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viernes, 7 de enero de 2022

Y EL LIBRO COMIENZA ASÍ... #38+39 ::: NOVIEMBRE + DICIEMBRE 2021

¡Hola a todos!

Una vez más reunimos en una sola entrada las reseñas de los dos últimos meses. Sinceramente espero que en 2022 esto cambie y que la cantidad de entradas mensuales sea tan regular como para hablaros de ellas de mes en mes como era la intención inicial.

Son ocho entradas, cuatro de noviembre y cuatro de diciembre. Pinchando en la imagen accedéis directamente a la reseña en cuestión.


¡Un abrazo! 

(por cierto, como varias personas ya me habéis preguntado, aviso que el lunes publicaré la 3ª edición del reto Todos los clásicos grandes y pequeños. ¡Mil gracias por el interés!)


 

miércoles, 29 de diciembre de 2021

RESEÑA (by MH) ::: UN ÁRBOL DE NAVIDAD Y UNA BODA - Fiódor Dostoievski


 
Título original: Елка и свадьба
Autor: Fiódor Dostoievski
Editorial: Comanegra
Traducción: Marta Nin
Páginas: 47
Fecha publicación original: 1848
Fecha esta edición: noviembre 2020
Encuadernación: cartoné
Precio: 15 euros 
Ilustración de cubierta e interiores: Oriol Malet




Esto es un cuento de Navidad, pero no es precisamente un cuento de hadas. Dostoyevski no escribía cuentos de hadas, o cuando lo hacía era para transformarlos completamente y ponernos frente a lo peor de nuestro mundo. Esta historia viene cargada de humor y acidez, y también de una violencia soterrada ―violencia de clase y de género― de la cual no nos hemos librado.

El año pasa volando, y hoy os traemos la última entrada correspondiente al proyecto de Reseñas Cruzadas que comenzamos Undine y yo allá por el mes de enero. Es el único libro que no habíamos anunciado con antelación pero las fechas invitaban a que su temática fuese navideña. Con ese propósito escogimos Un árbol de Navidad y una boda, de Fiódor Dostoievski (del que se celebra este año el bicentenario de su nacimiento)... y sí, transcurre en Navidad, pero que la temática sea navideña es bastante más discutible.
 
Haciendo cuentas esta es la segunda ocasión en que Dostoievski visita Netherfield, la primera de ellas este mismo año cuando os hablé de Noches blancas, que no solo comparte año de publicación con Un árbol de Navidad y una boda (1848), sino que ambas vieron la luz en la misma publicación, Anales de la Patria, revista literaria rusa que contaba a menudo con la participación de Dostoievski y que puso fin a su andadura en 1884. En cualquier caso, ambas historias son totalmente diferentes tanto en el tono como en el contenido, y no, tal y como os decía no estamos precisamente ante una historia bonita navideña llena de buenas intenciones y mejores deseos. Más bien lo contrario.
 
Un árbol de Navidad y una boda es un relato muy, muy breve de apenas unas páginas, así que cuesta esbozar su argumento sin desvelar más de la cuenta. Os puedo decir que tenemos un narrador que hace unos días vio una boda (primera frase del relato, no destripo nada), lo que hace que recuerde una víspera de Año Nuevo de unos años atrás. Estaba en una fiesta en la que se sentía cohibido y donde apenas conocía a nadie, e hizo lo que se suele hacer en estos casos: buscar un sitio tranquilo en la que aislarse del mundanal ruido. Y es en este lugar donde fue testigo invisible de una escena bastante incómoda a ojos del lector del siglo XXI que sin embargo era el pan nuestro de cada día en la clase media-alta rusa del XIX. Sus protagonistas son dos niños (chico y chica) y un señor maduro y en extremo desagradable que cree que nadie más está presente en la estancia.

Claro, ahora viene lo peliagudo. No os quiero decir más de lo que ya os he dicho (es que no se debe decir mucho más), ¿pero cómo os hablo entonces de los temas que trata el relato? Porque cualquier cosa que diga destripa lo que ocurre en ese salón. Y me parece importante no desvelar nada porque igual que yo me he sorprendido al leer el relato (no esperaba para nada su contenido), creo que cualquiera que decida leerlo debe acercarse a él en la misma ignorancia argumental.
 
Quien conoce un poco a Dostoieviski y su literatura sabe que el eje sobre el que orbita toda su obra es el de la condición humana y social en todos sus aspectos y aristas, que acomete desde puntos de vista tanto psicológicos como filosóficos y éticos, y el Dostoievski de narración corta trata temas igual de duros e incómodos que el de su narrativa larga. Un árbol de Navidad y una boda es un buen ejemplo de ese espíritu crítico hacia la sociedad de su época y unas costumbres que le repugnaban pero contra las que nada podía hacer, y el propio devenir del relato da buena muestra tanto de la reprobación como de la inevitable resignación. Que los protagonistas de la escena crucial de esta historia sean Yulián Mastákovich (un hombre maduro invitado a la fiesta) y una niña de once años (en cuya casa se celebra dicha fiesta) ya invita a visualizar una imagen perturbadora, inconveniente y embrazosa sea cual sea el contenido de esa escena. La sinopsis editorial es muy vaga (por lo mismo que os digo arriba, hay que serlo si se quiere abrir el libro y sorprenderse con su contenido) pero hace referencia muy acertadamente a una violencia soterrada; así es como se siente el lector al leer lo que ocurre en estas páginas: violento por lo espinoso de lo que en ella se plantea.

Pero es que además de esa niña de once años os decía que también está presente un niño. Este niño es hijo de la institutriz de la familia, y sobre él recae otra dosis de la crítica que Dostoievski vuelca sobre la historia. Más de lo mismo, poco os puedo decir salvo apuntar que los regalos que hay en ese árbol de Navidad del título para los niños presentes en la fiesta apuntan con el dedo a la pobreza moral de la alta sociedad, la diferencia de clases y la discriminación social. La trama, tan breve como contundente, gira en torno a estos dos niños, que tienen el dudoso honor de cargar a sus espaldas con dos de las muchas injusticias sociales e hipocresías morales que de una manera u otra denunciaba su creador.

Pero llegados a este punto (quiero desvelar tan poco que no sé si estoy transmitiendo correctamente lo que quiero decir), debo hacer una aclaración (que os veo ya corriendo asustados en dirección contraria al relato). Os decía arriba que Dostoievski hablaba de todo aquello que le obsesionaba ya fuese en narrativa corta o en narrativa larga, pero en la corta se permitía el capricho de introducir un elemento que en la narrativa larga solía brillar por su ausencia: el humor. No estoy hablando de soltar carcajadas ni de un humor divertido y travieso, sino de un ingenio sutil que aligera en cierto modo la gravedad del asunto que está tratando. Resulta ácido porque realmente es la reacción sarcástica e incrédula hacia algo que le enfada y le indigna, pero al tiempo es tan inteligente y lúcido en el modo de plantearlo que atenúa la mordacidad a base de temperamento y carácter. No es un dramón con patas, para que nos entendamos. Lo que cuenta es embarazoso y delicado, pero lo hace de tal manera y con tanto ingenio que incluso consigue hacerle pasar un mal rato sin complejos a ese personaje sobre el que carga las tintas.

¿Qué podéis esperar entonces de Un árbol de Navidad y una boda? Pues un relato muy ruso en cuanto al genio que gastaban estos señores para contarlo todo en apenas unas páginas. Eran unos maestros de la narración corta y yo no me canso de repetirlo. No esbozaban la historia, la desplegaban en todo su esplendor sin dejar ni una sola arista al descubierto. Pero además podéis esperar a Dostoievski, ni más ni menos, que es como decir que podéis esperar siempre lo más excelso sin importar la lectura que tengáis entre manos. Lo que no debéis esperar es una historia navideña si a tal descripción asociáis una historia bonita y tierna. Los elementos están (tenemos el árbol, tenemos la Nochevieja, tenemos los niños, tenemos los regalos...), pero Dostoievski tenía cosas más importantes que contar que un relato lleno de buenos sentimientos y gran corazón. ¿Recomendable? Sin duda alguna, pero no dejéis que os destripen el meollo de la trama. Y a todo esto os estaréis preguntando a qué viene la boda del título... pues no seré yo quien os saque de dudas.
 
Sé que Undine os hablará mucho más a fondo del autor, del contexto social de la época y de los entresijos de la historia, así que yo por mi parte lo dejo aquí, pero no quiero terminar mi andadura en las Reseñas Cruzadas sin darle las gracias a Undine por permitirme acompañarle estos doce meses en los que hemos corroborado lo que ya sabíamos: que somos gemelas en cuanto a gustos literarios (salvo en uno de los doce libros, que llevo clavado como una espina porque sé que no era su momento) aunque lo contemos todo de manera completamente diferente. Gracias por tu amistad incondicional (muy, muy anterior a nuestras respectivas aventuras blogueras) y perdóname por bajarme del carro... las pilas no me llegan. Te admiro y te respeto muchísimo, ya lo sabes.

Reseña en casa de Undine -> aquí
 
Fiódor Dostoievski (Moscú, 1821 - San Petersburgo, 1881). Novelista ruso. Educado por su padre, un médico de carácter despótico y brutal, encontró protección y cariño en su madre, que murió prematuramente. Al quedar viudo, el padre se entregó al alcohol, y envió finalmente a su hijo a la Escuela de Ingenieros de San Petersburgo, lo que no impidió que el joven Dostoievski se apasionara por la literatura y empezara a desarrollar sus cualidades de escritor. En 1849 fue condenado a muerte por su colaboración con determinados grupos liberales y revolucionarios. Tras largo tiempo en Tver, recibió autorización para regresar a San Petersburgo, donde no encontró a ninguno de sus antiguos amigos, ni eco alguno de su fama. Su obra, aunque escrita en el siglo XIX, refleja también al hombre y la sociedad contemporánea.

viernes, 2 de abril de 2021

Y EL LIBRO COMIENZA ASÍ... #30 ::: MARZO 2021

¡Hola a todos!

Los meses siguen volando y toca nuevamente el resumen de lecturas mensual, que en este caso corresponde a marzo. Repetimos con once comienzos, los mismos del mes pasado, y esperamos que os gusten.

Os recordamos que pinchando en cada imagen accedéis a la reseña en cuestión.

Esperamos que estéis disfrutando de estos días de descanso semanasanteros. En Netherfield ya hacían buena falta. ¡Un abrazo a todos y a por un buen mes de lecturas!
 



lunes, 1 de marzo de 2021

RESEÑA (by MH) ::: NOCHES BLANCAS - Fiódor Dostoievski




Título original: Belye Nochi
Autor: Fiódor Dostoievski
Editorial: Nórdica
Traducción: Marta Sánchez-Nieves
Páginas: 128
Fecha publicación original: 1848
Fecha esta edición: junio 2015
Encuadernación: rustica con solapas
Precio: 18 euros 
Ilustración de cubierta e interiores: Nicolai Troshinsky





San Petersburgo, su luz, sus casas y sus avenidas son el escenario de esta apasionada novela. En una de esas «noches blancas» que se dan en la ciudad rusa durante la época del solsticio de verano, un joven solitario e introvertido narra cómo conoce de forma accidental a una muchacha a la orilla del canal. Tras el primer encuentro, la pareja de desconocidos se citará las tres noches siguientes, noches en las que ella, de nombre Nástenka, relatará su triste historia y en las que harán acto de presencia, de forma sutil y envolvente, las grandes pasiones que mueven al ser humano: el amor, la ilusión, la esperanza, el desamor, el desengaño.

Ya sabéis que soy doña rusos, y que siempre os digo lo mismo: no hace falta que os metáis un tochal de mil páginas entre pecho y espalda para acercaros a estos clásicos. Eran los maestros de la novela corta, y esos mismos autores que siguen fascinando a los lectores hoy en día con obras grandiosas hacían auténticas genialidades en menos de 150 páginas. Os he traído ejemplos de Tolstói, Turguénev, Leskov, Pushkin, Gógol (que, aunque ucraniano, escribía en ruso)... Y hoy os traigo a Fiódor Dostoievski, probablemente el único de mis rusos de cabecera que todavía no había puesto un pie en Netherfield. Noches blancas fue publicada cuando su autor apenas tenía 27 años. 

Nuestro narrador es un hombre solitario cuyas únicas amistades son esas personas que se encuentra en sus paseos cada día pero con los que ni siquiera cruza un saludo. Él los considera amigos, los llama así, pero no ha cruzado palabra con ellos. Cuando lo conocemos se lamenta profundamente de que muchas de esas amistades se hayan ido a sus dachas y hayan abandonado Petersburgo, pero volviendo una noche de unos de sus paseos ve a una muchacha joven a la que protege en un apuro. Mientras la acompaña a su casa estrechan su relación de tal manera que deciden encontrarse las noches siguientes para contarse sus vidas, pero la joven (llamada Nástenka) le pone una condición: bajo ningún concepto debe enamorarse de ella. Él accede encantado, ¡ningún problema! Ha encontrado una mujer con la que por fin se atreve a hablar, serán amigos para siempre... ¿en qué cabeza cabe que vaya a enamorarse de ella? (en la de todo el mundo menos en la suya, estaréis pensando... ¿estaréis pensando bien?)
 
Antes de seguir, por si queréis saber qué es una dacha...  son casas pequeñas de veraneo en el campo que el zar "otorgaba o donaba" a las familias de clase media en el siglo XIX. Millones de familias rusas tenían una dacha, y hoy en día siguen formando parte de la tradición del país y es habitual pasar tiempo en ellas.

Supongo que lo primero que debo hacer es aclarar el título, porque sumado a la ilustración de esta edición concreta de Nórdica (que a primera vista y sin contexto parece un paisaje nevado) puede dar lugar a pensar en un libro invernal, y nada más lejos de la realidad. Las noches blancas son un fenómeno natural que se produce durante las fechas próximas al solsticio de verano en regiones polares; el sol no llega a ocultarse por completo y se funde con el amanecer, permaneciendo el cielo iluminado durante casi toda la inexistente noche. En San Petersburgo, ciudad donde transcurre esta novela de Dostoievski, el sol no se pone hasta las diez de la noche y las horas siguientes están iluminadas de manera natural por un cielo crepuscular, evento que a día de hoy se ha convertido en motivo de celebración y fuegos artificiales conocido como Festival de las Noches Blancas
 
Todo esto que os explico es muy importante para comprender el contexto de la narración, ya no solo por el hecho de que es una historia estival, no invernal
(lo que posibilita tantas horas en la calle sentados o paseando tranquilamente, algo impensable a comienzo de año con sus bajísimas temperaturas) sino para entender cómo es posible que estos dos personajes (recordemos que son un hombre y una mujer solos y prácticamente desconocidos a mediados del siglo XIX) pasen juntos varias noches al aire libre como si nada, a la vista de quien tenga ojos y quiera ver, y es precisamente porque hay luz y desaparece el factor de nocturnidad que daría a estos encuentros un matiz muy distinto y bastante más dudoso moralmente hablando (que la ciudad esté medio desierta también ayuda, claro).

Otro detalle a tener en cuenta. Si estáis pensando en el Dostoievski de Crimen y castigo, Los hermanos Karamázov, El jugador o Humillados y ofendidos, libros que se meten hasta el cuello en la reflexión y el análisis psicológico de los personajes y que reflejan aspectos muy duros de la Rusia zarista del siglo XIX en general y de la propia vida del autor en particular... olvidaos. O bueno, no os olvidéis, porque Noches blancas es eso pero introducido en una Thermomix y mezclado con un poco de ironía algo sarcástica, otro poco de humor un tanto delicado, una pizca de romanticismo ilusorio y un mucho de genio para hablar de lo divino y lo humano en un contexto tan aparentemente sencillo como dos personajes que se reúnen durante tres noches para contarse sus secretos. ¿El resultado? Una obra que sigue poniendo sobre la mesa un análisis profundo de sus personajes pero con una carga emocional más liviana y asumible y un regusto final más... ¿confortable? ¿Amable? Aunque a mí ese final (sin poder entrar en más detalles) me ha dado un poco de rabia, pero yo no soy personaje del libro, conmigo nadie se ha portado mal y por tanto mis sentimientos no tienen mayor importancia (aunque deberían... porque otro gallo cantaría).

Y estaréis diciendo: "Ya, ya, ¿pero de qué habla el libro, alma de cántaro, que todavía no nos ha dicho nada?". Pues de los sueños, las inseguridades, la soledad, la ilusión, la necesidad de encontrar un alma amiga que nos comprenda y nos acepte tal y como somos, el amor correspondido y el que no lo es, las esperanzas y los miedos, la ceguera voluntaria ante los sentimientos de los demás, el egoísmo innato en el ser humano, la generosidad también innata en (alguno que otro) ser humano... el perdón, la comprensión, la esperanza, el amor que no pide nada a cambio y la generosidad de sentimientos que engrandece a aquellos que ni siquiera son conscientes de poseerla y que muchas veces no ven recompensado su buen corazón. 

Sí, todo eso (y mucho más) es Noches blancas. La primera noche se conocen los personajes y la segunda noche conocemos la historia de nuestro narrador, ese hombre sin nombre tan dostoeievskiano que se abre en canal ante el lector; la tercera noche llega la historia de Nástenka y todo comienza a girar a su alrededor (resulta inevitable que todo gire a su alrededor desde el principio, ¿verdad?). Él feliz de compartir esas noches con ella y de haber encontrado al fin una mujer con la que puede y sabe ser él mismo; ella feliz de poder desahogarse al oído de un alma completamente entregada a sus desdichas y pesares; los dos pasando varias noches juntos compartiendo sus cuitas pero dejando volar el corazón en direcciones completamente contrarias. El protagonista llega a la última noche con el alma en vilo y el lector, conociendo como conoce lo que late en su corazón, le acompaña como quien ve venir un descarrilamiento y no puede hacer nada por evitarlo. O a lo mejor el tren vuelve a la vía y tenemos un asombroso giro de los acontecimientos. A saber, yo no digo nada... pero no deis nada por sentado, ni siquiera cuando tengáis el libro entre las manos y os vayáis acercando al final.

No puedo contaros más, el libro no llega a las cien páginas si no se tienen en cuenta las ilustraciones. Hay que acompañar al protagonista y a Nástenka durante las cuatro noches y la mañana en que finaliza la historia para ser testigos de cómo Dostoievski, sea en una novela magistral, desgarradora, compleja y tensa, sea en una novela corta aparentemente ligera y esperanzada, siempre hace eso que se le da tan bien: tejer personajes de carne y hueso, reales en sus imperfecciones y creíbles en sus decisiones mal que nos pese. No, no estamos ante una novela excelsa de grandes dramas, debates morales y ética en juego, pero recordad que en los pequeños detalles, en las historias aparentemente humildes, a veces se esconden destellos edificantes de grandísima literatura. Noches blancas deslumbra con muchos de esos destellos, y lo que se cuenta en sus páginas forma parte tan intrínseca de la naturaleza humana que, si cerraseis los ojos e hicieseis un viaje mental en el tiempo, no veríais diferencia alguna con la misma situación en nuestra época. Lo que se cuenta en Noches blancas ha pasado, sigue pasando, seguirá pasando. El ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra... o mil.

Fiódor Dostoievski (Moscú, 1821 - San Petersburgo, 1881). Novelista ruso. Educado por su padre, un médico de carácter despótico y brutal, encontró protección y cariño en su madre, que murió prematuramente. Al quedar viudo, el padre se entregó al alcohol, y envió finalmente a su hijo a la Escuela de Ingenieros de San Petersburgo, lo que no impidió que el joven Dostoievski se apasionara por la literatura y empezara a desarrollar sus cualidades de escritor. En 1849 fue condenado a muerte por su colaboración con determinados grupos liberales y revolucionarios. Tras largo tiempo en Tver, recibió autorización para regresar a San Petersburgo, donde no encontró a ninguno de sus antiguos amigos, ni eco alguno de su fama. Su obra, aunque escrita en el siglo XIX, refleja también al hombre y la sociedad contemporánea.