lunes, 1 de febrero de 2021

RESEÑA (by MB) ::: EL CAMARERO - Matias Faldbakken


 
 
Título original: The Hills
Autor: Matias Faldbakken
Editorial: Duomo
Traducción: Antón Lado
Páginas: 240
Fecha de publicación: enero 2021
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 18 euros
Imagen y Diseño de cubierta: Clara Pousa / Duró Studio




The Hills es el restaurante más apreciado de Oslo, una institución cocinada a base de tradiciones y en la que se siguen oliendo los aromas de la añeja grandeur europea. En él, un camarero puntilloso y perfeccionista se desvive por atender los deseos de su clientela. Aristócratas, artistas, ricas viudas y emprendedores, todos ellos se despreocupan de su presencia mientras él observa sus dramas con un ingenio tan afilado como uno de los cuchillos con los que corta los filetes. Y, de repente, una mujer desconocida entra al restaurante y hace temblar estos sólidos cimientos. ¿Quién es ella? ¿Qué quiere?

Aderezada con el agudo sentido del retrato y de la puesta en escena de Matias Faldbakken, esta deliciosa alegoría de nuestros tiempos destila sátira por todos sus poros.


Doña Rosa va y viene por entre las mesas del café, tropezando a los clientes con su enorme trasero. Doña Rosa dice con frecuencia leñe y nos ha merengao. Para doña Rosa, el mundo es su café, y alrededor de su café, todo lo demás. 
La colmena (Camilo José Cela)

En
El camarero, de Matias Faldbakken, no encontramos a doña Rosa ni vamos a un café de Madrid en plena posguerra pero, de alguna forma, nos introducimos en una novela con unas conexiones de lo más llamativas con la obra del gran Camilo José Cela.

Tenemos a un camarero como personaje principal junto a un coro de secundarios que entran y salen de las escenas en función de donde se posen sus globos oculares. Con el protagonista pasamos de una técnica objetivista (que usa para realizar descripciones claras y asépticas sobre la historia, el lugar, las paredes y la uniformidad del restaurante) a una actitud omnisciente, que nos descubre la mirada subjetiva de este personaje, su clarividencia y el conocimiento que posee de trabajadores y clientes, hasta llegar a su propia desnudez emocional.

 

El restaurante The Hills es de una época en la que un cerdo era un cerdo y un puerco era un puerco, suele decir el Metre; en otras palabras, de mediados del siglo XIX.
Volviendo al The Hills de nuestros días, encontramos un restaurante de rancio abolengo en Oslo cuyas paredes están impregnadas de humos, historias y obras de arte acumuladas a lo largo de los años. Por allí pasa un cierto tipo de clientela que llega en los diferentes servicios: desayunan, comen o cenan y siguen con sus vidas. De entre todos ellos los asiduos forman parte del propio restaurante, le dan vida y ambiente, y es a ellos a quienes se espera, se les guardan la mesas cuando se retrasan y se les permiten algunas licencias... Estos clientes configuran y moldean el lugar, le dan lustre y vida.
Yo parezco una foto de 1890, si no fuera porque la Damisela se halla sentada, resplandeciente, justo detrás de mí. El Cerdo parece una foto de 1984. El socio flaco de Sellers, Bratland, parece un gnomo. Su cara es joven y vieja al mismo tiempo.
Así pues, con nuestro camarero perfectamente uniformado, posicionado en su sitio y con sus globos oculares plenamente entrenados, comienzan los servicios. Graham (El Cerdo), Blaise Engelbert, Tom Sellers, el Actor arruinado, la viudad Knipschild, Edgar y su hija Anna... son los clientes que se pondrán en manos del equipo del The Hills: el Metre, la Barman, el Cocinero, Vanessa, Johansen (el pianista) y nuestro camarero, que funciona como puente, informador y unión entre los clientes y los empleados del restaurante.

Con el equipo del The Hills plenamente dispuesto bajo la batuta de su director principal (el Camarero que casi todo lo ve y casi todo lo oye, y en el mejor o peor de los casos lo interpreta) se abren las puertas y comienzan a llegar clientes que se introducen en este universo tan particular y auténtico como envolvente y opresivo. Cada uno de ellos tiene su hora y su mesa y, aunque se conocen, ninguno se mueve de su lugar hasta que un día llega la Damisela, una joven bella y al parecer sabia que, de alguna manera, une y conecta a las distintas mesas con los distintos grupos. Esta clienta particular parece que conoce a todos y de todos sabe, algo que intriga sobremanera al equipo del The Hills al tratarse de una nota discordante que se sale del guion y de las rutinas cotidianas de su restaurante.

Esta nueva clienta se hace ver y se hace notar desde que entra hasta que sale; parece que no tiene casa y se pasa las horas en el restaurante desconcertando al equipo de trabajadores, que deben averiguar dónde y cómo situarla en el espacio-tiempo de este lugar en cuestión.
La chica tiene un carácter frío y, cuando da las gracias y se va, deja tras de sí lo que se suele calificar como un vacío de personalidad, es decir, su ausencia se pone de manifiesto.
Entre notas de comandas, traídas y venidas de platos, cafés, copas y buenos vinos, nuestro camarero va y viene dirigiendo la actividad al tiempo que describe las historias de aquellos con los que interactúa. Es un camarero de oficio, experimentado, y aunque a veces trastabilla y se equivoca como todo el mundo, se le dispensa y exculpa por su dedicación, entrega y pertenencia a este universo tan particular. Trabaja por y para que todo siga su normal y cotidiana funcionalidad, aplicando su pericia y su experiencia en el oficio, así como la máxima de la normalidad a lo inesperado.
─Ahora quieren los entrantes ─nos dice el Metre, escandalizado, a la Barman y a mí─. ¿Cómo ha podido pasar esto?
─No es una pregunta fácil de contestar. Sellers lo puso todo patas arriba ─digo─. Invirtió la cena. Habrá que llevarla a cabo al revés.
Gracias también al camarero pasamos de las descripciones visuales a unos retratos más complejos que nos adentran en las emociones y los sentimientos de los personajes, aunque conocemos sus vidas y sus relaciones de una manera filtrada y condicionada a las ideas y creencias de aquel que nos las cuenta.
Me emociono, me conmuevo, me dejo llevar mucho más al pensar que soy yo el miserable que si, por ejemplo, veo entrar a mis congéneres en The Hills. Me suscitan disgusto los demás miserables. Ya lo he dicho. Pero si me dejo llevar por mi propia miseria, es porque sé mucho (pero no todo) acerca de sus causas.
Haciendo uso de los testimonios de los personajes y las interpretaciones que de ellos realiza el protagonista, Matias Faldbakken diseña en El camarero el retrato psicosocial de una sociedad cuyos limites se hallan en ese restaurante que supone el mundo para el narrador. Una novela durante la que el lector fluye gracias a  su estructura abierta a la sutileza, los detalles y las emociones que los personajes transmiten. 

Una lectura verdaderamente recomendable.

 

MATIAS FALDBAKKEN (1973), es un escritor y artista de gran renombre en los países escandinavos. Sus obras se han exhibido en prestigiosas galerías y en importantes museos de todo el mundo, como el Centre Pompidou, de París. En el campo literario es autor de una exitosa serie, Misantropía escandinava (2015), que escribió bajo el pseudónimo de Abu Rasul y por la que le fue concedido el Premio BjØrson, otorgado por los libreros al mejor autor emergente. Con El camarero, ha sido finalista del Premio Barge, el galardón literario más importante de Noruega, ha conseguido alzarse con el ITB Buchaward en Alemania, y ha sido nominado para el IMPAC Dublin Book Award.

20 comentarios:

  1. Aunque sea una novela galordonada además de tu recomendación no termina de interesarme la trama.
    Besos

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    1. Sí es que cada libro tiene su momento y su interés, ¿verdad?
      Besicos

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  2. Hola. Pues no está mal. Es como Cheers pero en serio y categoría literaria. También recuerda un poco a Tea rooms de Luisa Carnés. Me gusta porque son sitios que forman un microcosmos en el que los personajes pueden dar mucho juego. Le echaré un vistazo.
    Besos

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    1. Hola Norah, en el encontramos todo lo que dices, "microcosmos", mundos limitados del que no nos hace falta salir, para vivir mil y una historias.
      Besicos

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  3. Creo que podría gustarme así que tomo nota de ella.
    Besotes!!!

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    1. Yo creo que también, si te animas, compartimos impresiones.
      Besicos

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  4. Hola MH, pues no tiene mala pinta... pero no sé si me acabaré poniendo con ella... Tengo muchos libros pendientes...
    Un besazo

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    1. Hola Nitocris, el maravilloso problema de tener tantos libros y tampoco tiempo, si "te acabas poniendo", compartimos impresiones.
      Besicos

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  5. ¡Hola! A pesar de tu buena opinión hay algo que no termina de convencerme, así que creo que mejor la dejo pasar.

    Un abrazo :)

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    1. Hola Andrea, seguro que coincidimos en otro libro. ¡Nos leemos!
      Besicos

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  6. No sé, a pesar de tu recomendación tengo mis dudas.
    Besos.

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    1. Con los libros es todo imprevisible, quién sabe... si al final cae, espero que lo disfrutes.
      Besicos

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  7. Parece una lectura muy interesante aunque no va mucho con mis gustos me la noto para mis compañeros de blog se lo comentaré

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    1. Uno de los elementos que más interesante, es su enfoque narrativo, la visión del personaje principal, sí os animáis, espero que la disfrutéis.
      Besicos

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  8. Pues para tener solo una ubicación se ha cascado una pedazo de novela muy interesante. Besos

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    1. ¡Toda la razón! 😂😂! Creo que aún le hubiera dado más de sí, con el final tan abierto que tiene.
      Besicos

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  9. Pues me lo voy a llevar anotado por si aparece ante mi vista en algún momento.

    Gracias!

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  10. Hola Jani, espero que si llega ese momento, lo disfrutes y compartamos impresiones.
    Besicos

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  11. Tiene muy buena pinta pero, la lista ya no me da para más libros. Tengo que ir seleccionando porque ¿sabes qué pasa? Que me los compro, y luego los voy dejando durmiendo el sueño de los benditos jejeje. Oye me encantó la radio de la foto. Se parece a una Marconi que teníamos en casa. Besos

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  12. Tenía ganas de leer opiniones sobre este libro. Llamaba mi atención. Creo que me puede gustar. Un besote!

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