Título original: El secreto de la caja de sándalo
Autora: Ana María Trigo
Editorial: Autopublicado
Páginas: 221
Fecha de publicación: julio 2017
Encuadernación: rústica
Precio: 2,99 euros (kindle) + 11,43 euros (papel)
Diseño de portada: Melchelle Designs
Valle de los Reyes, Egipto, 1880. Un joven arqueólogo inglés está a punto
de descubrir la tumba de un importante dignatario egipcio que ha
permanecido intacta durante casi 3.000 años. En su interior le aguardan
tesoros de un valor incalculable pero también, y sobre todo, un secreto
que ha dormido durante siglos y que puede hacer realidad el mayor de sus
deseos. Londres, tres años después Sherlock Holmes y el Dr. Watson
reciben en Baker Street la sorprendente noticia del robo de una serie de
objetos egipcios a pocos días de la inauguración de una de las
exposiciones más importantes que ha acometido el Museo Británico.
Comienza así una nueva aventura que les llevará a moverse entre los entresijos del Museo Británico y los secretos de la expedición arqueológica más importante de su tiempo; a adentrarse en la mansión de una de las familias más antiguas de Inglaterra o en el bello e inquietante cementerio de Highgate y a tratar con personajes tan fascinantes como Lord Leighton, arqueólogo y mecenas de la excavación y tan ruines como los ladrones de cuerpos que actuaban en la época. Sin embargo, mientras avanza en el caso, gracias a su proverbial inteligencia y dotes de observación, Sherlock Holmes se encontrará por primera vez dudando de sus métodos de trabajo y de una realidad que quizás irá más allá de sus propios prejuicios.
Comienza así una nueva aventura que les llevará a moverse entre los entresijos del Museo Británico y los secretos de la expedición arqueológica más importante de su tiempo; a adentrarse en la mansión de una de las familias más antiguas de Inglaterra o en el bello e inquietante cementerio de Highgate y a tratar con personajes tan fascinantes como Lord Leighton, arqueólogo y mecenas de la excavación y tan ruines como los ladrones de cuerpos que actuaban en la época. Sin embargo, mientras avanza en el caso, gracias a su proverbial inteligencia y dotes de observación, Sherlock Holmes se encontrará por primera vez dudando de sus métodos de trabajo y de una realidad que quizás irá más allá de sus propios prejuicios.
No soy habitual lectora de pastiches (el año pasado leí alguno que se me pasó traeros por aquí), pero de vez en cuando, si se me cruza uno que me parece interesante y que promete ser canónico y respetar a los personajes originales, la curiosidad me puede y me lanzo a la piscina. Sherlock Holmes es un personaje que se presta mucho a este subgénero literario con resultados muy diversos: en muchas ocasiones ese resultado es decepcionante por el mero uso de markéting que se hace del nombre del personaje sin que tenga mucho que ver con el original de Doyle; en otros, el autor del pastiche consigue crear una historia en la que se respeta a los personajes, la ambientación, la época... pero sabiendo construir una historia y una trama propias que otorguen autonomía al pastiche. El secreto de la caja de sándalo pertenece al segundo grupo.
La historia comienza con un prólogo en el Valle de los Reyes de Egipto en agosto de 1880, cuando lord Alexander Leighton descubre al fin la tumba, todavía con los sellos intactos, de Senenmut, arquitecto, atrónomo y hombre de confianza del faraón Amenofis II. Los jeroglíficos en el sello de la tumba advierten de una maldición, y en ese primer contacto con la tumba después de tres mil años aislada del mundo, ocurre algo, un pequeño detalle... Tres años más tarde, el Museo Británico está a punto de inaugurar una exposición sobre buena parte de las maravillas que se encontraron en esa tumba, pero pocos días antes de la inauguración, quince de esos objetos son robados a pesar de la extrema vigilancia. Queda poco tiempo para recuperarlos, el gobierno egipcio no puede enterarse de que esos objetos han sido robados, y Scotland Yard recibe órdenes para que Sherlock Holmes se haga cargo del caso.
Ya desde el principio, un Watson ya anciano nos advierte que este es uno de esos casos que nunca salieron a la luz pública por determinadas y delicadas circunstancias (más allá de evitar un incidente diplomático), y que quedaron a buen recuado en una valija metálica en los sótanos del banco Cox and Co.. Tal y como digo arriba, estamos en 1883, y eso quiere decir que el caso está ambientado pocos años después de que diera comienzo la singular andadura de la asociación Holmes-Watson, y por mi parte creo que la autora hace un gran trabajo. Todo lo que tiene de fácil coger unos personajes memorables que ya están creados y con los que, "aparentemente", solo hay que seguir unas pautas, lo tiene de difícil precisamente eso, estar a la altura de unos personajes originales y un mundo e idiosincrasias que, quien más y quien menos, ya conoce... al menos los que nos acercamos a este tipo de libros sí que los conocemos, porque de hecho es la razón por la que nos decidimos a leer estas aproximaciones a la órbita de Sherlock.
¿Qué tiene por tanto este pastiche sherlockiano que hace recomendable su lectura? Que se ajusta al Canon holmesiano en fechas y situaciones (con alguna salvedad que no puedo nombrar pero que no tiene mayor importancia en la narración); que es fiel a los personajes originales de Doyle y a su forma de comportarse y de interactuar entre ellos, sin intentar cambiarlos ni modificarlos en beneficio de la historia que ella quiere contar (no usa el nombre de Sherlock en vano y para ganar lectores: coge al personaje de Sherlock y crea una nueva historia para él coherente dentro de su bibliografía); que el caso es muy de la época en la que está ambientado, muy victoriano, muy de unos años en los que los descubrimientos arqueológicos en Egipto estaban a la orden del día y causaban sensación, donde la fiebre colonialista por el exotismo hindú estaba de moda, y también muy de unos años en los que la creencia en lo sobrenatural se llevaba mucho entre las clases sociales altas; a todo esto se suma que respeta mucho el mapa de Londres, por así llamarlo, y te mueve por determinados sitios icónicos de la ciudad de aquella época que lo siguen siendo hoy en día (si aparece el cementerio de Highgate en una novela, yo soy muy feliz... ¡tenéis que visitarlo!).
Pero sin duda uno de los aspectos que más me llamaban del libro, dejando aparte a los personajes de Doyle, era precisamente la vertiente egiptóloga. Algunos de vosotros ya lo sabéis, y quienes no lo sepan se enteran ahora: la Egiptología es una de mis pasiones (pero en plan muy, MUY, apasionado), así que os podéis imaginar las lucecitas de colores que se me encendieron al ver el Antiguo Egipto compartiendo páginas e historia con Holmes y Watson. Además, conociendo la formación académica y profesional de la autora, y sabiendo la precisión, fidelidad y profesionalidad con las que se trataría en el libro todo lo concerniente a esta ciencia, así como la parte relacionada con el arte y sus objetos, para mí era un reclamo de campanillas. No me ha defraudado en absoluto, y de hecho es casi lo que más he disfrutado de la novela. Este Senenmut, cuya tumba es el comienzo de todo en la trama, no es el que conocemos los que más o menos estamos al tanto de la historia de Hatshepsut, la reina borrada de la historia... es un Senenmut creado o inventado por la autora, pero la historia que crea alrededor de él da para mucho y además deja algunas incógnitas muy interesantes.
Y es que es precisamente en esta parte, la relacionada con la Egiptología, donde la autora se toma su mayor licencia en la novela y donde se aleja de lo esperado... es donde, por así decirlo, deja su personal impronta, su firma, y donde pone sobre la mesa el giro que le da su sello personal a la trama... trama de la que veréis que os estoy contando poco en sí misma, pero es que no debo hacerlo. Sherlock debe encontrar las quince piezas robadas, descubrirá en el camino otras cosas, y a poco que hablase sabríais por dónde van las sospechas de Sherlock y sobre quién orienta las pesquisas y por qué, y es lo peor que podría hacer.
En resumidas cuentas, aquellos que gusten de leer novelas basadas en el personaje de Sherlock Holmes, que no duden en acercarse a esta novela porque es un pastiche muy serio y honesto en cuanto al Canon holmesiano; respeta estructura, personajes y ambientación, y además tiene los ingredientes extras del Antiguo Egipto, los jeroglíficos, las maldiciones que aparecían en muchas de sus tumbas para quienes osasen mancillarlas, el British Museum, el cementerio de Highgate, y algún detalle diferente, poco convencional, que le da salsa a la historia... y a su final. No voy a decir que no lo vi venir porque mentiría, pero es que eso es lo de menos en esta historia. Palabrita.
La historia comienza con un prólogo en el Valle de los Reyes de Egipto en agosto de 1880, cuando lord Alexander Leighton descubre al fin la tumba, todavía con los sellos intactos, de Senenmut, arquitecto, atrónomo y hombre de confianza del faraón Amenofis II. Los jeroglíficos en el sello de la tumba advierten de una maldición, y en ese primer contacto con la tumba después de tres mil años aislada del mundo, ocurre algo, un pequeño detalle... Tres años más tarde, el Museo Británico está a punto de inaugurar una exposición sobre buena parte de las maravillas que se encontraron en esa tumba, pero pocos días antes de la inauguración, quince de esos objetos son robados a pesar de la extrema vigilancia. Queda poco tiempo para recuperarlos, el gobierno egipcio no puede enterarse de que esos objetos han sido robados, y Scotland Yard recibe órdenes para que Sherlock Holmes se haga cargo del caso.
Ya desde el principio, un Watson ya anciano nos advierte que este es uno de esos casos que nunca salieron a la luz pública por determinadas y delicadas circunstancias (más allá de evitar un incidente diplomático), y que quedaron a buen recuado en una valija metálica en los sótanos del banco Cox and Co.. Tal y como digo arriba, estamos en 1883, y eso quiere decir que el caso está ambientado pocos años después de que diera comienzo la singular andadura de la asociación Holmes-Watson, y por mi parte creo que la autora hace un gran trabajo. Todo lo que tiene de fácil coger unos personajes memorables que ya están creados y con los que, "aparentemente", solo hay que seguir unas pautas, lo tiene de difícil precisamente eso, estar a la altura de unos personajes originales y un mundo e idiosincrasias que, quien más y quien menos, ya conoce... al menos los que nos acercamos a este tipo de libros sí que los conocemos, porque de hecho es la razón por la que nos decidimos a leer estas aproximaciones a la órbita de Sherlock.
¿Qué tiene por tanto este pastiche sherlockiano que hace recomendable su lectura? Que se ajusta al Canon holmesiano en fechas y situaciones (con alguna salvedad que no puedo nombrar pero que no tiene mayor importancia en la narración); que es fiel a los personajes originales de Doyle y a su forma de comportarse y de interactuar entre ellos, sin intentar cambiarlos ni modificarlos en beneficio de la historia que ella quiere contar (no usa el nombre de Sherlock en vano y para ganar lectores: coge al personaje de Sherlock y crea una nueva historia para él coherente dentro de su bibliografía); que el caso es muy de la época en la que está ambientado, muy victoriano, muy de unos años en los que los descubrimientos arqueológicos en Egipto estaban a la orden del día y causaban sensación, donde la fiebre colonialista por el exotismo hindú estaba de moda, y también muy de unos años en los que la creencia en lo sobrenatural se llevaba mucho entre las clases sociales altas; a todo esto se suma que respeta mucho el mapa de Londres, por así llamarlo, y te mueve por determinados sitios icónicos de la ciudad de aquella época que lo siguen siendo hoy en día (si aparece el cementerio de Highgate en una novela, yo soy muy feliz... ¡tenéis que visitarlo!).
Pero sin duda uno de los aspectos que más me llamaban del libro, dejando aparte a los personajes de Doyle, era precisamente la vertiente egiptóloga. Algunos de vosotros ya lo sabéis, y quienes no lo sepan se enteran ahora: la Egiptología es una de mis pasiones (pero en plan muy, MUY, apasionado), así que os podéis imaginar las lucecitas de colores que se me encendieron al ver el Antiguo Egipto compartiendo páginas e historia con Holmes y Watson. Además, conociendo la formación académica y profesional de la autora, y sabiendo la precisión, fidelidad y profesionalidad con las que se trataría en el libro todo lo concerniente a esta ciencia, así como la parte relacionada con el arte y sus objetos, para mí era un reclamo de campanillas. No me ha defraudado en absoluto, y de hecho es casi lo que más he disfrutado de la novela. Este Senenmut, cuya tumba es el comienzo de todo en la trama, no es el que conocemos los que más o menos estamos al tanto de la historia de Hatshepsut, la reina borrada de la historia... es un Senenmut creado o inventado por la autora, pero la historia que crea alrededor de él da para mucho y además deja algunas incógnitas muy interesantes.
Y es que es precisamente en esta parte, la relacionada con la Egiptología, donde la autora se toma su mayor licencia en la novela y donde se aleja de lo esperado... es donde, por así decirlo, deja su personal impronta, su firma, y donde pone sobre la mesa el giro que le da su sello personal a la trama... trama de la que veréis que os estoy contando poco en sí misma, pero es que no debo hacerlo. Sherlock debe encontrar las quince piezas robadas, descubrirá en el camino otras cosas, y a poco que hablase sabríais por dónde van las sospechas de Sherlock y sobre quién orienta las pesquisas y por qué, y es lo peor que podría hacer.
En resumidas cuentas, aquellos que gusten de leer novelas basadas en el personaje de Sherlock Holmes, que no duden en acercarse a esta novela porque es un pastiche muy serio y honesto en cuanto al Canon holmesiano; respeta estructura, personajes y ambientación, y además tiene los ingredientes extras del Antiguo Egipto, los jeroglíficos, las maldiciones que aparecían en muchas de sus tumbas para quienes osasen mancillarlas, el British Museum, el cementerio de Highgate, y algún detalle diferente, poco convencional, que le da salsa a la historia... y a su final. No voy a decir que no lo vi venir porque mentiría, pero es que eso es lo de menos en esta historia. Palabrita.
Ana María Trigo es
escritora y tasadora de arte y antigüedades. Es licenciada en Historia
del Arte y Humanidades y Graduada en Derecho. Le apasionan el estudio de
la Egiptología, las historias de Sherlock Holmes y las viejas películas
en blanco y negro.
Ha publicado varios libros con editoriales y desde el año pasado se ha lanzado a publicar directamente en Amazon.
En su tiempo libre la encontrarás visitando museos y mercadillos de anticuario, enfrascada en un buen libro con una taza de té o trabajando en su próximo manuscrito.
Actualmente vive en Madrid con su marido y trabaja en una conocida casa de subastas internacional.
Hola! Pues tendré muy en cuenta tu recomendación, pues puede resultar una lectura muy interesante. Me lo llevo anotado, un besito.
ResponderEliminarOtra vez me voy de aquí con un libro apuntado ¡es que no sé ni para que pasó! y menos en vacaciones, si es que no tenía que entrar a veros, mandaros besitos pero sin leeros siquiera 😄😄😄
ResponderEliminarUna reseña estupenda.
Besitos 💋💋💋
Soy muy fan del personaje, pero el antiguo Egipto nunca me ha llamado. Aun así, pinta muy bien, si como dices respeta ese espíritu de los personajes de Doyle seguro que está entretenido y la propia trama me acaba seduciendo.
ResponderEliminarUn beso ;)
Hola guapa, mira que yo también soy MUY, MUY famática del Antiguo Egipto (¿te he contado ya que hice los tres cursos de escirtura jerogligica? la pena es que ya se me ha olvidado todo, ainnsss), y tenía miedo, al ver el tema, que se saliera de los cánones (no puedo soportarlo, jeje...) y se fuera por las ramas. En cuanto a Serlock no puedo hablar mucho porque no soy tan fanática de él como de Poirot, con lo cual no sabría decir, una vez lo lea, si es fiel al personaje o no...
ResponderEliminarPero leyendo tu reseña tan entusiasta me has animado.
Me lo apunto.
Un besazo
No soy muy de pastiches, pero con este me ha entrado curiosidad y el tema de Egipto me atrae, así que no me importaría darle una oportunidad.
ResponderEliminarBesos
Sí. Hay que tener cuidado porque estas jugadas a veces lo único que quieren es aprovechar el tirón del personaje y la devoción de los fans. Veo que en este caso lo ha hecho bien y la novela es una aventura, así que me la apunto. Además la ambientación me mola mucho.
ResponderEliminarBesos
PD. Te debo mail, a ver si puedo hoy.
Ñiiii, creo que no lo veo para mí.
ResponderEliminarMe lo salto, porque no lo disfrutaría.
Besos.
Pues no suelo ser lectora de pastiches, pero me has picado la curiosidad. Por Holmes tengo debilidad y el Antiguo Egipto me atrae. Y si respeta la esencia de los personajes... Podría caer, sí, podría caer.
ResponderEliminarBesotes!!
Pues yo no he leído a Doyle (lo sé, lo sé) pero a mí todo lo que sea investigación me atrae y lo que tenga que ver con Egipto también...así que tampoco le diría que no. Anotado ;)
ResponderEliminarBesitos
Pues no me importaría leer este pastiche sobre Sherlock. Besos
ResponderEliminarQué cosa esto de los pastiches. Me llama la atención. Lo tendré en cuenta. Besos
ResponderEliminarEsta novela que reseñas va a ser mi estreno con un pastiche. Y veo que acerté a la hora de aceptar su lectura, por lo que comentas en tu magnífica reseña. Aunque, sin embargo, a Sherlock y Watson solo los conozco en plan series y películas; no en la saga literaria que conforman. Besos.
ResponderEliminarvaya, me alegro que la autora haya conseguido que sea un buen pastiche. A mí también me interesan el tema de Egipto pero...no ho sé...la trama no termina de resultarme atractiva.
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