jueves, 8 de junio de 2023

RESEÑA (by MH) ::: EN LA TIERRA DE LOS SANTOS Y LOS POETAS - Alfredo Panzini


 
Título original: Piccole storie del mondo grande
Autor: Alfredo Panzini
Editorial: Ardicia
Traducción: Pepa Linares
Prólogo: Antonio Colinas
Páginas: 96
Fecha publicación original: 1901
Fecha esta edición: febrero 2017
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 14 euros
Ilustración de cubierta: Martin Elfman
En su delicioso En la tierra de los santos y los poetas, como un moderno flâneur, Alfredo Panzini recorre en bicicleta las míticas regiones italianas en las que dejaron su impronta Giacomo Leopardi, Dante Alighieri o Francisco de Asís, reuniendo de este modo arte y espíritu en un lúdico itinerario cuya finalidad no es otra que la de aunar, en su forma esencial, la vida y la literatura. O, como bien escribe Antonio Colinas en su hermoso prólogo a esta edición: «A veces, los seres humanos no solo siguen un viaje físico -el que aprecian los ojos que contemplan y sienten los pies que caminan o, en este caso, pedalean- sino también un viaje interior, que es el que coopera al propio conocimiento, a un ahondamiento en un vivir sabiamente la realidad, a metamorfosearla a través de la creatividad, pero sobre todo de un mundo interior. Cumple así este libro una doble función: ser delicada guía para quien no conoce temas, lugares y personajes y, a la vez, conducir a autor, viajero y lector a una iniciación en un conocimiento más hondo: el que proporcionan las huellas que han dejado determinados poetas y santos de una Italia siempre paradigmática».


En mis estanterías tengo auténticas rarezas a las que me gusta acercarme en el momento justo, y el de
En la tierra de los santos y los poetas ha sido ayudarme a cumplir la premisa del mes de marzo en el reto de La vuelta al mundo en doce libros, de mi querida Undine (y que por ahora llevo al día en Instagram, por aquí imposible... a partir de mediados de año ya veremos). No sabía qué esperar y me he encontrado una lectura de esas que hoy en día se denominan cozy complementada con literatura de viajes en un país que adoro por encima de todas las cosas como es Italia.

Para que comprendáis el tono de la narración, os pongo este párrafo que casi abre el libro:
En lo mejor de nuestra conversación, mi bicicleta detonó como una santabárbara y de repente Pasini me vio desaparecer entre una nube de polvo, como una deidad homérica. ¡La rueda trasera había estallado! Y henos allí, transformados de golpe en dos peatones agachados y polvorientos, objetos de escarnio de los transeúntes que antes mirábamos desde arriba, ¡volando con tan soberbia presteza! Ciertamente uno camina sobre una burbuja de aire, y no solo en la vía que conduce de Rímini a Pésaro.
Como veis, el estilo de Panzini es una mezcla de humor bonachón, ironía amable y una visión de la vida muy particular, y así se mantiene durante todo el viaje... viaje del que todavía no os he contado nada, así que me pongo a ello.
 
En la tierra de los santos y los poetas es un libro de viajes en bicicleta en el que se recorren parcialmente dos zonas de Italia: Las Marcas y Umbría. Los viajeros son el propio autor, Alfredo Panzini, ciclista normal que disfruta más del paisaje y de las gentes que va encontrando por el camino que del deporte en sí mismo (ciclista de paseo, que diríamos ahora), y su amigo Pasini, un ingeniero apasionado del ciclismo muy habituado a darse buenos tutes a lomos de una bicicleta y que será quien marque los tiempos, las jornadas y quien apriete un poco las tuercas a Panzini cuando le flojean las piernas. Y una vez puestos en marcha el libro está dividido en dos partes, y al comienzo de cada una, a modo de título, se nos dice dónde vamos a ir, qué vamos a visitar y los temas que se van a tratar.  
 
En la primera parte se mueven por la región de Las Marcas y, partiendo desde Rímini un 3 de agosto de 1898, ponen rumbo con destino a Recanati, pasando durante el trayecto por Pésaro (ciudad natal del compositor Gioachino Rossini), Fano, Senigallia (lugar de nacimiento del propio autor), Ancona, Aspio y Loreto, ciudad donde está el santuario dedicado a la Virgen del mismo nombre y donde hacen un parón más prolongado. En cualquier caso, como digo, el destino es Recanati, cuna del poeta, filósofo y filólogo del siglo XIX Giacomo Leopardi, y ahí es donde hacemos la parada más larga y donde recorremos unas calles que siguen respirando poesía y que esconden rincones, personas y lugares que apuntan directamente a los versos escritos por el poeta. La plaza mayor dedicada a él, con un monumento erigido a su figura (os dejo la imagen aquí al lado); el palacio de la familia, los lugares donde se sentaba a escribir, la casa de aquella muchacha que nombraba en uno de sus poemas (Nerina para la posteridad, Maria Bellardinelli realmente de nacimiento)... los habitantes de Recanati te hacen una ruta de las calles que paseaba, pisaba y amaba Leopardi, todo rodeado por un valle tranquilo y soleado hacia el que se dirige la mirada de los visitantes una y otra vez.
 
Creo no equivocarme si afirmo que Giacomo Leopardi,a pesar de ser un erudito del Romanticismo italiano venerado por aquellas tierras, resulta muy desconocido para los lectores de hoy en día. Sin adentrarme aquí en su obra, sí quiero resaltar que su obra está considerada como pesimista y supurante de desvalimiento, y creo que Panzini lo resume muy bien cuando dice: Quien puede expresar la armonía de la vida con los medios sensibles que llamamos arte no disfruta de la vida; y quien la disfruta no sabe expresarla. Leopardi, qué duda cabe, pertenecía al primer grupo. Resultan curiosos, por cierto, los rumores que corrían entre los aldeanos de Recanati por aquella época; a saber, que el poeta había muerto envenenado por no querer traicionar sus ideales, cuando lo cierto es que fue un hombre muy enfermizo toda su vida a muchos niveles (respiratorio, cardíaco, circulatorio...), sufría a causa de su deformación de la columna vertebral que le provocó una doble joroba y murió a causa de su muy delicada salud. Por ir terminando con Leopardi y Recanati, dejo aquí esta otra cita del autor que resume la comunión entre ambos:
He hallado el secreto de la poesía de Leopardi. Es una poesía autóctona, sin tradiciones, sin escuelas, surgida aquí, formada a partir de una naturaleza antigua y de un alma nueva.
Nos montamos de nuevo sobre la bicicleta y comenzamos a pedalear. Las Marcas limitan al oeste con los Montes Apeninos y al otro lado está Umbría, que es hacia donde ponen rumbo Panzini y Pasini en la segunda parte de este viaje lleno de montes, valles y campos fragantes. El objetivo más importante en este caso es Asís, pero antes seguimos haciendo paradas, hablando con señores mayores sentados en muretes que saben de todo y lo mismo te comentan la batalla de Castelfidardo y la toma de Ancona como te hablan del cercano castillo de la Rancia, donde Napoleón se alojó en 1798 cuando firmó el tratado con Pío VI... enciclopedias andantes (aunque sea con la ayuda de bastones) de su tierra y deseosos de compartirla con forasteros a los que dirigen para continuar con bien su viaje. Pero no quiero entretenerme de más, que me estoy alargando mucho. Hacemos noche en Tolentino, a orillas del río Chienti y patria de san Nicolás, y seguimos hasta Serravalle, último pueblo de Las Marcas. Y ahí entramos en Umbría, pasamos por Foligno, Spello, el templo de Santa Maria degli Angeli, la casita de la Porciúncula (lugar donde comenzó el movimiento franciscano)... y traspasamos las murallas de Asís.

Aquí, sobre todo, prima la denuncia a una ciudad en la que todo el mundo vive del turismo que rodea a la figura de san Francisco de Asís. Ya en Loreto, unas cuantas páginas atrás, el autor comparte el sentir de una de las personas con las que se cruza en el camino:
Hay más de cuarenta mil herejes en Loreto, que no consideran nada a la Virgen y solo se ocupan de sangrar a los pobres forasteros, pero, por amor de Dios, no diga nada a nadie porque me desangrarían a mí.
Este mismo sentir, multiplicado por mil, se transmite en Asís. Los turistas desesperados porque no consiguen quitarse de encima a los guías, cicerones, sacristanes y mendigos que no solo no les dejan dar un paso, sino que están constantemente tocándolos para llamar su atención. Por eso no deja de tener su gracia que a Pasini y a Panzini se la dan con queso en determinado momento, cuando llega un libertador a dispersar a sus acosadores y resulta ser más de lo mismo pero con un método mucho más sofisticado y elegante, adaptado al malestar creciente de los visitantes de la ciudad que buscan un respiro. Y de su mano visitan el Pincetto (un parque público inmenso lleno de setos y mármoles), la catedral, la casa paterna de san Francisco... Pero  no termina aquí el viaje y aún se dirigen a Gubbio, con su anfiteatro romano, a Scheggia, e incluso suben al monte Catria. Os lo aseguro, nunca tan pocas páginas albergaron tanto pedaleo, turismo, ciudades, paisajes y sitios que admirar y visitar. Tardo yo más en comentarlo que Pasini en escribirlo, y aun así no estoy contando nada salvo trazaros un poco la ruta :)
 
Este es el viaje de su autor en busca de la personalidad y el espíritu de dos regiones italianas que hasta el siglo XIX estuvieron muy aisladas y cuyas intransitables zonas montañosas, a principios del siglo XX, seguían confinando un carácter muy arraigado y especial dentro de la geografía itálica. Buscando un objetivo que aunase todo esto con la literatura, el arte y la espiritualidad, decidió seguir las huellas de un poeta (Leopardi) y un santo (Francisco de Asís), dos personajes célebres.
Pasini, el ciclista experimentado, parece que está corriendo el Giro de Italia, pero Alfredo Panzini se recrea en el viaje, observa todo con atención, se integra en la idiosincrasia de cada lugar que visita y, dejando a un lado lo que cuenta de las localidades y sus ciudadanos ilustres, ahí radica la singularidad de su narración. 
 
En la tierra de los santos y los poetas es un libro de no ficción breve, sencillo en la narración, sin ninguna guía predeterminada ni ningún esquema en apariencia que estructure la narración. Simplemente se deja llevar por sensaciones, pensamientos y reflexiones, y las transmite con delicadeza, frescura, naturalidad y una sensibilidad carente de artificios. Hay lirismo porque la temática, la ambientación, los lugares y la propia ruta emanan lírica, pero no hay engolamiento ni pedantería, y por eso es un gustazo recorrer el trayecto acompañando al autor. Además se para a hablar con los transeúntes que se va encontrando por el camino, con los campesinos y con los propios habitantes de las localidades donde paran, y comparte con el lector esas conversaciones entre desconocidos que, aunque breves, esconden el espíritu mismo de las tierras que están recorriendo y de sus gentes, que es en realidad uno de los objetivos de este viaje: retratar la Italia misma que subyace en estas dos regiones por medio tanto de sus ciudadanos célebres como de aquellos anónimos que realmente conforman la identidad de su tierra. El final peca de abrupto, estamos viajando y de repente se termina el libro y sanseacabó, pero aun así es una lectura muy interesante y curiosa si os llaman este tipo de libros.

 
 
 
Alfredo Panzini (Senigallia, 1863-Roma, 1939). Escritor italiano. Dotado de una sólida formación clásica y de una visión escéptica del mundo, en su obra expresa la repulsión que le inspiraba la modernidad. De su obra lingüística destaca el Dizionario moderno (1905); de la narrativa, los escritos autobiográficos La lanterna di Diogene (1907) y Viaggio di un povero letterato (1919), y las novelas Il mondo è retondo (1921) e Il padrone sono me (1922).

8 comentarios:

  1. Me encanta Italia También, pero en estas dos regiones no he estado nunca. El sur es lo que más me gusta, aparte de la Toscana, claro. El libro no es de los que más me atraen porque no soy nada aficionada a los libros de viajes, salvo en el momento en que estoy viajando. Alguna vez he leído alguno mientras estaba en el lugar del que trataba y entonces sí que lo he disfrutado, así es que apunto éste por si visito esas regiones.
    Un beso.

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  2. Hola Mh, pues la verdad me alegro de poder pasar por tu casa y ¡no llevarme ningún libro!, jeje... que siempre me acabas liando... No me suelen gustar los libros que tiene como tema un recorrido turístico, ya sea en coche, bici, etc...
    Un besazo

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  3. Hola no suelo leer libros de viajes y aunque este por lo que comentas resulta interesante y curioso, no termina de llamarme, así que no me lo llevo, lo que te agradece mi lista de pendientes. Besos.

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  4. No me lo llevo esta vez, que no es lo que suelo leer, pero un placer leer tu estupenda reseña.
    Besotes!!!

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  5. Hola, MH.
    Lo de la bicicleta y yo no tiene arreglo. Si no me imagino haciendo un viaje a pie, en bici ya ni se me pasa por la cabeza.
    El caso es que esta vez no me llama demasiado este libro. Es curioso porque me encanta viajar pero no suelo leer libros de viajes. Aunque por culpa de Undine y su iniciativa ha caído alguno, como el de Egipto de Amelia Edwards o el de India de Loti.
    Al menos te lo has pasado bien.
    Besos

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  6. Buenos días, MH.

    Ya sabes que este libro me lo apunté cuando pasamos por Italia en el reto. Me parece muy interesante.

    Por otro lado, tus reseñas de IG, aunque breves (no queda otra), son siempre muy interesantes. No obstante, valoro muchísimo que quieras traerlas también al blog.

    Un beso grande, y muy feliz comienzo de semana!!

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  7. Pues qué descubrimiento, no lo había visto nunca, ni la obra ni al autor. A mí sí que me ha llamado mucho la atención, hay veces que el cuerpo me pide lecturas de este tipo... Me gusta lo que nos cuentas y me lo llevo anotado.
    Un abrazo.

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  8. Qué bonito el libro que nos traes. En ese recorrer Italia, me ha recordado a "El país donde florece el limonero", de Helena Atlee, que no tiene bicicleta (y sí frutales) ni tantas referencias literarias (pero sí históricas). Y además me has recordado que hace mucho que quiero leer "El arte de leer las calles", de Fiona Songel, que ya sé que no tiene mucho que ver, pero flaneurs... "En la tierra de los santos y los poetas" me parece un libro perfecto para viajar por Italia en modo lector estas vacaciones. Besos.

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