Título original: 本陣殺人事件 (Honjin satsujin jiken)
Autor: Seishi Yokomizo
Editorial: Quaterni
Traducción: Kazumi Hasewaga
Páginas: 320
Fecha publicación original: 1946
Fecha esta edición: septiembre 2017
Fecha esta edición: septiembre 2017
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 19,90 euros Imágenes de cubierta: Shutterstock / Pixabay
Una pareja de recién casados se retira en su noche de bodas a la casa de
invitados de la mansión Ichiyanagi, un honjin o posada para viajeros de
clase alta. En la oscuridad de la noche, unos gritos horribles rompen
el silencio y los novios aparecen asesinados. La casa está rodeada de un
manto de nieve intacta, por lo que el asesinato parece imposible: ¿se
trata del crimen perfecto o de un misterio sobrenatural? A su llegada a
la mansión, el detective Kosuke Kindaichi encuentra únicamente dos
pistas: el koto de la familia y un biombo dorado con la huella
ensangrentada de una mano con solo tres dedos. Este intrincado caso
supone el debut en la ficción de Kosuke Kindaichi, el detective favorito
de los japoneses.
En El asesinato del koto encantado, ¿Por qué rechinó
la polea en el pozo? y El caso del gato negro, este excéntrico
investigador se enfrentará a tres complejos asesinatos en los que
demostrará todo su instinto y sagacidad.
Este libro junto a Gokumon-Tō.
La isla de las puertas del infierno (también en esta colección) han sido
elegidos por los lectores nipones entre las diez mejores novelas de
misterio de todos los tiempos.
Hará cosa de cuatro años, la editorial Quaterni comenzó a publicar la serie protagonizada por el detective privado Kosuke Kindaichi y escrita por Seishi Yokomizo allá por los años 40. Le tengo echado el ojo a estos libros casi desde entonces, pero por una cosa u otra lo he ido dejando hasta este verano, en el que he comenzado con ellos. Ahora me arrepiento de haber tardado tanto, pero supongo que se encuentra el momento para los libros cuando toca, sin más.
Este volumen está compuesto por tres historias que, sobre todo la primera y la que da título al libro, es más una novela corta que un relato. Aunque aquí aparecen juntos en un solo volumen yo diría que el segundo y el tercer relato fueron publicados varios años después del primero, porque mencionan en varias ocasiones el caso de Gokumon-to, que Yokomizo publicó al menos un año después de Asesinato en el Honjin (y que también está publicado por Quaterni... de hecho lo publicaron antes que este aunque el orden original fuera inverso). Cada relato viene antecedido tanto por un listado de personajes como por un mapa de la escena del crimen que se agradece mucho (sobre todo en la primera historia, que es más complicada de situar por los muchos elementos que intervienen).
El primero, que da título al libro, Asesinato en el Honjin, trata sobre el asesinato durante su noche de bodas de Kenzo y Katsuko, una pareja de recién casados. Ambos dormían en la casa de invitados de la mansión de la que era señor el novio, situada en una localidad de la prefectura de Okayama, y dadas las características del crimen y la situación en la que encuentran los cadáveres, enseguida sabemos que estamos ante el clásico asesinato en una habitación cerrada. Antes de la boda aparece un extraño en el lugar que tiene una enorme cicatriz en la cara y solo tres dedos en su mano derecha, y obviamente se convierte en el principal sospechoso, pero el tío de la novia no las tiene todas consigo y pide ayuda a su pupilo y protegido, Kosuke Kindaichi, joven detective que hace por tanto su primera aparición literaria en esta historia.
El segundo, El caso del Gato Negro, nos lleva a uno de los barrios considerados tolerantes (aka barrios donde se permitía la prostitución) de la periferia del centro de Tokio. El Gato Negro del título es un bar, y en su patio aparece enterrado el cadáver desnudo de una mujer con la cara destrozada. Junto a su tumba aparece otra, y en ella el gato negro degollado de los anteriores dueños. Si en Asesinato en el Honjin se nos plantea el clásico asesinato en una habitación cerrada a cal y canto, en este nos adentramos en otro de los recursos famosos de la época en cuanto a novelas de misterio: el desafío de un muerto sin cara y, por tanto, no identificable... que acaba transformándose, o derivando, en otro desafío distinto. Kosuke Kindaichi acaba involucrado en el caso otra vez de manera circunstancial al tener amistad con una de las personas interrogadas durante la investigación.
El tercer y último relato, ¿Por qué rechinó la polea del pozo?, nos traslada al distrito K en el año 1946, y tras ponernos en antecedentes sobre el enfrentamiento entre tres clanes de la zona (Honiden, Akizuki y Ono), pasa a una narración epistolar en la que la hija pequeña del clan Honiden, Tsuruyo, le cuenta a su hermano Shinkichi (que está internado en un sanatorio enfermo de tuberculosis) todo lo que ocurre día a día en su casa, una rutina que se rompe cuando el hermano mayor, Daisuke, vuelve a casa de la guerra ciego y sin parecer ni comportarse como lo hacía antes de partir. El terror y el miedo empieza a adueñarse de todos los miembros de la familia, porque todos sospechan lo mismo aunque no lo digan en voz alta... ¿ese hombre es realmente Daisuke? Kosuke Kindaichi no pinta aquí realmente nada salvo ser el que pone en manos del narrador/autor las cartas de Tsuruyo para que pueda contar lo que ocurrió en esta familia y como llegó el asesinato a sus vidas. Todo, tanto los sucesos como la resolución, está contado en esas cartas, y por tanto no hay investigación por parte del detective privado.
Kosuke Kindaichi es un personaje peculiar, diferente en buena medida a muchos de los detectives privados occidentales que estamos acostumbrados a leer. De treinta y tantos años, y muy descuidado en su aspecto, ofrece una apariencia algo ridícula y extravagante para quienes no conocen su capacidad intelectual y deductiva. Pelo alborotado (que él constamente alborota más si cabe con su mano a modo de tic), una sempiterna sonrisa en la boca y en la mirada, y una tartamudez que se acentúa en periodos de nerviosismo durante las investigaciones (y además le sienta muy mal que esa tartamudez se pegue a quienes están hablando con él). Aunque ya está de vuelta asentado en Japón, su formación académica se llevó a cabo en Estados Unidos, y por tanto ofrece un perfil bastante cosmopolita y abierto de mente. Kosuke es uno de los detectives más famosos de Japón, y no me extraña. Tiene carisma y cierto misterio que hacen una extraña combinación con el buen humor del que suele hacer gala la mayor parte del tiempo. Me ha encantado conocerle, ya soy muy fan xD.
Dejando aparte al personaje, debo hablar también del tipo de narración que escoge Seishi Yokomizo en estos relatos (e imagino que en toda la obra dedicada a este personaje). El autor, con su propia voz, es el que nos narra los casos siempre hablando de ellos como si fueran casos reales de los que ha tenido conocimiento; digamos que (supuestamente) él los noveliza gracias a los documentos oficiales (y no oficiales) que han llegado a su poder y que le permiten reconstruir la cronología de los hechos. Todo esto lo hace (y aquí es donde viene algo que quiero recalcar porque no lo esperaba antes de comenzar la lectura y me ha encantado) con un carácter metaliterario muy acusado, pues también da consistencia real al mismo detective Kosuke Kindaichi: habla de él como si fuera una persona de carne y hueso real y famosa en su época, de tal modo que incluso en el segundo relato ambos se conocen en persona (autor y personaje); esta amistad tiene como resultado que el autor Yokomizo se convierta en biógrafo oficial del detective Kindaichi, y de ese "supuesto acuerdo" es de donde se derivan estas historias en las que se nos narran sus andanzas (me explico mal, muy mal, pero vosotros sois muy listos y seguro que me entendéis xD).
Eso por un lado. Por el otro, Yokomizo hace alusiones constantes a otros maestros de la literatura policíaca, ya fuesen occidentales o compatriotas suyos, pero va un paso más allá. En un momento dado, durante una conversación entre el autor/narrador y su personaje/amigo en el prólogo del segundo caso, El caso del Gato Negro, Yokomizo ilustra al lector sobre los tres principales recursos que se empleaban en las novelas policíacas y de misterio de la época (la habitación cerrada, el impostor y el muerto sin rostro, de los que son buen ejemplo los relatos contenidos en este preciso volumen, tal y como explico arriba). Leer a un autor de clásico policíaco disertando sobre la propia literatura que escribe es una auténtica gozada para los que amamos el género y nos adentramos en él a la mínima oportunidad que se nos presenta, porque es una ventana abierta al modo en que los propios autores veían el género que trabajaban en una edad dorada en la que este se estaba asentando, madurando y creciendo a base de forzar los límites narrativos, el uso de los recursos y las tramas y la capacidad de desafiar constantemente la habilidad deductiva del lector.
Sé que la literatura oriental en general, y japonesa en particular, no es del gusto de todo el mundo, pero creo que aquellos que disfruten de los clásicos de detectives deberían darle una oportunidad porque estoy casi segura de que no se arrepentirán. Quizás yo no soy objetiva porque peco de lo contrario (me gusta mucho la literatura japonesa), pero no puedo más que recomendar a Seishi Yokomizo y, aunque confieso que me queda mucho por descubrir, lo que he leído hasta ahora en cuanto a clásicos policíacos japoneses lo he disfrutado muchísimo. Además, Yokomizo aporta un toque de originalidad a su narración y a la forma en que plantea los casos que no esperaba y que ha sido un brillante añadido al conjunto. Espero poder hacerme pronto con los libros que acompañan a este y seguir disfrutando con su lectura.
Este volumen está compuesto por tres historias que, sobre todo la primera y la que da título al libro, es más una novela corta que un relato. Aunque aquí aparecen juntos en un solo volumen yo diría que el segundo y el tercer relato fueron publicados varios años después del primero, porque mencionan en varias ocasiones el caso de Gokumon-to, que Yokomizo publicó al menos un año después de Asesinato en el Honjin (y que también está publicado por Quaterni... de hecho lo publicaron antes que este aunque el orden original fuera inverso). Cada relato viene antecedido tanto por un listado de personajes como por un mapa de la escena del crimen que se agradece mucho (sobre todo en la primera historia, que es más complicada de situar por los muchos elementos que intervienen).
El primero, que da título al libro, Asesinato en el Honjin, trata sobre el asesinato durante su noche de bodas de Kenzo y Katsuko, una pareja de recién casados. Ambos dormían en la casa de invitados de la mansión de la que era señor el novio, situada en una localidad de la prefectura de Okayama, y dadas las características del crimen y la situación en la que encuentran los cadáveres, enseguida sabemos que estamos ante el clásico asesinato en una habitación cerrada. Antes de la boda aparece un extraño en el lugar que tiene una enorme cicatriz en la cara y solo tres dedos en su mano derecha, y obviamente se convierte en el principal sospechoso, pero el tío de la novia no las tiene todas consigo y pide ayuda a su pupilo y protegido, Kosuke Kindaichi, joven detective que hace por tanto su primera aparición literaria en esta historia.
El segundo, El caso del Gato Negro, nos lleva a uno de los barrios considerados tolerantes (aka barrios donde se permitía la prostitución) de la periferia del centro de Tokio. El Gato Negro del título es un bar, y en su patio aparece enterrado el cadáver desnudo de una mujer con la cara destrozada. Junto a su tumba aparece otra, y en ella el gato negro degollado de los anteriores dueños. Si en Asesinato en el Honjin se nos plantea el clásico asesinato en una habitación cerrada a cal y canto, en este nos adentramos en otro de los recursos famosos de la época en cuanto a novelas de misterio: el desafío de un muerto sin cara y, por tanto, no identificable... que acaba transformándose, o derivando, en otro desafío distinto. Kosuke Kindaichi acaba involucrado en el caso otra vez de manera circunstancial al tener amistad con una de las personas interrogadas durante la investigación.
El tercer y último relato, ¿Por qué rechinó la polea del pozo?, nos traslada al distrito K en el año 1946, y tras ponernos en antecedentes sobre el enfrentamiento entre tres clanes de la zona (Honiden, Akizuki y Ono), pasa a una narración epistolar en la que la hija pequeña del clan Honiden, Tsuruyo, le cuenta a su hermano Shinkichi (que está internado en un sanatorio enfermo de tuberculosis) todo lo que ocurre día a día en su casa, una rutina que se rompe cuando el hermano mayor, Daisuke, vuelve a casa de la guerra ciego y sin parecer ni comportarse como lo hacía antes de partir. El terror y el miedo empieza a adueñarse de todos los miembros de la familia, porque todos sospechan lo mismo aunque no lo digan en voz alta... ¿ese hombre es realmente Daisuke? Kosuke Kindaichi no pinta aquí realmente nada salvo ser el que pone en manos del narrador/autor las cartas de Tsuruyo para que pueda contar lo que ocurrió en esta familia y como llegó el asesinato a sus vidas. Todo, tanto los sucesos como la resolución, está contado en esas cartas, y por tanto no hay investigación por parte del detective privado.
Kosuke Kindaichi es un personaje peculiar, diferente en buena medida a muchos de los detectives privados occidentales que estamos acostumbrados a leer. De treinta y tantos años, y muy descuidado en su aspecto, ofrece una apariencia algo ridícula y extravagante para quienes no conocen su capacidad intelectual y deductiva. Pelo alborotado (que él constamente alborota más si cabe con su mano a modo de tic), una sempiterna sonrisa en la boca y en la mirada, y una tartamudez que se acentúa en periodos de nerviosismo durante las investigaciones (y además le sienta muy mal que esa tartamudez se pegue a quienes están hablando con él). Aunque ya está de vuelta asentado en Japón, su formación académica se llevó a cabo en Estados Unidos, y por tanto ofrece un perfil bastante cosmopolita y abierto de mente. Kosuke es uno de los detectives más famosos de Japón, y no me extraña. Tiene carisma y cierto misterio que hacen una extraña combinación con el buen humor del que suele hacer gala la mayor parte del tiempo. Me ha encantado conocerle, ya soy muy fan xD.
Dejando aparte al personaje, debo hablar también del tipo de narración que escoge Seishi Yokomizo en estos relatos (e imagino que en toda la obra dedicada a este personaje). El autor, con su propia voz, es el que nos narra los casos siempre hablando de ellos como si fueran casos reales de los que ha tenido conocimiento; digamos que (supuestamente) él los noveliza gracias a los documentos oficiales (y no oficiales) que han llegado a su poder y que le permiten reconstruir la cronología de los hechos. Todo esto lo hace (y aquí es donde viene algo que quiero recalcar porque no lo esperaba antes de comenzar la lectura y me ha encantado) con un carácter metaliterario muy acusado, pues también da consistencia real al mismo detective Kosuke Kindaichi: habla de él como si fuera una persona de carne y hueso real y famosa en su época, de tal modo que incluso en el segundo relato ambos se conocen en persona (autor y personaje); esta amistad tiene como resultado que el autor Yokomizo se convierta en biógrafo oficial del detective Kindaichi, y de ese "supuesto acuerdo" es de donde se derivan estas historias en las que se nos narran sus andanzas (me explico mal, muy mal, pero vosotros sois muy listos y seguro que me entendéis xD).
Eso por un lado. Por el otro, Yokomizo hace alusiones constantes a otros maestros de la literatura policíaca, ya fuesen occidentales o compatriotas suyos, pero va un paso más allá. En un momento dado, durante una conversación entre el autor/narrador y su personaje/amigo en el prólogo del segundo caso, El caso del Gato Negro, Yokomizo ilustra al lector sobre los tres principales recursos que se empleaban en las novelas policíacas y de misterio de la época (la habitación cerrada, el impostor y el muerto sin rostro, de los que son buen ejemplo los relatos contenidos en este preciso volumen, tal y como explico arriba). Leer a un autor de clásico policíaco disertando sobre la propia literatura que escribe es una auténtica gozada para los que amamos el género y nos adentramos en él a la mínima oportunidad que se nos presenta, porque es una ventana abierta al modo en que los propios autores veían el género que trabajaban en una edad dorada en la que este se estaba asentando, madurando y creciendo a base de forzar los límites narrativos, el uso de los recursos y las tramas y la capacidad de desafiar constantemente la habilidad deductiva del lector.
Sé que la literatura oriental en general, y japonesa en particular, no es del gusto de todo el mundo, pero creo que aquellos que disfruten de los clásicos de detectives deberían darle una oportunidad porque estoy casi segura de que no se arrepentirán. Quizás yo no soy objetiva porque peco de lo contrario (me gusta mucho la literatura japonesa), pero no puedo más que recomendar a Seishi Yokomizo y, aunque confieso que me queda mucho por descubrir, lo que he leído hasta ahora en cuanto a clásicos policíacos japoneses lo he disfrutado muchísimo. Además, Yokomizo aporta un toque de originalidad a su narración y a la forma en que plantea los casos que no esperaba y que ha sido un brillante añadido al conjunto. Espero poder hacerme pronto con los libros que acompañan a este y seguir disfrutando con su lectura.
Seishi Yokomizo (1902-1981) fue un famoso escritor de novelas detectivescas y de misterio que vivió uno de los periodos más interesantes de Japón (la época
antes a la II.G.M. y la posterior). De niño era lector de novelas de misterio. Siendo todavía muy joven, con veinte años, publicó su primera obra en la revista “Shin Seinen”. Siempre tuvo claro que su género literario era el policiaco, su primera novela fue Onibi. Durante
la Segunda Guerra Mundial tuvo grandes dificultades para continuar su
labor de escritor por las condiciones de tal coyuntura. El éxito vendría después de la guerra, cuando publicó sus obras en la revista Kōdansha, publicación que sigue funcionando en la actualidad.
Estudió farmacia en la Universidad de Osaka pensando dedicarse al negocio familiar pero otro escritor, Edogawa Ranpo, le animó a que siguiera escribiendo. También trabajó en un banco. Estuvo enfermo de tuberculosis,
de hecho su primera novela la escribió estando casi tuberculoso
(durante su convalecencia en las montañas de Nagano). Su tumba se
encuentra en el cementerio Seishun-en de Kawasaki (Kanagawa).
El premio Yokomizo Seishi, como su nombre indica, es un galardón en honor de tan señero escritor y está dotado con un importe de diez mil yenes, se concede a la mejor novela de misterio.
Muchas de sus obras se han llevado al cine. Se le considera el escritor
de novelas de misterio más famoso de Japón. El estreno en el cine de
“El clan Inugami” en 2006 fue uno de los más exitosos que se recuerdan.
A pesar de la recomendación yo en esta ocasión me resisto, los relatos me cuestan y, aunque alguno sea más novela corta que otra cosa, lo dejo pasar.
ResponderEliminarBesos.
NO he leído mucho novela japonesa y menos de misterio, pero me gusta lo que cuentas y ya sabes que a mí los misterios de estilo clásico me encantan. Le daré una oportunidad a este detective japonés.
ResponderEliminarBesos
Buenos días,
ResponderEliminarcuando digo que es arriesgado pasar por aquí es en serio: no conocía la novela y a pesar de que los relatos no son mi género preferido la literatura japonesa siempre suele gustarme así que me lo llevo apuntado...¡vais a hacer que me arruine! :P
Un beso
Hola! Me quedo con tu recomendación porque aunque no he leído mucha literatura japonesa, la que he leído me ha gustado y guardo siempre cierta inclinación por el país nipón. Así que más adelante seguro que acaba cayendo.
ResponderEliminarBesitos
Hola guapa, pues fíjate que tengo en casa el de Gokumon-to porque lo recomendó muchísimo Anabel Samani, cuando tenía el blog de Un libro junto al fuego. Lo tengo desde hace un año o más, porque lo compré en la feria del libro del 2018. ¡¡Madre mía!!! asi que cogiendo una frase tuya, "lo tengo en mis estanterías". Tengo ganas de ponerme con él... Pero es que los libros en papel, que son los que leo en casa, me duran más porque tengo menos tiempo... Ainnsss...
ResponderEliminarUn besazo
Hola, Inquilinas:
ResponderEliminarDe este autor y este detective he leído "El clan Inugami" y "Gokumon-To", ambos me gustaron (más el segundo) y te los recomendaría.
Este lo tengo en el punto de mira desde hace tiempo. Espero que caiga pronto.
Un beso.
Qué sorpresa ver este libro por aquí, porque lo tengo apuntado desde hace tiempo. Tengo "Gokumon-Tō" en la estantería, esperando ser leído, así que cómo me alegra saber que estos relatos se publicaron después, por eso de que hagan alusión a la anterior novela. Qué ganas le tengo a este autor.
ResponderEliminarUn beso ;)
Me gusta lo que cuentas. La novela oriental me atrae incluso en el género negro. Lo único que me gusta menos es lo cruentas que son las escenas del crimen. Me lo llevo.
ResponderEliminarBesos
El género no es lo mío pero luego leo tu opinión y quedo con curiosidad, quizá deba volver a darle una oportunidad al tema.
ResponderEliminarBesos =)
Esta vez no me tientas, relatos y literatura oriental es demasiado para mí.
ResponderEliminarBesos
Si es que teníais que ser vosotras las que traigáis este libro 😁 lo vi hace algún tiempo, ya lo quise pero por cosas del destino no me pude hacer con él y ahora lo veo aquí ¿Donde?, en Las Inquilinas, no podía ser de otra manera 🤗
ResponderEliminarBesitos 💋💋💋
Buenas noches, Inquilina (MH):
ResponderEliminarYo no he leído literatura japonesa,llevo tiempo queriendo ponerme con algo de origen japonés, pero no lo hago. Así soy, me da miedo ponerme con ella y que no me guste...un absurdo.
Lo que me atrae de lo que nos cuentas, es la postura del escritor, el tratamiento que hace de los casos como si fueran historias reales. Me gusta que los escritores impriman "vida" a sus historias. Y por supuesto, el género detectivesco me encanta, en todas sus formas.
Un beso grande, y muchas gracias por tanto y bueno!!
Pues yo te voy a hacer caso porque, aunque yo no soy de literatura oriental, -soy de ese grupo que mencionas jeje-, el hecho de que sean tres historias en un solo volumen me resulta más fácil de digerir. Y encima, con ese apellido (O nombre?), me viene perfecto para el reto! Jejeje. Besos
ResponderEliminarHe hecho muy tímidas incursiones en la literatura japonesa y siempre de la mano de Chidori Books, y lo poco que he leído (casi siempre clásicos japoneses) me ha gustado mucho por su delicadeza y su visión de una cultura tan distinta a la occidental. No conocía la editorial Qaterni, ni al autor que nos traes hoy, pero me ha gustado mucho este detective de aspecto desastroso, educado en USA, con sus tics y sus manías. Siempre agradezco un personaje excéntrico y los detectives tienen doble encanto, ¿verdad? La portada de la edición es preciosa y por lo que nos explicas de los relatos, me parece que es perfecta para Halloween. Besos.
ResponderEliminarAy, cuando me lo regalaron me encantaron la edición y el argumento del libro, pero se está quedando muy atrás en mis lecturas pendientes... Y no lo entiendo: novela negra, japonés, y ahora le añado metaliteratura, ¡tiene todos los ingredientes para que me guste! Gracias a tu reseña lo avanzaré varias posiciones, jeje... Aunque a lo mejor me hago también con Gokumon-to, para leer las historias por orden. ¡Qué ganas de conocer a Kindaichi! :)
ResponderEliminarHola, como en Septiembre estaba desaparecida no había visto esta entrada. Me encanta la literatura japonesa y los detectives clásicos así que no puedo resistirme a este autor, veré si lo encuentro. Besinos.
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