lunes, 18 de noviembre de 2024

RESEÑA (by MH) ::: UNA MANO TENDIDA - Celia Dale


 
 
Título original: A Helping Hand
Autora: Celia Dale
Editorial: Rialp
Traducción: Diego Pereda Sánchez
Páginas: 214
Fecha publicación original: 1966
Fecha esta edición: julio 2023
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 18 euros
Imagen de cubierta: @Shutterstock

Josh y Maisie rebosan amabilidad, y les gusta tender la mano a ancianas vulnerables. Ella es enfermera jubilada, y él, agradable... y demasiado galán, a pesar de su edad. Viven juntos en un suburbio de Londres, con una habitación adecentada para que sus ocupantes, ancianas, se sientan como una más de la familia. La última falleció de forma no del todo inesperada, dejándoles parte de su herencia.

Durante unas vacaciones en Rímini (Italia), la extraña pareja conoce a una viuda, a quien acompaña una joven. Las piezas del ajedrez comienzan a moverse...

La mano tendida se publicó en 1966, un año de varios asesinatos y accidentes que conmovieron a la opinión pública británica. Los crímenes en Dale son cruelmente previsibles, y su inevitabilidad los vuelve terribles, en el marco del cuidado de los necesitados. Una novela de enorme actualidad.

 

Una mano tendida llegó a mis manos como una sorpresa (me lo regalaron, porque yo ni conocía el libro ni conocía a la autora), y también una sorpresa (de las buenas) ha sido su lectura. Hay novelas de las que esperas mucho y no llegan a la altura y novelas de las que no esperas nada porque no sabes lo que esperar y te regalan una historia fantástica. ¿Por qué no es más conocida Celia Dale? ¿Por qué está su obra prácticamente inédita en castellano? Nada, que las editoriales se dediquen a publicar los mismos clásicos una y otra vez, que así nos va... Yo, por mi parte, os recomiendo encarecidamente esta novela; que quede claro desde ya por si no os apetece leer el resto de la reseña.

Esta historia comienza con un matrimonio y una anciana fallecida. El matrimonio, compuesto por Maisie y Josh Evans, comenta que dicha anciana, que vivía con ellos, acaba de fallecer, y lo hacen de una manera muy sosegada... DEMASIADO sosegada. Que si qué pena, que si no hace falta correr a llamar al médico, que si te acordaste de cobrar su última pensión, que si voy a devolver todos sus papeles a su habitación como si nunca hubiesen salido de allí, que si quieres que te traiga algo de la tienda de camino a la consulta del doctor, que si voy a limpiar lo del desayuno, que si vaya mañana bonita y primaveral que hace... Y entonces pasamos de capítulo y, unos meses después, vemos que este matrimonio, sin oficio ni beneficio, se ha podido permitir unas vacaciones en Italia. Allí han trabado amistad con una anciana, la señora Fingal, y Lena Kemp, la joven que se hace cargo de ella (y bendita la gracia que le hace)... y también los vemos ofrecerse como unos buenos samaritanos para cuidar a esa anciana, porque les encantan las señoras de avanzada edad (¡vaya que sí!) y están especializados en darles comodidad, cuidados y una buena vida por un módico precio. Como todo son ventajas, también sería la solución para que esa sobrina pueda vivir su vida sin preocuparse ni cargar con una anciana pesada. ¡Es un trato ideal se mire por donde se mire! Y entre que la sobrina respira tranquila por verse libre de ataduras y la anciana parece una adolescente cada vez que Josh aparece, pronto todo queda acordado y resuelto: ¡se irá a vivir con los Evans cuando regresen a Inglaterra! ¡Qué maravilla! De lo que no nos cabe duda alguna es de que los Evans podrán permitirse otras vacaciones en Europa el año siguiente.

En esta historia las cartas están sobre la mesa desde el principio, porque a pesar de la sutileza con la que está contada toda la historia, sabes lo que está pasando desde el capítulo uno, sabes a qué se dedica este matrimonio, sabes el rol que cumple cada uno dentro de esta artimaña y sabes en qué va a acabar todo, sí o sí. Lo importante es el modo en que se cuenta, la tensión que crece dentro de esa casa, ser testigos de cómo la cadena se va ciñendo cada vez más en torno al cuello de la señora Fingal, cómo poco a poco van constriñendo el alcance de su movilidad por la casa (no digamos ya salir de ella) y cómo, día tras día, esta mujer se va haciendo más pequeña y más manipulable. Y, a pesar de todo, a pesar de la inevitabilidad de los acontecimientos, a pesar de saber que el destino de esta mujer está sellado desde que accede a vivir con ellos cuando se conocen en Italia, lees la historia con fruición admirada y un horror contenido, de ese que te pone un nudo en la garganta porque sabes que muchas personas vulnerables, muchos ancianos indefensos, pasan por situaciones parecidas en la vida real.

¿Qué encontramos entonces en esta novela? Pues una historia de terror disfrazada de costumbrismo y cotidianidad. Y cuando digo terror entendedme, no me refiero a lo que habitualmente consideramos como tal, sino a los horrores que se esconden entre las cuatro paredes de una casa respetable (en este caso de un suburbio inglés cualquiera), al misterio que envuelve a un hogar una vez se cierra la puerta de entrada, a la vulnerabilidad de una persona anciana en manos de un par de desalmados que no asesinan con las manos sino con la cabeza, y a los espantos que suceden ante nuestras narices, entre nuestros vecinos, esos de los que luego siempre oímos decir  que "eran personas totalmente normales que no han dado jamás ningún problema". El terror de lo ordinario, lo común, de lo que pasa en la casa de al lado mientras te saludan alegremente desde el jardín. Y todo además rebozado en esa pátina de saber sin lugar a dudas lo que va a pasar, esa sensación ineludible de que algo terrible se está cociendo pero ante lo que te resulta imposible apartar la mirada.

En este matrimonio los roles están muy claros. Maisie es una enfermera de mediana edad ya jubilada, lo que de por sí, en cuestión de medicamentos, dosis y cuidado de un paciente en general, le otorga unas competencias y unos conocimientos que pueden usarse tanto para ayudar a ese paciente como para incapacitarlo o disminuir sus capacidades. Su frialdad, su falta de empatía, su comportamiento mecánico, manipulador y mentiroso, la capacidad absoluta de hacer todo lo que hace sin sentir el más mínimo remordimiento ni culpa la convierten en el cerebro de todo este símil de hogar convencional y acogedor alicatado en sus entrañas con muchas dosis de espanto y atrocidad. Josh, por su parte, es un tipo de personaje también horroroso pero por razones muy diferentes. Es el encantador de serpientes que atrae a las ancianas, que las engatusa, un seductor que les hace sentirse cortejadas y con una conexión tan íntima y especial que ellas no dudan en irse vivir con ese matrimonio aunque ella, Maisie, no les caiga bien (una vez en la casa ya no tienen escapatoria porque ahí se hace lo que dice Maisie). Pero es que además la autora carga sobre Josh algo de lo que no os voy a hablar aquí porque tenéis que descubrirlo si leéis el libro... solo puedo deciros que si pensáis que podéis sentir algo de lástima o tener la tentación de justificarlo por ser un calzonazos que hace todo lo que dice su mujer, estáis muy equivocados: Josh tiene lo suyo también, y además es algo imperdonable. 

¿Qué hace este par con una pobre mujer que pone toda su vida en sus manos creyendo que hace lo mejor para pasar sus últimos años tranquilos y supuestamente cuidada y atendida? Pues tenéis que leerlo para descubrir el alcance y, sobre todo, el modo en que lo consiguen, pero para que os hagáis una idea, al comienzo de la historia la señora Fingal es una mujer de carácter, fuerte como un oso, activa, que adora estar de un lado para otro, viajar... es una andurriana de 77 años a la que no se le ponen varios kilómetros por delante al día, y poco a poco van socavando su independencia, su movilidad, la aíslan de sus escasos conocidos... y entonces entran en jaque el deterioro cognitivo, la desorientación, la sumisión total y el miedo a sus caseros, la absoluta dependencia y el lento pero implacable camino hacia el abismo. Lo dicho arriba, una peli de terror con careta de existencia rutinaria y totalmente ordinaria. Cuidan de ella sin cuidar de ella (esto lo comprenderéis al leer la novela), y el lector pasa las páginas con cara de asombro ante la impunidad y la absoluta desidia de la única pariente de esta señora.

A ver, poneos en situación, porque esta historia es muy moderna para la época en que fue escrita y lo que sucede en ella sigue sucediendo en nuestros días. ¿No seguimos oyendo hablar en las noticias de casos en los que ancianos (o personas dependientes de cualquier tipo) mueren bajo la asistencia de familiares, o cuidadores, y luego resulta que todo el dinero de los fallecidos (¡qué casualidad!), pasa a manos de esas personas de las que dependía su mera existencia? ¿No seguimos enterándonos poco tiempo después de que esas muertes no han sido naturales, o de que, a pesar de no poder demostrarse nada, la sospecha de que el testamento de esa persona ha sido firmado en condiciones dudosas permanece para siempre? Preguntad en pueblos pequeños, por poner un ejemplo, esos donde todo se sabe pero nada se dice que no sea entre dientes y en petit comité, a ver qué os cuentan... porque hay casos donde sí que salta la liebre de juego sucio, pero otros muchos casos pasan desapercibidos, no se puede demostrar nada porque una persona anciana tarde o temprano tiene que fallecer y qué cosa más normal del mundo es la de dejarle todo lo que se tiene a quien ha cuidado de ella hasta el final... pero se sabe, SE SABE, y de ese tipo de casos se nutre la trama que teje Celia Dale en esta novela.

Una mano tendida es una historia que tiene una enorme virtud: está escrita de una manera tan inteligente que no siente el peso de la previsibilidad en ningún momento. Da igual que sepas hacia donde se encamina todo, porque la autora en ningún momento te dice las cosas negro sobre blanco, jamás te desvela una conversación entre Maisie y Josh donde planeen, maquinen, anticipen lo que tienen pensado hacer... no, ella hace buena esa máxima del escritor experimentado: la de mostrar y no contar. Estas dos personas no necesitan hablar entre ellos de lo que van a hacer o dejar de hacer porque no es la primera vez que viven esta situación en la casa y tienen muy asimilados y perfeccionados los tiempos, la dinámica y el modus operandi, así que se limitan a actuar y eso es lo que nosotros leemos y lo que debemos usar para comprender lo que nos están contando. Y hablando de contar, puede parecer que os he destripado mucho pero hay elementos importantísimos en la trama de los que no os he hablado, ni siquiera os he nombrado a un personaje primordial que tiene mucho que decir en esta historia, así que entrad tranquilos en sus páginas: os sobrecogerá igualmente os cuenten lo que os cuenten sobre ella. Y no puedo dejar de aludir al final, porque si os he dicho varias veces que el devenir de la historia en sí misma es previsible porque los acontecimientos son los que son (lo que importa es el camino, como suele decirse), no puede afirmarse lo mismo del cierre como tal. No sé si será del gusto de todo el mundo, pero sí ha sido del mío porque me imagino a Dale escribiéndolo y pensando: "Esperad, que aún me queda un as perverso y retorcido en la manga".

Lo dejo aquí. Muy recomendable, de verdad.

 




Celia Dale (1912-2011) fue una escritora británica de novela y cuento, crítica de literatura y experta en thrillers psicológicos. Obtuvo el premio de la Crime Writer’s Association. Sus críticos le atribuyen la precisión y el ingenio silencioso de Jane Austen, que evoca a Roald Dahl y Muriel Spark cuando deja de manifiesto que los verdaderos horrores suelen esconderse tras las vidas más corrientes.

lunes, 11 de noviembre de 2024

RESEÑA (by MH) ::: CINCO SEMANAS EN GLOBO - Jules Verne


 
Título original: Cinq semaines en ballon
Autor: Jules Verne
Editorial: Alma
Traducción: Mauro Armiño
Páginas: 384
Fecha publicación original: 1863
Fecha esta edición: abril 2018
Encuadernación: cartoné
Precio: 15,95 euros 
Diseño de cubierta: lookatcia.com
Ilustraciones interiores: Fyodor Pavlov



Jules Verne es uno de los grandes referentes de la novela de aventuras y precursor de la ciencia ficción. Su obra celebra la fascinación por lo desconocido y lo exótico y ha hecho viajar a generaciones de lectores por escenarios maravillosos. 
 
Cinco semanas en globo es la primera novela del autor francés y en ella ya se pueden apreciar los rasgos que caracterizaron sus narraciones. Un científico avanzado a su tiempo, un atrevido cazador y un ingenioso y abnegado sirviente emprenderán un fascinante viaje en globo aerostático a través de África. Surcando el cielo en el Victoria, los aventureros descubrirán la singular belleza del paisaje africano y las peculiaridades de sus habitantes, pero también deberán hacer frente a los múltiples peligros que esconde el trayecto.
 
Llevo años (AÑOS) con la idea de leer/releer los Viajes Extraordinarios de Jules Verne en orden, porque he leído unos cuantos (los más conocidos, como suele ser habitual) pero me faltan muchos. El año pasado decidí que este 2024 tenía que ser el año, sí o sí, en que empezase este titánico reto que se va a alargar muchos años (sí, otro reto larguísimo en el tiempo... lo mío no tiene nombre: son más de sesenta libros.. y porque no os hablo de más proyectos de lectura atemporales que iré empezando con el tiempo, que los hay). El caso es que hace ya un par de meses (lo mío con las reseñas no tiene mucho remedio) inicié esta aventura de la mano de
Cinco semanas en globo, la primera de estas gestas extraordinarias y también la primera novela del autor, lo que no deja de ser sorprendente. Sí que había publicado relatos y había escrito alguna obra de teatro, pero como novela, Cinco semanas en globo fue el debut literario del autor. Curiosamente, y a pesar de que era lo habitual en aquella época, no se publicó por entregas sino como un solo volumen, siendo un rotundo éxito de ventas y dándole a Verne la estabilidad económica que buscaba en aquel momento (otras obras posteriores suyas sí se publicaron por entregas, pero eso ya vendría después). Os cuento.
 
Estamos en 1862, en una sesión de la Real Sociedad Geográfica de Londres. En ella se anuncia que el doctor Samuel Fergusson, un aventurero que ha recorrido el mundo de arriba abajo en las más variopintas expediciones, va a cartografiar África desde el aire, desde un globo llamado Victoria (como su reina, para garantizar el éxito de la empresa), de este a oeste y en un periodo de tiempo de no más de un par de semanas. El punto de partida será Zanzíbar, y el de llegada... pues donde se pueda y les lleve el viaje. Seguirá rutas ya conocidas donde otros exploradores ya han dejado constancia de su paso y llegará allí donde otros muchos expedicionarios no han conseguido llegar por tierra. Viajar por el aire tiene muchas ventajas (evitar enfermedades, enfrentamientos o las dificultades de avanzar por terreno inhóspito) pero también pueden surgir muchas complicaciones totalmente ajenas al propio manejo del globo, así que Fergusson no irá solo: le acompañarán su criado, Joe, un joven al que no se le pone nada por delante y que admira a su patrón por encima de todas las cosas, y su gran amigo Dick Kennedy, un escocés experto en caza (vive por y para la caza, vaya) a quien no entusiasma demasiado esta expedición pero que no abandonaría a Fergusson ante el peligro por nada del mundo. Llega el día en que tan proyectado viaje comienza entre bombo y platillo y todo son esperanzas y buenas perspectivas, pero ¿qué encontrarán a lo largo de este viaje? ¿Qué peligros deberán sortear? ¿Conseguirán tomar tierra? Y lo más importante... ¿sobrevivirán los tres a esta aventura?
 
Como digo arriba, Verne comenzó su carrera como novelista con el primerísimo libro de los Viajes Extraordinarios, Cinco semanas en globo, aunque no era lo primero que escribía... pero eso que escribía (alguna obra de teatro, algún relato) no le daba para comer, y ahí fue cuando retomó una vieja idea: escribir libros donde la ciencia y la aventura fueran un aspecto importante en la trama. Escribió un manuscrito que fue rechazado en varias ocasiones, y su suerte no cambió hasta que conoció a Pierre-Jules Hetzel. ¿Quién era este señor? Un editor que se ha hecho precisamente famoso por ser el responsable de publicar los Viajes Extraordinarios de Verne pero que también fue el editor de Victor Hugo y Jules Michelet, entre otros grandes genios de la literatura francesa del siglo XIX (por si no os suena Michelet, os hablé en su día de él con La bruja). El caso es que Hetzel, junto a Jean Macé fundó en 1863 Le Magazin d'éducation et de récréation (Revista de Educación y Recreo), una publicación ilustrada para todas las edades con un espíritu tanto instructivo como de entretenimiento, y el objetivo casi principal de publicar los libros de Verne e implementar a su vez el aspecto científico. Una vez se terminaba de publicar el libro por entregas en el magazine, él mismo editaba la historia en formato libro a finales de año de cara a los regalos navideños, y todo quedaba en familia y en su bolsillo :) ¿Cómo se conocieron Verne y Hetzel? Pues eso sigue siendo un misterio, pero ese manuscrito tan rechazado de Verne fue devuelto por Hetzel con muchas correcciones, y de ahí nació Cinco semanas en globo. El éxito fue tal que firmaron un contrato espléndido que otorgaba a Verne veinte mil francos durante los siguientes veinte años a cambio de escribir dos libros anuales. Cuando Hetzel falleció y su hijo se hizo cargo de la editorial, se mantuvieron las mismas condiciones, lo que llevó a un proyecto de vida de cuarenta años y 62 novelas (las ocho últimas de ellas revisadas por el hijo de Verne, Michael, tras la muerte de su padre, pero ese ya es otro tema).
 
Volviendo al libro en sí mismo, creo necesario explicar dos elementos esenciales de la novela: por un lado, el propio artilugio en el que el viajan (el así llamado aerostato durante toda la novela); por el otro, el objetivo detrás de la expedición.

Si hablamos del aerostato, Verne dedica un capítulo entero a explicar todos los tecnicismos inherentes a su estructura, capacidad y construcción, como el hecho de que se utiliza gas hidrógeno para inflarlo por ser mucho más ligero que el aire y su producción muy fácil (este método ya se usaba desde finales del siglo XVIII). También se calcula el peso que puede transportar el globo haciendo números para hallar su fuerza ascensional y, por tanto, su capacidad (no os especifico nada de esto, pero Verne te desglosa todos los cálculos, mostrando ya un fervor por los detalles que le haría famoso a lo largo de toda su obra). Sabemos las medidas del aerostato e incluso descubrimos que el globo realmente no es uno, sino dos: uno más pequeño dentro de uno de mayor tamaño comunicados entre sí por una válvula por si fuera necesario su uso (y eso permitía continuar con el viaje en caso de que el globo exterior resultase dañado). El material de los aerostatos, la barquilla, la red que soporta la barquilla, los instrumentos necesarios para el viaje (barómetros, termómetros, brújulas, sextantes, etc...), las anclas, los víveres, las armas... todo todo queda desglosado y explicado, aunque buena parte del funcionamiento del globo, sus posibilidades, sus necesidades... las descubrimos o aprendemos poco a poco durante el viaje. Este aerostato es el cuarto personaje de la historia sin lugar a dudas, y Verne le dedica tanto o más tiempo que a alguno de los humanos que van subidos en él.
 
Y si nos detenemos en el propósito mismo del viaje, el objetivo real detrás de la expedición es hallar las fuentes del Nilo siguiendo los pasos de expediciones anteriores (las de Burton y Speke en África Oriental por un lado, y la de Barth en el Sahara por el otro). La admiración de Verne tanto por estos exploradores como por tantos otros que expedicionaron en África una y otra vez para cartografiar un continente tan desconocido, no solo resulta obvia, sino que forma parte importante de la trama. Las alusiones a las expediciones de Burton, Speke y Barth son constantes, pero además el relato está salpicado de hechos sobre otros que no tuvieron tanta suerte y perdieron la vida en el continente, de anécdotas sobre aquellos que sí tuvieron éxito y vivieron para contarlo e incluso hay un párrafo donde se nombra, uno detrás de otro, a decenas y decenas y decenas de exploradores. No quiso que ni uno solo se quedase fuera de su novela, porque todos ellos fueron la inspiración para escribirla. La documentación es apabullante y su descripción de cada lugar que recorren, de cada zona que identifican, de cada paraje que les indica que van por el buen camino, está llena de detalles y particularidades. No sé discernir donde acaba lo documentado y donde empiezan la imaginación y la intuición, pero poco importa porque el viaje y el sentido homenaje a una época como aquella
resulta igualmente fascinante. No debemos olvidar que en el año en que se publicó esta historia, el propio David Livingstone (el famoso doctor Livingstone) estaba explorando el continente africano que protagoniza esta historia (expedicionando el río Zambeze) y que a él mismo le fue también encomendado dos años después (en 1865) explorar las fuentes del Nilo por una ruta distinta a las ya conocidas. Es decir, que Verne estaba, al menos de manera literaria, en el meollo del mundo científico y hablaba de cosas que estaban ocurriendo en aquel mismo momento histórico.

Sobre el viaje en sí mismo, si nos atenemos a que inicialmente los planes de Fergusson auguraban un par de semanas y acaban siendo cinco (lo que ya de por sí es un spoiler como una casa en el propio título de la novela xD), queda claro que surgen muchas complicaciones en el camino. Aunque viajando por aire evitan muchas cosas, lo cierto es que deben bajar a tierra ya sea para pasar la noche, para conseguir carne fresca para comer o incluso para entablar contacto con nativos, lo que implica muchos riesgos. Pero es que aunque estén en el aire, desde tierra también les pueden atacar (como así ocurre en muchas ocasiones) y, sobre todo, lo que no se puede controlar de ninguna manera es su dependencia absoluta de las corrientes de aire (si no las hay, no se mueven) y de la climatología en general... es decir, que da igual las previsiones que hagas, que pueden surgir mil y una cosas imprevistas. Y claro, estamos ante una novela de aventuras, así que sí, pasan muchas peripecias, están muchas veces en peligro de muerte, tienen que hacer muchos sacrificios, idear maneras de salir adelante y habrá momentos, como es normal, en que a pesar de sus muchos recursos y sus muchas reacciones ante los imprevistos, piensen que no saldrán de África con vida.

Los tres únicos personajes de la novela fueron escritos para cumplir cada uno un rol muy concreto, y a ese rol se atienen durante toda la novela. Dick Kennedy da la estampa del explorador per sé, que solo piensa en cazar, cazar y cazar y que trata a sus muchas escopetas y rifles como si fueran sus hijos; este personaje parecía que iba a dar mucho juego al principio de la novela en cuanto al tono humorístico y demás, pero al final eso queda en nada. Luego tenemos al fiel Joe, criado de Fergusson, que sí que adopta el papel más ligero de la historia, suelta chistes malos, descubre dotes de supervivencia que no sabía que tenía y, también hay que decirlo, es el que impregna las páginas con comentarios bastante fuera de lugar sobre las gentes que se van encontrando. Fergusson, por su parte, es el científico, el alma de este viaje, el que nos ilustra sobre anteriores expediciones y ciencia en general, el propio inventor del aerostato en el que viajan y la cabeza sensata ante las múltiples situaciones complicadas que se presentan. Muchas veces tiene que pararles los pies a sus compañeros cuando se dejan llevar por prejuicios sobre el continente africano y sus habitantes e intenta compensar la visión tan inglesa, imperialista y mercenaria de sus compañeros de viaje, así que Fergusson tiene trabajo durante toda la novela. 

Lo cierto es que he dudado mucho a la hora de decidir si la novela de Verne ha envejecido muy mal en ese aspecto, o si precisamente esos comentarios están ahí puestos porque es, ni más ni menos, lo que cualquier inglés del XIX pensaría y diría (sin ningún lugar a dudas, además). No debemos olvidar que los protagonistas de Verne son ingleses y esta expedición se hace para mayor gloria del imperio británico, así que si quería ser realista, debía plasmar todos los males inherentes a ello, que desde el punto de vista francés, enemigo natural del imperio, eran muchos y variados. Joe y Kennedy son personajes muy de su época, pero que Verne introdujera el Pepito Grillo de Fergusson para reconvenirles constantemente me hace pensar y desear que todo eso está ahí puesto de manera intencionada para dar verosimilitud a la narración. En cualquier caso, aquí dejo constancia por si fuera de interés.
 
Como datos extra, os puedo comentar que no aparece ni una sola mujer en esta historia (al menos que yo recuerde), que hay constantes alusiones a viajar a la Luna (con lo que da la sensación de que Verne ya tenía en mente un argumento de este tipo, lo que  no sería de extrañar dado que su tercera novela ya fue
De la Tierra a la Luna), que Verne no había subido jamás a un globo antes de escribir esta novela (lo hizo por primera vez diez años después, en 1873), que se le olvidaron algunas cosas imprescindibles y necesarias cuando hizo la lista de lo que debían llevar en el globo (del estilo de algo tan básico como una muda de ropa... esta gente no se cambia ni los gayumbos en las cinco semanas) o que se le escaparon fallos de raccord durante la historia (algún personaje tan pronto está completamente desnudo como está completamente vestido, por poner un ejemplo). No es un libro perfecto, tiene sus fallos, alguna que otra incongruencia y a veces parece que la información sobre exploraciones y exploradores reales está metida de manera poco natural en las conversaciones entre los protagonistas (Verne aprendería a introducir estas cosas con naturalidad poco a poco en sus novelas), pero eso no afecta en nada a la lectura, que alterna momentos muy tranquilos con momentos de mucha tensión o peligro, e incluso de desesperación y desesperanza. No olvidemos que en África se alternan la selva y los bosques tropicales plenos de vegetación con el desierto más desolado y mortal, así que los personajes pasan por muchos estados de ánimo y supervivencia.
 
No me extiendo más. Si no estoy equivocada, Jules Verne es el autor más traducido en lengua francesa y el segundo más traducido a nivel mundial solo por detrás de Agatha Christie. Dudo mucho que a él se le pasara siquiera por la cabeza algo así cuando escribió aquel primer borrador porque un hito así está fuera de las expectativas de cualquier escritor, pero el caso es que no solo fue un visionario que se adelantó y predijo logros e inventos científicos impensables en su época, sino que además sus novelas eran muy entretenidas.  A mí me acompañaron durante mi infancia y adolescencia y en este mastodóntico reto voy a disfrutar cada momento tanto de los libros que jamás he leído como de las relecturas. No prometo reseñarlas todas, pero lo intentaré, porque no veo a casi nadie hablar de Verne, no está de moda entre el mundo lectoril y no se le hace mucho caso... y quien bien me conoce sabe que yo las modas las paso de largo con una taza de té y un sándwich de pepinillos a mano. ¿Próxima aventura? Viaje al centro de la Tierra. Nada menos. Me lo voy a pasar pipa.
 

Jules Verne nació en Nantes en 1828, hijo de un abogado. Estudió y se doctoró en Derecho en París, siguiendo los derechos de su padre, pero, cuando decidió dedicarse a las letras, éste dejó de mantenerlo. Con la ayuda de los Dumas, padre e hijo, obtiene un empleo en el Théâtre-Lyrique de París y consigue estrenar en 1850 una comedia, Les pailles rompues. En 1851 empieza a publicar relatos en la revista Le musée des familles. En 1857 se convierte en agente de bolsa y empieza a viajar por Inglaterra, Escocia, Noruega y Escandinavia. 
En 1862 propone al editor Pierre-Jules Hetzel su novela Cinco semanas en globo, que se publica al año siguiente con un éxito extraordinario, y se liga a él con un contrato para escribir novelas y cuentos para el Magasin d'éducation et de récréation durante veinte años. Ahí inicia su serie de Viajes extraordinarios, que llegaría a ocupar sesenta y cuatro volúmenes. Nuevos viajes por Europa, África y América del Norte le servirían de inspiración. Viaje al centro de la Tierra (1864), De la Tierra a la Luna (1865), Los hijos del capitán Grant (1868), Veinte mil leguas de viaje submarino (1870), La vuelta al mundo en ochenta días (1873), La isla misteriosa (1874-1875), Michel Strogoff (1876) o Las tribulaciones de un chino en China (1879) son algunas de sus más célebres novelas, que cautivaron a los lectores y entraron a formar parte del imaginario universal de lo siglos XIX y XX. 
Padre de la ciencia ficción, su interés por la tecnología y sus posibilidades es visible en El castillo de los Cárpatos (1892). Verne murió en Amiens en 1905.

lunes, 4 de noviembre de 2024

RESEÑA (by MH) ::: LA CASA TORCIDA - Agatha Christie


 

 
Título original: Crooked House
Autora: Agatha Christie
Editorial: Espasa
Traducción: Stella de Cal
Páginas: 240
Fecha de publicación original: 1949
Fecha esta edición: octubre 2017
Encuadernación: rústica
Precio: 15,90 euros



 
 
Este 2024 me he tomado con más tranquilidad el reto de mi querida Agatha después del tour de force del 2023, pero aun así creo que es el quinto libro suyo del que os hablo este año (y si no pasa nada quiero reseñar al menos otro antes de Navidad... veremos si lo cumplo). Ya estamos en 1949, y con
La casa torcida hoy os hablo de una de sus novelas más conocidas no protagonizadas por ninguno de sus detectives habituales.
 
Charles Hayward, diplomático, y Sophia Leonides se conocen en Egipto justo después de la guerra. Pasan de la amistad al amor sin darse cuenta, pero él no se decide a pedirle matrimonio porque ella retorna a Inglaterra y él tardará un par de años aún en regresar. La casualidad hace que Charles vuelva a su país justo el día en que el abuelo de Sophia, el millonario Aristide Leonides, muere... y los indicios apuntan a que ha sido asesinado. Sophia se niega a casarse con Charles hasta que todo se resuelva y se descubra al asesino, y aquí es donde realmente comienza la historia, porque Charles apenas sabía nada sobre la familia de Sophia hasta ese momento, una familia cuyos extraños miembros viven todos juntos como gallinas en Three Gables, la Casa Torcida del título... y todos ellos quieren, anhelan, suspiran por que el culpable sea una persona muy concreta de la familia a la que odian profundamente, pero en el fondo saben que no es así, que sería demasiado fácil y conveniente, y cuando sale a relucir el tema del estamento las cosas se complican todavía más. ¿Quién tenía motivos para asesinar a Aristide? ¿Quién es la persona más torcida en esta casa torcida?

Confiesa Agatha en el prólogo algo que yo estoy diciendo desde hace ya unas cuantas entradas: que de cada cuatro libros que escribía, solo uno lo hacía por placer y los otros tres eran simple trabajo (ya os he comentado varias veces que se nota desde hace un tiempo para acá la obligación de meter a Poirot en las novelas porque era lo que le daba de comer, pero que resulta evidente que ella realmente quería hablar de otras cosas... me alegra comprobar que no me lo estaba imaginando xD). Retomo hilo. Esto, lo de escribir o no por obligación lo dice porque le confiesa al lector que precisamente La casa torcida es de esas novelas que sí escribió por placer y que además es uno de sus trabajos favoritos. Estuvo rumiando la idea durante muchos años hasta que le dio forma, y a la vista está que el resultado mereció la pena, porque es de sus obras más famosas y se sigue adaptando periódicamente al cine o la televisión (de hecho la última se hizo en 2017 y la podéis ver en Amazon Prime... al final os hablo un poco sobre ella).
 
Antes de seguir, Agatha vuelve a usar una vez más una canción infantil para el título de una de sus novelas. En esta ocasión se trata de There Was a Crooked Man, una rima infantil que se dice escribió Mother Goose, una figura legendaria en la literatura infantil a la que se atribuyen multitud de rimas, canciones e historias infantiles como esta pero de quien no se conoce su identidad real a día de hoy. Autores como Charles Perrault recopilaron estas historias y las publicaron (los famosos Cuentos de Mamá Ganso), pero lo dicho, aunque hay suposiciones y conjeturas sobre su identidad, no se sabe realmente de quien procedían las historias originales. La rima en cuestión es esta:

 There was a crooked man, and he walked a crooked mile,
 He found a crooked sixpence against a crooked stile;
 He bought a crooked cat which caught a crooked mouse,
 And they all lived together in a little crooked house.
Érase un hombre torcido que anduvo una milla torcida.
Encontró seis peniques torcidos junto a un portillo torcido.
Compró un gato torcido que atrapó a un ratón torcido,
y todos vivieron juntos en una casita torcida.
 
Y en esta casita torcida, la de Three Gables, viven muchas personas torcidas, así que os las presento brevemente. Aristide Leonides, el cabeza de familia asesinado, tenía unos 80 años en el momento de su muerte; emigrado griego, se hizo inmensamente rico y, aunque era muy controlador, compartió su fortuna con su familia, que lo adoraba de una manera un tanto insana; Roger, su hijo mayor y de personalidad un tanto nerviosa, es su ojito derecho pero una nulidad para los negocios; su mujer, Clemency, es una científica tan minimalista como parca en cualquier tipo de expresión social; el hijo menor de Aristide, Philip, es escritor e historiador y siempre ha vivido a la sombra de su hermano mayor; su mujer, Magda, es actriz (de las malas) y vive la vida como si estuviese siempre sobre un escenario; Philip y Magda tienen tres hijos: Sophia, inteligente y sensata; Eustace, adolescente que acaba de superar una enfermedad que lo ha vuelto muy irascible; y Josephine, de apenas 12 años y empeñada en convertirse en detective, por lo que suele escuchar detrás de las puertas y sabe todo-todo lo que ocurre en la casa. Hasta aquí los hijos de Aristide y sus respectivas familias, pero no se vayan todavía que aún hay más. Seguimos por la tía Edith, la estricta hermana de la primera esposa de Aristide, que se fue a vivir con la familia para cuidar de Roger y Philip cuando eran pequeños y que tuviesen una figura materna y ahí sigue, taitantos años después; y Brenda, segunda esposa y jovencísima viuda de Aristide, a quien conoció cuando era camarera en uno de sus restaurantes y a quien odia todo el resto de la familia por considerarla una aprovechada que iba tras el dinero del anciano. Y ahora toca hablar de los dos personajes que viven con la familia pero no pertenecen a ella: uno es Laurence Brown, tutor de Eustace y Josephine, a quienes da clase en casa, y Nannie, niñera de todos los niños Leonides que se ha quedado en la casa a hacer un poco de todo. 

"Creo que era eso lo que quería expresar cuando indiqué que todos vivíamos en una casita torcida. No quería decir que fuese torcida en el sentido de poco honrada. Quería decir que no habíamos crecido con independencia, manteniéndonos de pie, derechos, por nosotros mismos. Todos estamos un poco retorcidos y entregados unos a otros."

Como veis, una casa atestada de gente, cada cual con sus rarezas, sus peculiaridades (Sophia en cierto momento dice que todos ellos son despiadados, aunque de modos muy distintos) y, quizás, sus motivos para matar al patriarca, al que se describe en todo momento como encantador, con una personalidad arrolladora, la luz de la casa, el fulgor del firmamento, la luminiscencia de la Vía Láctea... (era fan-ta-bu-lo-so, vamos, lo nunca visto xD) y casi todos lo adoraban de una manera bastante insana. Hay demasiada... adoración, y también demasiada familia, si se me permite decirlo, y eso complica mucho las cosas, porque nadie da el perfil del asesino, ni siquiera quien toda la familia desea y espera que sea. ¿A quién quieren cargarle el muerto, nunca mejor dicho? Como habréis imaginado por la descripción de personajes, a Brenda, su veinteañera viuda, no solo porque la odien a muerte, sino porque sospechan algo que aquí no os voy decir. El caso es que una frase que se repite varias veces es "Puede que todo vaya bien... si el asesino es quien debe ser", porque debe ser Brenda, DEBE ser ella, eso pondría las cosas muy fáciles. Pero si no es ella, si no es quien debe ser, el asesino sería alguien de la familia, y eso ya no les conviene tanto.
 
Creo que no lo he dicho todavía, pero el narrador es el propio Charles, persona ajena a la familia pero que quiere formar parte de ella como futuro marido de Sophia. Se ve involucrado de lleno en la historia porque su padre  es un jefazo de Scotland Yard y se hace cargo del caso, así que no solo acompaña al inspector Taverner en sus indagaciones y visitas a la casa, sino que en cierto momento su padre le encarga que haga hablar a los miembros de la familia Leonides, que les deje expresarse, que se fije en lo que dicen y en lo que callan y descubra la nota discordante, algo que no puede hacer un miembro de la policía ante quienes todos se ponen en guardia (Agatha, en boca del padre de Charles, dedica todo un capítulo a disertar sobre cómo son los asesinos, lo que los mueve, el factor común en casi todos ellos, ese factor que hace que la moral esté tan ausente como para cometer un asesinato sin arrepentirse nunca de ello... se nombra incluso el caso del asesinato de Road Hill, del que os hablé hace poco en
La primera detective). Volviendo a Charles, el pobre deambula por la casa, habla con sus habitantes, intenta averiguar cosas, pero él mismo nota cómo la Casa Torcida también influye en él, porque llega un punto en el que no quiere encontrar la verdad, sino aquello que más le conviene a él y a su propia idea sobre quien puede o no ser el asesino.
 
He conseguido llegar hasta aquí cumpliendo mi máxima de no desvelar nada del misterio y la investigación en sí mismos, así que misión cumplida. La casa torcida ha sido una relectura, y es de esas historias de las que recuerdas sin lugar a dudas la identidad del culpable. Aun así las pistas están ahí y yo creo que se puede adivinar perfectamente quién es porque Charles cuenta todo lo que ve, lo que le dicen y lo que descubre, y que él muchas veces no sepa sumar dos más dos o transcriba cosas sin saber darles el significado correcto no quiere decir que tú como lector no puedas o no sepas hacerlo. Vamos, que si estáis atentos se sabe, pero eso no disminuye ni un ápice el disfrute de la historia y el final en sí mismo, porque la resolución que le da Agatha a la novela (ya no desvelar la identidad del culpable, si no lo que hace con esa persona) para mí es muy correcto y más inesperado para el lector que descubrir al asesino.
 
¿Próxima entrega? Se anuncia un asesinato, el esperado retorno de la señorita Marple en una de sus muy escasas apariciones.  




Para ir terminando, os hablaba de la adaptación de 2017.  Como sabía que tarde o temprano releería la novela he estado posponiendo su visionado hasta ahora, pero por fin he podido verla. ¿Qué me ha parecido? Pues sin poder destripar nada por aquí tampoco, la premisa inicial del modo en que Charles entra en la historia ya es totalmente diferente: tras dejar la carrera de diplomático trabaja como detective privado y Sophia (con la que aparentemente tiene un pasado que no acabó bien) lo contrata para que investigue el asesinato de su abuelo antes de que la policía entre en escena. La peli está bien, entretiene, pero todo es completamente diferente, desde la propia personalidad de los personajes, que en algunos casos es totalmente opuesta a la del libro, hasta el tono mismo de la historia y su esencia. Todo lo importante está ahí, pero con mucho más drama, acción y salseo, lo habitual en las adaptaciones que están saliendo últimamente. En fin, lo dicho, cumple perfectamente para pasar un buen rato delante de la pantalla y, aunque no se haya leído el libro, creo que es un misterio de época muy apañado.


Agatha Christie (1891-1976) es conocida en todo el mundo como la Dama del Crimen. Es la autora más publicada de todos los tiempos, tan solo superada por la Biblia y Shakespeare. Sus libros han vendido más de un billón de copias en inglés y otro billón largo en otros idiomas. Escribió un total de ochenta novelas de misterio y colecciones de relatos breves, diecinueve obras de teatro y seis novelas escritas con el pseudónimo de Mary Westmacott.

Probó suerte con la pluma mientras trabajaba en un hospital durante la primera guerra mundial, y debutó con El misterioso caso de Styles en 1920, cuyo protagonista es el legendario detective Hércules Poirot, que luego aparecería en treinta y tres libros más. Alcanzó la fama con El asesinato de Roger Ackroyd en 1926, y creó a la ingeniosa miss Marple en Muerte en la vicaría, publicado por primera vez en 1930.