Título original: Madame de Treymes
Autora: Edith Wharton
Editorial: Impedimenta
Traducción: Lale González-Cotta
Prefacio: Lale González-Cotta
Páginas: 124
Fecha de publicación original: 1907
Fecha esta edición: junio 2015
Fecha esta edición: junio 2015
Encuadernación: rústica con sobrecubierta
Precio: 16,95 eurosIlustración de cubierta: Portrait of a lady (1901, Frank W. Benson)
John Durham, un elegante caballero neoyorquino, regresa a París con la
intención de casarse con su amiga de la infancia, Fanny Frisbee, recién
separada del lujurioso marqués de Malrive. A pesar del amor que ambos se
profesan, madame de Malrive decide renunciar al prometedor matrimonio,
pues teme que la puritana familia de su marido se oponga a su divorcio y
que un posible escándalo perjudique el buen nombre de su hijo. Durham
decide recurrir a la cuñada de su enamorada, madame de Treymes, que
hasta ahora se había mostrado favorable a la unión. Pero las escalas de
valores de la enigmática dama parisina y del inocente americano son tan
diferentes que, a pesar de las buenas intenciones de ambos,
desencadenarán un trágico e inesperado final.
En esta excepcional nouvelle de aires jamesianos, Wharton
despliega toda su capacidad irónica para realizar, del modo más elegante
y sutil, una denuncia de dos universos que se repelen en igual medida
en que se atraen: el de la decadente y farisea alta sociedad francesa
frente al espontáneo pero a la vez fatuo mundo americano.
Edith Wharton es de esas autoras que poco a poco, hay que ir leyendo y conociendo toda su obra. A Wharton no hay que acercarse solamente por su excelentes tramas, por la complejidad de sus personajes o por el costumbrismo sobre el que asienta casi toda su bibliografía, sino porque, simple y llanamente, escribía maravillosamente bien. Leer a esta señora es un lujazo, y es una pena que siempre haya estado a la sombra de algunos de sus coetáneos. Y quien dice algunos, dice uno en concreto: Henry James. Ambos eran grandes amigos, coincidieron en una época de grandes cambios sociales que luego se vieron plasmados en sus obras, pero James, para disgusto de sus muchos detractores, siempre ha sido objeto de mayor gloria literaria.
¿Por qué saco a colación a James? Porque esta nouvelle me ha parecido jamesiana hasta la médula. Y no solo porque lo ponga en la sinopsis, obviamente, es que es verdad. Leyéndola me venía constantemente a la cabeza, por ejemplo, otra nouvelle de la última etapa de James, Julia Bride, que también trata sobre la reputación de las mujeres a principios del siglo XX, aunque desde otra perspectiva. Aun así, la cadencia pausada y descriptiva, la dicotomía americano-europea tan presente en la obra de Henry James, incluso el aire de la historia en sí misma, como digo, son totalmente jamesianos. Pero que no se me asusten los que huyen de la prosa de este autor: a diferencia de él, Edith Wharton no parece empeñada en ahuyentar a sus lectores, y su prosa, lejos de ser retorcida y enroscarse sobre sí misma (ejemplo de esto sería la propia Julia Bride), se lee con gusto y sin atragantamientos. Es más, se lee con fruición.
La historia nos traslada a París a principios del siglo XX, donde el neoyorquino John Durham se ha enamorado de una amiga de la infancia, Fanny Frisbee, con quien desea casarse. Pero Fanny, ahora madame de Malrive, se ha separado de su marido, y está en una especie de limbo. No puede volver a casarse si no se divorcia, y la familia de su esposo ni se plantea el divorcio porque no está bien visto socialmente... y aun en el supuesto caso de que se lo concediesen, Fanny perdería a su hijo, quien pasaria a vivir con el padre recibiendo una educación que ella no quiere, y ella misma se vería expuesta a un escándalo ante la burguesía parisina, de la que quedaría desterrada.
Todo pasa por convencer a su familia política (puritana, estricta, rígida... hipócrita) para que le conceda el divorcio permitiéndole además quedarse con la custodia de su hijo. Aquí es donde entra en acción madame de Treymes, cuñada de Fanny y aliada favorable a su causa... o no... o sí. O no. Menudo personaje la Treymes. Porque la misión de John es convertirla en su topo dentro de la familia, pero muy pronto nos daremos cuenta de que su inocencia, rectitud y honradez van a chocar de frente con la taimada y manipuladora mentalidad de una alta sociedad francesa que mira por encima del hombro a los americanos... y que los subestima.
Os parecerá que he contado mucho pero no. Tened en cuenta que es una nouvelle y que consta de unas cien páginas de longitud, por lo que nos metemos en materia muy pronto. Como siempre digo, me maravilla la facilidad que tienen algunos autores para contarte en apenas unos cuantos capítulos una historia que da para un libro con el doble o el triple de páginas. Sin fisuras, y con una trama completamente armada. Y además Wharton lo hace como solo ella sabe hacerlo, con descripciones precisas, intimistas y evocadoras, mucha ironía y retazos de sentido del humor, diálogos soberbios y unos personajes ambiguos concentrados a la máxima potencia en jugar su papel dentro de la historia para dejarte su esencia en la cabeza cuando cierras el libro.
Nos recuerda la traductora en su prefacio que Wharton está considerada la historiadora social más perspicaz de la literatura norteamericana (a lo que solo puedo decir amén), y a eso hay que añadir que el tema que trata en esta nouvelle, tan presente en buena parte de su obra, tiene tintes autobiográficos. Ella misma fue una mujer divorciada que tuvo que pasar por el penoso proceso de volver a sumergirse y ser aceptada en una sociedad burguesa rígida y estrecha de miras, lo que la convierte en una artista de primera fila que, a base de ironía y cortinas a medio abrir, pinta en Madame de Treymes un fresco realista sobre la situación de las mujeres divorciadas y con cierto estatus social a principios del siglo XX.
Pero es que además, tal y como le pasaba a James, amaba y odiaba a Europa a partes iguales, y esos encontronazos entre americanos y franceses, que se buscan para lo que les conviene y se rechazan para todo lo demás, son una constante en la historia. De hecho la base sobre la que levanta la trama es precisamente la percepción que madame de Treymes tiene sobre el carácter norteamericano, el cual pretende utilizar sin saber juzgarlo por ser tan distinto al suyo. No prevé las consecuencias ni las reacciones de quien tan alejado está de ella moralmente, y esto da lugar no solo al embrollo sobre el que gira la trama, sino a las mejores escenas del libro. Aun así, los americanos también se llevan su ración de crítica, no creáis. Wharton tenía para todos.
Las conversaciones entre el neoyorquino Durham y la sofisticada madame de Treymes son maravillosas. Son como duelos en los que a base de palabras y miradas escrutadoras como bisturíes, ella siempre sale ganando. Lees lo que dicen, e intentas adivinar lo que no porque sabes que también está ahí si rascas un poco. Nuestra susodicha madame esconde tantas capas que intentas ver a través de ellas en las palabras que no están escritas para saber a qué atenerte. Inmersa en su propio juego, astuta, se hace la dueña absoluta de la historia, aunque la autora de vez en cuando te recuerde que es de su cuñada, madame de Malrive, de quien tendrías que preocuparte. Pero te da igual. Treymes es quien maneja la trama y al resto de protagonistas y lo que quieres es que aparezca y haga de las suyas.
No quiero decir nada más, salvo que el final que esperéis no es el que encontraréis. Nada de resoluciones fáciles ni anticipatorias. Madame de Treymes y John Durham mantienen su pulso hasta la ultimísima página, y Wharton, como James, no era una autora de finales cómodos para sus personajes. Le gustaba llevarlos hasta las últimas consecuencias, y dejarlos ahí, al cerrar las páginas, rumiando sus faltas, llorando sus penas, lanzándose hacia un futuro incierto. Un final magnífico, intrigante y turbio.
Cómo me gusta esta autora.
¿Por qué saco a colación a James? Porque esta nouvelle me ha parecido jamesiana hasta la médula. Y no solo porque lo ponga en la sinopsis, obviamente, es que es verdad. Leyéndola me venía constantemente a la cabeza, por ejemplo, otra nouvelle de la última etapa de James, Julia Bride, que también trata sobre la reputación de las mujeres a principios del siglo XX, aunque desde otra perspectiva. Aun así, la cadencia pausada y descriptiva, la dicotomía americano-europea tan presente en la obra de Henry James, incluso el aire de la historia en sí misma, como digo, son totalmente jamesianos. Pero que no se me asusten los que huyen de la prosa de este autor: a diferencia de él, Edith Wharton no parece empeñada en ahuyentar a sus lectores, y su prosa, lejos de ser retorcida y enroscarse sobre sí misma (ejemplo de esto sería la propia Julia Bride), se lee con gusto y sin atragantamientos. Es más, se lee con fruición.
La historia nos traslada a París a principios del siglo XX, donde el neoyorquino John Durham se ha enamorado de una amiga de la infancia, Fanny Frisbee, con quien desea casarse. Pero Fanny, ahora madame de Malrive, se ha separado de su marido, y está en una especie de limbo. No puede volver a casarse si no se divorcia, y la familia de su esposo ni se plantea el divorcio porque no está bien visto socialmente... y aun en el supuesto caso de que se lo concediesen, Fanny perdería a su hijo, quien pasaria a vivir con el padre recibiendo una educación que ella no quiere, y ella misma se vería expuesta a un escándalo ante la burguesía parisina, de la que quedaría desterrada.
Todo pasa por convencer a su familia política (puritana, estricta, rígida... hipócrita) para que le conceda el divorcio permitiéndole además quedarse con la custodia de su hijo. Aquí es donde entra en acción madame de Treymes, cuñada de Fanny y aliada favorable a su causa... o no... o sí. O no. Menudo personaje la Treymes. Porque la misión de John es convertirla en su topo dentro de la familia, pero muy pronto nos daremos cuenta de que su inocencia, rectitud y honradez van a chocar de frente con la taimada y manipuladora mentalidad de una alta sociedad francesa que mira por encima del hombro a los americanos... y que los subestima.
Os parecerá que he contado mucho pero no. Tened en cuenta que es una nouvelle y que consta de unas cien páginas de longitud, por lo que nos metemos en materia muy pronto. Como siempre digo, me maravilla la facilidad que tienen algunos autores para contarte en apenas unos cuantos capítulos una historia que da para un libro con el doble o el triple de páginas. Sin fisuras, y con una trama completamente armada. Y además Wharton lo hace como solo ella sabe hacerlo, con descripciones precisas, intimistas y evocadoras, mucha ironía y retazos de sentido del humor, diálogos soberbios y unos personajes ambiguos concentrados a la máxima potencia en jugar su papel dentro de la historia para dejarte su esencia en la cabeza cuando cierras el libro.
Nos recuerda la traductora en su prefacio que Wharton está considerada la historiadora social más perspicaz de la literatura norteamericana (a lo que solo puedo decir amén), y a eso hay que añadir que el tema que trata en esta nouvelle, tan presente en buena parte de su obra, tiene tintes autobiográficos. Ella misma fue una mujer divorciada que tuvo que pasar por el penoso proceso de volver a sumergirse y ser aceptada en una sociedad burguesa rígida y estrecha de miras, lo que la convierte en una artista de primera fila que, a base de ironía y cortinas a medio abrir, pinta en Madame de Treymes un fresco realista sobre la situación de las mujeres divorciadas y con cierto estatus social a principios del siglo XX.
Pero es que además, tal y como le pasaba a James, amaba y odiaba a Europa a partes iguales, y esos encontronazos entre americanos y franceses, que se buscan para lo que les conviene y se rechazan para todo lo demás, son una constante en la historia. De hecho la base sobre la que levanta la trama es precisamente la percepción que madame de Treymes tiene sobre el carácter norteamericano, el cual pretende utilizar sin saber juzgarlo por ser tan distinto al suyo. No prevé las consecuencias ni las reacciones de quien tan alejado está de ella moralmente, y esto da lugar no solo al embrollo sobre el que gira la trama, sino a las mejores escenas del libro. Aun así, los americanos también se llevan su ración de crítica, no creáis. Wharton tenía para todos.
Las conversaciones entre el neoyorquino Durham y la sofisticada madame de Treymes son maravillosas. Son como duelos en los que a base de palabras y miradas escrutadoras como bisturíes, ella siempre sale ganando. Lees lo que dicen, e intentas adivinar lo que no porque sabes que también está ahí si rascas un poco. Nuestra susodicha madame esconde tantas capas que intentas ver a través de ellas en las palabras que no están escritas para saber a qué atenerte. Inmersa en su propio juego, astuta, se hace la dueña absoluta de la historia, aunque la autora de vez en cuando te recuerde que es de su cuñada, madame de Malrive, de quien tendrías que preocuparte. Pero te da igual. Treymes es quien maneja la trama y al resto de protagonistas y lo que quieres es que aparezca y haga de las suyas.
No quiero decir nada más, salvo que el final que esperéis no es el que encontraréis. Nada de resoluciones fáciles ni anticipatorias. Madame de Treymes y John Durham mantienen su pulso hasta la ultimísima página, y Wharton, como James, no era una autora de finales cómodos para sus personajes. Le gustaba llevarlos hasta las últimas consecuencias, y dejarlos ahí, al cerrar las páginas, rumiando sus faltas, llorando sus penas, lanzándose hacia un futuro incierto. Un final magnífico, intrigante y turbio.
Cómo me gusta esta autora.
Edith
Wharton nació en Nueva York en 1862. Su nombre de soltera era Edith
Newbold Jones. Su familia era de clase alta, comparable a la
aristocracia europea, y consecuentemente recibió una esmerada educación
privada.
Antes de cumplir los cinco años viajó por primera
vez con sus padres a Europa. En 1885, cuando tenía veintitrés años,
Edith se casó con Edgard (Teddy) Robbins Wharton, doce años mayor que
ella. Se divorciaron en 1913 a causa de las repetidas y públicas
infidelidades de su marido, que afectaron mental y físicamente a la
escritora y que motivaron que tuviera que ser ingresada en una casa de
reposo.
Su primera novela, El valle de la decisión, se publicó en 1902: un romance histórico que transcurre en la Italia del siglo XVIII. El año siguiente publicaría Santuario, y en 1905 vería la luz su primera gran novela, La casa de la alegría. En 1907 se estableció definitivamente en Francia, donde se convirtió en discípula y amiga de Henry James. De esta época destaca su novela corta Ethan Frome, una trágica historia de amor entre personas corrientes ambientada en Nueva Inglaterra, que se publicó en 1911. Su obra más conocida es La edad de la inocencia, publicada en 1920 y ganadora del premio Pulitzer en 1921.
Su primera novela, El valle de la decisión, se publicó en 1902: un romance histórico que transcurre en la Italia del siglo XVIII. El año siguiente publicaría Santuario, y en 1905 vería la luz su primera gran novela, La casa de la alegría. En 1907 se estableció definitivamente en Francia, donde se convirtió en discípula y amiga de Henry James. De esta época destaca su novela corta Ethan Frome, una trágica historia de amor entre personas corrientes ambientada en Nueva Inglaterra, que se publicó en 1911. Su obra más conocida es La edad de la inocencia, publicada en 1920 y ganadora del premio Pulitzer en 1921.
Edith Wharton está considerada la más genial novelista americana de su generación, admirada por intelectuales de la talla de Henry James, Francis Scott Fitzgerald, Jean Cocteau y Ernest Hemingway. Falleció el 11 de agosto de 1937 en la localidad de Sain-Brice-sous-Forêt, cerca de París. Está enterrada en el Cementerio de Gonards en Versalles.
¡Hola!
ResponderEliminarqué bien que se me haya ocurrido pasar, porque, aunque conozco a Henry James, no había oído hablar de esta autora. Además me ha gustado que comentaras que eran amigos, el saber que los autores se conocían entre sí siempre me ha parecido interesante.
Me llevo apuntada la autora, para mirar de entre sus libros cuál me gusta más :D
Un saludo ;)
Yes We Can Read Together
Tengo esta novela en la estantería hace tiempo. Con Impedimente y d'Ëpoca me suele pasar que me compro sus libros porque me encapricho de sus ediciones y luego ahí se quedan. Al menos tu reseña me ha recordado su presencia, a ver si me animo.
ResponderEliminarBesos
La tengo en casa esperando a poder hacerle un hueco a esta novela de la autora que me encandiló, en su momento, con La edad de la inocencia. Besos
ResponderEliminar¡Qué ganas me han entrado de leer esta novela después de leerte! Además es cortita y parece que pasan muchas cosas, así que puede ser una lectura de lo más satisfactoria.
ResponderEliminar¡Besos y gracias por descubrírmela!
Hola!
ResponderEliminarNo he leído nada de la autora aunque tengo en casa Ethan Frome que compré cuando leí la reseña de Irunesa; después de leeros que es un lujo leer a esta escritora intentaré hacerle un hueco ya que no es un libro demasiado extenso.
Un beso
Y seguimos apuntando. Con la Wharton me pasa que me aburrí mucho con sus novelas largas, intenté dos, las más famosas, la última La casa de la alegría y vaya tostón. Pero luego la mujer se saca de la manga no sé qué talento para los relatos largos o novelas cortas que te dejan sin respiración, me pasó con el de Ethan Frome y alguno más. Así que me he llevado la alegría del día cuando he visto que esta es también de las del centenar de páginas. Ya estoy buscando.
ResponderEliminarBesos
Ainsss, ya nos estás picando... lo apuntaré y lo tendré en cuenta.
ResponderEliminarUn besazo
No he leído nada de la autora, así que este libro puede ser una buena opción para estrenarme con ella.
ResponderEliminarBesos
Hace unos meses recogí unos libros de la casa de mi abuela y entre ellos estaba "La edad de la inocencia" de esta autora...Y me he propuesto leerlo en 2018, así que pronto conoceré ese estilo que describes. Aunque me da miedito porque James no me entusiasmó.
ResponderEliminarSi me gusta no me importaría leer esta novela corta, además la edición de Impedimenta me parece una preciosidad.
Besitos
No he leído nada de esta autora y me has despertado las ganas.
ResponderEliminarBesos.
Qué interesante... Bueno, yo igualmente antes quiero leer la de Ethan Frome que la tengo apuntada desde hace mucho tiempo... de hecho, ya la he reservado en la biblioteca para las próximas semanas... así que todo dependerá de como vaya este primer acercamiento con la autora, porque es verdad que a veces me he encontrado con autores más clásicos cuya pluma me cuesta se me hace un poco cuesta arriba...
ResponderEliminarSe que a mi compañera le encantará este libro, en cuanto lo vea le faltará tiempo para engrosar nuestra lista de lecturas.
ResponderEliminarMuy buena reseña, un blog muy cuidado.
Saludos.
De Wharton intenté leer La edad de la inocencia y recuerdo que no me atrapó y lo dejé a la mitad. No sé muy bien por qué, fue hace mucho tiempo. Deberia intentarlo de nuevo porque la historia me atrae. De todos modos he leído otros libros de la autora y me han gustado y en cuanto a este, qué decir. Es una editorial magnífica y dan ganas de leer todas sus publicaciones. Besos
ResponderEliminarMe vais a acabar cayendo maaaaal. Qué bueno todo lo que habéis contado... Me gusta Impedimenta, si bien es cierto que casi siempre me enamoran libros de su colección de al menos 400 páginas, esta vez no puedo ni dudar siendo tan cortita.
ResponderEliminarMe la anoto.
Besos.
Pues me iría a comprarlo ya sino tuviera tanto acumulado. Pero me lo anoto.
ResponderEliminarUn beso ;)
Con Ethan Frome ya me conquistó esta autora. Así que me llevo este libro bien apuntado, más viendo cómo lo has disfrutado.
ResponderEliminarBesotes!!!
Me gusta mucho Edith Wharton y he leído varias de sus novelas aunque está en concreto no, así que no dudó en llevarmela que lo que habéis contado me ha llamado mucho la atención y la edición me parece preciosa. Muy buena reseña. Besinos.
ResponderEliminarLo que más me ha llamado la atención además de la trama ha sido lo de que no hace finales cómodos porque son los que más me gustan.
ResponderEliminarDe la autora sólo he leído La edad de la inocencia y me gustó.
Un beso!
Hay que ver las lecciones que me dais con vuestras reseñas. Yo es que me quedo con esa sensación de que me faltan tantos libros por leer y vais tan en cabeza...jajaja. De esta autora no he leído nada, pero me lo voy a llevar porque es muy cortito y creo que lo disfrutaría y si el final no es el esperado, mejor.
ResponderEliminarBesos
Hola, soy nueva por aquí y me habéis enamorado con la reseña. Estoy acercándome poco a poco a los clásicos y me atraen mucho.
ResponderEliminarBesos!!
Hola,
ResponderEliminarNo he leído nada de esta autora, sí que he visto la adaptación de La edad de la inocencia, y después de tu reseña apetece dejar de leer tanto thriller y probar con los clásicos, que yo al menos tengo muy abandonados. Eso sí, no será este año, que voy de cabeza y no encuentro tiempo para leer.
Me ha encantado la reseña, por cierto.
Besos
Ethan Frome me encantó, una de mis mejores lecturas del año pasado. No he vuelto a leer nada más de la autora. Me lo llevo bien apuntado, la edición se ve una preciosidad, y el formato (la novela corta) suele ser mi predilecto. Gracias por el descubrimiento.
ResponderEliminarUn beso ;)
Pues aunque la protagonista parece interesante, este tipo de novelas de época no terminan de ser lo mío, así que va a ser que no :/
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