Título original: La Cuisinière d'Himmler
Autor: Franz-Olivier Giesbert
Editorial: Alfaguara
Traducción: Juan Carlos Durán Romero
Páginas: 344
Fecha de publicación: 2014
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 18,50 euros
Imagen de cubierta: Ute Klaphake/Trevillion Images
He aquí la hilarante epopeya de Rose, una cocinera que nunca le ha
temido a nada y que ha sobrevivido a las barbaries del siglo XX (el
genocidio armenio, los horrores del nazismo y los delirios del maoísmo)
sin perder el humor, el deseo de sexo y el afán de venganza: los tres
pilares de la felicidad en su particular credo.
A los ciento
cinco años aún regenta su famoso restaurante en Marsella, guarda una
pistola en el bolso y no puede evitar los pensamientos eróticos cuando
se cruza con algún tipo interesante. Esta singular cocinera, marcada
por dos hombres y un siglo, se toma la justicia por su mano matando a
sus enemigos suavemente. Rose pertenece ya a esa galería de grandes
personajes literarios de los que no podemos separarnos.
Respondí a Jacky que en efecto había vivido, hasta el tuétano de mis huesos, lo que puede considerarse sin temor a equivocarse uno de los periodos más terribles de la historia de la humanidad: el siglo de los asesinos.
Y es que Rose, rondando los ciento cinco años de edad, tiene razón al decir que ha vivido lo suyo. Esta mujer, extraordinaria y peculiar, se dispone a relatarnos sus memorias y bucear en su historia, hilada con los acontecimientos más devastadores sucedidos a lo largo y ancho del siglo XX.
La leyenda familiar cuenta que mi madre sintió la primera contracción al subirse al árbol y estirar el brazo para agarrar al gato. Agarró al animal por la piel del cuello, lo soltó en una rama más baja y, presa de un presentimiento, se tumbó de pronto en un recoveco del cerezo, en la intersección de las ramas. Así fue como llegué al mundo: rodando hasta el suelo.
Rodando es como nuestra protagonista comienza su andadura por la vida en el mar Negro, allá por el año 1907, cuando falta poco para el terrible exterminio armenio, del que será principal protagonista al afectar a toda su familia consanguínea. Así inicia su propio periplo (odisea, más bien) por ese mundo convulso, cambiante y terrible que le toca vivir, con la única compañía de Teo, una salamandra.
Le debo mucho a la recolección, construyo mi filosofía de vida. Mi fatalismo. Mi capacidad para picotear el día a día. Mi obsesión por reciclarlo todo: mis platos, mis desechos, mis alegrías, mis penas.
Resulta increíble que a sus centenarios años, Rose posea una mente y una memoria viva, vibrante e imperecedera. A pesar de sus peculiares exorcismos, las emociones de antaño se le representan tal cual fueron vividas y experimentadas, y nos las cuenta y las describe con el más nimio y mínimo detalle, para después eternizarlas en sus famosas memorias.
Recuerda una infancia feliz pero corta que se trunca cuando su seguridad, su hogar y su familia caen y desaparecen bajo el terrible exterminio. Convertida en esclava, entiende y comprende muy pronto que solo debe vivir y sobrevivir para seguir adelante con el dolor; olvidar, nunca perdonar, como forma de recordar a los que no han tenido mejor suerte.
Relata en primera persona cómo fue y es ahora su vida, sus decisiones y equivocaciones, los golpes de la buena y mala suerte... una existencia en la que además, sin comerlo ni beberlo, siempre se sitúa en el lado equivocado: el de los perdedores, los explotados y los que deben luchar.
Si algo se aprende del relato que se va conformando en cada página es que su transcurrir existencial es una alegoría, un canto a la vida en el que resulta imperativo aprovechar los momentos, pues estos pasan y no vuelven; desaparecen para dejar sitio, en el mejor de los casos, a otros menos agradables, cuando no aterradores o devastadores.
Me dirán que me estoy volviendo simplona, pero la felicidad siempre es simplona. Además, habiéndola conocido ya en la granja de mis padres, desconfiaba de ella: toda esa embriaguez dentro de mí me daba miedo. La experiencia me había enseñado que nunca dura.
Cuando todo va bien, la Historia viene a estropearlo.
En La cocinera de Himmler recorremos Armenia, la Francia ocupada, las cocinas de un mandatario nazi (Heinrich Himmler), los Estados Unidos, la China de Mao... siempre en primera línea y del lado contrario, ese donde se debe sobrevivir y salvarse. Y es que nuestra Rose no es de las que se quejan y tampoco de las que se quedan demasiado tiempo en una agradable y tranquila zona de confort.
Al final de la cena, Heinrich Himmler pidió verme. Me peiné y me maquillé rápidamente y me presenté a su mesa con el corazón acelerado, la boca seca y temblando como una hoja.
Con cada terrible experiencia a la que se sobrepone o sobrevive se hace más fuerte, al tiempo que su semblante se nos oscurece y se reduce nuestra empatía, pues a veces resulta difícil entender todos sus matices, sus grises oscuros traducidos en las decisiones que toma y que ponen su vida y la de los demás patas arribas. Unos encajes de bolillos casi imposibles de hilvanar por el autor, pero, ¿quiénes somos nosotros para juzgar una larga vida? Ha sobrevivido a tantos terrores, traiciones, asesinatos... y aun así, a pesar de los pesares, lo narra con gracia y una pizca de hilarante humor socarrón.
El secreto de su longevidad son las ganas de vivir y de cocinar, sumadas a un espíritu indomable y unos pensamientos únicos e intransferibles (solo compartidos con su querida salamandra, Teo, su alter ego). Recuerdos, remembranzas que nos sumergen en su biografía y en la Historia, cuyos entresijos y heridas le han dejado muchas y variadas cicatrices tanto en el cuerpo como en el alma.
Aun así, como seguro que ella diría, ¡que me quiten lo bailao!
No creo haber sido nunca tan feliz como en los dos meses y medio que pasamos en Sisteron. Tampoco pasé jamás tanto miedo. Quería esconder mi alegría a toda costa, incluso a Gabriel, por temor a traer los malos espíritus que, al primer signo de alegría, corren para desencantarnos.
Franz-Olivier Giesbert nació en Wilmington, Delaware (Estados
Unidos) en 1949. Su familia paterna, de origen escocés, alemán y judío,
emigró a la Costa Este estadounidense durante la Primera Guerra
Mundial. A los tres años, Giesbert se instaló junto a sus padres en
Normandía. Periodista, biógrafo, novelista y presentador de televisión,
es una de las grandes figuras del actual panorama cultural francés.
Con tan solo dieciocho años publicó su primer artículo en el periódico
normando Liberté-Dimanche. Fue corresponsal de L'Express en Estados Unidos y trabajó en Le Nouvel Observateur y en Le Figaro. Actualmente dirige el prestigioso semanario Le Point.
Ha escrito numerosas novelas entre las que destacan L'Affreux (Gran Premio de Novela de la Academia Francesa, 1992), La Souille (Premio Interallié, 1995), L'Immortel (2007, adaptada al cine por Richard Berry) y Un très grand amour
(Premio Duménil, 2010). La cocinera de Himmler, su última novela, ha
tenido un resonante éxito de ventas y de crítica en Francia, y los
derechos de traducción se han vendido a las principales editoriales
europeas. Además de su faceta como novelista, destaca como autor de
diferentes ensayos políticos sobre Jacques Chirac, François Mitterrand o
Nicolas Sarkozy.
Me recuerda un poco lo que nos cuentas a "Como agua para chocolate" aunque lo veo más duro, quizá sería interesante adentrarme en esta lectura =)
ResponderEliminarMi abuelo paterno que vivió hasta los 99 años con una salud de hierro, decía: hay que cocinar mucho para los demás pero uno debe comer poco 😂
ResponderEliminarMiss B, me la llevo sin pensarlo.
Besitos 💋💋😚
Hola MB la verdad es que no de de los libros que me llamen la atención. Lo dejo pasar.
ResponderEliminarUn besazo
Pues me llama, me llama mucho. Es una época sobre la que me gusta leer.
ResponderEliminarBesotes!!!
Hola, una vida tan larga da para mucho, hay partes de la historia que no me llaman demasiado y otras que me parecen más interesantes, me la llevo apuntada sin embargo. Besos.
ResponderEliminarAunque el trasfondo histórico no me gusta nada, creo que puede ser una lectura interesante. Tomo nota. Gracias.
ResponderEliminarBesos.
No tenía ni idea de esta novela, pero antes de terminar de leer la reseña ya la había apuntado. me parece genial recorrer esos escenarios y episodios del siglo XX de la mano de una mujer tan especial. En este 106º aniversario del genocidio armenio que se acaba de conmemorar, un libro que recuerde un hecho tan silenciado es bienvenido.
ResponderEliminarUn beso.
Una muy buena propuesta y que no es muy comentada.
ResponderEliminarYo hace un tiempo la leí y me gustó conocer a Rose.
Saludosbuhos! !
No terminó de convencerme esta novela o sencillamente es que yo esperaba otra cosa. El caso es que a pesar de su buen planteamiento hubo demasiados momentos en los que me faltaba verosimilitud. Eso sí, grabados tengo los buenísimos siete mandamientos de Rose.
ResponderEliminarBesos.
Vaya, pues qué buena pinta. Una historia llena de vivencias y sabiduría. No me importaría leerlo.
ResponderEliminarUn beso ;)
Coincido con Manuela, a mí tampoco me dijo gran cosa.
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