Título original: Jigokuhen
Páginas: 96
Fecha de publicación original: 1918
Fecha esta edición: abril 2023
Encuadernación: cartoné
Precio: 19,50 eurosIlustración de cubierta e interiores: Marta Gómez-Pintado
Mientras el pintor Yoshihide realiza, por encargo
del señor de Horikawa, un biombo que represente las ocho regiones del
Infierno Ardiente, en las que los condenados son atormentados con una
infinidad de torturas en medio de llamas feroces, tienen lugar una
serie de sucesos inexplicables.
Este relato, ambientado en el periodo Heian (794-1185), muestra una de las señas de identidad de Akutagawa: la actualización de narraciones antiguas para reflejar la psicología contemporánea.
Este relato, ambientado en el periodo Heian (794-1185), muestra una de las señas de identidad de Akutagawa: la actualización de narraciones antiguas para reflejar la psicología contemporánea.
La
relación entre la literatura y el cine, primordial e inalterable desde
que la cinematografía vio la luz, es tan maravillosa como intrincada, y desde que tengo memoria me ha servido para conocer autores de los que no sabía nada y con los que he disfrutado muchísimo. Sin embargo, el autor que os traigo hoy se me había escapado totalmente (shame on me!). Y eso que quienes gustamos del cine clásico conocemos de sobra la película Rashomon, esa joya que Akira Kurosawa dirigió en 1950, pero sinceramente, y hablo a título personal, desconocía por completo que la base argumental de la historia estuviese basada en la combinación de dos relatos (Rashomon y En el bosque, publicados en 1915 y 1921 respectivamente). El autor de esos dos relatos es Ryūnosuke Akutagawa, y todo esto lo descubrí hace unos meses cuando indagué de quién era un relato ilustrado que Nórdica acababa de publicar. Mi ignorancia no tiene límites, y cuando me entero de estas cosas siempre pienso que es algo que debería saber desde hace siglos... que debería saber quién es Ryūnosuke Akutagawa desde hace siglos.. Pero bueno, más allá de todo esto, que es simplemente anecdótico y que afortunadamente tiene remedio, hoy os quiero hablar de El biombo del infierno, relato que escribió precisamente en el tiempo intermedio entre los dos relatos que os nombro arriba.
Creo que antes de empezar y para contextualizar la historia, sería conveniente que os citara aquí la breve nota de la traductora, Rumi Sato, que aparece nada más abrir el libro y donde explica concisa y claramente lo que yo haría en una parrafada innecesaria y balbuceante... mejor que la leáis a ella, ¿verdad?
El budismo es una religión que cree en la reencarnación como resultado directo de las acciones acumuladas en vida (karma). Con el propósito de enseñar el bien y el mal, pero sobre todo para infundir miedo y aumentar la fe, durante el periodo Heian (794-1185) en Japón se elaboraron pergaminos ilustrados y pinturas que representan escenas de los diferentes reinos de la escala móvil de la existencia y que integran la cosmovisión budista de los continuos renacimientos, cuyo nivel más bajo es el inframundo. Este reino infernal está dividido principalmente en ocho regiones heladas y ocho regiones ardientes. El biombo mencionado en este relato representa las ocho regiones del Infierno donde los condenados so atormentados con una infinidad de torturas en medio de llamas feroces.
Ahora sí, os cuento. En este drama casi teatral tenemos tres protagonistas principales: el señor de Horikawa, potentado del lugar que se cree más importante que el emperador; el pintor Yoshihide, un tipo de aspecto repulsivo odiado por todo el mundo pero al que el señor de Horikawa encarga que pinte el Biombo del infierno; y la hija de Yoshihide, el único ser vivo al que este hombre ama aparte de a sí mismo y a quien el autor niega un nombre (solo es un peón en este tablero, la "hija de"), y que entra como doncella en casa del señor de Horikawa muy a pesar de su padre, que preferiría verla fuer de allí. Estos son los tres ejes alrededor de quienes gira la historia, que está narrada por un sirviente el señor de Horikawa,
quien es extremadamente popular y está venerado como un santo por las gentes de la
capital... sobre todo, por este mismo criado, que no ve un solo defecto
en su señor (ceguera selectiva, lo llamo yo).
¿No os ha pasado nunca eso de ver a gente que es fan de alguien de un modo tan enfermizo que tú desde fuera ves lo muy cuestionable que es esa persona venerada, que ves las cosas muy cuestionables que hace, y que si embargo esa gente fanática no solo es incapaz de verlo, sino que busca mil explicaciones inverosímiles y absurdas para justificar y aceptar como válido todo lo que hace esa persona y seguir apoyándola? Pues así es nuestro criado narrador. Nos dice sin despeinarse que su señor ha sido considerado un tirano por otros (¡calumniadores!), que se considera tan importante como para estar por encima de otras autoridades (¡embusteros!), que ha hecho ¡sacrificios humanos! en la persona de sus criados para reparar un puente (¡mentirosos!), pero lo ve tan normal porque su señor nació para ser grande, especial y maravilloso y un halo de santidad le acompaña allá donde va. Con esto me refiero a que el punto de vista de nuestro narrador en todo lo que ocurre en la historia está viciado y no es nada consecuente con la realidad que el lector percibe sin dificultad alguna y, de hecho, en su ceguera, narra ciertos sucesos sin atar cabos en ningún momento... más tonto y no nace. Su señor es un monstruo, un monstruo del que no puedo hablar sin desvelar aspectos muy importantes de la trama del relato, y da con la horma de su zapato cuando encarga el biombo del infierno a un hombre como el pintor Yoshihide.
Y es que si el señor de Horikawa es un lobo con piel de cordero, el pintor Yoshihide es arrogante, repugnante y diabólico tanto por fuera como por dentro. Su aspecto desagradable, mezquino y perverso solo es la representación física de la arrogancia, mezquindad y perversidad que lo pudren por dentro, y a eso se suma la grandísima opinión que tiene de sí mismo. Se considera un genio de su gremio, el mayor de todos los tiempos, y se sitúa tan por encima de los demás que hace lo que le viene en gana y comete las mayores crueldades con aquellos más débiles (y que dependen de él) con la mayor de las impunidades. Se regodea en el sufrimiento ajeno, en la muerte de otros, porque su arte excelso bebe de ese dolor, de ese sadismo. No usa la imaginación, necesita pintar sobre lo que ve, y si lo que tiene que pintar es el infierno y a todos aquellos que son torturados en él... bueno, pues se fuerza la situación. El arte, el genio, son lo primero, y en ese camino cruel somos testigos de su descenso a la locura tras esa búsqueda incansable de la perfección y la genialidad.
El final de este relato es fantástico... no puedo explayarme sobre él (obviamente), no creo que sea para todos los gustos, pero es fantástico, está acorde a todo lo que hemos leído anteriormente, el autor nos ha llevado hacia ese punto desde el principio, y lo puedes ver venir en cierto momento, pero no es lo mismo verlo venir que leerlo. La salud mental, tema que sobrevuela a lo largo de todo este relato, fue una mala compañera de viaje de Akutagawa durante toda su vida, llevándole al suicidio con solo 35 años. Dice la sinopsis que este autor actualizaba narraciones antiguas para reflejar la
psicología contemporánea a su época; bueno, este relato se
publicó hace más de cien años, así que os invito a reflexionar si esa psicología
ha cambiado mucho o no con respecto a lo que denuncia el autor.
Ya sé que la literatura oriental no es plato de gusto por estos lares, pero os digo lo mismo que con la literatura rusa: quienes le tenéis un poco de repelús empezad por relatos, novelas cortas, historias breves... a sorbitos pequeños todo entra más suave, se digiere con más facilidad y es la mejor manera de ir cogiéndole el gusto. Además esta edición ilustrada es estupenda, las imágenes que evoca Marta Gómez-Pintado con respecto a las descripciones que se hacen del biombo son realmente buenas.
Ryūnosuke Akutagawa (Tokio, 1892-1927) Escritor japonés de corta pero
notable trayectoria. Es uno de los autores más problemáticos,
inquietantes, versátiles y discutidos del siglo xx, bien conocido no
solo en Japón, sino también en Occidente, en donde tempranamente muchas
de sus obras fueron traducidas y presentadas al público. Escribió más de
cien relatos, además de ensayos críticos, crónicas de viajes y páginas
de prensa, obras indispensables para reconstruir su compleja
personalidad, como hombre y como escritor.
Hola guapísima, a mí la literatura oriental sí me gusta. De hecho, ya sabes, que hace poco estuve leyendo junto con Anabel Samani y Margari, En el bosque, entre los cerezos en flor. Y macabro era... así que me estoy imaginando este relato en ese estilo...
ResponderEliminarMe lo apunto porque me has llamado la atención.
Un besazo
Hola, a mí también me gusta la literatura oriental, sobre todo la china y la japonesa, pero tengo que decir que este autor no me suena de nada, igual vi la película, porque de Akira Kurosawa he visto varias. Me lo llevo apuntado. Besos
ResponderEliminarAcabo de leer "En el bosque, bajo los cerezos en flor", de Sakaguchi, y me ha encantado. Suelo disfrutar muchísimo de los relatos japoneses, y todo lo que has contado me ha tentado jejeje En la lista jajajaja
ResponderEliminarUn beso.
Pues tiene muy pero que muy buena pinta. Tomo buena nota.
ResponderEliminarBesotes!!!
Tenía este título anotado desde que me enteré que lo iba a sacar Nórdica; además de que la edición me parece toda una chulada, su contenido me pareció muy atrayente (como la mayoría de las cosas que saca esta editorial, también he de decir). La literatura asiática ha entrado en mis lecturas no hace mucho, pero poco a poco voy sumando títulos, y aunque me resulta algo desconcertante a veces, la estoy disfrutando por lo general. Tu reseña me ha animado con este libro ;)
ResponderEliminarUn abrazo.
De este autor tengo apuntada alguna que otra antología de folklore japonés, relatos fantásticos y de terror. El título de este relato me suena muchísimo. Y ya Rashomon ni digamos, posiblemente su obra más célebre.
ResponderEliminarUn beso ;)
Tampoco tenía ni idea que la película se inspiraba en unos relatos. Por cierto, revisa el primer párrafo ;)
ResponderEliminar" y cando me entero de estas cosas siempre pienso que es algo que debería saber desde hace siglos,,, que debería saber quién es Ryūnosuke Akutagawa desde hace siglos."