Título original: La galería de los susurros
Autora: Teresa Hernández
Editorial: Libros Mablaz
Páginas: 209
Fecha de publicación: marzo 2016
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 16,95 euros Ilustración de cubierta: Mari Carmen López
Existe un pasillo que no tiene principio ni fin en el que el pasado se confunde. Es un lugar inhóspito habitado por seres extraordinarios que ocultan leyendas; casi ninguna tiene trascendencia, pero todas forman parte de la historia, la que vivimos y la que se vivirá. Eso es La Galería de los Susurros...
El término "galería de los susurros" en arquitectura define a un edificio con capacidad de transportar un sonido leve a otras partes de su espacio. En esta novela se refiere a las voces que han pasado de generación en generación y que han permitido recomponer la historia de una saga familiar ubicada en las frías tierras sorianas desde el siglo XIX hasta la actualidad.
Se trata de un paseo por la historia que convierte en protagonistas a personas anónimas de cinco generaciones sucesivas.
Se trata de un paseo por la historia que convierte en protagonistas a personas anónimas de cinco generaciones sucesivas.
Este verano os di mi opinión sobre Las esquinas de mi cabeza, de la escritora Teresa Hernández, y hoy os traigo la reseña de otro de sus libros, La galería de los susurros, donde cambia por completo el estilo de la narración y se adentra en la historia de la saga de una familia que no es cualquier familia, sino la suya propia, y donde incluso ella misma es quien sirve de nexo de unión entre sus distintos antepasados a lo largo de las páginas.
La intención de Teresa Hernández es la de recuperar la memoria de su familia, esa memoria que le fue narrada en su mayor parte por su abuelo, Pedro. La autora no quería que se perdiese, sabía que si no la plasmaba por escrito serían palabras que morirían con ella, y decidió ponerlas negro sobre blanco. Y el fruto de ese trabajo es esta novela, una obra singular, arriesgada y muy personal, que se separa por completo de los estándares del mercado literario actual y que te va atrapando y envolviendo conforme pasan las páginas. Y lo aviso desde ya: a esta novela hay que darle la oportunidad. Si sientes que las primeras páginas, por el tipo de narración, te cuestan o crees que no te llevan a ninguna parte; si la estructura narrativa se te hace un poco cuesta arriba... dale tiempo. Pasa una página más. Llega... el momento en que la historia te atrapa, llega. Prometido.
Son cuatro las generaciones hacia las que retrocede la historia. El tatarabuelo Manuelejo, el bisabuelo Vicente, el abuelo Pedro y el padre de la autora, Pedrito. Hace mucho, mucho, mucho tiempo. Así comienza la historia del primero de ellos, Manuel, y conforme pasan los capítulos y vamos avanzando en el tiempo va desapareciendo un mucho de esos títulos hasta que no queda ninguno. Teresa es la quinta generación, la que no lleva título en los capítulos, la que enlaza entre ancestros y la que vive nuestro presente más cercano. La autora, desde su niñez hasta el momento más duro de su vida, como en una especie de diario donde nada se escapa a sus ojos y a sus pensamientos; la niña que quería ser detective privado y acabó siendo doctora en Ciencias Químicas; la que admiraba a Jane Eyre y acabó escribiendo sus propios libros; la niña con plantillas ortopédicas que acabó recorriendo medio mundo y dando muchos traspiés, esos que le han formado como persona.
Cuando nos vamos al pasado, en ningún momento se dicen fechas, pero la historia no las necesita. Se nombra de soslayo el tipo de gobierno de la época, o la situación militar y política, y con ello sabemos que el avaro y (para mí) odioso tatarabuelo Manuelejo, el que comienza la dinastía en esta historia, vivió en tiempos de la reina Isabel II, en la segunda mitad del siglo XIX; que su yerno Vicente vivió durante la restauración de finales de ese mismo siglo y luchó en la guerra de Cuba, de donde no se puede decir que volviese con el alma herida, sino que más bien a su vuelta carecía de ella; su hijo Pedro, bajo el reinado de Alfonso XIII, luchó durante el verano de 1921 en la batalla de Annual (en la Guerra de África), una masacre que hoy día apenas nadie conocemos ni hemos oído hablar sobre ella... este Pedro sí que volvió con el alma rota, y jamás fue capaz de recomponerla. Pedrito, el padre de Teresa, termina el recorrido por esta galería de los susurros; sus vivencias en un Madrid castizo inmerso primero en la Guerra Civil, y después en la posguerra, dan testimonio de la supervivencia de muchas mujeres que se quedaron solas y que hacían lo que tenían que hacer para sobrevivir, sin juicios ajenos ni melindres, o de las mañas y picardía de las que tenían que hacer gala en casa para llevarse algo a la boca, porque la hambruna, lejos de desaparecer con el fin de la contienda, se hizo más acuciante.
No es fácil definir este libro. Sí, estamos ante la historia de esta familia, pero que nadie espere una novela al uso, porque no lo es. De hecho, hacía mucho tiempo que no me enfrentaba a una lectura que fuese narración pura y dura. Los diálogos son casi inexistentes, y cuando aparecen en su mayor parte se reducen a una frase o dos, y cada muchas páginas. Teresa Hernández coge a cada uno de sus antepasados y los exprime, hilando un determinado suceso histórico con sus propias vidas y las personas que formaban parte de ellas, y no los suelta hasta que no cuenta todo lo que tiene que contar. Cada capítulo dedicado a uno de estos hombres ocupa entre 35 y 40 páginas ininterrumpidas, y gracias a ellas conoces a familias que vivían en la miseria absoluta en tierras hostiles, a hombres que abandonaron España para luchar por su país y volvieron rotos, familias que salían adelante como podían y les dejaban, mujeres que tenían que esconder su inteligencia para que sus maridos no las molieran a palos. Supervivencia pura y dura, seca y árida como las tierras que los vieron nacer, a lo largo de varias décadas de la historia de España que yo creo que nos resultan más ajenas de lo que queremos reconocer.
Dice al final la autora que la narración, en lo que respecta a sus antepasados, está compuesta de muchos retales verídicos entretejidos con sucesos ficticios para formar un todo narrativo (de hecho, totalmente inventado en algunos casos por falta de datos); que las partes que le corresponden a ella tienen muchos pedazos de verdad pero novelada, porque su vida no es tan interesante. Yo he palpado realismo, más allá de los límites que separan la verdad y la ficción, porque Teresa escribe muy bien, y lo cuenta todo muy bien. Te describe las cosas como si estuvieras allí en el pueblo con ellos, hace muchos, muchos años, y lo sientes todo como muy real.
Sin embargo, entre tanta crudeza y naturalismo, de repente te sorprenden ciertos toques de realismo mágico que no dejan de aparecer a lo largo de la narración de manera esporádica, pero persistente. La diosa Wicca acompaña a María, la mujer de Manuelejo, desde el principio de la historia, y protege a la familia bajo sus alas hasta la ultimísima página. La autora explica muchas cosas al final del libro, pero no esta. Y yo me he quedado con la intriga, porque es como un hilo de oro entre muchas cenizas grises cuya existencia no acabas de entender cómo encaja en un entorno que no se presta del todo a ello.
En definitiva, La galería de los susurros es un homenaje de Teresa Hernández a sus ancestros, la ilusión por hacerles protagonistas de estas páginas y que permanezcan en la memoria. Muchas cosas se ajustan a la realidad, otras forman parte de su inventiva como autora, pero lo importante es sacar del anonimato a personas que tuvieron una vida muy difícil y cuya única meta en el horizonte era la supervivencia día tras día. No es mi caso, pero imagino que aquellos lectores que también tengan testimonios de sus antepasados, quizás puedan entrever muchos lazos de unión con esta historia, sobre todo en la vida de una España rural mísera y despiadada no tan lejana.
No voy a decir que sea una lectura para todo el mundo, porque no lo es. No es de esos libros que se puedan recomendar alegremente, porque sería recomendar en vano, pero sí es de esos libros que, si se abren las páginas y se consigue conectar con la historia de estos personajes, se disfruta muchísimo. Y lo digo por experiencia propia: creo que es una historia que va de menos a más, que al principio cuesta entrar, pero cuando finalmente lo haces, que en mi caso fue cuando comenzó la historia del primer antepasado, y vas hilando unas cosas con otras, unos personajes con otros, ya no puedes soltarlo.
La intención de Teresa Hernández es la de recuperar la memoria de su familia, esa memoria que le fue narrada en su mayor parte por su abuelo, Pedro. La autora no quería que se perdiese, sabía que si no la plasmaba por escrito serían palabras que morirían con ella, y decidió ponerlas negro sobre blanco. Y el fruto de ese trabajo es esta novela, una obra singular, arriesgada y muy personal, que se separa por completo de los estándares del mercado literario actual y que te va atrapando y envolviendo conforme pasan las páginas. Y lo aviso desde ya: a esta novela hay que darle la oportunidad. Si sientes que las primeras páginas, por el tipo de narración, te cuestan o crees que no te llevan a ninguna parte; si la estructura narrativa se te hace un poco cuesta arriba... dale tiempo. Pasa una página más. Llega... el momento en que la historia te atrapa, llega. Prometido.
Son cuatro las generaciones hacia las que retrocede la historia. El tatarabuelo Manuelejo, el bisabuelo Vicente, el abuelo Pedro y el padre de la autora, Pedrito. Hace mucho, mucho, mucho tiempo. Así comienza la historia del primero de ellos, Manuel, y conforme pasan los capítulos y vamos avanzando en el tiempo va desapareciendo un mucho de esos títulos hasta que no queda ninguno. Teresa es la quinta generación, la que no lleva título en los capítulos, la que enlaza entre ancestros y la que vive nuestro presente más cercano. La autora, desde su niñez hasta el momento más duro de su vida, como en una especie de diario donde nada se escapa a sus ojos y a sus pensamientos; la niña que quería ser detective privado y acabó siendo doctora en Ciencias Químicas; la que admiraba a Jane Eyre y acabó escribiendo sus propios libros; la niña con plantillas ortopédicas que acabó recorriendo medio mundo y dando muchos traspiés, esos que le han formado como persona.
Cuando nos vamos al pasado, en ningún momento se dicen fechas, pero la historia no las necesita. Se nombra de soslayo el tipo de gobierno de la época, o la situación militar y política, y con ello sabemos que el avaro y (para mí) odioso tatarabuelo Manuelejo, el que comienza la dinastía en esta historia, vivió en tiempos de la reina Isabel II, en la segunda mitad del siglo XIX; que su yerno Vicente vivió durante la restauración de finales de ese mismo siglo y luchó en la guerra de Cuba, de donde no se puede decir que volviese con el alma herida, sino que más bien a su vuelta carecía de ella; su hijo Pedro, bajo el reinado de Alfonso XIII, luchó durante el verano de 1921 en la batalla de Annual (en la Guerra de África), una masacre que hoy día apenas nadie conocemos ni hemos oído hablar sobre ella... este Pedro sí que volvió con el alma rota, y jamás fue capaz de recomponerla. Pedrito, el padre de Teresa, termina el recorrido por esta galería de los susurros; sus vivencias en un Madrid castizo inmerso primero en la Guerra Civil, y después en la posguerra, dan testimonio de la supervivencia de muchas mujeres que se quedaron solas y que hacían lo que tenían que hacer para sobrevivir, sin juicios ajenos ni melindres, o de las mañas y picardía de las que tenían que hacer gala en casa para llevarse algo a la boca, porque la hambruna, lejos de desaparecer con el fin de la contienda, se hizo más acuciante.
No es fácil definir este libro. Sí, estamos ante la historia de esta familia, pero que nadie espere una novela al uso, porque no lo es. De hecho, hacía mucho tiempo que no me enfrentaba a una lectura que fuese narración pura y dura. Los diálogos son casi inexistentes, y cuando aparecen en su mayor parte se reducen a una frase o dos, y cada muchas páginas. Teresa Hernández coge a cada uno de sus antepasados y los exprime, hilando un determinado suceso histórico con sus propias vidas y las personas que formaban parte de ellas, y no los suelta hasta que no cuenta todo lo que tiene que contar. Cada capítulo dedicado a uno de estos hombres ocupa entre 35 y 40 páginas ininterrumpidas, y gracias a ellas conoces a familias que vivían en la miseria absoluta en tierras hostiles, a hombres que abandonaron España para luchar por su país y volvieron rotos, familias que salían adelante como podían y les dejaban, mujeres que tenían que esconder su inteligencia para que sus maridos no las molieran a palos. Supervivencia pura y dura, seca y árida como las tierras que los vieron nacer, a lo largo de varias décadas de la historia de España que yo creo que nos resultan más ajenas de lo que queremos reconocer.
Dice al final la autora que la narración, en lo que respecta a sus antepasados, está compuesta de muchos retales verídicos entretejidos con sucesos ficticios para formar un todo narrativo (de hecho, totalmente inventado en algunos casos por falta de datos); que las partes que le corresponden a ella tienen muchos pedazos de verdad pero novelada, porque su vida no es tan interesante. Yo he palpado realismo, más allá de los límites que separan la verdad y la ficción, porque Teresa escribe muy bien, y lo cuenta todo muy bien. Te describe las cosas como si estuvieras allí en el pueblo con ellos, hace muchos, muchos años, y lo sientes todo como muy real.
Sin embargo, entre tanta crudeza y naturalismo, de repente te sorprenden ciertos toques de realismo mágico que no dejan de aparecer a lo largo de la narración de manera esporádica, pero persistente. La diosa Wicca acompaña a María, la mujer de Manuelejo, desde el principio de la historia, y protege a la familia bajo sus alas hasta la ultimísima página. La autora explica muchas cosas al final del libro, pero no esta. Y yo me he quedado con la intriga, porque es como un hilo de oro entre muchas cenizas grises cuya existencia no acabas de entender cómo encaja en un entorno que no se presta del todo a ello.
En definitiva, La galería de los susurros es un homenaje de Teresa Hernández a sus ancestros, la ilusión por hacerles protagonistas de estas páginas y que permanezcan en la memoria. Muchas cosas se ajustan a la realidad, otras forman parte de su inventiva como autora, pero lo importante es sacar del anonimato a personas que tuvieron una vida muy difícil y cuya única meta en el horizonte era la supervivencia día tras día. No es mi caso, pero imagino que aquellos lectores que también tengan testimonios de sus antepasados, quizás puedan entrever muchos lazos de unión con esta historia, sobre todo en la vida de una España rural mísera y despiadada no tan lejana.
No voy a decir que sea una lectura para todo el mundo, porque no lo es. No es de esos libros que se puedan recomendar alegremente, porque sería recomendar en vano, pero sí es de esos libros que, si se abren las páginas y se consigue conectar con la historia de estos personajes, se disfruta muchísimo. Y lo digo por experiencia propia: creo que es una historia que va de menos a más, que al principio cuesta entrar, pero cuando finalmente lo haces, que en mi caso fue cuando comenzó la historia del primer antepasado, y vas hilando unas cosas con otras, unos personajes con otros, ya no puedes soltarlo.
Teresa Hernández es
doctora en Ciencias Químicas por la Universidad Complutense de Madrid,
trabaja en investigación y sus publicaciones se han situado de forma
prioritaria en el ámbito científico.
Comenzó a escribir cuentos desde muy joven, y ha sido galardonada en numerosas ocasiones en certámenes de relatos y microrrelatos, algunoa de especial relevancia por el elevado número de obras presentadas, como el I Concurso Internacional de Microrrelatos "Latin Heritage Foundation" o el I Concurso Mundial de Microrrelatos de la "Internacional Microcuentista".
Es autora, además, de ocho novelas, de las que dos de ellas han sido finalistas en premios literarios. Tiene publicados cuatro títulos que se enmarcan en géneros tan dispares como la comedia y el drama bajo diferentes sellos editoriales.
Las esquinas de mi cabeza es su quinto trabajo de larga extensión y obtuvo el accésit en el II Premio de Narrativa de la editorial Libros Mablaz. Con La galería de los susurros resultó ganadora del III premio de narrativa de la misma editorial.
Comenzó a escribir cuentos desde muy joven, y ha sido galardonada en numerosas ocasiones en certámenes de relatos y microrrelatos, algunoa de especial relevancia por el elevado número de obras presentadas, como el I Concurso Internacional de Microrrelatos "Latin Heritage Foundation" o el I Concurso Mundial de Microrrelatos de la "Internacional Microcuentista".
Es autora, además, de ocho novelas, de las que dos de ellas han sido finalistas en premios literarios. Tiene publicados cuatro títulos que se enmarcan en géneros tan dispares como la comedia y el drama bajo diferentes sellos editoriales.
Las esquinas de mi cabeza es su quinto trabajo de larga extensión y obtuvo el accésit en el II Premio de Narrativa de la editorial Libros Mablaz. Con La galería de los susurros resultó ganadora del III premio de narrativa de la misma editorial.
http://bhavnika.wixsite.com/thernandez
Una saga familiar real!! Pues a pesar de las dificultades que preveo en su lectura por lo que nos cuentas a mi me atrae muchísimo así es que me la llevo apuntadita.
ResponderEliminarBesos
Me dejas totalmente entregada con esta reseña. Esta novela es de las mías sin duda alguna.
ResponderEliminarBesos.
A pesar de tu recomendación, creo que esta vez la voy a dejar pasar... demasiado pendietne.
ResponderEliminarBesos
¡Qué reseña más apasionada y honesta! Me has dejado totalmente entregado a la lectura del libro. Me encantan las sagas familiares y las novelas difícilmente enmarcables en cualquier género, y que son arriesgadas y singulares; pura delicatessen literaria. Al carrito de la compra que va. Gracias por la recomendación.
ResponderEliminarTu reseña hace que sea imposible dejarla pasar, me la llevo pero ya para el próximo año. Besinos.
ResponderEliminarCreo que va a ser un libro de los que deje pasar. No tengo especial debilidad por las sagas familiares, no es algo que me llame especialmente aunque algunas se hayan convertido en mis lecturas favoritas como este año los Buendía pero no es algo que por sí solo me llame a leer.
ResponderEliminarMe da también que me iba a quedar con ganas de saber más de lo de la diosa a pesar de la explicación final.
Uno que no me voy a llevar.
Besos
Cómo envidio tener la posibilidad de retrotraerse tantos años atrás de tu propia familia...Eso de que sea una historia familiar ya me encanta, aunque sea lenta de leer y no tenga rapidez, pero si además le añades ese puntito de realismo mágico me encanta aún más.
ResponderEliminarRecuerdo una reseña en el blog de Francisco de esta misma novela, pero se me había olvidado completamente así que me ha venido genial tu reseña ;)
Besitos
Yo soy fan de la pluma de Teresa y admiradora de su persona, sus libros me cautivan... Estoy deseando leer el último.
ResponderEliminarQué reseña más elegante has hecho.
Besos 💋💋💋
Coincido plenamente con tus impresiones. Magnífica reseña. Para mí, La galería de los susurros fue una de mis mejores lecturas del año pasado. Quien quiera disfrutar con literatura de la buena, tiene en La galería de los susurros un magnífico título pese a que, como bien dices en tu reseña, no es una novela al uso. Besos.
ResponderEliminarMe atrae por un lado, que suelen gustarme las historias familiares y por lo que cuentas, creo que podría disfrutar con ésta. Pero al mismo tiempo tengo miedo de no conectar con esta historia... No sé, si se cruza la leo seguro, pero si no...
ResponderEliminarBesotes!!
No lo conocía pero no me importaría leerlo en absoluto. De hecho creo que lo disfrutaría.
ResponderEliminarSe agradece mucho esa advertencia inicial. Al principio los lectores somos muy piiiiiiiiiiiii y abandonamos las lecturas a la primera de cambio. A mí no me importaría leerlo y me parece maravilloso que la autora haya decidido dejar constancia de la historia de su familia. Besos
ResponderEliminarMira lo que más me ha atraído es esa crudeza y el realismo másgico, además de que sea saga familiar claro, que soy una enamorada de ellas. Viene bien saber lo de ese inicio
ResponderEliminarUn beso!
La voy a apuntar por si se cruza en mi camino porque pinta bien; muchas gracias por el aviso sobre el inicio, es verdad que a veces somos un poco impacientes con las lecturas.
ResponderEliminarUn beso
La sinopsis es brutal. Tiene muy buena pinta, ese trasfondo y fondo y superficie tan tan íntima. Me frena que no haya ningún diálogo, porque a estas alturas del año, no sé si le sacaría su jugo, pero ¿quién sabe? Quizá más adelante...
ResponderEliminarES muy interesante esta propuesta, chatas.
BEsotes.
Me gusta lo que cuentas, pero me frena en seco esa casi nula existencia de diálogos que le den agilidad y frescura a la trama, así que me lo pienso. Besos
ResponderEliminarA mi me dejas con las dudas pues hay aspectos que me han encandilado y otros que no me han convencido (como los toques de realismo mágicos y cierta dificultad que vislumbro en la lectura) por lo que le daré una vuelta a ver si llego a alguna conclusión
ResponderEliminarBesos
Pro lo que contáis, parece que esta novela combina la mayoría de géneros que no me gustan. Por una parte, las sagas familiares, no puedo, me aburren, no me gustan las biografías, además, es como cuatro historias y siempre hay una mejor que otras. Luego está la falta de diálogos, algo con lo que no puedo. Y encima dices que hay realismo mágico...Quita, quita. Pero me alegro de que te haya gustado.
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