viernes, 13 de octubre de 2023

RESEÑA (by MH) ::: CRIATURAS LUMINOSAS - Shelby Van Pelt


 
 
Título original: Remarkably Bright Creatures
Autora: Shelby Van Pelt
Editorial: Grijalbo
Traducción: Toni Hill
Páginas: 416
Fecha esta edición: mayo 2023
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 20,90 euros 



Marcellus es un pulpo increíblemente curioso y descarado. Cada día, mucha gente pasa por delante de su tanque en el acuario de Sowell Bay, aunque pocos se detienen demasiado. En cambio, Tova, la limpiadora, le ha cogido cariño y, mientras barre, le cuenta cuánto echa de menos a su hijo, desaparecido hace treinta años en el mar.

A Marcellus no se le escapa nada y es mucho más inteligente de lo que nadie podría imaginar, pero nunca se le ocurriría mover un solo tentáculo para ayudar a uno de sus captores humanos... hasta que comienza a formar una inesperada amistad con Tova. Con su perspicacia de detective, Marcellus ha deducido lo que sucedió la noche de la desaparición. Y ahora tendrá que ingeniárselas desde el otro lado del cristal para revelarle la verdad, antes de que sea demasiado tarde.

Una novela deslumbrante y conmovedora sobre una amistad capaz de vencer la peor de las soledades. Y una historia de esperanza sobre dos almas generosas, criaturas imperfectas... y , quizá por eso, increíblemente luminosas.

Criaturas luminosas no es el tipo de libro que suelo traer al blog, aunque sí me gusta leer fantasía (o con elementos de fantasía, como es el caso)... ya he dicho más de una vez que llevo un par de años que reseño un 20% de lo que leo, y leo muy variado, solo que por aquí suelo traer clásicos en su mayor parte. El caso es que de Criaturas luminosas sí me apetece hablaros, porque es una lectura ideal para cuando necesitas un libro tranquilo, sencillo, acogedor y tierno; a veces la vida te pide cosas bonitas... y sí, con pulpos que narran su día a día en primera persona y que son más inteligentes y empáticos que el 95% de los humanos. ¿Por qué no? 
 
La acción se desarrolla en el pueblo costero de Sowell Bay. Allí hay un acuario, y en ese acuario vive Marcellus, un pulpo gigante del Pacífico que tiene los días contados. La vida media de esta especie es de cuatro años, y eso quiere decir que cuando comienza la novela le quedan unos ciento sesenta días de vida... son animales muy inteligentes con una capacidad de aprendizaje y ejecución asombrosa, y Marcellus está dispuesto a aprovechar bien el tiempo que le queda. En ese acuario también trabaja Tova, una mujer de setenta años que perdió hace treinta a su hijo adolescente y hace dos a su marido. Salvo las reuniones quincenales de los martes con sus amigas de siempre, está completamente sola, y trabajar con esta edad es simplemente un modo de mantenerse activa. No le hace falta económicamente, le hace falta anímicamente. Por muy raro que parezca, entre Tova y Marcellus se establece una relación de entendimiento en el que ella habla y se desahoga y él escucha... sí, escucha, y comprende, y la entiende, y se apaña para transmitirle todo eso con ligeros abrazos de sus tentáculos (las marcas en sus brazos de las ventosas dan que hablar en el pueblo... ¿cómo te has hecho eso, Tova?). Cuando en el pueblo aparece Cameron, un joven de California en busca de un padre del que cree conocer la identidad, se ponen en marcha una serie de acontecimientos sobre los que, aunque parezca increíble, Marcellus tendrá mucho que decir... y hacer, porque estos humanos no se enteran de nada.

Criaturas luminosas es una novela sencilla, sin altibajos, sin escenas dramáticas aun cuando algunos de sus personajes estén pasando por situaciones bastante tristes o desagradables... todo el mundo tenemos bagaje a cuestas y tenemos que vivir nuestro día a día cargando con él, y eso es lo que muestra el libro. Coge una pequeña localidad en la que casi todo el mundo se conoce, donde las interacciones son casi siempre las mismas con la misma gente, donde todos acaban por enterarse tarde o temprano de lo que le pasa al vecino por mucho que ese vecino intente hacer las cosas con discreción y donde, por tanto, los chismes y el cotilleo están a la orden del día. Y en ese microcosmos es donde la autora abre pequeñas ventanas a grandes sentimientos, de esos que son inherentes a la raza humana y compartidos por casi todos sus miembros: la anciana de setenta años que se ha quedado completamente sola tras la muerte de su marido y su hijo y que sigue trabajando (aunque no le hace falta) para no tener que quedarse todo el día en su casa; el dueño del supermercado local, chismoso incorregible pero muy buena persona y secretamente enamorado de esa clienta que aparece todos los días a la misma hora y con la que solo tiene un trato de cortesía; ese grupo de amigas que se reúnen todos los martes desde hace décadas y que ve menguado su número a marchas forzadas conforme la edad va imponiendo sus reglas; la madre soltera y treintañera que ha sacado sola a su hijo adelante y que por fin ha encontrado el lugar para vivir donde se siente realmente a gusto... y el foráneo que llega desde California buscando a su supuesto padre y que al final no solo acaba echando raíces entre toda esta gente que le abre las puertas de su amistad y sus hogares, sino que descubre otras cosas mucho más inesperadas. Página a página la historia avanza cambiando de una historia a otra, sin ninguna prisa, tomándose su tiempo, una veces confluyendo varias tramas y otras dedicándose a una trama única.

Realmente la protagonista de esta historia es Tova, su soledad, su consciencia sobre la edad que tiene, la dependencia que esa edad puede llegar a acarrear en algún momento y las decisiones que debería tomar al respecto; sobre su casa familiar, una casa construida desde los cimientos por su padre, un inmigrante sueco; y sobre todo le da vueltas al modo en que perdió a su hijo cuando él tenía 18 años, porque no le cuadra la versión que le dieron las autoridades sobre su muerte y porque no hace más que pensar en aquel día, en si estaría solo, en si alguien sabe algo y no lo ha dicho durante todo este tiempo. Tova es un mujer muy reservada, solo habla si tiene algo que decir, odia las conversaciones banales y odia que la gente se compadezca de ella; no quiere ser una carga para nadie y tampoco siente la necesidad de contarle a los demás cada paso que da en la vida. Por eso no resulta extraño que c
uando más cómoda se siente es cuando está a solas en el acuario por la noches en su turno de limpieza, rodeada de todo tipo de fauna marina a quienes saluda al entrar y de quienes se despide al marcharse. Y por eso tampoco resulta extraño que un buen día su vida se cruce con la de Marcellus por circunstancias que no os voy a contar aquí, y comience una bonita (extraña, sí, pero bonita) amistad que cambiará la vida de ambos.

Y es que Marcellus es muy, muy especial... Es el único que narra en primera persona, sus capítulos son muy cortos y no demasiado numerosos. Pero no es el personaje principal de la historia aunque el marketing del libro y la propia sinopsis lo den a entender (si hay que buscar protagonistas en este libro, serían Tova, como ya comento arriba, y Cameron, el joven californiano que aparece en el pueblo); comparativamente hablando, Marcellus es el que menos páginas ocupa con mucha diferencia, pero sí es un personaje importante por el interés que despierta, lo peculiar de las cosas que dice y por lo determinante que es para que los acontecimientos vayan avanzando en la dirección que deben hacerlo. Y sí, hay que lanzarse a la piscina con él, porque si sois de los que pensáis "pero cómo va un pulpo a hacer esas cosas, saber esas cosas, pensar esas cosas... ¡no me creo nada de nada!", ni os acerquéis al libro. Este libro tiene elementos de fantasía, realismo mágico, como queráis llamarlo, y además son imprescindibles para creerte muchas de las cosas que pasan. Para que os hagáis una idea, Marcellus no solo le habla al lector de tú a tú, sino que sabe leer, entiende todo lo que dice la gente, es capaz de distinguir huellas dactilares y sabe (¡lo sabe!) cuando dos personas están (o no lo están) relacionadas genéticamente solo con verlas juntas... y además de todo esto es capaz de abrir cerrojos y se pasea por el acuario como Pedro por su casa cuando nadie le ve: tiene calculado que sus paseos no pueden durar más de 18 minutos y gestiona ese tiempo de cabeza sin problema. Y más allá todavía, este Marcellus que leemos en el libro toma decisiones y demuestra sentimientos que más parecen humanos que otra cosa. Es decir, incrédulos de la vida, a por otro libro; crédulos de las cosas bonitas que solo suceden en las novelas, adelante.

Y luego tenemos el "misterio" que rodea al tal Cameron y a ese padre que él va buscando (un magnate de la construcción) pero con el que no hay manera de ponerse en contacto... a ver, misterio-misterio no es (ni creo que sea la intención de la autora tampoco), porque el lector lo intuye en menos que canta un gallo, mucho antes de que se revele a mitad de libro (y Marcellus lo intuye en menos que se come un pepino de mar). Y Cameron no es el mejor personaje del mundo, porque tiene buen fondo pero en realidad es de esas personas que se regodean en sus desgracias y no se dan cuenta de que la gente les quiere (mucho, además) y le dan más oportunidades de las que se merece... es un poco niñato e inmaduro, para que nos entendamos, pero para eso es uno de los protagonistas de este libro: tiene su camino que recorrer y unas cuantas tortas que darse hasta llegar donde tiene que llegar. Sí que es verdad que a ratos hay escenas, situaciones, relacionadas con ese misterio que no se solventan de una manera, digamos, normal, porque si no el libro acabaría cien páginas antes... y también es algo predecible en ciertas cosas, pero oye, mira, que de perdidos al río y se lee a gustito. Tal y como está la vida es lo que muchas veces pide el cuerpo... y la cabeza.
 
En definitiva, Criaturas luminosas no es el mejor libro del mundo, obviamente, y sin embargo es de esas historias de las que vas a recordar la trama siempre, cosa que no se puede decir de muchas novelas que te impactan mucho en el momento de la lectura pero de las que transcurridas unos años no te acuerdas de la misa la mitad. Ya sea por la relación entre Marcellus y Tova, o por Marcellus y Tova cada uno individualmente, se queda contigo. Las criaturas del título muchas veces son todo lo contrario a luminosas, lo vemos todos los días en los informativos y también somos testigos en nuestro día a día, pero haberlas, haylas, y da gusto encontrárselas aunque sea en la ficción. Lo dicho, para leer arropaditos con una manta y tomando un té o un chocolate calentitos... cuando llegue el otoño de una buena vez, claro.




 
Shelby Van Pelt nació y creció en la región del Pacífico Noroeste de Estados Unidos. En la actualidad vive a las afueras de Chicago con su familia. Esta es su primera novela.

6 comentarios:

  1. Hola MH, pues tienes toda la razón, no es un libro que asociaría contigo, pero me encanta que lo traigas por aquí. A mí me ha la atención. Me encantan estas historias imposibles... me lo apunto.
    Un besazo

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  2. No me sonaba de nada. Y ahora me dejas con curiosidad por esta historia. Y sí, no me hubiera imaginado este tipo de lectura reseñado en vuestro blog.
    Besotes!!!

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  3. Hola, una lectura original que no conocía. Me la llevo apuntada. Besos.

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  4. Hola una novela nueva para mi pero me suelen gustar estas historias, a pesar de que comentes que tampoco es excepcional me quedo con lo de que se queda contigo. Gracias por la reseña

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  5. Pues pensaba que Marcellus era más protagonista, pero de todas formas me encantaría conocerlo. Parece una de esas historias bonitas para dejarse llevar, a mí me apetecen como un chute de optimismo (aunque sean ficción). Besos.

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  6. Ah, pues entonces es mi libro ideal, porque fantasía y realismo mágico son géneros en los que me es muy fácil soñar despierto, me evaden de la realidad como pocos. Tomo nota. Sé que no son géneros que traigas mucho al blog, pero a mí me encantaría. ^^

    Un beso ;)

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