TESOROS EN EL DESVÁN #1 (by MH) ::: GILGI, UNA DE NOSOTRAS + EN EL PISO DE ABAJO

¡Hola a todos!

Pues venimos con nueva sección, una que llevamos tiempo dándole vueltas y que la mejor manera de darle salida es la más sencilla. Recomendando sin más.

¿Qué vamos a enseñaros en TESOROS EN EL DESVÁN? Digamos que el desván podría ser una metáfora de nuestra cabeza, y en esta sección queremos recomendaros libros que leímos antes de abrir el blog y de los que no podemos hacer una reseña exhaustiva ni detallada porque para eso habría que leerlos de nuevo, y no siempre podemos releer todo aquello que nos gustaría por falta de tiempo.

Son libros leídos hace tiempo pero que nos gustaron tanto que ahí siguen en nuestra memoria y nos da pena que no tengan su hueco por aquí. Así que será eso, una breve recomendación para que quien quiera tome nota, y si os animáis a leerlos y os gustan, pues todos los objetivos cumplidos.

No nos lo planteamos como algo fijo... unos meses serán dos entradas de este tipo, otros serán una... cuando nos acordemos de algo que queremos compartir. En mi caso, seguramente os adjunte siempre el primer párrafo del libro.

Hechas las presentaciones, estas son mis dos primeras recomendaciones en esta sección.

Título original: Gilgi - eine von uns

Autora: Irmgard Keun

Editorial: Minúscula

Traducción: Carles Andreu

Páginas: 216

Fecha de publicación original: 1931
Fecha esta edición: septiembre 2011

Encuadernación: rústica con solapas

Precio: 17,50 euros
Imagen de cubierta: @RetroAtelier

Publicada en 1931, esta primera novela de Irmgard Keun es el penetrante retrato de una mujer que intenta abrirse camino en una época marcada por el ritmo acelerado de la metrópolis y las turbulencias económicas y políticas. Un retrato de una sociedad y del despertar a la edad adulta y a la responsabilidad de una joven. 

Esta novela la recomendé para el reto Serendipia 2016 nada más abrir el blog, y es uno de esos libros que me he quedado con ganas de reseñar. A él y a su autora, Irmgard Keun. Esta que os traigo fue su primera novela, escrita a la tierna edad de 22 años. Un estilo contundente, directo, conciso. Las luces y las sombras del ser humano contadas como lo que son, verdades que hay que aceptar, asumir y abrazar. La editorial Minúscula fue la encargada de darnos a conocer a esta autora en castellano.

Gilgi es independiente, la que más, despegada de todo y de todos, quiere comerse el mundo, pero es el mundo el que se la come a ella. Una historia que narra lo que el amor puede hacer con la persona más descreída, la que más controlado cree que lo tiene todo, la que cree que nunca, jamás, va a enamorarse.

La obra de Keun fue perseguida por los nazis, ella tuvo que exiliarse, volvió para vivir en la clandestinidad, y sus novelas fueron sepultadas en el tiempo y olvidadas hasta que los propios alemanes las recuperaron a finales de los 80. No os dejéis llevar por la portada (me pasa siempre con las cubiertas de esta editorial; no me gustan, no creo que representen la historia que contienen). Su autora, su forma de escribir y su forma de ver la vida y de contarla merecen mucho, mucho la pena. Era una escritora formidable, tenía mucho talento y era jovencísima cuando publicó casi toda su obra. Sinceramente creo que si le dais una oportunidad descubriréis una voz que tenía mucho que decir.

Sujeta con fuerza las riendas de su joven vida, la pequeña Gilgi. Se hace llamar Gilgi, aunque su verdadero nombre es Gisela. Un nombre con dos íes encaja con unas piernas delgadas, unas caderas estrechas e infantiles y esos sombreritos a la moda que se sostienen misteriosamente sobre su cabeza. Cuando cumpla los veinticinco se hará llamar Gisela. Pero para eso todavía falta algún tiempo. 

Título original: Below Stairs 
Autora: Margaret Powell

Editorial: Alba

Traducción: Elena Bernardo Gil

Páginas: 213

Fecha de publicación original: 1968
Fecha esta edición: abril 2013

Encuadernación: rústica con solapas

Precio: 19,50 euros
Imagen de cubierta: Doncella de la época eduardiana en su escritorio (Hulton Archive)

En el piso de abajo son las memorias de una mujer sedienta de educación que no comprende que, cuando pedía un libro de la biblioteca de sus señores, éstos la miraran incrédulos y espantados. Con el tiempo, aprendió por su cuenta y en 1968 publicó este libro, que ha sido la fuente reconocida de inspiración de series como Arriba y abajo y Downton Abbey, pero mucho más incisiva e intencionada que ellas.


Esta segunda recomendación rápida que os traigo va por otros derroteros. Una lectura sencilla y sin pretensiones, pero muy entretenida. Todos, o casi todos, conocemos series como Downton Abbey o Arriba y Abajo, y poca gente sabe que la fuente de inspiración de esas series (reconocida en el caso de Downton Abbey por el propio Julian Fellowes, su creador) fueron las memorias de esta mujer, Margaret Powell, una criada luchadora que aspiraba a mucho más que ser criada, que tenía una determinación en la vida (aprender a leer y escribir) y que lo consiguió sola (estas memorias escritas por ella dan buena muestra) a pesar de que en aquella época que una criada aprendiese esas cosas no solo estaba mal visto, sino que era impensable. Los criados no debían aprender a leer, no debían recibir educación, no eran nadie. Cuantos más conocimientos tuvieran, más conscientes serían de la injusticia de su situación. Y hasta podían dejar el servicio... ¡habráse visto!

Unas memorias autobiográficas conmovoderas, a ratos divertidas (no de reírse a carcajadas, entendedme, pero tienen encanto, gracia), con un punto de vista agudo sobre la diferencia de clases, sobre las tonterías que los dueños de la casa llegaban a exigir de los "de abajo", con una Margaret sin miedo a expresar sus ambiciones, sin morderse la lengua ante las injusticias y humillaciones que tenían que soportar sirviendo en las casas... y todo expresado con buen humor. Sin rencor, con ironía, sin callarse una. Y además es un fiel retrato de cómo cambió el servicio doméstico en un par de décadas, de cómo la aristocracia y la alta sociedad tuvieron que bajarse del pedestal y cómo los que trabajaban sin descanso para que ellos no movieran un dedo empezaron a ser considerados socialmente aceptables. En los años 40 ya no había tanta distancia en los escalones que separaban el "arriba y abajo" de una casa.

Nací en Hove en 1907. Yo era la segunda de siete hermanos. Lo primero que recuerdo es que había niños que parecían andar mejor de dinero de lo que andábamos en mi familia. No obstante, nuestros padres se preocupaban muchísimo por nosotros. Hay algo que recuerdo especialmente, y es que todos los domingos por la mañana mi padre nos traía una revista de historietas y una bolsa de golosinas. Las revistas de historietas valían medio penique cuando eran en blanco y negro, y un penique cuando estaban coloreadas. Cuando lo recuerdo ahora, me pregunto cómo se las arreglaría para comprarlas cuando estaba sin trabajo y en casa no entraba nada de dinero.