Editorial: Espasa
Traducción: Isabel Murillo Fort
Páginas: 276
Fecha esta edición: noviembre 2008
Encuadernación: rústica con solapas
¿Qué tenemos entonces en El gran día de la señorita Pettigrew? Pues a la susodicha señorita (de nombre Guinevere), una institutriz de mediana edad (usando el baremo de aquellos tiempos, que la pobre solo tiene unos cuarenta años) que no encuentra un trabajo fijo, pasa hambre, está desmoralizada, no tiene con qué pagar el alquiler y se enfrenta a su última oportunidad de ganar algo de dinero que le ayude a tirar hacia delante. ¿La oportunidad? Pues una oferta de trabajo que le lleva hasta la puerta del apartamento de la señorita LaFosse. Esta señorita, que no parece que tenga ningún niño que cuidar pero sí muchos amantes que coordinar para que no coincidan en su casa, zambulle a la señorita Pettigrew de pleno en su caótica vida sin tan siquiera preguntarle porque está ante su puerta. Y así, nuestra querida Guinevere se ve inmersa en un mundo de enredos, hombres atractivos y peligrosos, hombres atractivos y encantadores, besos de película, fiestas, glamour, vestidos de ensueño, clubes nocturnos, dilemas románticos... y en fin, esas cosas que ella solo había visto antes en las salas de cine y en las que de repente es parte protagonista con mucha autoridad. ¿Está la señorita Pettigrew ante su gran día? ¡Lo está, y va a disfrutarlo hasta el último minuto!
Casi cien años nos separan de la publicación de esta novela y, salvando las distancias con la situación personal de la protagonista, creo que la base se sigue usando en muchas obras actuales, y es que la historia de la señorita Pettigrew es la historia de quien comienza el día viendo como le suceden cosas a los demás y lo termina viendo como le suceden cosas a ella misma. No sabe por qué le está pasando lo que le está pasando y le importa un carajo, tiene claro que va a aprovechar al máximo el día que le ha caído encima sin venir cuento y que ya tendrá tiempo de volver a su triste y monótona existencia cuando las aguas vuelvan a su cauce... o no, porque en un día pueden suceder muchas cosas, y más si vives la vida de una persona metida en el faranduleo con mil compromisos sociales, dos mil historias amorosas y tres mil problemas del primer mundo.
¿Quiénes son los protagonistas de esta comedia de enredo?
Pues por un lado, la ya requetenombrada señorita Guinevere Pettigrew, una mujer cansada ya de la vida inestable y casi indigente que lleva, muy delgada porque apenas come, que se considera ineficiente, que está muy nerviosa y que se siente, simple y llanamente, derrotada. Solterona virtuosa, su experiencia en el amor es inexistente a todos los niveles hasta el punto de ser un tanto mojigata y sorprenderse ante cualquier muestra pública de cariño, pero tiene mucho sentido común y ha pasado por muchas casas en su trabajo como institutriz como para saber mucho de la vida sin haberla vivido realmente. Cuando su agencia de trabajo le habla de presentarse en el apartamento de la señorita LaFosse, está tan al límite de sus fuerzas que ella considera este puesto como su última oportunidad. Nada más abrirle la puerta se adentra en una vida completamente distinta a la suya y, como nadie le pregunta qué hace allí, ella tampoco lo dice. Se deja llevar, y llevar, y llevar... en una sensación de aventura y romanticismo sin fin que le abre las puertas de una mente hasta ese momento cerrada a cal y canto a la vida, las sensaciones y la libertad. Deja de ser ella misma por un día, se pone en los zapatos de una mujer con muchas cosas que hacer y muchos sitios a los que ir... o quizás se encuentra a sí misma, quien sabe. Y (casi) todos los que la rodean la consideran en apenas unos minutos la mujer más sabia, más inteligente y más maravillosa que jamás han conocido. Le abren su corazón, la admiten como una más de ellos sin preguntas y sin prejuicios, y Guinevere, eufórica, florece como la preciosa flor que es, aunque la vida se haya empeñado en mantener sus raíces bien enterradas en cemento.
... la señorita Pettigrew, conmocionada, excitada, y sí, emocionada. Emocionada hasta la médula. ¿Por qué fingir? Aquello era vida. Aquello era drama. Aquello era acción. Así vivía la otra mitad del mundo.
En un principio los editores no quisieron publicar esta novela porque resultaba muy escandalosa para la época, y más al estar escrita por una mujer. Ella insistió y el tiempo le ha dado la razón, porque es la obra porque la que es mundialmente conocida. Para que os hagáis una idea de las reticencias de los editores, en las primeras quince o veinte páginas no solo tenemos a una mujer que mantiene relaciones sexuales con varios hombres diferentes (y es algo que queda claro desde el principio, nada de relaciones platónicas ni cortejos blancos y puros), sino que consume cocaína y se sobreentiende que muchas de las relaciones que mantiene con hombres es por su propio beneficio profesional (son productores de obras teatrales o tienen garitos donde ella puede actuar). Nos muestra un mundo lleno de superficialidad, promiscuidad, adicciones, retoques estéticos... donde lo importante son las relaciones que tienes, como te muestras ante los demás, las apariencias, el poder, el dinero y cómo mantenerte siempre en el candelero para no caer en desgracia y ser sustituido por cualquier otro que ofrezca lo mismo (o más) que tú.
Los capítulos de la novela son divisiones de franjas de tiempo, así que para que os hagáis una idea, la historia comienza a las 9:15 de la mañana y termina a las 3:47 de la madrugada del día siguiente. En realidad El gran día de la señorita Pettigrew se lee como una vertiginosa obra de teatro en la que no paran de pasar cosas un minuto tras otro. Hay momentos para el relax en los que la señorita Pettigrew y la señorita LaFosse se toman un descanso para hablar tranquilamente sentadas en el sofá, pero son pequeños oasis entre un desenfreno de salidas, entradas, personajes que van y vienen, preparaciones para fiestas y aventuras varias. Tu como lector lo observas todo con una sonrisa en la boca pensando si la señorita Pettigrew tendrá el broche a tanto enredo amoroso y será ella también la protagonista de su propia historia idílica, pero en eso ya no puedo entrar. Tendréis que leerlo por vosotros mismos.
En fin, una novela muy recomendable, refrescante y atrevida si la comparamos con la literatura contemporánea a su época. ¿Es previsible? Pues sí, la verdad, es de esas historias donde sabes que sí o sí todo va a acabar bien y nada malo puede ocurrirle a unos personajes que no se lo merecen (bueno, salvo al villano... de ese no os voy a hablar), pero esto es como todo, lo importante no es el final sino el camino, y el camino, en pleno 2024, sigue siendo delicioso. Ojalá alguna editorial se lance a publicar algo más de esta autora.
Os dejo el tráiler de la película que os comentaba al principio (adaptación un poco libre, según he comprobado tras leer el libro. Sube la historia a otro nivel y creo que le beneficia muchísimo. Las interpretaciones, maravillosas), y aprovecho para desearos unas muy felices fiestas y un 2025 lleno de cosas bonitas y buenas lecturas. ¡Nos vemos el año que viene!
Me alegro de te haya gustado, pero tengo mucho pendiente.
ResponderEliminarUn beso.