lunes, 31 de octubre de 2022

RESEÑA (by MH) ::: LA CASA DESHABITADA - Charlotte Riddell


 

Título original: The Uninhabited House
Autora: Charlotte Riddell
Editorial: Valdemar
Traducción: José Luis Checa & Agustín Temes
Prólogo: Agustín Temes
Páginas: 256
Fecha publicación original: 1875
Fecha esta edición: 1997
Encuadernación: bolsillo
Precio: descatalogado

 

No sé cómo se las arregla el tiempo para pasar así de rápido, pero ya estamos nuevamente en esta época del año en la que a todos (o casi todos) los que nos movemos por este vasto y ancho mundo de las opiniones literarias se nos antoja recomendar o compartir una lectura de terror, gótica o que se mueve en el espectro espeluznante... si además da miedo y pone los pelillos como escarpias tenemos el pack completo, pero son dos conceptos que no siempre van juntos, y eso lo sabemos bien quienes estamos muy acostumbrados a leer este tipo de historias.

Este año he decidido traeros una novela de Charlotte Riddell, autora victoriana que, como tantas otras de su época, hoy en día está prácticamente desaparecida en las mesas de las librerías y su obra apenas traducida al castellano. De ella solo había leído Un extraño juego navideño, relato incluido en una antología navideña que reseñé hace unos años, Cuentos victorianos de Navidad, y ya en aquel momento dije que me había quedado con ganas de leer más de esta autora porque precisamente ese cuento era más gótico que navideño. Lo dicho, hay tan poquito suyo en castellano que he tardado lo mío en ponerle remedio, pero por fin he leído La casa deshabitada, publicada por la editorial Valdemar hace ya veinticinco años (y muy descatalogada hoy en día, así que no sé cómo andará la cosa para hacerse con ella).

La historia está ambientada en Londres y narrada por Harry Patterson, un joven pasante que trabaja para el señor Craven, abogado. Una de las clientas más peculiares del bufete es la señorita Blake, mujer de aspecto histriónico y comportamiento irritante y desagradable que no solo le echa mucho morro a la vida (al pobre abogado Craven le cuesta dinero tener tratos con esta señora) sino que depende para vivir dignamente del alquiler de River Hall, una casa a orillas del Tamésis que en realidad pertenece a su sobrina, todavía menor de edad y que no puede decidir sobre ella hasta que cumpla los veintiún años. El caso es que esta casa, si hablamos en términos de habitabilidad y comodidad, es fantástica, pero uno tras otro, todos sus inquilinos acaban marchándose antes de tiempo e incluso abonando dinero en compensación con tal de largarse lo antes posible. Después del último revés en este sentido (con juicio de por medio), Patterson decide irse a vivir a la casa deshabitada y resolver el misterio que hace tan complicado su alquiler permanente. Allí se encontrará no solo con los fantasmas anunciados por los asustados inquilinos anteriores, sino con un misterio que probablemente tiene mucho que ver con esas apariciones fantasmales.

Quienes no están acostumbrados a leer clásicos góticos victorianos y se enfrentan por primera vez a este tipo de lecturas suelen llevarse una decepción, porque esperan encontrar el gótico/terror contemporáneo en historias que fueron escritas en ocasiones hace casi ciento cincuenta años. Hay de todo, obviamente, pero el gótico habitual del siglo XIX poco tiene que ver con mostrar y sí mucho con insinuar; el aspecto sobrenatural de las historias suele presentarse de manera sutil, refinada, elegante y muy alejada de efectismos... y aun así, creedme, en su época provocaban sensación y daban miedo, porque además eran unos tiempos mucho más crédulos, más apegados a las supersticiones y, en casos como las sociedades irlandesa y escocesa, con el aspecto del más allá totalmente asumido y enraizado en la cultura popular; formaba parte de sus vidas, y por eso algunas de las mejores historias de fantasmas del siglo XIX suelen estar firmadas por autores escoceses o irlandeses. Ese es el caso de mi admiradísima Margaret Oliphant, escritora escocesa también muy olvidada hoy en día que ya he traído varias veces al blog (y que ninguna editorial se anima a recuperar en serio, yoyanosécómodecirlo), y también el de la irlandesa Charlotte Riddell, autora de la novela que os traigo hoy; ambas vivieron su cenit como autoras en una época en la que las historias de fantasmas, casas encantadas y fenómenos sobrenaturales estaban de moda en la literatura, y sacaron buen provecho de ello (Riddell llegó a escribir hasta cinco novelas incluyendo un edificio encantado en la trama).

¿Qué ocurre entonces con los lectores de hoy en día? Pues que estamos tan curados de espanto y recibimos ficción de terror de tantas formas diferentes y tan efectiva en muchas ocasiones, que estas historias victorianas apenas nos provocan sobresaltos. Aun así, y sin querer entrar en muchos detalles, en La casa deshabitada hay alguna escena que tiene su aquel, y vamos, desafío a los que estas historias les parecen descafeinadas a que se enfrenten a algunas de estas vivencias, a ver si les parecen poca cosa :) El caso es que, en perspectiva, y leyéndolo desde un punto de vista actual, muchas veces el valor de estos libros no solo está en el aspecto sobrenatural, sino en lo que la autora aprovecha para contarnos sobre la sociedad en la que vivía y el foco que pone en las características de los personajes.

Así pues, estamos ante una historia que se toma su tiempo y que está dividida en dos partes muy diferenciadas que coinciden practicamente a la perfección con las dos mitades del libro. La primera parte nos presenta a todo el elenco de personajes (la señorita Blake, su sobrina la señorita Elmsdale, el abogado Craven, el pasante Patterson, el médico Munro), los problemas que tienen con la casa deshabitada y la historia de la familia que habitó la propia casa antes de entrar en este círculo de alquileres truncados; esta parte puede hacerse larga para quien busque solo la parte gótica y el formato de casa encantada per sé, porque no ponemos un pie en la casa en ningún momento y solo sirve para llevarnos al momento crítico en el que hay que hacer algo con ese dichoso edificio, sea lo que sea. No sé si es apta para lectores impacientes, pero hay que pasar por ella (sí o sí) para llegar a la guinda del pastel, los cacahuetes del helado y el trozo de adorno de chocolate que toda tarta que se precie debe tener: la casa encantada. Nos adentramos en ella en la segunda parte de la novela, ahí es cuando empiezan los sucesos rarunos, las apariciones fantasmales y los hechos sin explicación, y por eso es aquí donde debo cerrar el pico y no desvelaros nada, aunque bueno, huelga decir que para los buscadores de lecturas góticas es en este momento cuando realmente empieza la fiesta. Sí os puedo decir que, dejando a un lado lo que sucede dentro de la casa, también hay algo misterioso externo a ella que parece tener relación con lo que ocurre dentro pero que, obviamente, se va desentramando conforme avanzan las páginas y por tanto tampoco puedo desarrollar.

Os decía arriba que, aparte del factor misterio/sobrenatural, la novela incluye factores de la sociedad británica del siglo XIX que resultan muy interesantes. Uno de ellos, que además está muy presente en mucha de la literatura de la época, es la cuestión de las herencias. En la novela, la esperpéntica señorita Blake, mujer de mediana edad a cargo de su sobrina huérfana (la señorita Elmsdale) lidia como puede con la escasez de recursos a su alcance (y mucho morro también, tal y como digo antes) para salir adelante, pues su sobrina es menor de edad, no puede disponer de la herencia de sus padres, y ella, como su tutora, dispone de una renta muy exigua para las dos. A esto se suma el estigma social y la conciencia de clase, porque hace años pertenecían a una familia muy acomodada con una renta muy elevada, y no fue hasta el fallecimiento del cabeza de familia que se descubrió que todo ese dinero no aparecía por ningún sitio y que de acomodados, ya nada de nada. Incluso el hecho de pensar en ponerse a trabajar supone un estigma y una vergüenza, y prefieren tirar como pueden con lo que tienen. Así que entre este sinvivir de pensión en pensión mangoneando libras por donde pueden (y a quien se deja), la codicia y el enigma que les ha llevado a la situacion en la que están, la demostración de cómo se ganaba la vida un empleado cualquiera de la City londinense y a lo que podía aspirar en su trabajo e incluso un juicio donde se argumenta el abandono de una vivienda por la presencia de fantasmas, transcurren las páginas de esta historia donde, por supuesto, existe un toque romántico que no forma parte sustancial de la trama pero que tiene su razón de ser y de hecho mueve ciertas acciones importantes de la novela.

En definitiva, creo que La casa deshabitada es ideal para esos lectores que no les gustan las novelas de terror que dan miedo (porque lo pasan mal leyéndolas), pero buscan algo con fantasmas y toques sobrenaturales muy ligeros que den fe del tono gótico que se le presupone a la novela sin ser espeluznantes ni escalofriantes. No os voy a decir que la historia sea perfecta, porque a mí, particularmente, se me ha quedado una cosa en el tintero hacia el final que parece que se le olvida resolver. No la puedo comentar (obviamente), así que me la como con patatas y aprieto los labios un tanto contrariada (MH, críptica porque el mundo le ha hecho así), pero que en modo alguno debe desanimar a nadie a la hora de afrontar la lectura; ya sabéis que soy una tiquismiquis y seguramente solo sean cosas mías.

Lo importante es que me he quitado la espina de conocer a Charlotte Riddell en novela larga, algo que hacía años que tenía pendiente. Riddell fue una autora superventas en su época, llegó a ser editora de su propia revista y sus novelas e historias cortas de fantasmas figuran entre las más importantes de la literatura victoriana. Por desgracia el tiempo no se ha portado bien con ella, pocos lectores de hoy en día la conocen y, tal como os comentaba, poco más aparte de La casa deshabitada podemos leer en castellano de la autora, aunque tenemos la suerte de que Reino de Redonda, la editorial del fallecido Javier Marías, publicó una recopilación de algunos de sus cuentos hace unos años titulado La vieja señora Jones y otros cuentos de fantasmas. Este sí se puede encontrar (al menos de momento) con facilidad, y tengo la suerte de que La casa deshabitada no está incluido, así que cuando me ponga con él, que ya lo tengo en la estantería, todos los relatos serán nuevos para mí.

Lo dejo aquí. Felices lecturas de Halloween a todos, escoged bien y pasad mucho miedo entre sus páginas :)

 


 
Charlotte Eliza Lawson Cowan (1832-1906), que ha pasado a la historia de la literatura con el nombre de su marido, James H. Riddell, nació en Carrickfergus, en el condado irlandés de Antrim, y a los quince años escribió su primera novela: The Moors and the Fens, en medio de una existencia invadida por la desgracia. Además de escribir una serie numerosa de novelas que tuvieron una gran acogida en su época, fue propietaria y editora del «St James Magazine». En la actualidad es más conocida por sus historias de terror y misterio y toda antología que se precie suele incluir un relato de la Riddell. La casa deshabitada es una de las mejores y más elegantes historias de misterio de la época victoriana.

10 comentarios:

  1. Buenos días, MH.
    Ya estamos otra vez a 31 de octubre, una excusa fantástica para leer novela gótica, ¡qué emoción! Comparto contigo mi gusto por la elegancia que tenía este género en el siglo XIX. Hoy en día, si no hay sangre y violencia no parece que hablemos de terror. He buscado este título en mi librería favorita de segunda mano y, a parte de no quedar existencias, tenían mal catalogada la novela. Es una verdadera lástima lo que ya hemos comentado por privado, que las editoriales no dejen de publicar siempre los mismos títulos y autor@s, dejando olvidados a escritor@s que merecen ser conocid@s.
    Por otro lado, es gusto leer tus publicaciones, además de aprender siempre algo con ellas, sirven para traer al mundo virtual esos nombres literarios que han sido olvidados.

    Un beso y muy feliz Halloween!!

    ResponderEliminar
  2. Hola guapísima, yo también disfruté mucho de ese relatos que comentas en la antología Cuentos victorianos de Navidad. Me ha gustado mucho esto que cuentas de esta novela, porque ya sabes que yo soy de pasar poco miedito. A ver si puedo hacerme con esta novela, si la consigo ya comentaremos el final, que ya sabes que yo puedo ser tan o más tiquismiquis que tú, jeje...
    Un besazo enorme.

    ResponderEliminar
  3. Qué buena pinta tiene este libro. Es verdad que el género del terror está ya un pelín pasado de vueltas y parece que cuesta verse impresionado, pero a mí me basta con que consigan crear un magnífico ambiente misterioso, que no es tan fácil como parece. Me lo anoto.
    Besotes.

    ResponderEliminar
  4. No soy muy amiga del terror, pero estoy de acuerdo contigo en que esas novelas del género que más que narrar truculencias y provocar sobresaltos van insinuando sutilmente, suelen resultar más terroríficas que lo que la modernidad nos tiene acostumbrados en libros y en películas. Son historias tipo Otra vuelta de tuerca o, ya en nuestro siglo, las novelas de Shirley Jackson como la maldición de Hill House. Dan incluso más miedo, sin apabullar ni aterrorizar, porque dejan a la imaginación del lector sucesos que de ser contados no serían tan terroríficos como llegamos a imaginarlos. Ese terror inteligente y sutil me gusta mucho más. Tomo nota de esta novela que tiene una pinta magnífica.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  5. Hola, de la autora solo he leído Un extraño juego porque el año pasado también leí Cuentos victorianos de Navidad. La novela que traes hoy me llama mucho, me encantan las historias desarrolladas en casas victorianas encantadas, que igual no dan tanto miedo desde el sofá, pero que seguro te dejan blanco en la vida real. Apuntada me la llevo. Besos.

    ResponderEliminar
  6. Pues pese a ese perito que le has visto, me has dejado con ganas de leerlo. A ver si tengo suerte en la biblioteca.
    Besotes!!!

    ResponderEliminar
  7. Me he quedado yo también con ganas de leerla: espero tener suerte en la biblio :-) También tomo nota de los cuentos de La vieja señora Jones ;-)
    Un beso.

    ResponderEliminar
  8. Oh dios, dios, dios!!!
    Como no voy a tentarme con estas bellezas?

    ResponderEliminar
  9. Amo el gótico victoriano y tienes razón en que hay que acostumbrarse y no esperar sacuden es ni sangre a mares sino sutiles visitas jeje.
    Fíjate que vengo muy influenciada en Otra vuelta de tuerca por tercera vez😅😆😅😆y aun encuentro más dudas y vueltas de tuercas.

    ResponderEliminar
  10. Pues me da que este título es para mí, por eso que dices que no es exactamente de terror que pone los pelos de punta (ya me conoces, soy floja). Me sonaba un montón el nombre de la autora, pero ya he visto que explicabas que uno de sus cuentos salía en "Cuentos victorianos de navidad", que lo leí el año pasado, y he entendido por qué me sonaba. Pues nada, me lo llevo. Besos.

    ResponderEliminar