lunes, 23 de septiembre de 2024

RESEÑA (by MH) ::: SOSPECHA - Francis Iles


 
Título original: Before the Fact
Autor: Francis Iles
Editorial: Who
Traducción: Vera Sánchez Ortiz
Introducción: Andrés Amorós
Páginas: 300
Fecha publicación original: 1932
Fecha esta edición: noviembre 2023
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 21,50 euros
Imagen de cubierta: Cary Grant en un fotograma de la película Sospecha (Alfred Hitchcock, 1942)




A sus 28 años, Lina McLaidlaw vive aburrida con sus padres en un pueblo inglés. Hasta ahora no ha conocido a ningún hombre que le haya interesado. La llegada del encantador Johnnie Aysgarth, un joven de una familia noble venida a menos y con mala reputación, lo cambia todo. Su padre se opone al matrimonio y todo el mundo parece saber que lo único que busca Johnnie es el dinero de Lina. Sin embargo, pronto se casan.

Tras disfrutar de una larga y costosa luna de miel, Lina descubre que Johnnie no tiene dinero ni manera de conseguirlo; que no está dispuesto a trabajar y que no le importa vivir del dinero de su mujer. Pronto comprende que el sentido moral de su esposo es diferente al de los demás: deudas, apuestas, mentiras, estafas…

Un día Lina se da cuenta de que su marido es un asesino.

«No es discutible que Sospecha es una novela de gran atractivo, que capta al lector desde la primera hasta la última página: la inteligencia, la originalidad y la ironía forman una combinación de éxito seguro. Además de proporcionarnos una amenísima lectura, nos hace asomarnos a algunos muy inquietantes abismos de la condición humana. No cabe pedir más». Andrés Amorós

La obra maestra que fascinó a Alfred Hitchcock.

 
La vida literaria te da sorpresas y unas de las mejores del año pasado fue la publicación por parte de Who Editorial de la novela en la que se basó el tito Hitchcock para su película
Suspicion, una de mis favoritas del maestro del suspense. Su autor es Francis Iles, que en realidad es uno de los seudónimos de Anthony Berkeley, uno de los máximos exponentes de la Golden Age literaria británica en tiempos de Agatha Christie, Dorothy L. Sayers, etc... A Berkeley lo he leído en algunas de sus novelas protagonizadas por Roger Sheringham, pero es la primera vez que lo leo en su vertiente Iles, y ciertamente el tono me ha parecido totalmente distinto. Os cuento.
 
Lina tiene ya veintiocho años, es muy inteligente pero ninguna belleza, y eso en la Inglaterra rural de los años 30 no ayudaba mucho a encontrar marido. Su ánimo va por rachas, a veces le gustaría llamar más la atención, otras piensa que ni falta que le hace, su autoestima sube y baja como el Guadiana... hasta que conoce a Johnnie Aysgarth en una fiesta. Johnnie, que debemos decir desde ya que es MUY atractivo, también es la oveja negra de su familia con toda la razón del mundo: mujeriego, jugador, derrochador, vago (no ha trabajado un solo día en su vida), jeta, descarado... vive por encima de sus posibilidades y, aun así, no hay mujer que se resista a sus encantos. Lina cae en el mismo saco, pero con ella Johnnie decide casarse... por la razón que sea. Su familia intenta quitarle la idea de la cabeza, le advierte de que este tipejo va detrás de la cuantiosa fortuna que ella heredará cuando su padre muera... pero Lina cree en Johnnie, confía en Johnnie, ¿cómo va a quererla por su dinero, con todas las cosas bonitas que le dice, con las mariposas que bailan en su estómago cada vez que lo ve? Y si es así, ya le cambiará ella, que su amor todo lo puede. Vamos, señoras y señores, la misma historia de siempre desde que la lluvia cae hacia abajo. Lo que viene a continuación es la confirmación de todos esos avisos y más, mucho más... y la historia de un matrimonio donde los límites no solo son maleables e insólitos, sino que ponen a prueba la empatía del lector.

Y dicho todo esto, el libro comienza con estas primerísimas líneas:

Algunas mujeres dan a luz asesinos, algunas se meten en sus camas y otras se casan con ellos. Lina Aysgarth llevaba viviendo casi ocho años con su marido el día que se dio cuenta de que estaba casada con un asesino.

Si no fuera por ese arranque, porque sabemos desde el inicio hacia donde se encamina la historia, el lector podría pensar que esta es la trillada historia de un matrimonio entre una mujer muy singular y un auténtico sinvergüenza, las muchas perrerías que el señor le hace a su señora y el modo en que ella va capeando el temporal (aunque como lector no estés de acuerdo con ninguna de sus decisiones). Y sí, este libro es todo esto, pero sabes que en el horizonte planea eso mismo, el asesinato, y eso hace que afrontes la lectura de una manera diferente, más... ¿perversa? Yo diría que sí. Y os digo una cosa, si lo leéis os daréis cuenta perfectamente del momento en que Johnnie se convierte en asesino aunque Lina tarde esos ocho años en caer del guindo. El autor no lo dice, obviamente, pero para eso estamos ahí los lectores: es la salsa de leer este tipo de libros y, quien busca, encuentra. 

La narración sigue en todo momento a Lina, es el núcleo alrededor del cual gira la historia y lo único que vemos es lo que ve ella. Eso quiere decir que el autor protege a Jonnnie de la mirada inquisitiva del lector, solo lo vemos cuando interactúa con Lina o cuando ella nos dice algo sobre él, pero jamás sabemos de las andanzas de Johnnie si Lina no está en el cuadro. Y aun así, Berleley lo cuenta todo de tal manera que casi siempre vas por delante de Lina con respecto a su marido, porque ella siempre tarda un poco más que tú en atar cabos... y es algo intencionado por parte del autor: Johnnie es un crápula, no te crees ni media palabra de lo que dice ni confías ni medio segundo en cada gesto que tiene con su muer y, si algo pasa, ten por seguro que es culpa de Johnnie.

Si os digo la verdad, conforme avanzaban las páginas no dejaba de pensar en los muchos detractores de la señora de Winter, en la Rebecca de Daphne du Maurier, y sus críticas hacia la personalidad de ese personaje... porque si leyesen Sospecha y se enfrentasen a las decisiones y razonamientos de Lina, tirarían el libro por la ventana xD. Es totalmente imposible empatizar con ella porque nunca entiendes todo lo que deja pasar, todo lo que perdona, la ceguera consciente, el posicionarse de manera voluntaria a favor de su marido una y otra vez... una y otra vez, una y otra vez, UNA Y OTRA VEZ. Porque si no supiera, si no descubriese, si viviese en la inopia y no se enterase de nada, te parecería tonta pero no podrías echarle en cara más que su sorprendente capacidad para vivir en la nube... Pero no, este es el caso contrario: Lina se entera de todo lo que va haciendo su marido (que no os desgloso aquí, obviamente, pero vamos... un pincel de señor). Y sí, se enfada, se enfrenta a él, le pide explicaciones, pero en cuanto él le hace dos carantoñas, se derrite de gusto, le hace prometer que nunca más y p'alante, como los de Alicante. Y así nos pasamos casi todo el libro. Y a ti, como lector, te llevan los demonios, MUCHO, porque esta mujer sabe donde está metida y le da igual... pero ahí está la gracia de la literatura, de crear buenos personajes, personajes muy grises o muy alejados de ti con los que no estás de acuerdo en absoluto y aun así no puedes parar de leerlos a ver donde te llevan. Y porque no os he contado nada de nada, que os pensaréis que todo esto es spoiler pero no os imagináis realmente todo lo que ocurre en este matrimonio.

¿Por qué se comporta así Lina? Porque está muy enchochada con su marido (vamos a ponerle nombre al tema sin más, que además esta novela está muy adelantada a su tiempo y el autor no es nada mojigato al respecto), pero aparte de ese enchochamiento, decide autoconvencerse de que, además de mujercita de su casa, debe ejercer el papel de madre con su marido, y una madre le perdona todo a su hijo, ¿no? Todo lo achaca a que es infantil, crédulo, joven y a que posee una moral defectuosa, una ceguera ética, que siempre justifican sus actos. Si no sabe lo que está bien y lo que esta mal, ¿cómo va a evitar hacer cosas malas? ¡Si es que  no tiene sentido del bien ni del mal, no sabe distinguirlos! Pobrecito... Y chimpún, ya puede Johnnie hacer lo que quiera que su querida esposa/madre lo pasará por alto tras una regañina. Exasperante. ¿Y qué hace Johnnie con el comportamiento de su mujer? Ser encantador, mantener a buena temperatura el fuego matrimonial y abrillantar esa doble y hermosa cara que los dioses le han dado para que le siga funcionando mucho tiempo... porque creedme, tiene doble, triple, cuádruple cara: no ha trabajado en su vida, tiene vicios que le cuestan mucho dinero y le parece estupendo vivir de la renta de su esposa sin dar palo al agua. Y repito, esto no son spoilers, no tarda mucho en la novela en hacer de las suyas.

No sé si se nota, pero a pesar de querer zarandear a Lina durante todo el libro para que espabile y deje de ser tan idiota, y de ponerle veinte velas negras a Johnnie página sí y página también, me lo he pasado genial leyendo la novela. No es perfecta, el libro está dividido en tres partes y a mí la segunda me ha sobrado por completo (no os puedo dar razones porque entonces sí que os estaría diciendo cosas que no debo, pero corta todo el ritmo de la novela, que realmente solo vuelve a ponerse interesante en cuanto comienza la tercera parte), pero es de esas historias que aun sabiendo a lo que te enfrentas desde el principio, no puedes dejar de leer para saber en qué termina todo. Porque llegamos a ese final y...

... y aquí es donde os tendría que hablar de la adaptación del tito Hitch, ¿no? Este señor estuvo iluminado el día que escogió a Joan Fontaine para interpretar a Lina y, sobre todo, al maravillosísimo Cary Grant para hacer de Johnnie (es que el personaje parece escrito para él). Desde la primera escena en que aparece Johnnie las cartas están sobre la mesa (que en sus inicios Hitchcock era mucho de ir al grano), aunque precisamente la escasez de metraje hace que en la película no aparezcan ni el 80% de las sinvergonzonerías del personaje. Tampoco le dejaron terminar la película como termina el libro ni seguir una ruta esencial de la novela por razones que no puedo desglosar aquí, así que poco más puedo decir al respecto. En cualquier caso, ya digo arriba que es una de mis películas favoritas del tito, y si Cary Granr está en pantalla, olvidaos del mundanal ruido y miradlo solo a él (lo demás da todo igual xD), porque en sus gestos, y no en lo que dice, está construida la ambigüedad del personaje.
Solo puedo recomendarla, es fantástica.

Y el libro también, repito. Menos la segunda parte xD.

Ojalá Who Editorial se anime a traernos también Malice Aforethought, otra de las novelas que Berkeley escribió bajo el seudónimo de Francis Iles. Me ha gustado más Berkeley con el estilo que muestra aquí en Sospecha que en sus novelas de Roger Sheringham. Se muestra mucho más desinhibido en ciertos aspectos (más atrevido en cuanto a alusiones sobre el sexo, por poner un ejemplo, que dada la época no deja de ser algo notable) y el tono en sí mismo es diferente, con más empaque y profundizando más en la naturaleza humana, la vida en una sociedad tan restringida como la de las zonas rurales inglesas de los años 30 y todas aquellas cosas que nos llevan a comportarnos de una determinada manera, a perdonar ciertas cosas y a aferrarnos a personas que nos quieren mal aunque sepamos que pueden acabar con nosotros de un modo u otro. El trasfondo de la historia es muy oscuro, aunque la forma de presentarla sea deslumbrante, atractiva y diáfana, y el personaje de Lina es de los que te hacen poner los ojos en blanco, de esos a los que ves correr hacia un precipicio sin frenos, pero a los que no puedes dejar de mirar sin esperanza alguna cruzando los dedos al mismo tiempo... por si acaso consiguen detenerse antes de caer al vacío.

Os dejo el tráiler de la adaptación de Hitchcock... que por cierto, ese monólogo de Joan Fontaine existe solo para el tráiler, no aparece en la película.




Francis Iles es uno de los seudónimos bajo los cuales escribió Anthony Berkeley Cox (1893-1971). Su novela Before the Fact fue adaptada al cine en 1941 por el cineasta Alfred Hitchcock bajo el título Suspicion. Destacan títulos como El caso de los bombones envenenados (The Poisoned Chocolates Case, 1929),  El crimen de las medias de seda (The Silk Stokings Murders, 1928) o Premeditación (Malice Aforethought, 1931)

Sus novelas se caracterizan por la agudeza intelectual y el sentido del humor. Las tramas, siempre apasionantes, se aderezan con diálogos ingenioso e irónicos, que acercan el género policial a la sátira e incluso a la parodia. También experimentó con otras vertientes de la literatura criminal, como la novela de suspense y el policial inverso.

Algunas de sus novelas incluyen agudas reflexiones sobre el género detectivesco y sobre la técnica utilizada por el propio autor. Exhibió gran destreza intelectual y una extraordinaria habilidad para la construcción de sorprendentes rompecabezas criminales.

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