jueves, 31 de octubre de 2019

RESEÑA HALLOWEEN #4 (by MH) ::: LA LEYENDA DE SLEEPY HOLLOW - Washington Irving





Título original: The legend of Sleepy Hollow
Autor: Washington Irving 
Editorial: Alba
Traducción: Guillermo Lorenzo
Páginas: 88
Fecha publicación original: 1820
Fecha esta edición: junio 2010
Encuadernación: cartoné
Precio: 18 euros
Ilustración de cubierta e interiores: Arthur Rackham


Ichabod Crane, un tipo flaco pero glotón, buen bailarín, con ciertas ambiciones mundanas, es el maestro de la comunidad de Tarrytown, en Sleepy Hollow (literalmente «Hondonada del Sueño»), un valle a orillas del Hudson. Su antagonista es Bran Bones, un grandullón grosero, que es también su rival en el amor de Katrina Van Tassel, hija única de un acaudalado terrateniente. Ichabod cree alcanzar la gloria el día en que Van Tassel le invita a una fiesta en su «castillo»... pero lo que no sabe es que lo que ahí le espera es la condenación. Pues en los bosques encantados de la «región del sopor» vaga el espectro del Jinete Sin Cabeza, «un soldado de caballería de Hesse decapitado por una bala de cañón en alguna batalla sin nombre de la Guerra de la Independencia», e Ichabold tendrá un encuentro con él que cambiará su destino.

Llena de humor y cordialidad, La leyenda de Sleepy Hollow (1819-1820) es un delicioso relato que no tardó en convertirse en parte del folklore norteamericano y en una pieza de referencia de toda la literatura fantástica. Las clásicas ilustraciones de Arthur Rackham que acompañan esta edición evocan genialmente su encanto, misterio e ironía y fueron en buena parte la inspiración visual para la adaptación cinematográfica que hizo Tim Burton en 1999.

Nada, que esto ha sido visto y no visto. Tanto tiempo anticipando estas lecturas (yo, claro, a vosotros os da igual, como es normal... xD) y llegamos al final de traca: cuatro reseñas en cuatro días de clásicos para estas fechas. He dejado para el final la que sin duda es la más conocida de todas las lecturas que os traigo esta semana de Halloween, no sé si por el relato en sí mismo o por la película de Tim Burton, pero bueno, sea como sea, probablemente sea la única que sonará a todo el mundo en general. 

La leyenda de Sleepy Hollow, de Washington Irving, es todo un clásico para estas fechas, lo veréis aparecer en cualquier lista donde se recomienden lecturas temáticas (esas listas de las que yo huyo todo lo que puedo para traeros cosas que no salen en ellas), forma parte casi intrínseca de esta celebración... pero ¿y si os digo que es la que menos inquietante me ha parecido de todas? Ya está aquí MH dando la nota :) Pues sí. Y no me malinterpretéis, este relato me parece (es) una maravilla, una cosa no quita la otra, pero Irving no engaña en ningún momento, y la historia en sí se ve venir tan de lejos desde el principio que sinceramente creo que una historia simpática y algo guasona ha derivado por obra y gracia del cine en algo mucho más tenebroso y tétrico cuando se piensa en ella, una oscuridad que no está presente en la obra original.

Irving nos traslada a Tarrytown, una región portuaria donde existe un paraje retirado, tranquilo y silencioso llamado Sleepy Hollow. Estas tierras, moradas por descendientes de los antiguos pobladores holandeses, parecen estar dominadas por una especie de influjo que hace que sus habitantes sean proclives a creer en hechos raros, sucesos sobrenaturales y leyendas tenebrosas, como la del jinete sin cabeza, el fantasma de un antiguo soldado hessiano que de vez en cuando cabalga por el valle. A este lugar llega Ichabod Crane, larguirucho, flacucho y decidido a ejercer de maestro entre los niños de los alrededores. Ichabod no tiene casa propia, va rotando entre las casas de los padres de sus alumnos, y aunque se apaña, tiene aspiraciones a una buena mesa, una buena casa y, en resumidas cuentas, a vivir cómodamente y bien. Se fija en Katrina van Tassel, hija única de un rico hacendado holandés que además de hermosa recibirá una cuantiosa herencia, así que se propone cortejarla mientras sueña con mesas repletas de platos llenos de comida. Pero tiene un rival en los afectos de la pizpireta Katrina, Abraham van Brunt, un muchachote que no se toma nada bien las atenciones de Ichabod y hará lo que tenga que hacer para que se haga a un lado y deje de aspirar a la mano de Katrina.

Esta es la historia que narra La leyenda de Sleepy Hollow durante el 95% de sus páginas, y sinceramente pienso que la intención de Washington Irving al escribirla fue la de darle un giro de tuerca a la narrativa gótica que tan de moda estaba desde hacía unos años, y contar en clave divertida y mordaz una historia de fantasmas. Por eso sigue algunas de las pautas del género: descripciones exhuberantes, profusas y exhaustivas que ocupan páginas enteras sin descanso; leyendas populares protagonizadas por fenómenos sobrenaturales; paisajes y entornos que, sobre todo por la noche, se tornan tenebrosos e invitan a dejar volar la imaginación y el miedo... todo esto lo tenemos, pero Irving no parece tomárselo muy en serio durante la historia. Su personaje principal, Ichabod Crane, está rodeado de cierta aura simpática, descarada y fresca, y su rival, van Brunt, es el típico brutote que se ve venir de lejos durante toda la historia. Cuando llega ese 5% restante, el de la aparición del jinete sin cabeza, el lector ya sabe lo que hay (o debería saberlo, que no será por falta de pistas), y aun así la narración de esa escena de persecución es simplemente fantástica... pero no es un relato de terror. No dejéis que nadie os diga lo contrario, que luego vienen las decepciones. Y poco más puedo decir si no quiero irme mucho de la lengua.

En definitiva, La leyenda de Sleepy Hollow es un relato que por méritos prop¡os (porque bien lo merece) forma parte del folclore y cultura americanos. Pero quien tenga en mente la adaptación cinematográfica y no haya leído el relato se sorprendería de lo que realmente ofrece esta historia: Washington Irving sin duda estaba más interesado en la faceta irónica y divertida de la historia y su personaje principal, en las simplemente maravillosas descripciones y en la calidad literaria de su narración que en dar miedo al lector, podéis estar seguros de eso. 

Mi intención era hacer reseña combo y traeros también la peli de Tim Burton, pero mi elasticidad del tiempo tiene un límite y he llegado hasta donde he llegado. La vi hace tanto tiempo que no me atrevo a hacer reseña sin volver a visionarla, pero sí os digo desde ya que Tim Burton sacó oro puro gótico, terrorífico y oscuro de donde había un oro completamente distinto, un oro narrativo, profusamente descriptivo, irónico y burlón. Esto último es, ni más ni menos, que el relato original literario de la leyenda de Sleepy Hollow. Y es una gozada leerlo. Una auténtica gozada.

Por cierto, esta edición de Alba es simplemente preciosa. Alterna ilustraciones a color de estilo más clásico con otras en negro más afiladas y góticas. Está ya agotada, pero la reeditaron cambiando la cubierta y manteniendo el interior ilustrado y el cartoné exterior. Sé que hay otras ediciones pero no cambio estas por ninguna :)


Washington Irving nació en Nueva York en 1783, hijo de un comerciante escocés. Estudió Derecho y empezó muy pronto a colaborar en distintos periódicos con artículos satíricos sobre la sociedad neoyorquina. Entre 1804 y 1808 viajó por Europa por razones de salud y, a su regreso, publicó una colección de sus artículos, Salgamundi (1808). En 1809, con el pseudónimo de Diedrich Knickerbocker, presunto historiador holandés, que mantendría mucho tiempo y que llegaría a convertirse en símbolo de los antiguos habitantes de la ciudad, publicó History of New York. Gracias al éxito de esta obra y coincidiendo con la quiebra de la empresa familiar, pudo dedicarse profesionalmente a la literatura. En 1819-1820 apareció The Sketch Book of Geoffrey Crayon, Gent., donde se incluían dos de sus más famosos relatos, «Rip Van Winkle» y «La leyenda de Sleepy Hollow». Nombrado agregado de la embajada de Estados Unidos (luego embajador) en España, compuso aquí sus célebres Cuentos de la Alhambra (1826), clásico ejemplo de la vertiente exótica de la literatura romántica; fue también secretario de embajada en Londres.

En sus últimos años se dedicaría a escribir biografías de grandes personalidades como Oliver Goldsmith, Mahoma y George Washington. Murió en 1859 en Sunnyside, la finca familiar a orillas del Hudson.

miércoles, 30 de octubre de 2019

RESEÑA HALLOWEEN #3 (by MH) ::: NO MIRES AHORA Y OTROS RELATOS - Daphne du Maurier




Título original: Don't look now / The apple tree / Not after midnight / The pool / The blue lenses 
Autora: Daphne du Maurier
Editorial: La biblioteca de Carfax
Traducción: Miguel Sanz Jiménez 
Páginas: 256
Fecha publicación original: 1971 / 1952 / 1971 / 1959 / 1959
Fecha esta edición: febrero 2018
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 22 euros
Ilustración de cubierta: Rafael Martín Coronel



Recopilación de cinco de los relatos más perturbadores de Daphne du Maurier: «No mires ahora», «El manzano», «No después de medianoche», «El estanque» y «Las lentes azules». El relato que da nombre a la edición fue adaptado al cine en 1973 por Nicolas Roeg, en una película protagonizada por Julie Christie y Donald Sutherland titulada «Amenaza en la sombra».
No podía faltar en esta semana un libro de relatos. Estaba reservando este en concreto de Daphne du Maurier para estas fechas, y una vez leído he caído que el año pasado también os traje para Halloween otro libro de relatos de la misma editorial, La Biblioteca de Carfax. En aquel caso fue El rostro en el espejo y otros relatos góticos, de la escritora victoriana Mary Elizabeth Braddon, muy recomendable para quien no la haya leído ya.

Pero volviendo a la reseña de hoy, lo dicho, me apetecía traeros a Daphne du Maurier porque todavía no tiene ninguna reseña en el blog, y no será porque no tengo libros suyos en la estantería. También leí este verano Monte Verità, otra joyita (no creo que pueda reseñarla este año, lo mismo la releo el año que viene y os la traigo, ya veremos), pero yo estaba empeñada en No mires ahora y otros relatos para la semana Halloween, que más que de terror o góticos, son relatos con un punto inquietante, desasosegante, incluso bastante oscuro en según qué casos... pero que nadie se acerque a ellos buscando horror en el más puro sentido del término porque no lo va a encontrar (veréis que esa es la tónica de todas mis reseñas esta semana).

Lo que sí os encontraréis es la maravillosa escritura de la autora que, como bien se dice en la breve biografía que acompaña a la edición, muchas veces ha sido subestimada por los géneros literarios que solía escribir (prejuicio que sigue existiendo hoy en día; parece que si se escribe misterio o suspense no se puede ser buen escritor en el amplio sentido de la palabra). Du Maurier era una escritora elegante, sutil y precisa a la hora de ambientar sus historias, y su prosa, afilada a la hora de penetrar en la mente de sus personajes, suele llevar al lector a finales que seguramente no le resultan cómodos. 

Cinco son los relatos incluidos en este libro, todos ellos escritos entre 1952 y 1971. Os cuento brevemente sobre cada uno de ellos.

No mires ahora. Un matrimonio, John y Laura, que viaja por Italia para dejar atrás un hecho traumático (una muerte) ocurrido en sus vidas, se da cuenta de que, durante su estancia en Venecia, dos mujeres de cierta edad, hermanas, no les quitan los ojos de encima. Una de ellas, ciega, es además vidente, y pronto convence a Laura de que puede ver a esa persona fallecida. Empiezan a encontrárselas en todas partes, él desconfía de ellas, pero Laura las quiere cerca y cada vez se comporta más raro. Hasta que un día desaparece, y comienza la desesperada búsqueda de John (la ilustración de la cubierta pertenece a este relato).

El manzano. El protagonista de nuestra historia enviudó hace tres meses. Su esposa, Midge, falleció de una enfermedad fatal en pocos días, y no puede decirse que su marido lo lamente demasiado. Nos queda claro que no la amaba, que estaba harto de la rutina que llevaba con ella, que se pasaba días enteros en Londres para no estar en su casa, y bueno, que ahora que puede hacer su santa voluntad, la vida le sonríe... hasta que ese viejo manzano del jardín, un árbol esmirriado y deprimente, empieza a recordarle a su mujer. No puede ser, es una tontería, pero se le parece. Y ese manzano empieza a obsesionarle, sus frutos le producen náuseas, el olor de su madera le repugna... parece como si se riera de él desde su aspecto ridículo en el jardín. Ahora que podría ser feliz ese manzano se interpone en su camino, y algo habrá que hacer al respecto.

No después de medianoche. Timothy Grey comienza contándonos que tiene una enfermedad, una afección universal a la que no da nombre en un principio porque primero quiere contarnos cómo la contrajo. Y para eso nos lleva a unas vacaciones en Creta, a un lugar idílico en el que tenía pensado pasar sus días pintando y disfrutando de las espléndidas vistas... pero las cosas se tuercen desde el principio cuando le dan el bungaló de un hombre fallecido unas semanas antes. A eso se suma la presencia de un matrimonio americano, él bebedor empedernido, escandaloso y maleducado; ella rica, ausente y muda de cara a la galería. Ocupan el bungaló frente al suyo, y pronto será testigo de sus idas y venidas, y de su extraño comportamiento.

El estanque. Deborah y su hermano Roger van a pasar las vacaciones de verano a casa de sus abuelos, como todos los años. Deborah es un par de años mayor que su hermano, y ya está entrando en esa edad en la que prefiere pasar más tiempo sola, con sus pensamientos, y dejar a un lado los juegos a los que su hiperactivo hermano la arrastra constantemente. Cerca de la casa hay un estanque, un estanque que por las noches comenzará a atraer a Deborah a un mundo que hasta entonces nunca había imaginado, un mundo lleno de seres fantásticos y sobrenaturales que la reclaman hasta sus aguas pero que, cuando ella ya está allí, parecen impedirle el acceso en el último momento.

Las lentes azules. Marda West está a punto de quitarse la venda de los ojos y descubrir si la operación que le han realizado ha sido un éxito o no. Se estaba quedando ciega y esta operación era su única esperanza. Solo conoce a los médicos y las enfermeras por su voz, y está deseando quitarse la venda para verlos y darles las gracias por todo. Ese día llega, la venda cae, y Marda por fin puede ver... pero lo que se encuentra es un mundo que no esperaba. Son sus voces, son ellos, las personas que le han cuidado, pero lo que ve no tiene sentido. No entiende por qué le están gastando esta estúpida broma, no tiene gracia, la están asustando... ¿por qué lo hacen?

Como veis los cinco relatos son totalmente diferentes entre sí tanto en el tipo de historia que cuentan como en el tipo de inquietud que intentan insuflarle al lector. Repito lo que comentaba arriba, no son relatos de terror (o lo que se entiende por ellos), pero sí son relatos muy inquietantes y oscuros, nada amables ni condescendientes, y con un punto a veces incluso perverso y siniestro. Aparte de adentrarse en el misterio y el suspense, las pinceladas góticas, fantásticas o incluso de ciencia-ficción se reparten entre ellos según el caso, y la narración de du Maurier baila con soltura, refinamiento y estilo entre todos estos géneros, no se le resiste ninguno.

Lo que sí puedo deciros es que ninguno termina con un happy ending propiamente dicho, algo que era muy característico de la autora y que estas cinco historias ejemplifican a la perfección. Y eso que tenemos finales de todo tipo: el que no te esperas ni de lejos y te deja a a cuadros, el que resulta bastante desalentador y turbador, el final que sí que quizás bebe del más puro cuento de terror, el que destila desesperación y descenso a los infiernos, o el que sorprende por la alegoría que esconde y que la autora ha sabido ocultarnos tan bien hasta ese momento. No os digo a qué relato corresponde cada uno de estos finales, pero todos ellos te dejan pensando "qué buena eras, Daphne"..., y aunque es imposible no tener favoritos en un libro de relatos (los míos han sido los dos primeros, No mires ahora y El manzano, y el último, Las lentes azules), todos ellos merecen muchísimo la pena. Con du Maurier no hay relato malo. O no al menos en este libro. Muy recomendable, por si no había quedado claro.

No mires ahora y otros relatos es el único libro del siglo XX que os voy a traer esta semana. Mañana, para terminar con el especial clásicos para Halloween de este año, vuelvo al siglo XIX, y además lo hago con la historia más conocida de todas las que os he traído esta semana. Hagan apuestas :)





Daphne du Maurier nació en Londres en 1907, hija del famoso agente de actores sir Gerald du Maurier y de la actriz Muriel Beaumont, y nieta del artista y escritor George du Maurier. Empezó a escribir historias cortas y artículos con ventiún años, y con veinticuatro publicó su primera novela. Fue una novelista de gran éxito con obras tan conocidas como Rebeca, Posada Jamaica o Mi prima Rachel, muchas de ellas adaptadas al cine. Estuvo casada con el mayor Frederick Browning con el que tuvo tres hijos. Vivió una vida acomodada durante más de veinticinco años en la mansión Menabilly en la costa sur de Cornwall, donde siempre pudo escribir sin preocupaciones. La llenaba de gran orgullo ser el principal sustento económico de su familia. Murió el 19 de abril de 1989.

martes, 29 de octubre de 2019

RESEÑA HALLOWEEN #2 (by MH) ::: KLOSTERHEIM, o LA MÁSCARA - Thomas de Quincey




Título original: Klosterheim, or The Mask
Autor: Thomas de Quincey 
Editorial: Valdemar
Traducción: Manuela Romano Mozo 
Páginas: 208
Fecha publicación original: 1832
Fecha esta edición (2ª): septiembre 2014
Encuadernación: cartoné
Precio: 19,95 euros
Ilustración de cubierta: The Ballad of Lenore (1839, Horace Verner)



La Guerra de los Treinta Años asola Europa. Las fuerzas leales al emperador combaten sin tregua por mantener su dominio dentro de los extensos límites del Sacro Imperio Romano Germánico. Un ser misterioso y embozado, al que la imaginación popular ha bautizado con el nombre de La Máscara, provoca el pánico entre los habitantes de la vieja ciudad de Klosterheim y parece querer frustrar los desleales designios del tiránico Landgrave de la plaza... 

Thomas De Quincey (1785-1859), a quien un ilustre contemporáneo, Thomas Carlyle, describió como «el chico más hermoso: ojos azules, cara resplandeciente, si no hubiera habido algo en él que decía: eccovi... ¡este chico ha estado en el infierno!», es autor de deliciosas narraciones históricas y profundas meditaciones, como La rebelión de los Tártaros, Los últimos días de Kant y, sobre todo, las Confesiones de un «comedor de opio» inglés, recrea en Klosterheim, o La Máscara la época y la atmósfera en la que los déspotas, los castillos, las mazmorras, las batallas, las virginales heroínas y los valientes caballeros componían un laberíntico entramado con marcados tintes góticos.

Segunda reseña temática de la semana, y segunda novela de Thomas de Quincey que os traigo al blog. Que por cierto, la primera, El vengador, bien podríais tenerla también en cuenta si queréis leer un clásico para Halloween. Pero hoy toca reseñar Klosterheim, o La máscara, publicada originalmente en 1832 y que, al igual que El vengador, también está ambientada en Alemania, país por el que el autor sentía gran interés en muchos aspectos.

Ese Klosterheim del título hace referencia a una ciudad inventada y situada en el sur de Alemania. Se está librando la Guerra de los Treinta Años (la acción se sitúa en el invierno de 1633), y Klosterheim se ha salvado hasta el momento de los envites de la guerra gracias a su supuesta neutralidad en la contienda. Pero se sospecha que el Landgrave (algo así como el conde de la ciudad, el que la gobierna y que por tanto debería estar bajo el mandato del emperador católico) simpatiza con los suecos protestantes, y eso hace que muchos ciudadanos eminentes conspiren contra él, o cuando menos, que muestren el rechazo que sienten hacia su persona. Pero nada puede compararse a la aparición de La Máscara, un individuo vestido de armadura que comienza a actuar por las noches llevándose de sus casas tanto a simpatizantes del Landgrave como a adversarios. Se los lleva, nadie sabe cómo, y literalmente desaparecen. Al principio parece que sin violencia, luego empiezan a aparecer sangre y signos de lucha en casas de estos desaparecidos. La Máscara se mueve como un ente, nadie lo ve entrar y salir de las casas, nadie ha sido capaz de hacerle frente, se desvanece en el aire, aflora la vena supersticiosa de la gente, y pronto empieza a hablar de sí mismo como el gobernador nocturno de Klosterheim, en contraposición al gobierno diurno del Landgrave... y el propio Landgrave tiene claro que el objetivo último de La Máscara es él mismo, y está dispuesto a cualquier cosa con tal de acabar con ese ente fantasmagórico que está amenanzado su gobierno... y sus futuros planes.

A ver, esto que os he contado es la parte que tiene que ver con lo que celebramos esta semana, lecturas góticas, misteriosas, de suspense y supersticiones sobrenaturales... que es lo que nos interesa, ¿no? Pero aviso a navegantes, esta novela tiene un componente histórico altísimo (más o menos ajustado a la realidad, aunque eso sea lo de menos), hasta el punto de que La Máscara en sí misma no aparece hasta la segunda mitad del libro porque durante la primera mitad de Quincey se lo pasa bomba ambientando su historia: si el lector tiene que esperar, que espere. Así que os lo digo desde ya: con este libro hay que tener un poco de paciencia.

No voy a entrar en los entresijos de la Guerra de los Treinta Años porque no es el tema, pero resumiendo mucho (vamos, muchísimo... xD), fue un conflicto político-religioso dentro del propio Sacro Imperio Romano Germánico en el que intervinieron muchos países y no siempre al mismo tiempo. En el momento en que tiene lugar esta historia, 1633, el imperio alemán (católico) se enfrentaba a los suecos (protestantes), que habían entrado en la contienda pocos años antes. Aunque Klosterheim (que, como digo, es una ciudad inventada) se ha mantenido al margen de la guerra, ha llegado un punto en el que sus habitantes se dan cuenta que su buena suerte se ha acabado, sobre todo porque todo el mundo sospecha que su propio gobernante, el Landgrave, es un traidor y está aliado con los suecos. Para más inri, salir o entrar de Klosterheim se ha convertido en una misión suicida porque unos mercenarios, amparados por la oscuridad y los recovecos del bosque que rodean a la ciudad, frustran y pasan a cuchillo a cualquier emisario imperial o comitiva que entre o salga de la ciudad. Huelga decir que la población sospecha que estos mercenarios, obviamente, están al servicio de los intereses del Landgrave y, por tanto, de los suecos. Los habitantes de Klosterheim están hartos, y comienzan a escucharse rumores de revuelta.

Vale, pues todo esto ocupa la primera mitad del libro, aunque de Quincey suaviza la carga política y va preparando el terreno para la segunda mitad de la historia (la apegada a las supersticiones, misterios, leyendas, seres sobrenaturales... en la que aparece La Máscara) otorgándole un protagonismo eminente al bosque que rodea a la ciudad y una tenebrosidad que no solo ayuda a la ambientación de la historia, sino que esconde traiciones, muerte y muchos secretos. En las ramificaciones de ese bosque se ocultan tanto ruinas como castillos donde puedes hallar cobijo o puedes encontrar la muerte (o el intento de llevarla a cabo), y nunca sabes cuál de las dos opciones te va a tocar en suerte hasta que es demasiado tarde. En ese bosque conoceremos a los que protagonizarán la historia romántica y trágica del libro; por un lado la hermosísima, esbeltísima y bondadosísima doña Paulina, vinculada a la familia del emperador, y por el otro su enamorado, Maximiliano, gallardísimo y apuestísimo protegido del propio emperador y gran opositor al Landgrave de Klosterheim. Estos dos personajes, separados muy pronto en la historia, serán sin embargo dos de sus catalizadores, y su amor es un amor sin fronteras ni fin, como debe ser :)

¿Y La Máscara? Pues durante buena parte de su intervención en la historia juega a villano y a héroe. Se ríe de los gobernantes de la ciudad de Klosterheim, los atemoriza y los amenaza con desvelar sus más oscuros secretos, lo que da nuevos bríos a una población asustada que se está perdiendo en supercherías... pero al tiempo sus ataques se vuelven más sangrientos y eso hace que los que antes le adoraban comiencen a dudar si simplemente es un ser vil ansioso de sangre. La Máscara es capaz de estar rodeado de miles de personas y huir sin que nadie sea capaz de detenerle, es capaz de colarse en el castillo y desaparecer en una habitación esfumándose en el aire, se lleva decenas de personas de sus casas y nadie ve como lo hace ni es capaz de encontrar los cuerpos... ¿Pero es real, un hombre de carne y hueso, o un ente sobrenatural? Podría ser una cosa o la otra, y eso es lo que tendréis que averiguar si decidís leer el libro.

Entonces, ¿qué podéis encontrar en Klosterheim, o La Máscara? Una novela gótica histórica, en la que hay que tener un poco de paciencia al principio cuando de Quincey se pone a contar la situación de esa zona de Alemania durante la Guerra de los Treinta Años a su antojo y conveniencia... le cuesta un poco entrar en materia, pero cuando entra es un lujazo. Porque además de Quincey escribía muy bien, no hay que perder eso de vista, y por eso se le perdonan estos caprichos un tanto largos. ¿Qué más encontramos? Pues supersticiones, bosques tenebrosos, malhechores que se esconden en esos bosques, dueños de castillos que dan repelús, túneles subterráneos, pasadizos secretos, asesinos sin escrúpulos, desapariciones inexplicables, hombres que pierden la cabeza ante la visión de un rostro, un amor romántico (en el sentido del romanticismo como género), un malo malísimo que gobierna sobre todo y todos, traiciones, abuso de poder... Ah, y La Máscara, un ser misterioso que llega a Klosterheim amparado por la noche, temido y adorado a partes iguales y con una misión: derrocar al Landgrave. ¿Lo conseguirá? ¿Descubriremos quién, o qué, se esconde bajo esa armadura? ¿Perderemos la razón aterrorizados al averiguarlo o descubriremos que los fantasmas no existen?

Lo dejo aquí... mañana más :)


Thomas de Quincey (Manchester, 15 de agosto de 1785-Edimburgo, 8 de diciembre de 1859), hijo de un acomodado comerciante, recibió una esmerada educación, con una especial incidencia en las disciplinas clásicas (a los trece años escribía griego), a cargo de preceptores particulares. A los 17 años se escapó de casa y vivió en Gales y Londres. De regreso estudió en el Worcester Collage de Oxford. De allí arranca su proverbial adicción al opio. Las necesidades económicas (había dilapidado su fortuna) y la numerosa prole a la que tenía que alimentar (tuvo ocho hijos) le obligaron a trabajar como periodista. La mejor biografía de Thomas de Quincey nos ha sido legada por el propio escritor en tres entregas: Confesiones de un inglés comedor de opio (1821), Suspiria de profundis (1845) y Apuntes autobiográficos (1853).
 
Erudito, original, transgresor, imaginativo, laberíntico y crítico, no sólo literario sino de la sociedad de su tiempo, constituye una referencia fundamental para la estética del Decadentismo.

Su biblioteca, integrada por más de 5.000 volúmenes, contenía obras de Homero, Sófocles, Píndaro, Horacio, Tito Livio, John Milton, Robert Burton, John Donne, Francis Bacon, Jonathan Swift, Francois Rabelais, Laurence Sterne...

De ella dijo: Los libros son los únicos artículos de propiedad en los que soy más rico que mis vecinos.

lunes, 28 de octubre de 2019

RESEÑA HALLOWEEN #1 (by MH) ::: UNA CIUDAD ASEDIADA - Margaret Oliphant



Título original: A Beleaguered City
Autora: Margaret Oliphant
Editorial: Fábulas de Albión
Traducción: Jon Bilbao
Prólogo: Jesús Palacios
Páginas: 232
Fecha publicación original: 1880
Fecha esta edición: febrero 2012
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: Descatalogado
Imagen de cubierta: @Superstock 2012



Con un argumento principal y una estructura que antecede a cualquier zombie movie moderna, en la mejor línea de la tradición anglosajona del relato alegórico, cuento fantástico, o clásica ghost story netamente britanica, Una ciudad asediada es la obra clave de la producción de la autora que más destaca, por su aportación única y singular, al cuento de fantasmas victoriano.
El año pasado hice un especial de Halloween reseñando cuatro clásicos que, por diversas circunstancias, pudieran encuadrarse en estas fechas, y este año he decidido repetir experiencia. Siempre escojo alguna obra que sea conocida pero, por lo demás, suelen ser libros que pasan bastante más desapercibidos porque de eso se trata, de darlos a conocer. Intentaré que sean reseñas lo más breves posibles (spoiler... en esta no lo he conseguido...) tanto por vosotros, que no se os haga pesada la semana, como por mí, porque me ha pillado en una época en la que por falta de tiempo realmente tengo que hacer un esfuerzo extra muy grande para traer tanta entrada al blog. Al tajo.

Hoy, como habréis visto, os traigo Una ciudad asediada. Margaret Oliphant es de esas autoras victorianas con las que me he propuesto ponerme muy pesada en el blog, aunque muy a mi pesar está claro que no interesa demasiado a las editoriales españolas. A principios de año ya reseñé Lady Mary, una novela corta que ya tenía como protagonista a una fantasma y que bien podría leerse también por estas fechas. Para esta semana tenía en la estantería otras dos historias de esta autora que podían ajustarse al tema y me decidí por Una ciudad asediada y, aunque la historia no ha ido por donde yo pensaba que iría (la sinopsis tiene mucha culpa... la alusión al antecedente zombi despista bastante), me ha gustado muchísimo igualmente.

Estamos en Francia, en un pequeño pueblo amurallado de la Alta Borgoña llamado Semur. La historia comienza con las afirmaciones de algunos de sus habitantes donde dicen que su Dios es el dinero, que el otro Dios no les da de comer ni les sirve para gran cosa, y ante este credo impío no deja de escucharse la frase "si los muertos se alzaran de sus tumbas...". Y de pronto la oscuridad se cierne sobre Semur, el caluroso verano se torna en un frío y una negrura que ni siquiera han visto en invierno, no hay luz ni de día ni de noche y los que vienen de fuera y cruzan las murallas dicen que fuera todo es normal, que estas tinieblas solo afectan a Semur... entonces se empieza a sentir una multitud rodeando las murallas, una multitud invisible que sin embargo roba el aliento y aprieta como miles de seres humanos congregados en poco espacio, y empiezan a aparecer advertencias clavadas en la puerta de la catedral en las que los muertos ordenan a los vivos que abandonen la ciudad, pues ya no son dignos de vivir en ella. Una mañana ese ejército espectral e invisible traspasa las murallas y, educadamente pero con firmeza, empuja a cada uno de los habitantes de Semur fuera del pueblo y, cuando no queda nadie en él (casi nadie), cierra las murallas y toma posesión de lugar. Los seres vivos quedan fuera, desconcertados bajo un sol veraniego resplandeciente, sin saber todavía muy bien qué ha pasado ni lo que se espera de ellos; las almas de los muertos quedan dentro, rodeados de una nebulosidad negra y opaca, y no piensan volver a abrir las puertas de la ciudad hasta que los seres vivos de afuera comprendan lo que se espera de ellos.

Lo primero que hay que dejar claro sobre esta obra es que es una historia de fantasmas, pero no es una historia de terror. Oliphant tenía una visión del Más Allá muy particular e incluso criticaba el susto fácil y el abuso del horror angustioso, así que en sus escritos huía de eso. Sí que tenemos un suspense con un tono gótico muy acusado en las primeras setenta páginas, hasta que se produce la expulsión de los habitantes de la ciudad. La ciudad se ve envuelta en tinieblas, se siente una poderosa presencia extraterrenal que abruma, los habitantes pierden su libre albedrío hasta que se ven fuera de las murallas, y ni esas personas ni los lectores tenemos ni idea de qué quieren esos fantasmas, sus intenciones, si les van a hacer daño o por qué han decidido tomar la ciudad. A partir de esa expulsión el tono cambia, o más bien se retira la cortina y Oliphant descubre su pretensión inicial, y por eso nos encontramos ante una fábula que, sin resultar moralista ni pretender adoctrinar, se adentra en el terreno del "si sigues haciendo esto, te puede pasar esto". ¿Os suena a un tal Dickens y su Canción de Navidad? Sí pero no... sí, se adentra en esa línea, pero no van por ahí los tiros: la historia de Oiphant enfrenta conceptos mucho más espirituales y mucho más propios de la sociedad victoriana en que vivía.

Pero repito, que nadie extraiga de lo que digo que este es un cuento con moraleja porque nada más lejos de la realidad. Más bien al contrario, el poso que deja el libro no es ni mucho menos esperanzador porque los seres humanos tenemos muy mala memoria y tendemos a repetir nuestros errores una y otra vez. La visión de Oliphant es que la vida terrenal transcurre paralelamente a la espiritual, que las almas de los muertos conviven con nosotros y saben de nuestras flaquezas, que los vivos somos incapaces de ver más allá de nuestras narices y que los muertos se desesperan porque son incapaces de transmitir su mensaje de manera que los vivos lo entiendan. La narración está impregnada de desilusión y frustración por ambas partes, los expulsados y los invasores, por esa incapacidad de comunicarse, y porque el final que desean unos y otros es totalmente diferente y, por tanto, imposible de alcanzar de tal modo que todos queden satisfechos.

Oliphant usa varios narradores para contar la historia, y aunque la voz cantante la lleva el alcalde de Semur, Martin Dupin (no creyente y, por tanto, alejado en su narración de diatribas religiosas), también conoceremos cómo transcurren esos días para las mujeres y los niños (que emigran en bloque a la casa de verano del propio Dupin) o para Lecamus, el único ser vivo que queda dentro del pueblo cuando se cierran las puertas y que ejercerá de emisario de las almas invasoras. La narración es característica de la autora: muy rica, a veces incluso florida, pero nada pedante ni rimbombante. Oliphant necesitaba escribir para vivir y alimentar a su familia y su obra es muy, muy numerosa, pero eso no se traduce en absoluto en prosa facilona o vulgar ni en una historia frívola o liviana. Más bien al contrario; las descripciones son precisas, muy sensoriales y sugerentes (en ocasiones, cuando empiezan a repicar esas campanas ocultas por la negrura, o cuando sienten esas ráfagas de aire cada vez que un espíritu pasa junto a ellos, te pone los pelos de punta), y sobre todo trabaja mucho el aspecto humano, con sus dudas, sus miedos, su agotamiento, su desconcierto, su necesidad de ver, saber, conocer y su impotencia cuando sus recursos y capacidades se demuestran limitados para hacerlo. Se preocupa por los personajes tanto como por envolver la historia en un tono evocador, y abre muchos frentes, muchos más de los que yo puedo abarcar aquí sin extenderme mucho más de lo aconsejable, que invitan a reflexionar sobre la época en la que fue escrita la historia, la propia sociedad británica (por mucho que aquí se la lleve a Francia) y la conexión espiritual con nuestros muertos.

Así pues, y por ir finalizando, estamos ante una ghost story, pero al estilo Oliphant, en la que hay fantasmas (muchos, un ejército), pero vienen en son de paz: solo quieren transmitir un mensaje, hacer recapacitar a los habitantes de esa ciudad, y la única manera de conseguirlo es sacarlos de sus casas y forzarles a comprender qué está ocurriendo y qué se quiere de ellos. Otorga a la historia un realismo que no se discute, como si un ejército invasor de almas fuese algo plausible. Y por muy curioso que pueda parecer, la invasión fantasmal se solapa y convive con la rutina diaria tanto de los hombres que quedan fuera de las murallas como de las mujeres y niños que se alojan en una casa de verano, lo que dota a la historia de la inevitable pátina de costumbrismo habitual de la época en que fue escrito. Por si todo esto fuera poco, aún va más allá y realiza una crítica social sobre lo que creemos que somos y el lugar que creemos que ocupamos en la escala social, sobre la hipocresía, la incapacidad de asumir nuestras faltas y lo poco confiables que somos. ¿Historia de fantasmas? Sí. ¿Historia de terror? No. Inquietante sobre todo en el primer tercio, pero que nadie se acerque a ella buscando pasar miedo. No es lo que pretendía la autora.

Esta reseña se queda muy corta para todo lo que me gustaría contar, y aun así ya no he cumplido con la brevedad prometida al principio y me he pasado de extensión (tengo un problema para abreviar, ya lo sabéis... no tengo el don de la concisión). En cualquier caso, quien se haga con el libro y lea el magnífico prólogo de Jesús Palacios comprenderá el alcance total de la historia en todas sus vertientes (aunque aconsejo leerlo después de haber leído el libro, no antes). Palacios sintetiza con genio en pocas páginas tanto las circunstancias que rodearon la desgraciada vida de la autora como su visión de las ghost stories que le dieron fama. La traducción es del escritor Jon Bilbao, y la edición corre a cargo de Fábulas de Albión, sello de la editorial Nevsky que no tengo muy claro si a día de hoy sigue publicando o no, pero este libro en concreto, aunque consta como agotado en su web, todavía se puede encontrar y comprar sin problemas.



Margaret Oliphant nació en 1828 en Wallyford (Escocia) y falleció en Wimbledon en 1897. Creció en un ambiente que favoreció su interés por los juegos literarios y publicó su primera novela en 1849. A pesar de llevar una vida personal dura, en la que la enfermedad, la muerte y las necesidades económicas, la acuciaron, no se dejó derrotar. Tras la muerte de su esposo en Roma, regresó a Inglaterra para dedicarse a escribir como forma de manutención, y logró gran fama, siendo muy conocida por sus relatos góticos, dotados de una maestría particular. A lo largo de su vida escribió más de cien artículos para el Blackwod´s Magazine, famosa revista en la que escribieran Edgar Allan Poe y Nathaniel Hawthorne.

viernes, 25 de octubre de 2019

RESEÑA (by MH) ::: YO MATÉ A REBECCA BLACKWOOD - Ana Trigo





Título original: Yo maté a Rebecca Blackwood
Autora: Ana Trigo 
Editorial: Autopublicado
Páginas: 335
Fecha de publicación: agosto 2019
Encuadernación: rústica
Precio: 2,99 euros (kindle) + 12,95 euros (papel)
Diseño de portada: L. Austen Johnson





Julio de 2019. Los principales rotativos del mundo abren con una impactante noticia: la desaparición de la famosa chelista Rebecca Blackwood durante una noche de tormenta, mientras navegaba en su velero con la única compañía de su marido y su asistente. Las intensas labores de búsqueda y la exhaustiva investigación policial no consiguen arrojar ninguna pista sobre lo que le ha ocurrido.
 
31 de octubre de 2019. En solo unas horas, Álvaro Tristán, el marido de Rebecca, heredará la cuantiosa fortuna de la joven. Acosado por las deudas y deseando relanzar su carrera de actor, aguarda a que se produzca la inminente declaración de fallecimiento de su esposa, que le dará acceso a todos sus bienes. Sin embargo, la repentina aparición de un cadáver que podría ser el de Rebecca, da un giro inesperado a la investigación, poniendo en riesgo todos sus planes.Mientras, Lord Lawrence Blackwood, el abuelo de Rebecca, no duda en señalar a Tristán como el único responsable de la desaparición de la joven. Desesperado por que el caso no se cierre, relegando a su nieta al olvido, el viejo héroe de la Segunda Guerra Mundial está dispuesto a todo con tal de evitar que Álvaro consiga su objetivo. 
 
Comienza así una frenética batalla entre los dos bandos en la que ambos tienen mucho que ganar… y que perder. En solo cuestión de horas, mientras una tormenta perfecta descarga sobre Madrid, se decidirá el destino de los bienes de la chelista, entre ellos un raro y valiosísimo Stradivarius con una enigmática leyenda. Pero también, y sobre todo, descubriremos qué le ocurrió realmente a Rebecca Blackwood.
El año pasado os traje al blog El secreto de la caja de sándalo, un pastiche serio y honesto de Sherlock Holmes que respetaba casi al pie de la letra el canon holmesiano y que para mí supuso un gratísimo descubrimiento. Su autora era (es) Ana Trigo, quien, aunque ya había publicado con editoriales, se lanzaba al mundo de la autopublicación con esa nueva aventura basada en los personajes de Arthur Conan Doyle. Este año Ana ha publicado Yo maté a Rebecca Blackwood, una novela de misterio, fantasmas y secretos donde, tal y como reza la propia cubierta, nada es lo que parece.

La narración tiene lugar a lo largo de un solo día, el 31 de octubre de 2019. La mañana de ese día nos enteramos de que a medianoche se cumple el plazo que establece la ley para dar por muerta a la chelista internacionalmente famosa Rebecca Blackwood, desaparecida tres meses antes cuando cayó al mar y cuyo cuerpo jamás ha sido encontrado. Si al finalizar el día su cuerpo sigue sin aparecer, se certificará su fallecimiento y su marido, el famoso actor Álvaro Tristán, pasará a ser su viudo y heredará su fortuna. Sí, solo queda un día... pero Álvaro se levanta con la noticia de que han encontrado un cadáver en aguas de Menorca. Hay que identificarlo, pero la zona es la misma en la que desapareció Rebecca. Ya es mala suerte, justo el último día... y es que no os lo he dicho: Álvaro es el principal sospechoso de la desaparición y más que probable asesinato de su mujer. Él clama su inocencia, solo queda un día para que todos (policía, familia de Rebecca, los del seguro) dejen de atosigarle y le permitan seguir con su vida, pero la aparición del cuerpo le va a obligar a dar explicaciones una vez más, solo que esta vez será diferente. Muy diferente, porque se juega mucho en esas últimas horas antes de que llegue la medianoche. Y eso por no hablar del perfume de Rebecca, que de vez en cuando inunda la casa, de las subidas y bajadas de electricidad sin motivo alguno, de ese violonchelo Stradivarius sobre el que recae una maldición que de repente comienza a sonar por toda la casa y se detiene de manera igualmente abrupta... Sí, a Álvaro se le va a hacer muy largo este 31 de octubre...

Nada más comenzar la lectura me vinieron dos cosas a la cabeza. Una es el homenaje más que evidente a la Rebecca de Daphne du Maurier, que empieza por el nombre y se extiende hasta su desaparición en el mar y su eterna presencia en el resto de la narración y la historia. Esta Rebecca, al igual que la clásica, no es un personaje activo en la novela, solo se habla de ella en pasado, pero todo gira en torno a ella y tanto su vida como su presumible muerte son las que marcan el compás de la historia. La otra cosa es menos obvia y no intencionada por parte de la autora, pero no pude evitar ver la similitud entre el modo en que desaparece Rebecca Blackwood en el libro y el modo en que murió la actriz Natalie Wood en 1981, un supuesto "accidente" del que fue (y en cierto modo sigue siendo, porque jamás se resolvió) sospechoso su marido, el también actor Robert Wagner. Pero ya digo que esto último es más fruto de tener en la cabeza misterios de estos hollywoodienses sin resolver... una que es muy cinéfila y muy coti-coti de estas cosas :)

En cualquier caso, una vez nos adentramos en la narración hay que olvidarse de homenajes y ecos porque Ana Trigo cuenta su propia historia, una historia que resulta difícil clasificar en un género concreto pero que tiene misterio, pinceladas góticas, toques sobrenaturales, secretos y un crimen en la base de todo. Ah, y un final simplemente fantástico... pero a eso llegaré luego :)

En esta historia queda claro desde el principio que si queremos resolver el misterio de la desaparición y más que posible fallecimiento de Rebecca, tenemos que conocer a la propia Rebecca, y para eso la autora tira de dos fuentes: la declaración de Dolores Cardán, ama de llaves de la familia Blackwood, que nos descubre la historia de Rebecca desde que era una niña hasta que se convierte en una virtuosa del violonchelo famosa en todo el mundo,  pasando por el momento en que conoce a su futuro marido, Álvaro Tristán, un actor con muchas ínfulas que no es ni remotamente tan bueno como él cree. Por otro lado la declaración del propio Álvaro desde que conoce a Rebecca hasta el momento en que ella desaparece en aguas de Menorca cuando ambos navegaban junto a la secretaria de ella, pasando, claro está, por los años de matrimonio, su declive en su carrera como actor, sus deudas y lo que suponía estar casado con una mujer del renombre de Rebecca Blackwood. Voy a omitir el escenario en que se producen estas declaraciones, la escenografía concreta que crea la autora para ello, porque más vale acercarse a la lectura con el lienzo lo más blanco posible.

Sí os puedo decir que a partir de aquí es cuando empieza el juego, porque el lector se enfrenta a dos versiones muy distintas de Rebecca: la que da su familia, los que la conocen desde niña y dibujan a una mujer generosa, empática y llena de talento, y la que da el propio Álvaro, que no deja muy bien parada a su mujer y pinta a una Rebecca diva, egoísta y mimada. Así se va desplegando ante nosotros una Rebecca duplicada como personaje y como mujer, mientras los minutos del día avanzan, el plazo para resolver el misterio se termina y una terrible tormenta descarga sobre Madrid su furia, creando el ambiente apropiado para una narración que no sabemos hacia donde nos va a llevar. ¿Qué Rebecca es la verdadera, la que describe su familia o la que describe Álvaro? ¿O es una mezcla de ambas? ¿Son reales todos los sucesos extraños que ocurren en casa de Álvaro o producto de su imaginación? ¿El cadáver aparecido es el de Rebecca? ¿Está Rebecca realmente muerta? Y si está muerta, ¿es Álvaro su asesino o cayó al mar por accidente? 

Como veis, muchas preguntas, y todas, absolutamente todas, quedan respondidas. Y es que os decía antes lo del fantástico final, y lo reafirmo. Ana Trigo se marca un final no solo cerrado y sin fisuras, como debe ser en cualquier novela de este tipo, sino sorprendente. A mí me pilló con el pie totalmente cambiado, y eso me pasa tan pocas veces que solo puedo felicitar a Ana por lo bien, tremendamente bien, que está gestionada la información que proporciona el libro. Todo está ahí, a la vista, pero tampoco se lo regala al lector. Por eso resulta un cierre totalmente coherente con lo leído hasta ese momento, sin trampa ni cartón, pero logrando al mismo tiempo dejar ojiplático al lector (sí, ojiplático es la palabra que mejor lo define). Yo sonreí al finalizar el libro, no os digo más: es lo que tiene disfrutar de una historia y que el final sea tan satisfactorio.

Por otro lado, y esto es algo que ya estaba muy presente en El secreto de la caja de sándalo, la autora vuelca mucha información muy, muy interesante relacionada con su área profesional y sus amplios conocimientos sobre arte, música y antigüedades. Al final del libro habla de cómo surgió el Bartok Azul, el violonchelo Stradivarius del que os hablo más arriba y que, aunque es producto de la imaginación de la autora, surge de la combinación de dos instrumentos musicales que sí son reales: el chelo Duport y el violín Mendhelson. No os voy a contar la historia de estos instrumentos, para eso hay que leer el libro y luego leer estas notas de la autora, pero quien me conoce bien sabe que, dentro de que no tengo formación en ello y soy una simple aficionada, siento fascinación por los instrumentos Stradivari. La primera vez que vi un Stradivarius en persona (fue en Florencia) me tiré diez minutos delante de la vitrina con cara pocha y ojos vidriosos, y a mí estos detalles en un libro me llegan mucho. Ana sabe de lo que habla, se transmite perfectamente sobre el papel, y estas implementaciones sobre arte, música, antigüedades, casas de subastas, etc... empiezan a fomar parte de su marca de autora, que a partir de ahora llamaré "marca Trigo", porque no dudo que de un modo u otro seguirán apareciendo en futuribles publicaciones suyas. 

Termino señalando lo obvio, que lo ideal hubiese sido colgar esta reseña dentro de unos días, el mismo 31 de octubre, porque no solo está ambientada ese día sino que se presta a esa fecha spooky en especial por varios de los elementos que combina, pero me resulta imposible porque toda la semana que viene toca reseñar clásicos para Halloween. Aun así es una lectura ideal para esa fecha, y os aseguro que el libro vuela en las manos. Yo lo leí en dos tardes y tiene más de 300 páginas: una vez que empiezas tienes que enterarte de qué pasó con Rebecca, sí o sí... y de otras cosas :)

Ana María Trigo es escritora y tasadora de arte y antigüedades. Es licenciada en Historia del Arte y Humanidades y Graduada en Derecho. Le apasionan el estudio de la Egiptología, las historias de Sherlock Holmes y las viejas películas en blanco y negro. 
 
Ha publicado varios libros con editoriales y desde el año pasado se ha lanzado a publicar directamente en Amazon. 
 
En su tiempo libre la encontrarás visitando museos y mercadillos de anticuario, enfrascada en un buen libro con una taza de té o trabajando en su próximo manuscrito.
 
Actualmente vive en Madrid con su marido y trabaja en una conocida casa de subastas internacional.