Título original: The Mystery of the Skeleton Key
Autor: Bernard Capes
Editorial: Who
Traducción: Manuel Navarro Villanueva
Introducción: Gilbert K. Chesterton
Páginas: 232
Fecha publicación original: 1919
Fecha esta edición: enero 2023
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 21,50 euros
Diseño de cubierta: Julio Antonio Blasco, Sr. López
París, principios de siglo XX. Allí, el
joven Vivien Bickerdike ―un noble inglés, vividor y bohemio― conoce al
misterioso barón Le Sage, un afable trotamundos que juega al ajedrez por
dinero. Ambos entablan una extraña amistad que solo se verá truncada
por un inesperado accidente de tráfico.
Un año después la pareja vuelve a encontrarse, ambos invitados a pasar
unos días en la residencia campestre de sir Calvin Kennett en Wildshott.
Al día siguiente de su llegada a la mansión, durante una partida de
caza, una joven y atractiva criada de la casa es asesinada de un tiro
por la espalda.
El sargento Ridgway de Scotland Yard es llamado a investigar el caso. El
final de la novela es de los más sorprendentes del género y plantea un
conflicto moral como solo saben hacerlo las grandes obras de la
literatura.
Disfrutando tanto como disfruto de los misterios clásicos, Who Editorial se ha convertido desde su nacimiento en una de mis editoriales de cabecera en el género, de esas que voy a coleccionar todos sus libros conforme vayan saliendo. Este es el primero que traigo por aquí (creo, aunque no es el primero que leo), y os cuento.
Vivian Bickerdike se encuentra en París esperando la llegada de su amigo Hugo Kennett, quien tarda varios días en presentarse. Mientras pasa el tiempo solo, Vivian conoce a un enigmático personaje, el barón Le Sage, tan hermético que provoca tanta curiosidad como rechazo. Pasado un tiempo vuelven a encontrarse casualmente en Londres, y más casualmente aún resulta que ambos parten al día siguiente a Wildshott, la residencia de los Kennett en Hampshire, para pasar unos días allí: el barón Le Sage invitado por el General Kennett, quien disfruta de jugar al ajedrez con el misterioso aristócrata, y Vivian por su hijo, Hugo, quien pasa por una de sus habituales crisis nerviosas y necesita de la ayuda de su amigo para superar el trance. Una vez allí vemos sobre todo las dinámicas que se establecen entre los personajes, los caracteres de cada uno y la situación de desconfianza creciente de Vivian hacia el barón. Cuando se comete un asesinato en la propiedad de Wildshott (porque hay un asesinato, claro, pero no os digo a quien asesinan), las sospechas y los recelos serán más evidentes, y los presuntos culpables se irán sumando uno tras otro.
La novela contiene dos tipos de narración: el diario de Vivian Bickerdike y la narración omnisciente, y eso nos hace ver las cosas desde dos puntos de vista, la subjetiva de Bickerdike y la objetiva de la tercera persona, así que resulta muy interesante contrastar ambas versiones, sobre todo en lo que al personaje de Bickerdike se refiere (la opinión que tiene de sí mismo y la que tienen los demás de él). La trama se toma su tiempo para presentar a los personajes y la situación y ambiente en la casa, y además tenemos un retrato muy vívido de esa aristocracia terrateniente que lo era todo en ciertas partes de Inglaterra, con sus partidas de caza, la pleitesía y devoción que despertaban entre la gente de los alrededores y la impunidad con la que se comportaban en cierta situaciones (esa aristocracia se vino abajo tras la Primera Guerra Mundial, y esta novela fue escrita precisamente durante la contienda, así que esa decadencia quizás podía anticiparse pero todavía no estaba asumida por quienes se vieron luego afectados). El caso es que cuando se comete el asesinato ya ha transcurrido medio libro, y para entonces ya tenemos una composición de lugar suficientemente apañada como para empezar a elucubrar. A partir de ahí tendremos investigación, saltaremos de un sospechoso a otro, leeremos testimonios que cambian o se matizan con el tiempo, personas que pueden ser reales o no, secretos de esos que siempre acaban por surgir en este tipo de situaciones, juicios e interrogatorios y una resolución sorprendente por diversas razones.
Bernard Capes fue un autor muy prolífico en varios géneros e incluso director de la prestigiosa revista teatral THe Theatre, pero esta fue la primera y última novela de misterio que escribió. Falleció (como tantos otros) en 1918 de gripe española, y La llave maestra se publicó de manera póstuma un año después. En realidad la novela fue un encargo de la editorial Harper Collins, siendo La llave maestra la primera novela detectivesca que encargaban y publicaban. Harper Collins la incluyó en 1929 (diez años después) en "The Detective Story Club", una colección que publicaron con los que ellos consideraban los mejores y más ingeniosos libros de la época en el género policial o detectivesco, coincidiendo con el surgimiento de la Golden Age de la literatura británica (para esa época Agatha Christie ya había empezado a hacer de las suyas y había abierto el camino para otros muchos autores). Esta edición de 1929 incluía alabanzas a la novela por parte del mismísimo Arnold Bennett, y eso ya son palabras mayores.
Pero claro, la clave está en que esta novela se publicó inicialmente, como ya he dicho, en 1919, mucho antes de que el canon de la novela policíaca y de misterio comenzara a plantar semillas y germinar en lo que hoy conocemos como la edad dorada de la literatura británica de misterio. Todo esto hace que La llave maestra tenga virtudes y lo que consideramos un defecto pero que para otros no lo será en absoluto. Cuando hablo de la virtud me refiero a algo que quizá quedó de lado en el género cuando se hizo tan popular desde los años 20 en adelante: esa virtud son los personajes que, en la medida de lo posible, están más desarrollados de lo habitual y tienen más aristas visibles de las que acostumbramos a ver en la novela policíaca. Así tenemos a uno de los narradores, Vivian Bickerdicke, al que conocemos tanto en primera persona cuando leemos su diario como en tercera cuando es el narrador omnisciente el que toma la palabra, y eso nos hace ver tanto la imagen que tiene de sí mismo como la que tienen los demás de él, y como supondréis es bastante discordante. No es un personaje que caiga bien, se quiere mucho y tiene un alto concepto de sí mismo, y eso es bueno para la narración porque da mucho juego. Luego tenemos a los hermanos Kennett, Hugo y Audrey: uno es un manojo de nervios con cambios de ánimo extraños que no quiere explicar por qué se encuentra así y la otra es un personaje femenino atípico para la época (y más para estar escrita por un hombre): ignorada en buena medida por sus familiares masculinos y sin amistades por lo aislada que está en esa casa, tiene muy claro que no piensa casarse con el primero que se presente y no tiene miedo de decírselo a la cara a quien se tercie; es muy directa en su relación con los demás, sabe juzgar muy bien el carácter de las personas y es quizás el personaje más inteligente de toda esta historia... con la salvedad del tal barón Le Sage, del que poco os puedo comentar salvo que es muy misterioso (mucho, muy misterioso), que no responde nunca a las preguntas que le hacen, que va de listo por la vida (en el libro no lo dicen así, lo suavizan... pero va de listo por la vida, hacedme caso xD) y que le gusta mucho el ajedrez. También hay muchos secundarios que no os voy a nombrar por no alargar esto mucho, pero varios de ellos son también muy importantes para el caso y la resolución, no son meras comparsas.
He disfrutado de la lectura por todo lo bueno que os comento arriba, pero os hablaba de un defecto... si me atengo en particular al género en el que está circunscrita, el autor se lo oculta todo al lector hasta el mismísimo final, y eso le resta atractivo a una historia de este tipo. La gracia de estas historias está en que mientras lees, seas capaz de ver las pistas, que tengas la misma información que el detective (o buena parte de ella) y que puedas intentar, en la medida de lo posible, adivinar quién es el culpable. En La llave maestra puedes adivinar quién es el asesino antes de llegar al giro final, que es realmente sorprendente, pero eso mismo... adivinarlo de manera literal, al tuntún, porque información no tienes ninguna. Capes usa la baza del archireservado barón Le Sage para hacerlo contenedor de absolutamente toda la información que hace falta para resolver el crimen, así que esa información no solo le está vedada a todos los demás personajes, sino al lector mismo (y además con muchas casualidades reconocidas en la propia resolución). ¿Qué pasa? Que llegas al final y piensas "pues vale, puede ser esto como cualquier otra cosa, porque total, nos hemos enterado de todo en el mismísmo final" (para ser justos hay una breve escena que cuenta dónde va a investigar Le Sage cuando no está en la mansión de los Kennett, pero lo dicho, para la resolución final no ayuda en nada porque para empezar no tenemos ni idea de qué sabe y por qué ha decidido ir ahí, así que lo mismo da). Que no me ha molestado demasiado (un poco sí, pero no como para echar por tierra todo lo demás xD) porque estoy acostumbrada a leer de todo en este género y el resto del libro sí lo he disfrutado, pero sé que hay lectores a los que les molesta mucho este tema y prefiero avisar. Es que por no saber, no sabemos nada de la llave maestra del título hasta la explicación final, para que os hagáis una idea. Si este libro se hubiese publicado quince años después, no hubiese pasado la criba impuesta por las reglas del decálogo que Knox (miembro del Detection Club) publicó en 1929 por incumplir varias de ellas (no entro en detalles, pero ese decálogo estaba destinado a que las historias de detectives fuesen justas con el lector y no se sacasen cosas de la manga o fuesen tramposas), Así que La llave maestra es un whodunit, sí... pero un poco tramposillo :)
También comento una cosa mala y otra buena de la edición, y voy con la mala primero: el texto no tiene sangrías en los comienzos de cada nuevo párrafo, y eso dificulta a veces la lectura cuando no hay interrupciones visibles porque todas las líneas ocupan el ancho disponible y no se diferencia de primeras cuando estás dejando el diálogo y estás de nuevo en narración (haciéndote leer dos veces la línea). No sé si ha sido intencionado o error de maquetación, pero es raro. Lo bueno es el uso de algo que muy pocas editoriales mantienen hoy en día, como son las notas a pie de página explicando ciertos términos, personajes, costumbres de la época que un lector de hoy en día desconoce, etc... Creo que salvo la editorial dÉpoca, muy pocas editoriales se toman la molestia de hacerlo en todas y cada una de sus ediciones y en los clásicos no solo se agradece mucho sino que a veces se hace necesario (ya sé que otras muchas editoriales no las incluyen porque no quieren, sin más... pero no estoy de acuerdo xD). El caso es que esta edición sí las incluye y hay que darles las gracias.
En definitiva, es una novela muy interesante y entretenida ambientada en una época y una sociedad british hasta la médula y donde, dejando a un lado la investigación, su punto fuerte es la construcción psicológica de los personajes, algo que no siempre se trabaja a fondo en este tipo de misterios clásicos... además del estilo del autor, que acabo de caer que no he comentado hasta ahora que me han gustado mucho los diálogos, así que lo hago aquí: se perciben realistas, honestos y fluyen a la perfección. Notas cuando un personaje está harto, está enfadado, la mayor o menor confianza que existe entre los personajes que intervienen en el intercambio de frases... los autores no siempre dan con la clave de un buen diálogo y se nota que Capes tenía muchas tablas en el mundo teatral. Como digo, la única pega la pongo en la ocultación casi total de las pistas que convergen en la resolución del misterio, pero si no sois tiquismiquis con este tema, no dudéis en leerlo si os cae en las manos.
Bernard Capes (1854-1918) fue un prolífico autor
inglés. Publicó más de cuarenta libros de diversos géneros ―poesía,
historia y novelas―, además de cientos de artículos en las publicaciones
más prestigiosas de su época. Fue, asimismo, editor de The Theatre, la más importante revista victoriana dedicada al mundo de las tablas.
Querida MH.
ResponderEliminarConfieso que hoy te he leído por encima...Que he ido directamente a tu conclusión final. Me ocurre como a ti, ya que pretendo conseguir todos los libros de este género que publique Who. Por ello, me interesaba saber qué te había parecido la novela, para tener un referente en el que confío antes de embarcarme en su lectura. Ya sabes que confío plenamente en tu juicio. Volveré por aquí cuando lea el libro.
Un beso.
Hola MH, me estabas poniendo los dientes largos, largísimos... hasta que llegaste a la pega principal. En principio, yo sí soy tiquismiquis a la hora de la resolución de los casos, me gusta ver dónde va la historia, porque si no, como bien comentas, me da por pensar que el "detective" y el autor se lo han "inventado" todo... vamos, que, me voy a repetir, como decías el asesino puede ser tanto uno como cualquier otro de la novela.
ResponderEliminarPero bueno, yendo avisada... cuando me ponga con ella, si la consigo, comprobaré si me indigna mucho el no contar con esas pistas.
Un besazo
Hola, pues no conozco la editorial así que no me queda otra que investigar un poco. Qué mal que los autores pretendan que adivines el asesino sin pistas, ni que fueras adivino, aún así la verdad es que lo que cuentas me llama la atención. Lo apunto. Besos.
ResponderEliminarPues soy un poco de las tiquismiquis, así que por ese lado sé que me voy a cabrear. Pero todo lo demás me atrae mucho. Podría darle una oportunidad.
ResponderEliminarBesotes!!!
Lo tengo apuntado, y, aunque esa "trampilla" que comentas no me hace gracia, lo leeré.
ResponderEliminarUn beso, MH, y feliz semana.
Casualmente estoy leyendo Todos en mi familia han matado a alguien donde al principio se menciona el decálogo que Knox, así como el Juramento de acceso al Detection Club, de 1930. El Detection Club, no sé si lo conocerás, era una sociedad de escritores de novelas policíacas y de misterio en general. A él pertenecían, entre otros menos conocidos, escritores tan célebres como G. K. Chesterton, el mismo Ronald Knox, Dorothy L. Sayers y, como no, la mismísima Agatha Christie.
ResponderEliminarNo sé si me animaré con esta novela por ese defecto que mencionas y por lo mucho que tengo pendiente, pero me ha encantado saber de ella y encontrarme con Knox de nuevo.
Un beso.
Hola!!!
ResponderEliminarPues la verdad es que yo me lo paso muy bien con tus reseñas pero este tipo de libros no me convence. Encima medio libro para que se produzca el asesinato y luego te oculta pistas. No sé, no lo veo. Pero Arnold Bennett me gusta mucho, di él lo alabó es que es buena novela en su género.
Besos
Hola 👋
ResponderEliminarMe encantan los libros de Who Editorial. Este parece igual de interesante. Gracias por la reseña. Un saludo 🙋♀️
Me había tentado lo del final inesperado, pero soy de las lectoras que no acepta que el lector no tenga ninguna pista, así que paso. Por otra parte, qué lástima lo de la ausencia de sangrías. ¿Es igual en el resto de libros de la editorial?
ResponderEliminarPues te cuento. Yo tengo cinco libros, y esto de la maquetación sin sangrías me aparece en tres, los únicos que están bien son precisamente los dos primeros que publicó la editorial. Le he preguntado a la editorial y dice que fueron pruebas que ellos hicieron (¿?) y supuestamente ya no sale en más libros, pero ni idea, no puedo hablar por los que no tengo.
Eliminar¡Besico!