Fecha esta edición: marzo 2021
Encuadernación: rústica con solapas
Imagen de cubierta: Château de Tourlaville, 1900 (Ilustración de La France Du Nord, de Charles Brossard)
Un chivo expiatorio es la denominación que se le da a una persona o grupo de personas a quienes se quiere hacer culpables de algo con independencia de su inocencia, sirviendo así de excusa a los fines del inculpador. De manera más específica, este apelativo se emplea para calificar a aquellos sobre quienes se aplica injustamente una acusación o condena para impedir que los auténticos responsables sean juzgados o para satisfacer la necesidad de condena ante la falta de culpables.
También se explica que todo esto viene de un rito judío de los tiempos del Antiguo Testamento, pero ahí no entro (quien le interese ya sabe, google). En esta historia, John es el chivo expiatorio de Jean De Gué, o al menos así se denomina varias veces a sí mismo durante la narración. Es el pringado que va a cargar con los pecados de la persona a la que está suplantando porque esa persona ha decidido que hasta aquí hemos llegado, que está harto, y que ese cateto que se ha cruzado como por arte de magia en su camino va a responsabilizarse de toda la porquería que él lleva esparciendo años.
Para que os pongáis en situación, cuando John llega a St. Gilles, hogar de Jean De Gué (que no es una casa, sino un château, porque este señor resulta ser un conde), se encuentra a una esposa embarazada, una hija de once años, una madre enferma en cama, una hermana que no le habla desde hace quince años, un hermano que no lo soporta, una cuñada con un interés en él que poco tiene que ver con lo fraternal y una situación económica límite y preocupante. Una vez superada la sorpresa de que ninguno pone en duda que él sea el verdadero Jean, comienza su periplo por esta historia, periplo que le llevará a meter la pata y mancharse hasta la rodilla, a tomar decisiones que en última instancia no sabe si ayudan o perjudican y a tener que esquivar como puede las situaciones que pueden comprometerlo y descubrirlo. Además la narración corre a su cargo, es el propio John en primera persona el que nos cuenta todo y por tanto es su punto de vista el que domina lo que el lector conoce, lo que no quita que a veces el lector vaya muy por delante de él en ciertas cosas que le resultan obvias y que él, por inexperiencia, por falta de mundo o convivencia en una familia, tarda en comprender. Yo al menos me he visto varias veces pensando "John, ¿pero qué haces? ¿Estás ciego? ¡Espabila!".
En fin, ¿qué impide a John marcharse cuando todo empieza a complicarse? Nada, de hecho piensa mil veces en largarse de ahí y dejarlos que se apañen como puedan, pero lo cierto es que empieza a preocuparse por esa familia y que comienza a tener un sentido de pertenencia y de responsabilidad. El John de las primeras páginas tiene una vida gris y reducida, se queja de no formar parte de nada ni nadie, de la falta de contacto con los demás, y cuando tiene la oportunidad de ser otra persona completamene diferente con un entorno ya definido y unas relaciones ya establecidas, tiene una sensación de poder, de libertad, de dejar de ser él mismo para convertirse en otra persona evitando así su fracaso. Incluso percibe que está liberando represiones... pero claro, ponerse en el pellejo de otro también lo ata en muchos sentidos, y en realidad ha cambiado su yo insignificante por el de una persona despreciable como es Jean de Gué, así que las cosas van a complicarse aunque él tenga la mejor de las intenciones.
Porque claro, aquí está el tema. El chivo expiatorio tiene dos vertientes, una que está supeditada a la carga psicológica y moral que se deriva de la posición de John en una familia que no es la suya, las decisiones que toma y cómo su propia personalidad y la forma en que decide hacer las cosas condicionan de manera inexorable el devenir de la historia. Esta vertiente es la realmente importante, en la que ahonda la autora y donde demuestra su genio a la hora de meterse en la cabeza de sus protagonistas y dotar a sus tramas de una ambientación impecable. Pero también hay otra vertiente, una que John va descubriendo poco a poco, y es un hecho del pasado ocurrido durante la Francia ocupada en la Segunda Guerra Mundial que a día de hoy, quince años después, sigue marcando el pulso de toda la familia. El libro está ambientado en una época en la que los franceses todavía se estaban curando las heridas sufridas por los enfrentamientos entre amigos y vecinos durante la ocupación francesa (aquellos que capitularon ante los alemanes y los que se unieron a la resistencia), así que un ambiente tranquilo puede tensarse ante una sola palabra fuera de lugar. John irá tirando de la madeja y eso, junto a sus decisiones, complicará mucho las cosas.
Pensaréis que os he contado mucho. No os he contado apenas nada, os lo prometo, porque la magia del libro está en los pequeños detalles, en los diálogos, en lo que no se dice, en los gestos, las miradas, los destellos que una persona extraña debe percibir en un entorno que no conoce y donde entra como un elefante en una cacharrería... y en la propia evolución de John como persona y como personaje conforme se acomoda a la piel de Jean De Gué y decide echarle un poco de sal y pimienta a la vida en St. Gilles. Ni siquiera os he hablado de esa familia y los secundarios salvo para nombrarlos porque son parte imprescindible de la historia y debéis descubrirlos al abrir el libro; de su propia historia personal y pasada compartida con Jean de Gué depende buena parte de lo que ocurre en la novela.
Os he cantado tantas veces las alabanzas de Daphne Du
Maurier que me da miedo repetirme, pero necesito volver a decirlo: es una autora muy infravalorada. Sí, en los últimos tiempos parece que ha resurgdo su figura, pero el tipo de literatura y de historias que escribía la ha mantenido en un escalón mucho más bajo del que se merece. A mí me parece una escritora muy minuciosa en los detalles, muy atmosférica en cuanto a la ambientación de sus libros, muy puntillosa en la creación de la psicología de sus personajes y muy sugerente a la hora de jugar con las relaciones que se establecen entre ellos. Además sus historias son originales, evocadoras y muy interesantes, las páginas vuelan porque no quieres parar de leer y los rodeos morales que dan los personajes durante todo el libro son los que hacen avanzar la trama. Quien guste de la narrativa de Daphne du Maurier puede estar tranquilo porque leer El chivo expiatorio es una apuesta segura y en él vuelve a hacer lo que mejor sabe hacer. Quien no haya leído nunca a esta autora es un libro tan bueno como cualquier otro para empezar con ella. Yo me lo he pasado en grande e incluso me ha sorprendido el final, porque el que yo conocía de la adaptación cinematográfica que os digo arriba es completamente diferente al de la novela (no os digo cuál me gusta más, porque para eso tendría que hablar de cosas que no puedo).
Pues te voy a tomar la palabra y voy a empezar con algun libro de Du Maurier, el que sea. A ver si me enamoro como te ha pasado a ti. Besos
ResponderEliminarHola guapísima, siempre me rindo ante tus reseñas, son maravillosas, y te lo comento porque a pesar de haberme leído este libro este año (además para la misma premisa que tú) después de tu reseña me dan ganas de volver a leerlo, jeje...
ResponderEliminarSi no has leído Mi prima Rachel te la recomiendo encarecidamente. Fue el primero que leí de esta autora, antes incluso que Rebeca (de la que conocía la versión de Hichtcock) y me encantó. La ambientación y la psicología de los personajes, como bien dices, está muy bien desarrollada en esta novela.
Un besazo
Hola, de la autora he leído Rebeca, La posada de Jamaica y Los pájaros y otros relatos. Pero ya sabes como es esto, apuntas y apuntas y llegas a lo que puedes. Este la tengo en alguna lista por una reseña creo que de Undine, a ver si para vuestro reto del año que viene me hago con ella. Besos.
ResponderEliminarSolo he leído Rebeca, que me encantó. Y desde luego me dejas con ganas de probar con más novelas de la autora.
ResponderEliminarBesotes!!!
Hola!!
ResponderEliminarCreo que es una novela para leerla con mucho detenimiento y tranquilamente. También para ir con la mente abierta y fijarse en los detalles que comentas.
No sé si lo leeré o no,pero sin duda me ha llamado la atención.
Excelente reseña,por cierto
Besos
Hola. Suscribo todo lo que dices de la novela. Yo me lo pasé genial con esta aventura y esa posibilidad de vivir otra vida completamente distinta a la que te ha tocado que se le presenta a John. Geniales los personajes y el ambiente. Respecto a la credibilidad, sinceramente, si no estás dispuesto a dejarte llevar, dedicate a leer ensayos. La magia de la ficción es esa, hacer posible lo imposible.
ResponderEliminarTengo pendiente leer más novelas de la autora.
Besos
Buenas tardes, MH.
ResponderEliminarMe encanta conocer tu opinión de esta novela. Es uno de los títulos que más me han gustado de du Maurier, si no el que más. Como bien dices, es un libro atmósférico, porque el clima que posee la historia es uno de sus grandes protagonistas. Por otro lado, yo con determinados autores voy con la fe por delante, Daphne está entre ellos :)
Un beso grande, y enhorabuena por la estupendísima reseña!!
Pues conocía el libro pero no sabía que había adaptación al cine. Así que me pongo a ello. A ver, entiendo el dilema al que se enfrenta el personaje, y me imagino qué situaciones tendrá que vivir. Muchas gracias por esta magnífica reseña. Dan muchas ganitas de leer el libro también jejeje. Besos
ResponderEliminarEste lo tengo apuntado hace tiempo, desde que supe de su trama me llamó mucho la atención. Y la edición me parece una maravilla. Me alegro de que lo disfrutaras. Lo que no sabía es que tuviera una adaptación.
ResponderEliminarUn beso ;)
Uf, aunque es interesante, creo que me costaría mucho evadirme de los detalles que mencionas que hay que obviar, principalmente la casualidad que da pie a la trama. En principio no me lo apunto.
ResponderEliminarLo siento por ti. Toda la narrativa consiste en obviar cosas.
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