Título original: Una brutta faccenda
Autor: Marco Vichi
Editorial: Duomo
Traducción: Cristina Zelich González
Páginas: 304
Fecha publicación original: 2003
Fecha esta edición: junio 2017
Fecha esta edición: junio 2017
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 18,50 euros Ilustración de cubierta: Giancarlo Caligaris
Abril de 1964. Florencia está cubierta por un cielo gris y triste que no
presagia nada bueno. Casimiro, un amigo del comisario Bordelli, acaba
de descubrir el cadáver de un hombre en Fiesole, a las afueras de la
ciudad. Aunque se apresuran al lugar del supuesto delito, cuando llegan
ya no hay ni rastro del cuerpo. Pocos días después, aparece el cuerpo
sin vida de una niña y en él se descubre una extraña marca. No será el
último cadáver. Comienza así el cerco a un posible asesino en serie y
uno de los periodos más sombríos en la carrera de Bordelli. Es un asunto
sucio para él y para el resto del equipo de investigadores; un caso que
parece destinado a convertirse en una pesadilla sin fin, tan oscura
como el cielo de Florencia.
Hay muchísimas series de novela negra con un montón de adeptos con las que yo ni he empezado, y la que estoy siguiendo es precisamente de las que creo que menos llaman la atención o menos entusiasman. De hecho tengo ya preparados los cinco libros publicados por Duomo sobre este comisario (los tres recientes con estas nuevas y preciosas cubiertas, y los dos anteriores que rompen un poco con el diseño y publicados hace ya unos años). El año pasado reseñé El comisario Bordelli, y hoy os traigo la segunda novela de la serie. Y tened por seguro que, después de haber leído Un asunto sucio en apenas tres ratitos por la noche, estoy deseando ponerme con el siguiente, El recién llegado.
Estamos en abril de 1964, y ha pasado un año de los sucesos que se narraban en la primera novela de la serie. La rutina en la comisaría sigue su inercia hasta que Bordelli recibe la visita de Casimiro, uno de esos delincuentes medio decentes con los que parece llevarse tan bien y que le dice que ha encontrado un cadáver en la parte externa de los muros de una villa en Fiesole. Cuando llegan allí no encuentran ningún cadáver, pero Bordelli tiene tiempo de atisbar una cara que le resulta conocida, aunque no consigue ubicarla. Casimiro se ofrece entonces para echar un ojo a cualquier cosa extraña que ocurra en los alrededores de la villa y averiguar quiénes son sus ocupantes. Por otro lado, en un parque de Florencia aparece una niña muerta que ha sido asesinada a plena luz del día mientras jugaba en él. Ha muestro estrangulada, y el asesino ha dejado su marca personal: un profundo mordisco en el abdomen. Pronto el asesinato está en boca de todos, y Bordelli sabe que tiene que darse prisa en encontrar al culpable, porque tiene toda la pinta de que este no será el único asesinato que cometa.
En esta segunda novela de Bordelli se mantienen los parámetros del primer libro: la vida personal de Bordelli entremezclada con su trabajo policial, además de un paseo por la Florencia de los fiorentinos, muy lejos de cualquier rastro turístico mínimamente identificable. Aun así, lo que sí resulta muy evidente es un progreso o una evolución en los casos a resolver, que no solo son dos en lugar de uno, sino que son más complicados e intrincados que en el primer volumen... bastante más trabajados a nivel de trama, por así decirlo, porque hay que reconocer que al caso que debía resolver en El comisario Bordelli quizás le faltaba chicha porque quien realmente importaba era el comisario (que yo lo disfruté igualmente, que conste, pero entiendo a quien le pareciese simplote). En esta segunda novela, se alternan las investigaciones del asesino en serie de niñas con un mordisco en el abdomen con la del caso de la villa de Fiesole, que también se complica bastante, asesinatos incluidos, y que ahonda no solo en el pasado de Bordelli, sino en el mismo pasado histórico de Europa (no puedo dar más datos sin desvelar cosas que no debo).
Tal y como comento arriba, también se mantiene todo el aspecto humano de la historia, no solo en cuanto a Bordelli sino en lo que respecta a sus amistades y las personas que le rodean, pues parece evidente que los secundarios que se nos presentaron en el primer libro llegaron para quedarse: Piras, el policía sardo que se convirtió en su mano derecha en la primera novela; Totò, el cocinero de corta estatura que da de comer a Bordelli en su propia cocina día sí y día también; Dante, un excéntrico inventor que formó parte de la investigación del primer libro; Rosa, una prostituta retirada que ejerce de oasis cuando Bordelli necesita relajarse, aunque la relación entre ambos es solo de amistad (al menor por parte del comisario); Diotivede, médico forense de setenta años que se relaciona mejor con los muertos que con los vivos; el Botta, ladrón y estafador superdotado para la cocina... El modo en que Bordelli se relaciona con sus amistades dice mucho de sí mismo, y el modo en que trata a esos delincuentes que todavía son decentes dentro de su picaresca y su afán de supervivencia, todavía más. En este mundo fiorentino sesentero de polis y criminales hay más abundancia de grises que de blancos y negros.
Ya os lo digo al principio, el libro apenas me ha durado tres ratos en las manos. Sé que hay lectores que consideran lentas las tramas protagonizadas por este comisario italiano, y seguramente si comparamos estas novelas negras con lo que se mueve y triunfa hoy en día en el género, lo serán... pero os aseguro que yo las devoro. No sé si el hecho de que me apasionen los clásicos policíacos y su tempo (mucho más pausado que el de la novela policíaca actual) tiene algo que ver, pero no me importa si la historia no es trepidante ni está llena de acción si lo que cuenta y cómo lo cuenta me gusta, y el comisario Bordelli en su Florencia de los años 60 me gusta mucho. Sí, mientras resuelve los casos nos llora un poco sobre lo solo que está porque ninguna mujer le quiere y tiene la cabeza llena de recuerdos de guerra que el autor no duda en compartir con el lector. También se va por las ramas a veces, y resulta fastidioso a ratos con tanto cigarro (fuma tanto y Vichi nos describe tan pormenorizadamente cada cigarro que se lleva a la boca que cierras el libro oliéndote la ropa a ver si se te ha pegado el olor a tabaco), pero todo forma parte de lo que le hace peculiar como personaje y es un comisario sólido, diferente, y sus novelas casi intimistas, diría yo.
Por todo esto imagino que Bordelli en sí mismo, como personaje, no es plato para todos los gustos. Es una persona excesivamente melancólica, tiene cierta tendencia a la autocompasión en lo que a su vida personal se refiere, su mente se va más de la cuenta a la Segunda Guerra Mundial y a sus vivencias dentro del batallón de San Marcos en su lucha contra los alemanes, fuma como un carretero, en cuanto pone un pie en el despacho se abre una cerveza... Y aun así, te cae bien, te parece real, factible, precisamente porque sus miedos y sus obsesiones no son rocambolescos ni rebuscados, como pasa con otros muchos detectives y policías de la novela policíaca actual. Tiene cincuenta y cuatro años, vivió una guerra que siempre tiene presente, se siente solo, tiene tendencia a obsesionarse con los casos, es justiciero e introspectivo, hace la vista gorda ante pequeños delitos y delincuentes mediocres, jamás usa la violencia y le gusta rodearse de sus amigos y organizar buenas cenas. No es ni mejor ni peor que otros policías literarios: simplemente es él mismo. Se compara mucho a Bordelli con detectives nacidos en la época dorada de la novela negra clásica, como el Marlowe chandleriano, y por una vez, y sin que sirva de precedente en cuanto a markéting se refiere, no me parece nada desatinada la comparación.
A mí esta serie creada por Marco Vichi me parece muy recomendable, pero imagino que solo la disfrutarán aquellos amantes de la novela negra que no les importe un tempo pausado, un protagonista contemplativo y melancólico y un desarrollo reflexivo e intimista de las subtramas, ya sean policiales o personales. Yo soy muy fan de Bordelli, me parece un protagonista muy diferente a lo que se suele ver en el género, y lo diferente, si bueno, doblemente imprescindible :)
Estamos en abril de 1964, y ha pasado un año de los sucesos que se narraban en la primera novela de la serie. La rutina en la comisaría sigue su inercia hasta que Bordelli recibe la visita de Casimiro, uno de esos delincuentes medio decentes con los que parece llevarse tan bien y que le dice que ha encontrado un cadáver en la parte externa de los muros de una villa en Fiesole. Cuando llegan allí no encuentran ningún cadáver, pero Bordelli tiene tiempo de atisbar una cara que le resulta conocida, aunque no consigue ubicarla. Casimiro se ofrece entonces para echar un ojo a cualquier cosa extraña que ocurra en los alrededores de la villa y averiguar quiénes son sus ocupantes. Por otro lado, en un parque de Florencia aparece una niña muerta que ha sido asesinada a plena luz del día mientras jugaba en él. Ha muestro estrangulada, y el asesino ha dejado su marca personal: un profundo mordisco en el abdomen. Pronto el asesinato está en boca de todos, y Bordelli sabe que tiene que darse prisa en encontrar al culpable, porque tiene toda la pinta de que este no será el único asesinato que cometa.
En esta segunda novela de Bordelli se mantienen los parámetros del primer libro: la vida personal de Bordelli entremezclada con su trabajo policial, además de un paseo por la Florencia de los fiorentinos, muy lejos de cualquier rastro turístico mínimamente identificable. Aun así, lo que sí resulta muy evidente es un progreso o una evolución en los casos a resolver, que no solo son dos en lugar de uno, sino que son más complicados e intrincados que en el primer volumen... bastante más trabajados a nivel de trama, por así decirlo, porque hay que reconocer que al caso que debía resolver en El comisario Bordelli quizás le faltaba chicha porque quien realmente importaba era el comisario (que yo lo disfruté igualmente, que conste, pero entiendo a quien le pareciese simplote). En esta segunda novela, se alternan las investigaciones del asesino en serie de niñas con un mordisco en el abdomen con la del caso de la villa de Fiesole, que también se complica bastante, asesinatos incluidos, y que ahonda no solo en el pasado de Bordelli, sino en el mismo pasado histórico de Europa (no puedo dar más datos sin desvelar cosas que no debo).
Tal y como comento arriba, también se mantiene todo el aspecto humano de la historia, no solo en cuanto a Bordelli sino en lo que respecta a sus amistades y las personas que le rodean, pues parece evidente que los secundarios que se nos presentaron en el primer libro llegaron para quedarse: Piras, el policía sardo que se convirtió en su mano derecha en la primera novela; Totò, el cocinero de corta estatura que da de comer a Bordelli en su propia cocina día sí y día también; Dante, un excéntrico inventor que formó parte de la investigación del primer libro; Rosa, una prostituta retirada que ejerce de oasis cuando Bordelli necesita relajarse, aunque la relación entre ambos es solo de amistad (al menor por parte del comisario); Diotivede, médico forense de setenta años que se relaciona mejor con los muertos que con los vivos; el Botta, ladrón y estafador superdotado para la cocina... El modo en que Bordelli se relaciona con sus amistades dice mucho de sí mismo, y el modo en que trata a esos delincuentes que todavía son decentes dentro de su picaresca y su afán de supervivencia, todavía más. En este mundo fiorentino sesentero de polis y criminales hay más abundancia de grises que de blancos y negros.
Ya os lo digo al principio, el libro apenas me ha durado tres ratos en las manos. Sé que hay lectores que consideran lentas las tramas protagonizadas por este comisario italiano, y seguramente si comparamos estas novelas negras con lo que se mueve y triunfa hoy en día en el género, lo serán... pero os aseguro que yo las devoro. No sé si el hecho de que me apasionen los clásicos policíacos y su tempo (mucho más pausado que el de la novela policíaca actual) tiene algo que ver, pero no me importa si la historia no es trepidante ni está llena de acción si lo que cuenta y cómo lo cuenta me gusta, y el comisario Bordelli en su Florencia de los años 60 me gusta mucho. Sí, mientras resuelve los casos nos llora un poco sobre lo solo que está porque ninguna mujer le quiere y tiene la cabeza llena de recuerdos de guerra que el autor no duda en compartir con el lector. También se va por las ramas a veces, y resulta fastidioso a ratos con tanto cigarro (fuma tanto y Vichi nos describe tan pormenorizadamente cada cigarro que se lleva a la boca que cierras el libro oliéndote la ropa a ver si se te ha pegado el olor a tabaco), pero todo forma parte de lo que le hace peculiar como personaje y es un comisario sólido, diferente, y sus novelas casi intimistas, diría yo.
Por todo esto imagino que Bordelli en sí mismo, como personaje, no es plato para todos los gustos. Es una persona excesivamente melancólica, tiene cierta tendencia a la autocompasión en lo que a su vida personal se refiere, su mente se va más de la cuenta a la Segunda Guerra Mundial y a sus vivencias dentro del batallón de San Marcos en su lucha contra los alemanes, fuma como un carretero, en cuanto pone un pie en el despacho se abre una cerveza... Y aun así, te cae bien, te parece real, factible, precisamente porque sus miedos y sus obsesiones no son rocambolescos ni rebuscados, como pasa con otros muchos detectives y policías de la novela policíaca actual. Tiene cincuenta y cuatro años, vivió una guerra que siempre tiene presente, se siente solo, tiene tendencia a obsesionarse con los casos, es justiciero e introspectivo, hace la vista gorda ante pequeños delitos y delincuentes mediocres, jamás usa la violencia y le gusta rodearse de sus amigos y organizar buenas cenas. No es ni mejor ni peor que otros policías literarios: simplemente es él mismo. Se compara mucho a Bordelli con detectives nacidos en la época dorada de la novela negra clásica, como el Marlowe chandleriano, y por una vez, y sin que sirva de precedente en cuanto a markéting se refiere, no me parece nada desatinada la comparación.
A mí esta serie creada por Marco Vichi me parece muy recomendable, pero imagino que solo la disfrutarán aquellos amantes de la novela negra que no les importe un tempo pausado, un protagonista contemplativo y melancólico y un desarrollo reflexivo e intimista de las subtramas, ya sean policiales o personales. Yo soy muy fan de Bordelli, me parece un protagonista muy diferente a lo que se suele ver en el género, y lo diferente, si bueno, doblemente imprescindible :)
Marco Vichi nació en Florencia en 1957 y vive en el Chianti. Es escritor de relatos, obras de teatro y novelas, entre las que destaca la serie protagonizada por el comisario Bordelli.
Vichi imparte talleres de escritura en varias ciuades italianas y es profesor en la facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Florencia.
Duomo ha publicado también las novelas Muerte en Florencia (galardonada con el premio Giorgio Scerbanenco-La Stampa 2009) y La fuerza del destino.
Pues a mí también me gustan las novelas policiacas de antes. Creo que son más ajustadas a la realidad de la vida de un policia: más contemplación que acción. Si me topo con Bordelli creo que le haré caso. Gracias por la reseña.
ResponderEliminarBesotes!
Tengo ya preparado el primero para leerlo ahora en vacaciones, me gusta la novela negra y Florencia, a ver qué tal.
ResponderEliminarBesos
El género me encanta y si tiene corte clásico aun más, así que esta me la llevo de cabeza que creo que me va a encantar y la ambientación también
ResponderEliminarUn beso!
No tengo cuerpo ahora para asesinatos, ni para casos policiales,es que me supone un esfuerzo empezar este tipo de novelas que luego me pueden gustar mucho y resultar lecturas muy recomendables o doblemente recomendables
ResponderEliminar, jajaja. Me declaro abiertamente fan de esa última frase. Me gusta este comisario, se le ve buena gente a pesar de su colección de defectos, total, no nos lo tenemos que llevar a casa. El sitio también me gusta y la portada.
Besos
Yo precisamente no me animé con el primero por ese ritmo pausado que a ti te encanta, y que a otros no convenció. Pero no sé...es leerte y me apetece. Florencia años 60 además suena genial. Lo tendré en cuenta para cuando vaya quitando sagas, por probar no pierdo nada ;)
ResponderEliminarBesitos
Pues creo que me gustaría esta novela y este personaje, así que a ver si me animo.
ResponderEliminarBesotes!!
A mi me han encantado las novelas de Bordelli, como sabes ya he leído la tercera, y comparto al100% todo lo que dices, no es la típica novela que desborda acción, pero le coges tanto cariño a los personajes y a Bordelli, que no puedes parar de leer. Por cierto me encantaria verla llevada al cine, pienso que es una serie muy cinematográfica. Besos
ResponderEliminarYo leo uno de los de la otra edición y no me disgustó pero tsmpoco me entusiasmó por lo que aún no me he decidido a seguir con la serie
ResponderEliminarLa portada me encanta, pero lo voy a dejar para cuando baje lo acumulado. Un beso.
ResponderEliminarHola guapa, la cubierta me parece maravillosa, pero creo que no me animo con una nueva saga policial... bastantes pendientes tengo...
ResponderEliminarUn besazo
Hace muy poquito leí El recién llegado y la verdad Bordelli también me ganó, así como el ritmo y prosa del autor, por lo que tengo pendientes los anteriores que estoy deseando atacar. Besitos
ResponderEliminarPrimera vez que veo este título. HE de confesaros que me sorprendéis un montón con vuestras reseñas, porque no son novedades y ya está., sino que rizáis el rizo y traéis títulos super interesantes.
ResponderEliminarNo he leído nada de esta saga, pero ni uno ni uno, y tengo pendientes un montón... que chica, anotas porque te apetecen y al final nunca le encuentras el momento....
De esta anoto la saga y ya iré yo indagando.
BEsos.