jueves, 26 de diciembre de 2024

RESEÑA (by MH) ::: EL GRAN DÍA DE LA SEÑORITA PETTIGREW - Winifred Watson


 
Título original: Miss Pettigrew Lives For a Day
Autora: Winifred Watson
Editorial: Espasa
Traducción: Isabel Murillo Fort
Páginas: 276
Fecha publicación original: 1938
Fecha esta edición: noviembre 2008
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: descatalogado en esta edición (reeditado por Alba en su colección Rara Avis en 2023)
Diseño de cubierta: Carrió / Sánchez / Lacasta
Ilustraciones interiores: Mary Thomson (2000)
 

El título de esta encantadora novela alude a las veinticuatro horas más inolvidables en la vida de la señorita Pettigrew, una solterona pobre y sin nadie a quien recurrir. Su vida empezará a cambiar cuando, por un error de la agencia de contratación, empieza a trabajar para Delysia Lafosse, una glamurosa cabaretera que no hace más que meterse en líos. Contra todo pronóstico, las dos mujeres se entienden divinamente; la señorita Pettigrew conquista a Delysia con su sentido común, y la joven actriz será su guía en un mundo nuevo y fascinante.
 
Un perfecto cuento de hadas trasladado a Londres en la década de los años treinta con todo el sabor de las deliciosas comedias románticas del Hollywood clásico. Una novela que había permanecido olvidada durante casi 50 años y que la crítica ha destacado como «cumbre del humor».
 

Termino el año reseñil ventilando otra de mis vergüenzas literarias... Siete años llevaba este libro en la estantería. Siete (el ticket que guardo dentro no miente). Y no será por las ganas de leerlo, que han sido siempre máximas porque sabía que me iba a gustar mucho. Y lo sabía porque he visto la adaptación cinematográfica dos veces (a falta de una), y eso, que lo que jugaba a favor porque ya conocía la historia, también ha jugado en contra porque... bueno, porque ya conocía la historia :). Lo de siempre, que al final se da preferencia a lo que no conoces. Lo de ver la peli antes de leer el libro debería estar penado. El caso es que el 2024 ha sido el año en por fin lo he leído y me he encontrado lo que ya esperaba. Muy recomendable.

¿Qué tenemos entonces en El gran día de la señorita Pettigrew? Pues a la susodicha señorita (de nombre Guinevere), una institutriz de mediana edad (usando el baremo de aquellos tiempos, que la pobre solo tiene unos cuarenta años) que no encuentra un trabajo fijo, pasa hambre, está desmoralizada, no tiene con qué pagar el alquiler y se enfrenta a su última oportunidad de ganar algo de dinero que le ayude a tirar hacia delante. ¿La oportunidad? Pues una oferta de trabajo que le lleva hasta la puerta del apartamento de la señorita LaFosse. Esta señorita, que no parece que tenga ningún niño que cuidar pero sí muchos amantes que coordinar para que no coincidan en su casa, zambulle a la señorita Pettigrew de pleno en su caótica vida sin tan siquiera preguntarle porque está ante su puerta. Y así, nuestra querida Guinevere se ve inmersa en un mundo de enredos, hombres atractivos y peligrosos, hombres atractivos y encantadores, besos de película, fiestas, glamour, vestidos de ensueño, clubes nocturnos, dilemas románticos... y en fin, esas cosas que ella solo había visto antes en las salas de cine y en las que de repente es parte protagonista con mucha autoridad. ¿Está la señorita Pettigrew ante su gran día? ¡Lo está, y va a disfrutarlo hasta el último minuto!

Casi cien años nos separan de la publicación de esta novela y, salvando las distancias con la situación personal de la protagonista, creo que la base se sigue usando en muchas obras actuales, y es que la historia de la señorita Pettigrew es la historia de quien comienza el día viendo como le suceden cosas a los demás y lo termina viendo como le suceden cosas a ella misma. No sabe por qué le está pasando lo que le está pasando y le importa un carajo, tiene claro que va a aprovechar al máximo el día que le ha caído encima sin venir cuento y que ya tendrá tiempo de volver a su triste y monótona existencia cuando las aguas vuelvan a su cauce... o no, porque en un día pueden suceder muchas cosas, y más si vives la vida de una persona metida en el faranduleo con mil compromisos sociales, dos mil historias amorosas y tres mil problemas del primer mundo.

¿Quiénes son los protagonistas de esta comedia de enredo?

Pues por un lado, la ya requetenombrada señorita Guinevere Pettigrew, una mujer cansada ya de la vida inestable y casi indigente que lleva, muy delgada porque apenas come, que se considera ineficiente, que está muy nerviosa y que se siente, simple y llanamente, derrotada. Solterona virtuosa, su experiencia en el amor es inexistente a todos los niveles hasta el punto de ser un tanto mojigata y sorprenderse ante cualquier muestra pública de cariño, pero tiene mucho sentido común y ha pasado por muchas casas en su trabajo como institutriz como para saber mucho de la vida sin haberla vivido realmente. Cuando su agencia de trabajo le habla de presentarse en el apartamento de la señorita LaFosse, está tan al límite de sus fuerzas que ella considera este puesto como su última oportunidad. Nada más abrirle la puerta se adentra en una vida completamente distinta a la suya y, como nadie le pregunta qué hace allí, ella tampoco lo dice. Se deja llevar, y llevar, y llevar... en una sensación de aventura y romanticismo sin fin que le abre las puertas de una mente hasta ese momento cerrada a cal y canto a la vida, las sensaciones y la libertad. Deja de ser ella misma por un día, se pone en los zapatos de una mujer con muchas cosas que hacer y muchos sitios a los que ir... o quizás se encuentra a sí misma, quien sabe. Y (casi) todos los que la rodean la consideran en apenas unos minutos la mujer más sabia, más inteligente y más maravillosa que jamás han conocido. Le abren su corazón, la admiten como una más de ellos sin preguntas y sin prejuicios, y Guinevere, eufórica, florece como la preciosa flor que es, aunque la vida se haya empeñado en mantener sus raíces bien enterradas en cemento.

 

... la señorita Pettigrew, conmocionada, excitada, y sí, emocionada. Emocionada hasta la médula. ¿Por qué fingir? Aquello era vida. Aquello era drama. Aquello era acción. Así vivía la otra mitad del mundo.

 

¿Quién esa tal señorita LaFosse que provoca, de manera totalmente inconsciente, todo este milagro? Pues un bellezón que parece sacado de una película de cine, porque a eso es a lo que se dedica: es cantante y actriz, y como muchas jovencitas en su situación en aquella época, tiene muchos admiradores... que no solo son admiradores, sino con los que se acuesta. Uno solo es un buen chico y un mero entretenimiento; otro es un mafioso en toda regla, intimidante y acostumbrado a que se haga lo que él dice, y por este siente una atracción fatal que le cuesta muchísimo superar; y otro la quiere de veras por ella misma, no como un objeto ni un mero pasatiempo, quiere casarse con ella, pero Delysia (que así se llama) no lo tiene muy claro porque eso exigiría sentar la cabeza. Es encantadora, pero su vida es un caos constante donde los hombres entran y salen de su casa y ella tiene que hacer malabarismos para que no coincidan y no se armen jaleos y broncas, y la señorita Pettigrew aparece en su puerta como un ángel que con su eficacia, resolución, saber estar, pragmatismo y (sorprendente) conocimiento sobre la vida le soluciona las papeletas una detrás de otra. No le pregunta qué hacía en la puerta de su apartamento a las diez de la mañana, simplemente la capuza en su vida y no la deja ir en todo el día.

En un principio los editores no quisieron publicar esta novela porque resultaba muy escandalosa para la época, y más al estar escrita por una mujer. Ella insistió y el tiempo le ha dado la razón, porque es la obra porque la que es mundialmente conocida. Para que os hagáis una idea de las reticencias de los editores, en las primeras quince o veinte páginas no solo tenemos a una mujer que mantiene relaciones sexuales con varios hombres diferentes (y es algo que queda claro desde el principio, nada de relaciones platónicas ni cortejos blancos y puros), sino que consume cocaína y se sobreentiende que muchas de las relaciones que mantiene con hombres es por su propio beneficio profesional (son productores de obras teatrales o tienen garitos donde ella puede actuar). Nos muestra un mundo lleno de superficialidad, promiscuidad, adicciones, retoques estéticos... donde lo importante son las relaciones que tienes, como te muestras ante los demás, las apariencias, el poder, el dinero y cómo mantenerte siempre en el candelero para no caer en desgracia y ser sustituido por cualquier otro que ofrezca lo mismo (o más) que tú. 

Pero todo esto, que así leído puede parecer un libro sobre gente frívola, impresentable e insoportable, es todo lo contrario. El gran acierto de Winifred Watson es meter en toda esa burbuja de fiestas y glamour a unos personajes que en esencia son buenos, generosos, amables y tolerantes que te caen bien desde el minuto uno y con los que te encariñas. Viven en ese frenesí, para ellos no existe la contención inglesa, pero son simplemente buena gente (incluso algo ingenua para algunas cosas, como en el caso de la señorita LaFosse) haciendo las cosas lo mejor que pueden en un mundillo que solo te traga y te mastica si tú lo permites. Viven de esa superficialidad, de esa trivialidad, pero son fieles a sus amigos, aman de veras, acogen a los desconocidos sin incomodarlos ni cuestionarlos y no saben lo que es la envidia. Se apoyan unos a otros y, aunque en temas amorosos están un poco perdidos y no saben muy bien lo que quieren, ya vendrá la señorita Pettigrew a arreglarlo. Realmente ese es el intercambio que se produce entre ellos: Guinevere Pettigrew les soluciona los problemas del corazón, y en compensación ellos, de manera inconsciente, le cambian la vida y le hacen muy feliz por un día... y los que vengan. No está nada mal para una panda un tanto alocada, ¿verdad?

Los capítulos de la novela son divisiones de franjas de tiempo, así que para que os hagáis una idea, la historia comienza a las 9:15 de la mañana y termina a las 3:47 de la madrugada del día siguiente. En realidad El gran día de la señorita Pettigrew se lee como una vertiginosa obra de teatro en la que no paran de pasar cosas un minuto tras otro. Hay momentos para el relax en los que la señorita Pettigrew y la señorita LaFosse se toman un descanso para hablar tranquilamente sentadas en el sofá, pero son pequeños oasis entre un desenfreno de salidas, entradas, personajes que van y vienen, preparaciones para fiestas y aventuras varias. Tu como lector lo observas todo con una sonrisa en la boca pensando si la señorita Pettigrew tendrá el broche a tanto enredo amoroso y será ella también la protagonista de su propia historia idílica, pero en eso ya no puedo entrar. Tendréis que leerlo por vosotros mismos. 

En fin, una novela muy recomendable, refrescante y atrevida si la comparamos con la literatura contemporánea a su época. ¿Es previsible? Pues sí, la verdad, es de esas historias donde sabes que sí o sí todo va a acabar bien y nada malo puede ocurrirle a unos personajes que no se lo merecen (bueno, salvo al villano...  de ese no os voy a hablar), pero esto es como todo, lo importante no es el final sino el camino, y el camino, en pleno 2024, sigue siendo delicioso. Ojalá alguna editorial se lance a publicar algo más de esta autora.

Os dejo el tráiler de la película que os comentaba al principio (adaptación un poco libre, según he comprobado tras leer el libro. Sube la historia a otro nivel y creo que le beneficia muchísimo. Las interpretaciones, maravillosas), y aprovecho para desearos unas muy felices fiestas y un 2025 lleno de cosas bonitas y buenas lecturas. ¡Nos vemos el año que viene!


Ah, lo comento en la ficha técnica, pero por si acaso... mi edición está descatalogada desde hace años, pero la editorial Alba recuperó esta novela en 2023 con la misma traducción y las mismas ilustraciones en su colección Rara Avis, así que esa edición podéis encontrarla sin problemas :)
 
 





Winifred Watson nació en 1905 cerca de Newcastle, donde prácticamente residió toda su vida. Su padre tenía un negocio de servicio de comidas y una estable posición económica, que permitió a Winifred y sus hermanas estudiar en un internado e ir a la universidad. Pero con la Depresión de la década de 1930 se vio obligada a emplearse como secretaria para contribuir a la economía familiar. De hecho, su primera novela, Fell Top, la escribió prácticamente en la oficina porque su jefe no le daba trabajo hasta por la tarde. Cuando se publicó en 1935, fue un éxito inmediato y un año después la seguiría una segunda, Odd Shoes. El gran día de la señorita Pettigrew (1938), la tercera, es la única de sus novelas que no ocurre en el campo, y curiosamente fue rechazada por la editorial en un primer momento, precisamente por el tono urbano y ligero en que estaba escrita. Al final aceptó publicarla con la condición de que la siguiente (que sería Upyonder, también en 1938) fuera similar a las dos primeras, de ambiente rústico y tono dramático. La autora estaba convencida de que La señorita Pettigrew sería un éxito, y acertó: lo fue no solo en Gran Bretaña, sino en Estados Unidos, Australia y Francia. Después publicaría Hop, Step and Jump (1939) y en 1943 la última, Leave and Bequeath, de género policíaco. En 1941 había nacido su primer y único hijo y las circunstancias de la guerra, que la pusieron al frente de una casa llena de parientes, le impidieron seguir escribiendo. Después, dijo, el momento pasó. En 2000 pudo ver clamorosamente reeditada su novela más famosa, que en 2008 sería llevada al cine con Frances McDormand y Amy Adams. Murió en Newcastle en 2002.

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