa casa y la importancia que tiene en su vida, pues este conocimiento la desanclará, permitiéndole comprender y cerrar heridas enquistadas en el tiempo que todavía no han supurado. En este proceso, y sin saberlo, no se encontrará sola, pues una vez que desempolva el retrato enmarcado en plata de Birdie Bell, esta se convierte en su guía y mentora (al igual que hizo con tantos otros antes que ella), encaminando sus pasos hacia Birchwood Manor con el fin de que se reencuentre con su vida y su memoria.

Al tiempo que descubrimos la vida de Elodie y de sus allegados, la buena de Birdie también nos desvela las vidas de todos aquellos que han pasado por la casa a lo largo de los años. Así, sabremos de Jack; de Lauren Adler, la concertista de chelo; de Juliet y sus hijos, Beatrice, Freddy y Tippy; de Ada Lovegrove; de Lucy Radcliffe; de los hermanos Leonard y Tom... hasta llegar a la médula, el meollo de la narración: la hija del relojero, la pequeña dickensiana Birdie Bell, y su amor, el pintor Edward Radcliffe. 
  
Kate Morton no ha escrito en La hija del relojero una trama lineal, sino que la novela es toda una composición esférica y envolvente, al igual que lo es la memoria. Al tiempo que hilan la argumentación, los saltos en el tiempo hacia el pasado y el presente se suceden y afluyen dependiendo de los recuerdos de una u otra protagonista, y es en este punto donde el lector empatiza más o menos con las biografías de los distintos personajes.

Ada Lovegrove es la que más me ha llegado de todos los habitantes pululantes de Birchwood Manor, pero esto es más una cuestión personal que otra cosa, pues una va avanzando en la lectura y de pronto, sin saber por qué, se queda enganchada con un personaje mientras los demás van desfilando y sus historias pasan a un segundo lugar. Por eso, y practicando mi memoria retrospectiva, los hechos y los eventos vividos por Ada son los que más huella me han dejado.

Pero lo anterior no quita ni desmerece lo que Kate Morton ha imaginado y creado en La hija del relojero, pues en ella encontramos toda una sucesión de personajes de distintas épocas, enredados en amores, desamores y en diversas situaciones,  con sus misterios, asesinatos, robos y sucesivas intrigas sepultados en un tiempo en el que el arte, la magia y la belleza, junto al sentimiento de pérdida y de hogar, son los elementos que apuntalan el cuadro recreado en la novela.
Tal vez incluso vuelva a contar mi historia algún día, como se la conté al pequeño Tip y, antes que a él, a Ada, entrelazando los hilos de la Noche de la Persecución de Edward y de las historias que me contó mi padre sobre cuando mi madre se fugó de la casa, la leyenda de los niños del Otro Mundo y la reina de las hadas.
Solo me resta decir que he disfrutado de toda la narración, de todo lo que engloba, y que sigo prendada de todo lo que Kate Morton me quiera contar.




Kate Morton creció en las montañas del noreste de Australia, en Queensland, y en la actualidad reparte su tiempo entre Londres y su granja australiana. Es licenciada en arte dramático y literatura inglesa y es especialista en literatura eduardiana del siglo XX. Kate Morton ha vendido más de 11.000.000 de ejemplares y ha sido traducida a 34 idiomas y publicada en 42 países. 

La casa de Riverton, El jardín olvidado, Las horas distantes, El cumpleaños secreto y El último adiós se han convertido en número uno de ventas en todo el mundo.

lunes, 17 de diciembre de 2018

RESEÑA (by MH) ::: QUÉ VERDE ERA MI VALLE - Richard Llewellyn





Título original: How green was my valley  
Autor: Richard Llewellyn
Editorial: Edhasa
Traducción: Pedro Ibarzabal 
Páginas: 672
Fecha publicación original: 1939
Fecha esta edición: 2002
Encuadernación: bolsillo
Precio: descatalogado
Diseño de cubierta: Iborra




Qué verde era mi valle concentra la atención del lector en la historia familiar y personal de Huw Morgan , y a través de sus ojos traza una panorámica de las condiciones sociales y laborales de la minería en un valle del sur de Gales. La perfecta exposición del paisaje tanto físico como humano de una zona empobrecida y sometida a los intereses cambiantes de la gran ciudad es uno de los valores más perdurables de esta novela, que ha sido también interpretada como un canto a la lucha por la supervivencia de los signos de identidad de las pequeñas comunidades nacionales.
Este 2018 ha sido un año muy bueno de lecturas tanto en cantidad como en calidad. Unos cien libros leídos, dado el escaso tiempo que tengo para leer (muy escaso, aunque no lo parezca visto el número final de lecturas), son muchos libros. Y muchos muy buenos. Pero he tenido que llegar casi a finales de año para leer EL libro, el que conforme lo estaba leyendo me hizo estar segura de que tenía entre manos mi mejor lectura del año, el que conforme lo estaba leyendo me hacía pensar que no iba a poder ni a saber reseñarlo... el que conforme lo estaba leyendo me hacía pensar lo maravillosa y emocionantes que pueden llegar a ser la literatura y una buena historia.

La historia está narrada en primera persona por Huw Morgan, un galés que ronda los 65 años. Está solo, todos sus familiares y amigos han dejado el Valle o han muerto, la escoria de las minas ha reducido el Valle a una negrura que oculta el verdor que antes lo impregnaba todo... y decide marcharse, dejar atrás su tierra amada. Antes de hacerlo, nos cuenta su historia y la de su familia, trasladándose en el tiempo casi 60 años atrás a su pequeño pueblecito en la cuenca minera de Gales durante la segunda mitad del siglo XIX (nunca se dice la fecha exacta, pero por numerosas alusiones sabemos que transcurre en la época victoriana y en plena Revolución Industrial). Así, a través de los ojos de Huw, conocemos la historia de los Morgan, familia de mineros muy respetada en el Valle que vive un periodo de la historia lleno de cambios, una época tumultuosa en la que todo lo que daban por hecho, todo lo que conocían, se puso en tela de juicio cambiando el orden establecido hasta entonces.

De la mano de este Huw de 6 años, Llewellyn nos sienta en un rinconcito de la casa de esta muy numerosa familia  y nos da asiento de primera fila para vivir entre ellos durante muchos, muchos años, tantos como abarca la historia. Y esa cercanía la consigue narrándolo todo de una manera que resulta tan real, tan auténtica y natural, que realmente te ves tomando asiento junto a ellos y siendo partícipe de sus gestos de cariño, de sus discusiones, de la camaradería entre hermanos, de la complicidad y amor entre el matrimonio, de las charlas triviales, de las conversaciones trascendentales... de cómo los hijos se enfrentan a los padres y los padres intentan hacer comprender a los hijos, y cómo todos siguen unidos a pesar de todo y salvando distancias porque todos, padres e hijos, saben que forman parte de generaciones distintas y cada cual cumple el papel que les ha tocado en suerte. La familia está por encima de todo eso. La familia es mucho más que eso. Y la familia no se toca.

Tal y como comento arriba, estamos en pleno siglo XIX en una cuenca donde casi todo el pueblo vivía del trabajo en las minas y todo gira alrededor de ellas, pero en este libro se habla de muchas cosas, algunas asociadas a la época en que está ambientada y otras mucho más universales: la explotación en las minas (mucho trabajo por poco dinero), la llegada de mano de obra de otros lugares dispuesta a hacer el mismo trabajo por menos dinero, los nacientes sindicatos y las primeras huelgas, los encuentros clandestinos de los trabajadores intentando fortalecerse para presionar a los empresarios, los enfrentamientos generacionales en el seno de las familias (los jóvenes que quieren pelear por un sueldo digno y los mayores que quieren lo mismo pero consideran inadecuado y perjudicial el modo en que quieren hacerlo), los hijos que se ven obligados a emigrar para ganarse la vida, la escoria y la polución que la Revolución Industrial esparció sobre las verdes campiñas británicas pintando de negro la vida y el verdor que refulgían en ellas, los rumores y maledicencias en comunidades pequeñas que acababan con la reputación y la vida de muchas personas, la religión como nexo de unión entre todas las gentes de esa comunidad, la diferente educación que recibían niños y niñas y las diferentes cosas que se esperaban de ellos al llegar a su vida adulta... Os podría enumerar cien cosas más, porque la vida de un pueblo y una familia vista a través de los ojos de un niño conforme se va haciendo adulto a lo largo de más de 650 páginas da para mucho, mucho más que lo que yo os cuento aquí.

Varios de los personajes que pululan por estas páginas se han quedado conmigo para siempre, pero de entre todos ellos destacan dos sobre los demás. Beth Morgan, la matriarca de esta familia, es de esos personajes de llevártelos a casa. Simplemente maravillosa. La admiras en toda su humanidad, en toda su fortaleza e inteligencia, y sufres con ella cuando la ves sufrir por sus hijos, por su marido, o por tener que agachar la cabeza ante las restricciones sobre todo educativas que tenían las mujeres en aquella época y que hacían que se le saltasen las lágrimas (tenían que ser ingenieras matemáticas para llevar la economía del hogar pero se reían de ellas si querían aprender aritmética... eso ya era otro nivel, cosa de hombres). Es la mamá gallina que cuida de todos y que todo lo sabe, el núcleo que lo cohesiona todo con su fuerza y su estabilidad. Beth Morgan es sagrada para cada miembro de esta familia, y acaba siéndolo también para el lector.

El otro personaje inolvidable es su protagonista, Huw, porque sin él este libro no tendría sentido. Sus ojos en esta historia, su forma de ver la vida y transmitirsela al lector lo son todo, nuestra puerta al Valle y sus gentes. Huw es un crío honesto, visceral ante las injusticias, apasionado por su familia y por el Valle que le ha visto crecer y que lleva tatuado en las entrañas, enamorado en silencio y desde que tiene conciencia de su cuñada, observador agudo y nato de todo lo que le rodea y narrador prodigioso de todo eso que observa... Huw se queda contigo al cerrar el libro de una manera que no imaginas cuando comienza la historia

Aun así me siento hasta culpable al nombrarles solo a ellos dos, porque Gwilym Morgan, el cabeza de familia, también es un personaje memorable, un hombre de su tiempo que tiene muchos defectos y no siempre tiene la razón, pero que es un hombre justo y honrado enamorado hasta las trancas de su mujer y que lucha por ponerse en el lugar de sus hijos, aunque no comparta su forma de hacer las cosas; también destaca el padre Gruffydd, muy alejado de perfecciones clericales y con todas las contradicciones y defectos inherentes al ser humano, sea perteneciente a la iglesia o no. Bron, Davy, Ianto, Owen, Angharad, Ivor, Gwilym hijo... todos los personajes tienen su subtrama, todos son importantes, todos le piden al lector un hueco en sus pensamientos cuando cierra el libro.

La frase que da título a la novela aparece, palabra arriba palabra abajo, al menos dos veces durante la narración, las dos veces en reflexiones del protagonista, Huw. Y realmente le pone nombre a la historia, la resume tan bien que hasta que no se ha leído el libro no se comprende en su totalidad ni se percibe su magnitud ni profundidad. Probablemente sea de los títulos mejor escogidos que me he encontrado en una novela. Sé que el autor escribió varias secuelas con Huw emigrando a Argentina y demás, pero no me atrevo a leerlas. No quiero saber nada de ellas. Quiero conservar esta lectura intacta en mi cabeza.

Os quiero confesar el problema que tengo con la reseña de este libro. Me emocionó mucho en algunas escenas, me hizo reír mucho en otras, me hizo llorar incluso al final del libro; y cuando me emocionaba ni siquiera era por cosas tristes (que las hay y además unas cuantas), sino por escenas que de tan bonitas, tan tiernas, tan cautivadoras, me trapasaban la piel y me conmovían, me enternecían... transmitían tanto amor ya fuese por la familia, por la naturaleza, por la vida en sí y por sus costumbres y raíces, que se me ponían los pelos de punta, me daban escalofríos y se me hacía un nudo en la garganta (sí, tan cursi como eso)... me ha llegado muy dentro, pero estoy en un momento personal ahora mismo que no me hace estar especialmente elocuente ni ocurrente para transmitir todo eso en palabras, más bien al contrario, y mirad que lo siento, porque el libro se merece mucho más que esta pobretona opinión.

Así que tendrá que bastar esto: Qué verde era mi valle no solo es mi mejor lectura de 2018, sino que se ha convertido en uno de mis libros favoritos de todos los tiempos. Y creedme, yo no dejo entrar cualquier libro en esa categoría por mucho que me haya gustado; para entrar ahí me tiene que remover mucho por dentro. Recomendaré esta lectura hasta que me muera, aun sabiendo que probablemente mi conexión con el libro sea solo eso, mi conexión personal. Es un libro maravilloso objetivamente hablando, pero creo que yo lo he pillado en un momento de mi vida, por la causa que sea, que lo ha hecho todavía más especial. Hay lecturas que para algunas personas solo son lecturas y que sin embargo para algunos lectores pasan a formar parte de ellos mismos y ya no le abandonan nunca... pues Qué verde era mi valle se queda conmigo para siempre, bien resguardado en mi corazón lector.

Richard Llewellyn, seudónimo de Vivian Lloyd​ (Hendon,​ Londres, Inglaterra; 8 de diciembre de 1906-Dublín, Irlanda; 30 de noviembre de 1983), fue un novelista y guionista británico.

​Nació de padres galeses en Hendon, al norte de Londres, en 1906. Solo después de su muerte se descubrió que, aunque era de sangre galesa, su afirmación de haber nacido en St. David's, Pembrokeshire, Gales Occidental, era falsa.​ Se casó dos veces: su primera esposa fue Nona Sonstenby, desde 1952 hasta 1968, y su segunda mujer fue Susan Heimann, con quien se casó en 1974.

Llevó una vida de constantes viajes. Antes de la Segunda Guerra Mundial pasó un tiempo trabajando en hoteles, escribió una obra de teatro, trabajó como minero en una mina de carbón y produjo su novela más famosa. Durante la Segunda Guerra Mundial, ascendió al grado de capitán de la Guardia Galesa.​ Después de la guerra, se empleó como periodista, informando acerca de los Juicios de Núremberg y luego como guionista de la MGM.​ En sus últimos años de vida, vivió en Eilat (Israel). Murió en la capital irlandesa a los 76 años de edad.

Un elemento recurrente en sus novelas son los protagonistas que asumen nuevas identidades, a menudo porque son trasplantados en culturas que les son extrañas. La más famosa de sus novelas es How Green Was My Valley, que fue llevada al cine por John Ford en Hollywood en 1941. Basada en conversaciones que Llewellyn sostuvo con mineros de Gilfach Goch,​ la novela retrata la vida de las comunidades dedicadas a la minería del carbón en los valles de Gales del Sur.

Posteriormente, Llewellyn escribió tres secuelas de la novela: Up, into the Singing Mountain (1960), And I Shall Sleep... Down Where the Moon Is Small (1966), y Green, Green My Valley Now (1975).2​ Otra de sus novelas, None but the Lonely Heart (1943), fue llevada al cine por Clifford Odets en 1944, cuando fue protagonizada por Cary Grant y Ethel Barrymore, quien ganó el Óscar a la mejor actriz de reparto.

sábado, 15 de diciembre de 2018

RESEÑA (by MH) ::: EL MISTERIOSO SR. BROWN - Agatha Christie





Título original: The secret adversary
Autora: Agatha Christie
Editorial: Molino
Traducción: C. Peraire del Molino
Páginas: 290
Fecha de publicación original: 1922
Fecha esta edición: 1999
Encuadernación: rústica
Precio: Descatalogado
https://inquilinasnetherfield.blogspot.com/p/esta-pagina-la-abro-yo-mh-modo-personal.html
Autoproponerse como «jóvenes aventureros dispuestos a hacer lo que sea» demuestra ser una jugada inteligente por parte de Tommy y Tuppence. El primer trabajo parece un sueño. Todo lo que Tuppence debe hacer es emprender un viaje con gastos pagados a París y hacerse pasar por una americana llamada Jane Finn. Pero el trabajo se convierte en una amenaza silenciosa y en un riesgo para sus vidas tras la desaparición de la persona que los ha contratado. Ahora, el nuevo trabajo de Tuppence será el de detective, ya que, si en algún lado hay una «Jane Finn» que existe realmente, esta posee un secreto que pone la vida de ambas en peligro...

No es habitual que colguemos reseñas un sábado en Netherfield, pero es que me fue imposible escribirla para ayer viernes (tal y como tenía programado) y estoy empeñada en añadir un nuevo título a mi reto de Agatha Christie antes de que acabe el año, así que la cuelgo ya o me quedo sin días, que diciembre es un mes raro y no se aprovecha en reseñas igual que otros meses. Así que nada, reseña sabatina y cortita (¿me traerá Santa un giratiempos si se lo pido?).

Ya os comenté antes de verano que había comenzado varios retos atemporales, y uno de ellos era releer toda la bibliografía de Agatha Christie por orden de publicación (al menos las novelas). Supuestamente estoy haciendo este reto al alimón de Nitocris, pero no os cuento lo bien que va ella y lo mal que voy yo (solo tenéis que echar un vistazo a su reto). El caso es que hoy vengo con el segundo libro que publicó Agatha, El misterioso Sr. Brown. Si en el primero nos presentaba a Poirot, en este segundo nos presenta a una pareja que también protagonizaría varios libros: Tuppence Cowley y Tommy Beresford que, aunque son más conocidos como matrimonio en posteriores libros, realmente en El misterioso Sr. Brown, el primero que protagonizan, solo son amigos y residentes en Londres.

Tras un prólogo ambientado en 1915 en el que asistimos a un hecho muy concreto durante el hundimiento del RSM Lusitania (hundimiento real, por cierto: el barco fue torpedeado por los alemanes y murieron más de mil personas), pasamos a 1919, año en que transcurre realmente la historia. Han pasado meses desde el final de la Primera Guerra Mundial, y la crisis social y económica sigue sumiendo a los ingleses en la búsqueda de unas libras que llevarse al bolsillo. A la resolutiva y algo alocada Tuppence no se le ocurre otra cosa que proponerle a su amigo Tommy que sean detectives, sin más preparación que la firme voluntad de serlo. Tommy, que se deja llevar por todo lo que Tuppence dice, no se opone demasiado a la propuesta, "fundan" su empresa, Jóvenes aventureros, sociedad limitada, y así, sin comerlo ni beberlo, se ven mezclados en la desaparición de una tal Jane Finn. ¿Quién busca a Jane Finn? Pues una organización con intenciones no demasiado buenas comandada por un misterioso hombre que se esconde tras el seudónimo de señor Brown. ¿Y quién es el señor Brown? Pues la señora Christie nos va a hacer dudar de varios personajes, como está mandao, y, mientras lo averiguamos, Tommy y Tuppence ven cómo su anodina vida se vuelve mucho más... interesante.

Realmente la intención inicial de Tommy y Tuppence es detectivesca, pero este libro tira más hacia el género de espías, al menos en la subtrama que da pie a todo. Las primeras novelas de Agatha Christie hacían mucho uso del contexto histórico, y en esta novela, ese contexto es primordial en la trama. Si la primera estaba ambientada en plena Primera Guerra Mundial y narraba los diferentes modos en que la sociedad inglesa se involucró en aquel periodo, en este libro acaba de terminar la contienda, la estabilidad de Europa en general y la de Gran Bretaña en particular es frágil, y cualquier elemento desestabilizador puede suponer una catástrofe. Eso es precisamente lo que intenta ese grupo de personajes de diferentes nacionalidades comandado por el señor Brown, y en ese embolado es en el que se ven metidos los dos personajes principales, al principio por casualidad, y después a petición del misterioso señor Carter (antiguo conocido de Tommy y perteneciente al Servicio Secreto británico).

La novela pasa por distintas fases, y a partir de que empieza su labor como detectives, Tommy y Tuppence vivirán sus propias subtramas por separado casi todo el tiempo, siendo ocasionales las veces que estén juntos. Por eso esas fases son muy distintas: en las que están por separado lo importante es el desarrollo de sus misiones (que son bastante peligrosas a pesar de la aparente ligereza de la trama), y cuando están juntos prima sobre todo su relación y/o el modo en que interactúan entre ellos. Tuppence es la reina de la función, con su carácter brillante, alocado, irreflexivo e impetuoso, mientras que Tommy es más sereno, tranquilón y reflexivo. Aun así yo creo que Tommy evoluciona mucho a lo largo de la historia y se espabila bastante por la cuenta que le trae (que esta gente no se anda con tonterías), y el Tommy del final es un Tommy evolucionado y más echao p'alante que el del comienzo de la historia.

Sé que el dúo Tommy-Tuppence no despierta demasiadas pasiones entre los seguidores de la Christie (y de hecho creo que son personajes que pasan muy desapercibidos en su bibliografía), pero tengo que reconocer que a mí sí me gustan, me encantan sus diálogos y la dinámica que hay entre ellos (rápida, divertida, irónica), y lo cierto es que hacía siglos que no leía este libro y lo he disfrutado mucho más que la primera vez que lo leí. Agatha Christie diferenciaba muy bien el tono y ritmo de las historias de cada una de sus series de detectives, cada una de ellas tenía unas características muy definidas y específicas, y aunque este par tiene todas las de perder ante Poirot y Jane Marple, creo que merecen más atención y reconocimiento de los que tienen.

Termino. Hay un par de adaptaciones a la televisión. Una de los años 80, y otra algo más reciente (2015) donde cambian muchas cosas (se traen la historia a los años 50, ellos ya están casados y con un hijo adolescente, Carter es tío de Tommy...). Entretenidilla, aunque a mí no me entusiasmó demasiado (el dúo protagonista tuvo mucho que ver). Os dejo el tráiler por si a alguien le interesa:






Agatha Christie (1891-1976) es conocida en todo el mundo como la Dama del Crimen. Es la autora más publicada de todos los tiempos, tan solo superada por la Biblia y Shakespeare. Sus libros han vendido más de un billón de copias en inglés y otro billón largo en otros idiomas. Escribió un total de ochenta novelas de misterio y colecciones de relatos breves, diecinueve obras de teatro y seis novelas escritas con el pseudónimo de Mary Westmacott.

Probó suerte con la pluma mientras trabajaba en un hospital durante la primera guerra mundial, y debutó con El misterioso caso de Styles en 1920, cuyo protagonista es el legendario detective Hércules Poirot, que luego aparecería en treinta y tres libros más. Alcanzó la fama con El asesinato de Roger Ackroyd en 1926, y creó a la ingeniosa miss Marple en Muerte en la vicaría, publicado por primera vez en 1930.