Título original: Silent Murders
Autor: A. G. MacDonell
Editorial: Siruela
Traducción: Pablo González-Nuevo
Páginas: 304
Fecha publicación original: 1929
Fecha esta edición: marzo 2022
Fecha esta edición: marzo 2022
Encuadernación: cartoné
Precio: 18,95 eurosIlustración de cubierta: @Lordprice Collection
Un anciano vagabundo es encontrado sin vida en la carretera entre
King’s Langley y Berkhampstead. La única pista, atada al último botón de
su andrajoso abrigo, es un pedazo de cartón en el que aparece escrita
la palabra «Tres». Poco después, Aloysius Skinner, presidente de la
compañía Cochinilla Imperial, muere a causa de un misterioso disparo
mientras viaja en el asiento trasero de un taxi. Junto a su cuerpo la
policía descubre otra nota similar, solo el número varía: «Cuatro». La
situación se vuelve aún más inquietante cuando un profesor de literatura
clásica, Oliver Maddock, es asesinado durante una celebración familiar,
engrosando así el macabro grupo con el número «Cinco».
El inspector Dewar y el superintendente Bone, de Scotland Yard, tendrán que atar todos los cabos de una nebulosa trama cuyas ramificaciones se extienden desde la campiña inglesa hasta la lejana Sudáfrica, a la vez que plantea dos acuciantes enigmas: ¿dónde están las víctimas «Uno» y «Dos»? y, sobre todo, ¿hasta dónde llegará la mortal secuencia del asesino silencioso?
El inspector Dewar y el superintendente Bone, de Scotland Yard, tendrán que atar todos los cabos de una nebulosa trama cuyas ramificaciones se extienden desde la campiña inglesa hasta la lejana Sudáfrica, a la vez que plantea dos acuciantes enigmas: ¿dónde están las víctimas «Uno» y «Dos»? y, sobre todo, ¿hasta dónde llegará la mortal secuencia del asesino silencioso?
Hubo una época en la que me compraba todos los libros publicados en la biblioteca de clásicos policíacos de Siruela, pero lo cierto es que las lecturas me resultaban muy irregulares, algunos me gustaron mucho pero otros no tanto, y empecé a espaciar las adquisiciones y las lecturas. Tengo unos cuantos pendientes todavía en las estanterías, pero echando la vista atrás hacía al menos un par de años que no leía ninguno, y me alegro de haber vuelto a esta colección con Los asesinatos silenciosos, porque lo he disfrutado mucho. Voy a escribir sin más y a ver lo que sale, porque es la única manera de sacar las reseñas adelante (cada vez me cuesta más sentarme delante del ordenador a escribirlas, me da una pereza tremenda. Y perdonad que sea tan sincera pero es lo que soy y siempre he sido por aquí). Bueno, al lío.
La premisa es tan sencilla como intrigante. Están apareciendo cadáveres en distintos lugres de Inglaterra con un número escrito en un cartón, y los fallecidos no solo no parecen tener una conexión evidente entre ellos, sino que los primeros cuerpos de los que se tiene constancia con estas características son los marcados con los números 3 y 4, lo que quiere decir que al menos existen un 1 y un 2 de los que no se sabe nada, y que probablemente aparecerán un 6, un 7, etc... como así ocurre. Los agentes de Scotland Yard andan muy perdidos, ponen sus miras sobre una persona en concreto pero las cosas no están nada claras, y hasta que no encuentren qué relaciona a todas estas personas no solo no podrán resolver el caso, sino que no sabrán cuántos cadáveres numerados seguirán apareciendo y hasta donde llegará el número de asesinatos.
Y así comienza la novela, cuyo planteamiento es muy interesante por diversos aspectos. Uno es que cuando la policía comienza a darse cuenta del percal lo hacen con el espectáculo ya avanzado, porque los asesinatos 3 y 4, si de verdad la numeración está ahí por algo, implican la existencia de los asesinatos 1 y 2, de los que no se sabe absolutamente nada, que han pasado totalmente desapercibidos y que ni siquiera saben si se han cometido en suelo británico, porque desde luego a ellos nos les constan cartones con esos números en ninguna escena del crimen. Pero claro, luego llega el asesinato número 5, y tienen tres cadáveres entre manos a los que no une absolutamente nada ni están relacionados entre sí aparentemente, porque tenemos a un vagabundo, a un magnate de los negocios y a un tranquilo profesor. Y los agentes de Scotland Yard no dejan de darle vueltas... ¿y si los números no significan realmente nada? ¿Y si no forman parte de la misma serie? ¿Y si solo son coincidencias? Y lo más importante, ¿cuál es el móvil? Porque si no encuentran la conexión menos saben el motivo detrás de los crímenes. Es que ni siquiera los han matado de la misma manera. Lo único que tienen en común es un determinado rango de edad (que todos pasan de los cincuenta y cinco años), pero eso es más bien poca cosa, como comprenderéis, así que cuando empiece a subir la cuenta (que va a subir... en este libro muere mucha gente), los de arriba van a empezar a ponerse nerviosos, las líneas de investigación van a empezar a ser demasiadas y el tiempo va a correr en su contra desesperadamente. Y es que hay muchas pistas pero ninguna conduce a nada, y cada vez que parece que han resuelto algo es un sí pero no, un casi pero no del todo, un puede que sí pero hay algo que no...
Si algo me ha gustado de esta historia es el tono, el ritmo y, sobre todo, los diálogos. Las conversaciones entre el superintendente Bone y el inspector Dewar me han sacado la sonrisa muchas, muchas veces. Por un lado tenemos al superintendente Bone, guasón, se lo toma todo con filosofía y tranquilidad, y aunque parece de esos jefes que delegan todo y trabajan poco, en realidad no se le escapa nada y no da puntada sin hilo. Tiene sentido del humor, todo lo que dice parece ligero, pero en realidad conduce a su inspector por donde quiere y le va abriendo vías de investigación... aunque él mismo está muy equivocado en sus teorías, como iremos averiguando durante la historia. El inspector Dewar, por su parte, es un escocés de las Tierras Bajas que desconfía del instinto, la intuición y los impulsos; lo suyo son la lógica y el razonamiento, y su cabeza no deja de buscar explicaciones a todo el sinsentido que rodea a este caso. Estas dos personalidades están al servicio de una historia que, a pesar de dilatarse durante varios meses ante la falta de pruebas, no da un respiro, nos lleva de viaje a varias localizaciones a lo largo de Inglaterra (y a investigaciones fuera de ella) y y tiene un giro que resulta inesperado y explica todo al final de manera impoluta.
Y aquí toca hacer una advertencia: no dejéis que nadie os cuente nada más sobre esta historia. El giro que explica la serie de asesinatos no solo aparece muy avanzada la trama, sino que además eso hace que la identidad del asesino sea de esas cosas que no se pueden adivinar a priori (porque eso mismo forma parte de la estructura del libro, no porque el autor se lo saque de la manga... tened claro que aquí no importa el asesino, importa la motivación del asesino, y ahí radica uno de los puntos originales de la novela). Pero es que además, salvo que me equivoque, esta es la primera novela históricamente hablando en la que se usa el elemento detonante de la ola de crímenes, así que lo dicho, que no os cuenten nada ni os digan nada, que las insinuaciones leves destrozan lecturas.
Como decía al principio, he disfrutado mucho de Los asesinatos silenciosos, y me ha quitado un poco la espina de decepciones anteriores en la colección. Esta novela que os traigo hoy de A. G. MacDonell no es un novelón, pero sí muy entretenida y con ese aire británico que tanto me gusta (supongo que a quien no le entusiasme o no conecte con ese no sé qué de las islas no le gustará tanto, así que avisado queda). Este fue el tercer libro de misterio publicado por MacDonell bajo el seudónimo de Neil Gordon, y aunque pensaba que no había nada más suyo traducido al castellano, resulta que sí que hay un par de libros muy alejados de la temática detectivesca y que además están considerados sus mejores obras, así que me voy a hacer con ellos a la de ya. He disfrutado del estilo inteligente y vivo del autor (por si no había quedado claro), y también de la originalidad del planteamiento, de la metodología a la hora de investigar los asesinatos y de lo fácil que hace parecer algo que en realidad es muy complicado: mantener el ritmo durante las 300 páginas sin que el interés decaiga en ningún momento.
Ah, y estoy muy de acuerdo con un comentario de Inés, de La huella de los libros, donde dice que no entiende la imagen de cubierta... para que os hagáis una idea, no solo no hay ninguna situación social, tipo fiesta, reunión de la alta sociedad, o lo que sea, que justifique esa imagen; es que este es de esos libros donde no hay mujeres entre los personajes. Ni una, salvo un par de testigos cuyos interrogatorios no suman ni tres párrafos en las trescientas páginas. La cubierta es muy bonita, sí, pero no tiene absolutamente nada que ver con el contenido.
Archibald Gordon
MacDonell (Poona, 1895-Oxford, 1941) nació en la India, en el seno de
una familia de origen escocés. Muy pronto se trasladó a Inglaterra,
donde completó sus estudios y se incorporó a la Royal Field Artillery
como teniente durante la Primera Guerra Mundial. Trabajó como periodista
para diversos medios y comenzó su carrera como escritor de novelas
detectivescas, firmadas con distintos seudónimos. Fuera del género,
destaca especialmente Inglaterra, su Inglaterra (1933), delicioso clásico de la literatura humorística británica.
Hola, tengo la novela en casa que me la tropecé en la biblioteca mientras buscaba otro libro. La empezaré en breve y la verdad me dejas con mucha curiosidad. Besos.
ResponderEliminarHola guapísima, qué gusto verte y leer tus magníficas reseñas. Ya me has enganchado a esta historia. Y encimas me picas con eso de la cubierta... no sé qué les pasa por la cabeza a los enmaquetadores o editores o quién sea el responsable de ello... ains...
ResponderEliminarUn besazo
Pues sí que es raro lo de la cubierta, sí. Y desde luego me dejas con muchas ganas de leer este libro. Tiene todos los ingredientes para disfrutarlo.
ResponderEliminarBesotes!!!
Tenía muchas ganas de pasar a leer esta reseña desde que me dijiste que te había gustado "Los asesinatos silenciosos". Leí hace algunos años "Inglaterra, su Inglaterra" (la tengo reseñada en el blog) y me lo pasé en grande con el sentido del humor y la ironía de McDonell, así que entiendo bien cuando señalas que te ha gustado el tono british del autor. Nada, que me lo llevo feliz, a ver si lo puedo leer estas vacaciones, que me apetece mucho. Besos.
ResponderEliminarQué curioso lo de la portada. La novela me llama la atención porque los giros inesperados me pueden, pero no tanto para lanzarme a por ella. Si la encontrara algún día de casualidad, no descartaría comprarla. Gracias por la reseña^^
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