Título original: Der Meister des Jüngsten Tages
Autor: Leo Perutz
Editorial: Libros del Asteroide
Traducción: Jordi Ibáñez
Editorial: Libros del Asteroide
Traducción: Jordi Ibáñez
Páginas: 232
Fecha publicación original: 1923
Fecha esta edición: marzo 2017
Fecha esta edición: marzo 2017
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 17,95 euros Diseño de cubierta: Duró
Viena, 1909. El célebre actor Eugen Bischoff aparece muerto en
extrañas circunstancias. A pesar de que parece un suicidio, todas las
sospechas se centran en el barón Von Yosch, oficial del ejército y
antiguo amante de la mujer del difunto. Al verse repentinamente
involucrado en el caso, el barón Von Yosch deberá emprender una
investigación para poder demostrar su inocencia. Sus pesquisas le
llevarán a investigar otras extrañas muertes acaecidas en las mismas
fechas y a descubrir el extraño motivo que las relaciona: un misterioso
asesino que parece, en realidad, un espectro surgido en tiempos
inmemoriales, un «terrible enemigo» que está latente en cada uno de
nosotros y siempre dispuesto a despertar de su letargo.
Leo Perutz, uno de los grandes narradores del siglo xx, firmó con El maestro del juicio final
una apasionante novela, a medio camino entre el relato policiaco y la
literatura fantástica, que acabaría dándole fama internacional y lo
convertiría en un autor admirado por escritores como Graham Greene, Ian
Fleming o Jorge Luis Borges.
Han pasado casi seis años desde que os hablé de una novela de Leo Perutz. En aquel entonces os traje De noche, bajo el puente de piedra, una novela histórica ambientada en la Praga de finales del siglo XVI y principios del XVII con un elevado componente fantástico. Me gustó tanto que ese mismo año (2019) compré este libro que os traigo hoy, El maestro del juicio final, y mi intención era leerla enseguida... pero bueno, ya sabéis. La vida. El caso es que ambas novelas son completamente distintas entre sí y al tiempo comparten algunos elementos muy marcados, así que primero os cuento de qué va y después os comento brevemente.
Estamos en Viena en 1909. ¿Lugar? La casa del actor Eugen Bischoff, toda una celebridad. Allí también están su esposa, Dina, su cuñado Felix, un ingeniero militar que se presenta a media velada llamado Solgrub y dos amigos que, acompañados de sus instrumentos, están dando un pequeño concierto acompañados de Dina al piano. Uno de estos dos amigos, el barón Gottfried Von Yosch, es el narrador de esta historia, que se tuerce esa misma noche cuando Bischoff aparentemente se suicida mientras todos sus invitados están esperando a que la cena esté preparada. Y digo aparentemente porque justo antes el propio Bischoff les había contado una extraña historia sobre dos hermanos que también se habían suicidado en unas circunstancias muy extrañas y que él creía que había algo más siniestro detrás. La cosa se complica cuando el propio Von Yosch es acusado por Felix de haber sido el causante de ese suicidio, y todo se convierte en una cuestión de honor en la que, si no se descubre pronto qué misterio se esconde tras la muerte del actor, Von Yosch se verá obligado a quitarse su propia vida.
Puede parecer un resumen un poco enrevesado, pero es la única manera de plantear aunque sea por encima la trama de la novela.
Se dice en la sinopsis que esta historia anda a medo camino entre el relato policíaco y la literatura fantástica, y entiendo el por qué del símil... tengo que puntualizar y dejar muy claro que NO es una novela policíaca. No lo es y no os acerquéis a ella buscando eso porque os vais a llevar un chasco enorme. ¿De dónde viene entonces esa alusión al relato policíaco? De la búsqueda por parte de varios de los personajes de la razón o los motivos que impulsaron al actor Bischoff a suicidarse. Y sí, investigan, pero de una manera muy particular y muy alejada de los cánones del misterio policial. De hecho por parte de la policía no hay ninguna investigación porque se declara suicidio y ya está; lo que impulsa la novela realmente es la situación en la que queda el narrador, el barón Von Yosch.
Por resumir la situación, debéis tener en cuenta que la novela está ambientada en una época en la que el honor lo era todo, y si la persona cuyo honor estaba en cuestión era además militar, la situación se convertía en asunto de vida o muerte. ¿Qué ocurre en la historia? Pues que el barón Von Yosch es militar y, cuando Bischoff muere, es acusado de haber provocado ese suicidio (por circunstancias que no os voy a contar aquí, claro). El cuñado del fallecido está convencido de su culpabilidad y el honor exige el propio suicidio del barón; de hecho le amenaza con contarle a los mandos de su regimiento su "participación" en el suicidio si en el plazo de x días no se ha quitado la vida. Así que, ya sea de un modo u otro, la vida del barón está acabada y, en cualquier caso, él ha empeñado su palabra de honor (que para el caso es lo mismo), así que o averiguan lo que ha ocurrido o, por muy inocente que sea, tendrá que morir por su propia mano. ¿Qué ocurre? Pues que otro de los presentes, el ingeniero militar Solgrub, es el único que parece tener una ligera idea de lo que pasa y de la inocencia del barón, pero demostrarlo en el escaso plazo que tiene es muy complicado. La madeja de la que tirar es la historia que el actor contó antes de morir, y Solgrub pone todo su empeño en ello. ¿Morirá más gente en el camino? Podéis dar por hecho que sí, porque es un asunto muy complicado y de lo más extraño.
Claro, contado así puede parecer que los cauces de la investigación, dentro de sus peculiaridades, pueden discurrir de una manera más o menos convencional, pero lo cierto es que lo que convierte esta historia en algo totalmente diferente es precisamente el estilo de Leo Perutz y su forma de abordar una trama que puede sonar a manida. El maestro del juicio final es una novela muy psicológica, introspectiva, en la que, al ser el narrador el objeto de las sospechas y sobre el que recae el peso del honor, asistimos a la espiral que se cierne sobre él en cuanto a lo que piensan de él, las acusaciones, todo lo que se le viene a la cabeza cuando piensa que tendrá que dejar este mundo si no consiguen averiguar qué se esconde tras esos suicidios inducidos. Qué duda cabe que, solo por el hecho de estar narrando su historia con bastante posterioridad (algo que deducimos desde las primeras línea) sabemos que no tuvo que llevar a cabo ninguna acción irremediable, pero el proceso reflexivo de recordar su situación durante aquellos días es el que predomina durante toda las páginas. Y es que por culpa de una acusación absurda y sin sentido se convierte en protagonista de unos hechos con los que no tiene nada que ver, todo le resulta tan sorprendente que de primeras no es capaz de reaccionar ni de defenderse, pero poco a poco lo vemos pasar de la aceptación pasiva a la acción proactiva, y ahí es donde la trama con tintes policiales se asoma ligeramente por las páginas... pero lo dicho, tomad esto con una pizca de sal.
¿La trama fantástica? Pues sobre ella no os puedo decir casi nada porque forma parte de la misma resolución. Sí que se intuye durante toda la novela, fluctúa un aire de algo que va más allá de aquello que conocemos como realidad, se atisba un componente de algo a lo que no se le puede poner nombre pero que al mismo tiempo es lo único que puede explicar tanta muerte en circunstancias parecidas y, sobre todo, con personas relacionadas con el mundo del arte y una sensibilidad muy acusada. Todos parecen haberse suicidado (o intentado hacerlo) porque algo les ha forzado a ello, no porque lo hayan decidido de una manera libre. Todos los casos han sucedido de la misma manera y pronto descubrirán que parece estar detrás la misma persona, aunque el modo en que lo hace no tiene ninguna explicación. Poco más os puedo contar, pero Perutz gustaba mucho de introducir elementos fantásticos en sus novelas; ya fui testigo cuando leí De noche, bajo el puente de piedra, aunque en aquel caso la fantasía era más amable, más cautivadora y ensoñadora, y en El maestro del juicio final tiene fines mucho más siniestros.
En resumen, es una novela que comienza de una manera bastante habitual, presentando los hechos, narrando situaciones ordinarias, estableciendo lazos entre los personajes de cara al lector, introduciendo elementos que serán muy importantes en algún momento de la trama, se produce una muerte, unas acusaciones trágicas, unos pensamientos derrotistas... básicamente, un desarrollo normal de la narración, hasta que los factores cambian, aparece el elemento fantástico, la búsqueda casi imposible, el reloj que avanza inexorable, el abatimiento que debe desaparecer en pos de la supervivencia... Y todo contado desde el punto de vista del personaje que está en la picota, del acusado por las causas más peregrinas pero atado por una cuestión de honor que le empuja a la muerte, del que intenta hacerse valer a través de las páginas pero que nos muestra solo su cara buena, la que le interesa, como bien nos queda claro cuando se cuelan las opiniones de otros personajes... Pero que no sea tan maravilloso como él nos quiere hacer creer no quiere decir que tenga nada que ver con la muerte de su amigo, y ahí radica su objetivo, su reivindicación. Estamos dentro de su cabeza toda la novela, a los demás personajes solo los vemos como él los ve y, aún así, tenemos el cuadro perfecto de cada uno de ellos cuando todo termina. Y a todo esto se suma el retrato de la Viena de principios del siglo XX, cuna y refugio de artistas de todo tipo y en pleno florecimiento cultural.
¿Quién es el maestro del juicio final? ¿Hay alguien detrás de ese sobrenombre? Lo hay, pero huelga decir que no puedo comentar nada sobre él. ¿Recomiendo esta novela? Pues dudo. A mí me ha gustado, pero Leo Perutz no es un autor para recomendar así como así. Sus libros son muy cortos pero no lo parece durante la lectura, su narración es melancólica, introspectiva, sobria... se puede hacer lenta pero al tiempo sabes que te están contando algo diferente, original. Yo no lo denominaría apasionante como se dice en la sinopsis del libro porque creo que es un adjetivo que puede llevar las expectativas por derroteros equivocados, pero sí creo que es inteligente y absorbente. Y es un autor muy olvidado al que creo firmemente que hay que leer al menos una vez en la vida. Los dos libros que he leído suyos son completamente distintos entre sí a pesar de sus muchas semejanzas esenciales; este, El maestro de juicio final, es el que le dio fama internacional y que amalgama de una manera personal varios géneros muy distintos entre sí de una manera algo oscura; el otro, De noche, bajo el puente de piedra, es una novela histórica que también mezcla varios géneros pero que me parece más cautivadora y fascinante (y más compleja, si hablamos de arquitectura literaria). Ya decidís vosotros cuál os interesa más (si es que os interesa alguno, claro).
Leo Perutz (Praga, 1882-Bad Ischl, 1957) nació en una acomodada familia de origen sefardita, estudió matemáticas y trabajó en una compañía de seguros en Viena y Trieste antes de dedicarse por completo a la escritura. Fue uno de los escritores europeos más populares de los años veinte y treinta del siglo XX; sus novelas cautivaron a personalidades tan distintas como Alfred Hitchcock, Italo Calvino, Graham Greene, Theodor Adorno o Jorge Luis Borges, entre otros. Frecuentó a algunos de los escritores e intelectuales más importantes de su época, como Robert Musil, Oskar Kokoschka, Bertolt Brecht, Franz Werfel o Alexander Lernet-Holenia, quien se convertiría en su albacea literario. En 1938, con los nazis en el poder, se instaló en Tel Aviv; en 1950 consiguió regresar por fin a Viena. Desde entonces y hasta su muerte en 1957 viviría a caballo entre Austria e Israel. Entre su obra destacan las novelas Mientras dan las nueve (1918), El marqués de Bolibar (1920), El maestro del juicio final (1923), Turlupin (1924), El caballero sueco (1936) y De noche, bajo el puente de piedra (1953).
Hola guapísima, pues la verdad es que me echa para atrás que sea tan intimista, pero creo que de leer alguna de las dos novelas leería esta, porque últimamente me llaman menos las novelas históricas. Y el tinte medio policíaco y medio fantástico me gusta más.
ResponderEliminarUn besazo