Editorial: Alba
Traducción: Miguel Ros González
Páginas: 416
Fecha esta edición: diciembre 2021
Encuadernación: cartoné
El doctor Sandilands, de Charlton Wells, es un buen hombre que se preocupa por sus semejantes y la señora Hovenden no es una excepción, pero ella no puede pagarle esos generosos gestos con dinero, así que decide hacerlo con todos los trastos que tiene guardados en baúles desde hace décadas, que algo de dinero sumarán. El doctor Sandilands los acepta por no hacerle un feo y, a pesar de las protestas de su hija Beatrix, que no quiere esa basura en casa, conservan todos esos baúles durante años. Uno de esos baúles contiene una colección de dieciséis cuadros en muy diversas y deterioradas condiciones, y a nadie en la familia Sandilands se le ocurre pensar que sean poco más que copias baratas o cuadros sin valor algunos... hasta que Stephanie du Plessis, una amiga de la familia, ve cosas que ellos no ven, averigua cosas que ellos no sabrían encontrar y despierta unas expectativas difíciles de pasar por alto. ¿Y si estos cuadros son auténticos? ¿Y si fueron pintados por reconocidos artistas del Rnacimiento? ¿Y si pertenecen a una colección de cuadros desaparecida en 1494 durante un asalto al Palacio Médici de Florencia? Acuden a un experto, y ese experto... bueno, que las cosas se lían y se complican mucho, y esta es la historia de David contra Goliat si David fuese simplemente una bibliotecaria de un pueblo balneario convencida de lo que dice y Goliat fuese un jeta nombrado caballero por sus servicio a las artes. El enredo está servido.
En este libro se confabulan muchas cosas que han hecho que lo haya disfrutado tanto: es muy british y adolece por todos lados de ese encanto que tanto me gusta en este tipo de libros, tiene una trama que se podría calificar de enredo con un punto de intriga que te hace pasar las páginas con fruición esperando a ver por donde va a salir cada personaje y, para rematar la fantasía que es este libro, la pintura italiana del Renacimiento (y el mundo de la pintura en general) está continuamente presente y excelententemente representada por parte de la autora. Es que es un win win en toda regla, nada podía salir mal.
La heroína de esta historia es Stephanie Du Plessis, que tiene clarísimo que esos cuadros son auténticos, que son del Renacimiento, identifica a sus posibles autores, incluso identifica a los personajes representados en las pinturas, y le importa tres pepinos lo que ha dicho el supuesto experto. De hecho empieza a sospechar juego sucio casi desde el principio, pero poco puede hacer cuando el dueño de esos cuadros se fía del experto y la hija del dueño no solo es de esas que tienen que llevar las razón siempre sí o sí, sin que además no se corta cuando algo no es de su agrado y llega a ser un grano en el culo (que sea un poco estrecha de miras no ayuda nada). Así que es la señorita Du Plessis, a escondidas de los legítimos dueños de los cuadros, la que tira hacia delante con todo dispuestísima a desenmascarar al experto e impedir que se salga con la suya. En el camino involucra a varios personajes más que, a pesar de las reticencias iniciales, acaban dejándose llevar por las evidencias, pero de ellos no os voy a hablar (aunque me quede con las ganas).
Y en toda historia de héroes también hay villanos, y aquí el rol malo se lo lleva sir Harry Maximer, un magnate del amianto convertido en la máxima autoridad sobre pintura italiana en el mundo anglosajón y que fue nombrado caballero por su servicio a las artes. Vamos, que lo que dice este señor va a misa, y si él dice que esos cuadros no valen un penique, ¿cómo le van a llevar la contraria un pobre médico de provincias y su hija ignorante en cualquier aspecto artístico? Pero claro, ellos no saben lo que sabemos nosotros los lectores, que este señor lleva años haciendo cosas... cuestionables, y cuando dice que esos cuadros son una basura está... mintiendo, y cuando empieza a mover los hilos para hacerse con esos cuadros por un precio ridículo y dar el bombazo en el mundo cultural internacional está... bueno, metiéndose en camisa de once varas. Como diría aquel, se está pasando de listo, le ha salido bien la jugada durante muchos años, pero no sabe a quien se enfrenta. Poco más os voy a decir sobre este personaje, porque todo su arco argumental no tiene desperdicio (y lo que le espera hacia el final del libro, puro karma, sonsaca sonrisas malévolas en los lectores maliciosos xD).
En Por pura amabilidad la autora combina el amplio conocimiento que tenía sobre el arte renacentista (escribió varias novelas con este tema de fondo) con una prosa ágil, afilada, repleta de diálogos tan inteligentes como encantadores y un ritmo que aumenta conforme se van complicando las cosas y vamos alternando entre héroes y villanos en su afán por salirse con la suya. Lo cierto es que he disfrutado de todos los elementos de esta novela, ya sean los personajes, los tejemanejes que se daban entre las bambalinas del mundo del arte durante los caóticos años posteriores a la Segunda Guerra Mundial (tengo claro que la autora se inspiró en cosas reales) o el modo en que la historia va poniendo a cada cual en su sitio sin perder jamás el charming que se pasea por toda la historia. Es una historia muy típica de su época en el continente pero muy diferente en el contenido, y quizás ahí radica su magia. También tenemos chispazos de romance al más puro estilo casual inglés y charlas entre expertos que te hacen reír ante la estupidez que rodea muchas veces al elitista mundo artístico (cogen al pobre Leonardo da Vinci por banda y le hacen un cuadro del quince). El final es simplemente fantástico y, en fin, que si os hace tilín algo de lo que he comentado, no dudéis en leerlo. Espero que en Alba se lancen a traducir más cosas de esta autora, la verdad. Cruzo los dedos.
Hola, lo leí este año para el reto Serendipia recomienda y para el tuyo claro y lo disfruté muchísimo. Yo también cruzó los dedos para que Alba continúe con la autora. Besos.
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