Título original: In the Cage
Autor: Henry James
Editorial: Alba (colección Clásicos Minus)
Páginas: 152
Traducción: Gema Moral Bartolomé
Fecha publicación original: 1898
Fecha esta edición: enero de 2015
Encuadernación: tapa blanda
Precio: 10 euros
Ilustración de cubierta: Pepe Moll (no ilustrado en su interior)
La jaula a la que alude el título de esta novela es la oficina de correos en la que una humilde joven se halla confinada, despachando sellos y telegramas a lo más florido del elegante distrito londinense de Mayfair. Para su clientela, naturalmente, la chica no tiene más sentimientos que un buzón; pero en los oscuros textos de sus telegramas ella es capaz de adivinar terribles secretos e intimidades. Hay un apuesto capitán que despierta particularmente su imaginación; pero hay también una mujer, que a veces se llama Cissy, a veces Mary, y finalmente lady Bradeen. Entre ellos existe una relación, sin duda ilícita; en cierto modo, la joven percibe que la relación está en peligro y entonces… decide intervenir.
Publicada en 1898, el mismo año que Lo que Maisie sabía y Otra vuelta de tuerca, En la jaula es, como estas, una lección magistral sobre el arte del punto de vista, y una ocasión extraordinaria para conocer un Henry James social, moviéndose en los abismos de las clases asalariadas como en los de las clases ociosas, sin merma de soltura ni de penetración.
"Los que me muestran todos ustedes, ya sabe de quiénes hablo, de los de su clase, con la conciencia tan tranquila como si yo no tuviera más sentimientos que un buzón"
A través de este párrafo, Henry James nos adentra en un drama interno y psicológico, cuyo canal de comunicación es el monólogo interior de una empleada de correos, nuestra protagonista, de la cual jamás descubrimos su nombre a lo largo de la lectura de la obra.
Trabaja en una oficina postal decimonónica situada en una zona muy elegante de Londrés, por la que pasan cada día la flor y nata de la ciudad más importante del mundo en aquella época... lo mejor de la sociedad; su rutinario trabajo, que consiste principalmente en expender sellos y cursar telegramas, le deja poco margen para la creatividad y la imaginación. Solo su mundo interior le da las fuerzas suficientes para sobrevivir en ese cubículo, que para más estrecheces debe compartir con dos personas, el Sr Buckton y su ayudante.
En una época en que lo privado debía gestionarse de un modo público, pues no existían nuestras queridas "redes sociales" actuales, la clase pudiente se dedicaba todos los días a organizar su vida social, sus negocios, así como sus idas y venidas, a través de los telegramas; todos aquellos mensajes pasaban por trabajadores como nuestra protagonista, y ella, como bien revela esta historia, descubre que la información es poder.
Este poder es el que decide utilizar nuestra protagonista para poder ascender en su estatus social. Para ello elige al Capitán Everard y a Lady Bradeen, y su vida, sus relaciones e intereses, se transfieren a la vida personal de la empleada, creyendo ella que, así podrá traspasar los límites de su naturaleza y posición dentro de la soecidad.
Mediante el monólogo interior de la protagonista, narrado en tercera persona, descubrimos la profundidad psicológica de la obra, la creación de situaciones y argumentos, las motivaciones de los demás personajes y su humor discreto; todo ello está narrado mediante oraciones largas así como complejos y elaborados diálogos descriptivos, buena prueba del dominio del lenguaje tan característico de todas las obras de James.
A lo largo de la lectura se nos muestra un retrato inteligente de nuestra protagonista, o así lo pretende la historia. A mi juicio la protagonista no es tan inteligente como James nos quiere dar a conocer; simplemente es observadora de la causa y el efecto, "ella se lo guisa, ella se lo come". Creo que no distingue la realidad de su monólogo interior y sus pensamientos no son replicados jamás por nadie, por lo que en algunos momentos de la obra su "realidad" es muy distinta de la verdadera. En pro de la protagonista sí que debo decir que me alegro que al final sea pragmática, y en el mismo instante en que el monólogo se convierte en diálogo, descubre sus carencias y quién manipuló o fue manipulado.
En definitiva, es una obra corta pero para mí no ha sido muy fácil de leer. Algunos párrafos tenía que volver a releerlos porque me invadía la sensación de que me salía del camino por el que quería llevarme James y tenía que reconducirme. Aunque solo sea por este motivo la recomiendo, pues los retos están para superarlos y las palabras nunca fueron obstáculos. Si las entendemos, claro.
Henry James nació el 15 de abril de 1843 en Nueva York, en el seno de una familia acomodada. Su padre fue uno de los más notables intelectuales norteamericanos del siglo XIX, amigo personal de autores como Thoreau, Emerson y Hawthorne. En su juventud, James viajó en varias ocasiones a Europa, y estudió con tutores particulares en Ginebra, París, Bolonia y Bonn. A los diecinueve años se matriculó en la Facultad de Derecho de Harvard, pero pronto lo dejó para dedicar su vida a los libros. A pesar de ser considerado uno de los maestros indiscutibles de la novela moderna, apenas logró extraer ningún ingreso de lo que escribía. Sus obras maestras, ejemplos inmortales de introspección psicológica, indagan en el conflicto entre la sofisticación de la vieja sociedad europea y el empuje de los nuevos americanos.
El estallido de la Primera Guerra Mundial supuso un shock para el escritor que, en 1915, decidió adoptar la ciudadanía británica como muestra de lealtad al país que le había acogido y en protesta a la negativa de EEUU a intervenir en el conflicto. El 2 de diciembre de 1915 sufrió un derrame cerebral, y murió tres meses más tarde en su casa de Rye, Sussex.
Miss Bingley
Reconozco que Henry James no es un autor que me guste demasiado. Lo encuentro demasiado retorcido, ampuloso y frecuentemente aburrido. Pero siempre según mis gustos, por supuesto.
ResponderEliminarMientras leía vuestra reseña, me he acordado de Bartleby el escribiente. Creo recordar, del libro de Simon Gardfield, que decía que el Bartleby de Herman Melville había trabajado con anterioridad en una oficina de correos y que la idea había surgido de este libro de James. Me ha hecho gracia la coincidencia pero no creo que lea esta novela corta que hoy nos traéis. Saludos.
El libro que comentas es el de "Postdata", ¿verdad? Le tengo muchas ganas desde hace tiempo (no sé si será cosa mía pero si quiero leer todo lo que quiero leer, ya puedo jubilarme y pegarme a un sofá el resto de mi vida...). Pues mira, me ha provocado tanta curiosidad lo que comentas que he estado mirando por ahí, y no he encontrado directamente la anécdota que dices. Solo he encontrado que Melville debió basarse del síndrome de going-postal para escribir su Bartleby, y que de este síndrome acusaba Henry James a Trollope para meterse con su calidad como novelista (por ser trabajador de correos). Vamos, que gracias a ti me he enterado de que James odiaba a Trollope, y creo que no se lo perdono... jajaja.
Eliminar¡Un abrazo!
MH