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miércoles, 28 de septiembre de 2022

RESEÑA (by MH) ::: LAS AVENTURAS DE ROBIN HOOD - Howard Pyle


 

Título original: The Merry Adventures of Robin Hood
Autor: Howard Pyle
Editorial: Biblok
Traducción: Saúl Álvarez
Páginas: 319
Fecha de publicación original: 1883
Fecha esta edición: 2010
Encuadernación: cartoné
Precio: descatalogado
Ilustraciones interiores: Howard Pyle

 
Inglaterra, siglo XII: el rey Ricardo Corazón de León está en Tierra Santa, combatiendo en las Cruzadas, y el pueblo malvive sometido bajo la cruel férula del rey Juan sin Tierra y su ejército de recaudadores, bien organizado y armado para extraerle hasta la última gota de sangre. La única esperanza se llama Robert de Locksley, un joven arquero condenado a vivir fuera de la ley en el bosque de Sherwood. Robert lidera la banda de forajidos más temibles de la época, pero sólo los poderosos que cometen injusticias tienen algo que temer. Entre las voces del pueblo, la historia de este proscrito se convertirá en la leyenda de un héroe, la leyenda de Robin Hood. 
Las aventuras de Robin Hood de Howard Pyle recoge la versión más extendida de la leyenda que ha hecho de este personaje un icono de la cultura popular. Esta edición se enriquece con las ilustraciones originales realizadas por su autor, quien además de escritor fue un reputado artista. Un volumen imprescindible que ha hecho vivir grandes aventuras a incontables generaciones de lectores.

Venga, que no se diga, las vergüenzas hay que airearlas. Doce años llevaba este libro en mi estantería esperando a ser leído. Doce. Y lo sé porque lo compré nada más salir a la venta, y en el copyright pone que se publicó en 2010. Claro, hago cuentas, quito, sumo, resto, añado y me llevo, y efectivamente me cuadra... doce años. Si tenéis libros en las mismas condiciones en casa no os cortéis, compartidlo conmigo y hacedme sentir mejor (o decidme que soy una impresentable, las dos opciones son válidas). El caso es que en mi proyecto (que nunca tiene fin) de recuperación de libros pendientes era ya de justicia leer Las aventuras de Robin Hood y, como siempre pasa, nunca entiendo por qué dejo pasar tantos años a la hora de leer algunos de mis pendientes.

De todos modos, antes de hablar sobre el libro en sí mismo, quizá sería conveniente hablar sobre el personaje protagonista, mito anglosajón por antonomasia sobre el que hay mil versiones, de las cuales la mía (la que os traigo hoy, me refiero) solo es la más conocida o extendida, pero en ningún caso la única.

¿Quién era Robin Hood?  Bueno, hablar de lo que significa el personaje de Robin Hood es fácil... quién era ya resulta mucho más complicado. ¿Qué significa entonces? Pues Robin Hood es el arquetipo de héroe medieval inglés que se convirtió en forajido en una época en la que cualquier acto contra el rey o sus posesiones se consideraba traición y conllevaba la pena de muerte. Robin, por un motivo u otro (dependiendo de la derivación de la leyenda) es considerado un proscrito y no le queda otra que esconderse en los bosques, donde reúne a un buen número de secuaces en la misma situación que él y con los que se dedica a defender a los pobres y oprimidos y a robar a los ricos y potentados. Vive al margen de la ley, pero nadie del pueblo lo traiciona porque saben que está de su lado, así que consigue escapar una y otra vez del sheriff de Nottingham, que persigue la recompensa y la venganza y que tiene puesto precio a su cabeza.

Esto es la leyenda a grandes rasgos, pero lo de saber si Robin Hood existió realmente o no ya es otro cantar. En principio parece que el personaje y sus andanzas están inspirados en el italiano Ghino di Tacco, ladrón tan famoso en su época que hasta aparece en la Comedia de Dante (al parecer también en el Decamerón, pero este no lo he leído así que hablo de oídas). Aun asi, muchos historiadores llevan siglos buscando al Robin Hood real, el que de verdad pateó bosques patrios y revalorizaría los estándares patrióticos británicos. No creen en la inspiración italiana, buscan un Robin Hood inglés, y en base a eso tenemos teorías de todo tipo, a cada cual más peregrina: unas apuntan a nobles que se autoproscribieron (¿esta palabra existe?) por una razón u otra entre los siglos XII y XIII, otras a hombres del pueblo llano, otras dan nombres propios e intentan ajustar fechas y hechos, y otras muy recientes incluso dicen saber donde estaba la casa del Robin Hood original (que ni siquiera era en Nottingham, sino en Yorkshire, muy lejos de los bosques de Sherwood). Huelga decir que ni se ha demostrado nada, ni se sabe nada, y que las teorías dispares pavimentan el camino hacia las leyendas y mitos históricos y literarios. 

Y en este contexto apareció mi versión, la publicada por Howard Pyle en 1883 y que a día de hoy es la más conocida (literariamente habando, claro... si nos metemos en las adaptaciones cinematográficas nos hundiríamos en otro barrizal). Pyle era un gran conocedor de las leyendas medievales, y su versión de las aventuras de Robin Hood fue la primera en incluir todos los elementos que hoy en día conocemos hasta la saciedad... con una excepción: lady Marian, pero ya os hablo de eso un poco más abajo.

Las aventuras de Robin Hood está ambientado en su mayor parte en tiempos del rey Enrique II de Inglaterra y su esposa, Leonor de Aquitania (padres del futuro rey Ricardo I, más conocido como Ricardo Corazón de León, que hace una breve aparición ya hacia el final del libro), así que podemos deducir que estamos en la segunda mitad del siglo XII. Desde la primera página conocemos el motivo por el que Robin se convierte en un forajido: se encuentra con unos guardabosques que se ponen chulos, Robin es más chulo todavía, y no solo mata a un ciervo real (primer delito) sino que también acaba con la vida de uno de los guardabosques (segundo y más importante crimen). Así que debe huir a lo más profundo de los bosques de Sherwood y poco a poco se va forjando su leyenda. Tan solo un año después ya tiene una banda compuesta por cien hombres proscritos por muy diferentes razones, todos ellos vestidos de paño verde y viviendo de lo que roban a sus opresores, ya sean abades, terratenientes, nobles o caballeros. Parte de esas ganancias las dedican a llevar alimentos ante la puerta de quienes pasan hambre o para ayudar a la gente en momentos de necesidad, lo que hace que aunque su rostro sea conocido en todo Nottingham porque Robin no se corta un pelo a la hora de pasearse por donde quiere, nadie lo traicione ni lo entregue ante las autoridades. El sheriff de Nottingham se la tiene jurada, no solo porque a quien lleve a Robin ante la justicia le entregarán doscientas libras, sino porque el guardabosques asesinado era familiar suyo. 

Y así transcurren las aventuras de este libro, con el sheriff o el obispo de Hereford intentando dar caza a Robin (ya sean ellos mismos o o pagando a otros por hacerlo), con Robin no solo escapando, sino ganando para su causa a muchos de los que ellos pagan para atraparlo, o con Robin y los miembros más importantes de su banda buscando aventuras cuando están las cosas tranquilitas y nadie se mete con ellos.

Hay quien me considera amable, y hay quien me considera cruel; unos dicen que soy bueno y honrado, y otros que soy un miserable ladrón. En verdad, existen tantas maneras de mirar a un hombre como manchas tiene un sapo; en consecuencia, el que me miréis con unos ojos o con otros depende exclusivamente de vos. Mi nombre es Robin Hood.

El Robin Hood que nos presentan estas páginas es un joven rubio de ojos azules fanfarrón, audaz, de sangre caliente, con un punto engreído y narcisista pero de buen corazón y con la carcajada siempre dispuesta en la boca. Le pesa en el alma la muerte del guardabosques que provocó su desgracia y se ha jurado no volver a matar a nadie salvo que no le quede otra opción (y le vemos matar en el libro). No le tiene miedo a nada, entra y sale de donde quiere cuando quiere usando el disfraz cuando es necesario y llegando a estar ante el mismísimo sheriff sin que este sospeche nada, y siempre cuenta con los chivatazos de las gentes de Nottingham que apoyan su causa aunque no formen parte de ella. No le gusta estar demasiado tiempo inactivo, así que cuando no se presentan aventuras las busca o se agencia "invitados" a sus cenas especiales, una celebración peculiar sobre la que nada os voy a contar por aquí.

El libro está dividido en ocho partes (además de un prólogo y un epílogo), y cada parte contiene dos o tres capítulos que cuentan una historia completa. Es decir, que cada parte en realidad es una aventura con un hilo argumental propio contada en dos o tres capítulos. Además, al más puro estilo victoriano, al inicio de cada parte el autor te anticipa lo que vas a encontrar en ella:

CUARTA PARTE
(En la que Alan de Dale se encuentra con Robin Hood y le pide ayuda para resolver sus problemas, para lo cual necesitarán la ayuda del fraile de la abadía de la Fuente. Además, también se cuenta cómo Robin Hood soluciona las cuitas de dos enamorados separados por aciagos acontecimientos, de manera que logran ser felices por el resto de sus días).

Y este fragmento, en el que aparecen dos personajes típicos de la leyenda de Robin Hood como son Alan de Dale y el fraile Tuck, me viene de perlas para contaros que en estas aventuras vemos cómo a poco se van uniendo a la banda todos y cada uno de ellos. Little John, Will Scarlet (que aquí es sobrino de Robin Hood y me ha pillado un poco por sorpresa), el hijo del molinero (que yo conocía como Much y que en esta versión se llama Midge), además de los ya mencionados Little John y Alan de Dale... realmente aquí es donde podría ponerle la única pega al libro, y es que el modo en que todos ellos se van incorporando a la banda es repetitivo y poco original, pero bueno, en mi caso tampoco me ha molestado demasiado (lo mismo me pilla en otro momento y sí me hubiese cansado, quién sabe). Sí que debo mencionar una cosa que ya os adelantaba antes, y es que el único personaje habitual de la tradición robinhoodiana que no aparece en este libro es Marian. O, para ser justa, Robin se acuerda una sola vez en todo el libro de ella con esta exigua frase... "mi dama Marian". Ya. La nombra para hablar de un tono marrón que coincide con sus cabellos, y se nota que está metida con calzador en una única y churriguera expresión de tres palabras para cumplir con todo el canon robinhoodiano, sin más. A pesar de que este personaje femenino apareció por primera vez en la leyenda a lo largo del siglo XV, Pyle no contó con ella para sus aventuras, y es que no hay personajes femeninos principales en este libro salvo alguna secundaria muy secundaria que no abre ni la boca. 

Por cierto, choca un poco el cambio de tono del libro en las últimas cincuenta páginas, que se vuelve más oscuro (no digo más, solo lo comento), y también se cuela algún que otro anacronismo, como hacer referencia a san Francisco de Asís, que no había ni nacido cuando tienen lugar las primeras aventuras de Robin. Aparte de todo lo dicho hasta ahora, y por ir terminando, Pyle era un ilustrador maravilloso y un revolucionario en sus técnicas, siendo el primero en usar el fotograbado y la ilustración en color. Mi edición contiene las ilustraciones que hizo para su propio libro, y la verdad es que es una gozada. Lástima que el tamaño del libro sea tirando a bolsillo y no se puedan disfrutar adecuadamente (la letra es, de hecho, bastante pequeña, y hay cosillas de corrección mejorables, pero bueno, va).

No hace falta que os hable de las muchas adaptaciones de esta historia que se han rodado para el cine o la televisión, pero quizás mi favorita sea la menos conocida: una serie de la BBC de tres temporadas que se emitió hace ya sus quince años (¡quince años!) con Jonas Armstrong interpretando a Robin y Richard Armitage dando vida a Guy of Gisbourne (que aparece en el libro en una sola escena y es un personaje totalmente diferente con el que solo comparte el nombre). Se acabó de manera inesperada ante la marcha del actor que hacía de Robin y sufrí mucho en su día... Aquí os dejo el tráiler por si os interesa.




Howard Pyle (5 de marzo de 1853 - 9 de noviembre de 1911) fue un ilustrador y escritor estadounidense, gran conocedor de las leyendas medievales. Se inspiró en canciones populares inglesas y escocesas para escribir Las alegres aventuras de Robin Hood o Historia de Lancelot y la tabla redonda. Además revolucionó la ilustración empleando, por primera vez, el fotograbado y la impresión en color, técnicas que enseñaba en su propia escuela. Sus libros ilustrados más importantes fueron Las aventuras de Robin Hood (1883), Un moderno Aladino, Story of King Arthur and his Knights, Historia de Lancelot y la Tabla Redonda y Libro de Piratas.

jueves, 22 de julio de 2021

RESEÑA (by MH) ::: LAS AVENTURAS DE PINOCHO - Carlo Collodi


 
 
Título original: Le avventure di Pinocchio. Storia di un buratino
Autor: Carlo Collodi
Editorial: Biblok
Traducción: Carles M. Miralles
Páginas: 256
Fecha publicación original: 1883
Fecha esta edición: 2010
Encuadernación: cartoné
Precio: descatalogado
Ilustración de cubierta e interiores: Carlo Chiostri



Pinocho no es un niño normal. Pinocho es un trozo de madera que ha cobrado vida. Convertido en un títere al que le crece la nariz cada vez que miente, está dispuesto a embarcarse en una aventura tras otra, en un sinfín de travesuras, que lo llevarán a través de un mundo mágico en el que conoceremos a Geppetto, su sufrido padre; a la hermosísima Hada de Cabellos Azules, presta siempre a darle una nueva oportunidad; al Grillo Parlante, su conciencia; y al Gato y a la Zorra, dos ladronzuelos dispuestos a robar a Pinocho todo lo que posee.

Las aventuras de Pinocho es una de las obras más conocidas de la literatura infantil mundial. En esta edición especial presentamos la obra clásica con las ilustraciones de las primeras ediciones italianas, realizadas por Carlo Chiostri, que ayudaron a fijar la figura de Pinocho en el imaginario colectivo.


Cada vez que os traigo uno de estos clásicos infantiles siempre os digo lo mismo: llevan siglos en mi estantería sin leer simplemente porque ya conozco la historia (o eso creo, luego me doy cuenta de que no) y he priorizado otros libros. Esta edición de Las aventuras de Pinocho (ilustrada además por Carlo Chiostri, responsable del imaginario popular de este personaje) habita mi casa desde hace más años de los que me atrevo a reconocer en voz alta, pero sí... muchos años. Muchos. Y eso que el Pinocho de Disney, que supongo que es la referencia que tenemos casi todo el mundo sobre el personaje, tampoco es que sea de mis películas favoritas de esta productora, hace siglos que no la revisiono y tampoco es que la tenga fresquísima en la memoria... pero bueno, ya sabéis, creemos que conocemos una historia y vamos dejando el libro atrás. 

La trama comienza con un tronco, un simple tronco de leña, que está encantado tiene vida propia, habla y le da un buen susto a maese Cereza, a cuyo taller de carpintería ha ido a parar. Nadie quiere un tronco que se queja cada vez que intentas darle un hachazo, así que maese Cereza no duda en regalarle el tronco que llora y ríe a su buen amigo maese Gepetto, quien talla con él una marioneta a la que llama Pinocho y por la que se desvive como solo un padre amoroso lo haría por su hijo... qué felices podrían ser los dos si no fuese porque Pinocho no para de hacer travesuras, de desobedecer y de meterse en líos, hasta que llega el momento en que esas trastadas le alejan de su padre Gepetto que tanto le quiere y lo lanzan a un mundo en el que pueden pasarle muchas cosas buenas, pero también muchas cosas malas... y Pinocho parece no aprender nunca la lección.
 
Las aventuras de Pinocho comenzaron a publicarse semanalmente en 1880 en Il Giornale di Bambini, el primer periódico italiano para niños (como novela apareció en 1883), y es de esas historias infantiles que no tienen la más mínima intención de esconder la moraleja que encierran ni su intención de enseñar valores morales y sociales a sus pequeños lectores. Y es que Pinocho actúa mal durante el 90% del libro: es desobediente, egoísta, gandul, mentiroso, con tendencia a las malas compañías, no quiere estudiar y sí vivir una vida holgazana carente de esfuerzos. Se dice en cierto momento que no tiene buen juicio ni buenos sentimientos, y ahí radica la base de cada una de las aventuras (desventuras, las llamaría yo) que sufre en el camino. Aun así él sigue erre que erre, con muchas buenas intenciones que caen en saco roto, unas tras otra, en cuanto alguien le ofrece una salida más fácil y cómoda. Y además él es muy consciente, pero hace muy poco por remediarlo:
Cuántas desgracias me han sucedido... y me las merezco. Como soy una marioneta tozuda y pendenciera... y siempre lo quiero hacer todo a mi manera, sin hacer caso de los que me quieren y son mil veces más juiciosos que yo... De ahora en adelante me convertiré en un niño bueno y obediente... Ya me he dado cuenta de que los niños, cuando desobedecen, acaban siempre por el mal camino y nunca dan ninguna a derechas.

Ya os decía arriba que la moraleja era muy poco sutil... y aun así intenta huir del aleccionamiento demasiado moralizante. Con esto me refiero a que el papel de los adultos en este libro es totalmente accesorio. Es decir, están ahí, intentan que Pinocho comprenda las cosas que hace mal y las consecuencias que tienen esos actos, pero en ningún momento intentan interferir en sus decisiones y acciones. Le ofrecen su amor y le dejan libertad para decidir, actuar y, en la mayor parte de las ocasiones, tropezar, esperando con ello que aprenda de sus errores y de los frutos adversos de esas equivocaciones. Este Pinocho es una marioneta sin hilos que actúa conforme a su libre albedrío, que decepciona una y otra vez a las personas que le quieren, que sufre unas calamidades tras otras como consecuencia de su falta de juicio y que demuestra, una y otra vez, que el movimiento se demuestra andando: no basta con querer ser bueno, hay que serlo. Y eso cuesta esfuerzo y necesita de mucha voluntad.

En cuanto a la ya mencionada película de Disney de 1940, no tengo intención  de compararla con la novela porque ya digo que hace siglos que no la veo, pero si tiro de memoria yo diría que en la película cogieron tres o cuatro hechos concretos de la novela y en torno a ella giraba toda la película, cuando en el libro a Pinocho no solo le pasan muchas más cosas, sino que son mucho más desagradables y crueles (a riesgo de que lo consideréis spoiler os diré que una de las muchas desgracias que sufre es que llegan a ahorcarlo... para que entendáis a lo que me refiero). No he visto la adaptación que hizo Roberto Benigni pero imagino que será mucho más fiel a la novela. Va a ser cuestión de tragarme mi manía por este actor/director y echarle ganas al visionado... sin prisas.

Antes de terminar, una breve digresión. Ya lo he comentado alguna vez, pero yo viví durante un tiempo en Florencia. Es una ciudad que llevo en el corazón siempre y cuando la literatura me conduce a ella, siempre leo ese libro con un cariño especial. En la Toscana hay un parque temático dedicado a Pinocho inaugurado allá por los años 50, parque que no tenía especial interés en visitar (y no visité), pero sí que quería pisar un lugar asociado emocionalmente a su autor. Ese lugar se llama Villa Garzoni, que como muchas de las villas que se pueden visitar a pocos kilómetros de Florencia, es una auténtica belleza. Sé que cuando se va a Florencia no se piensa en salir de ella, pero hay tantísimas cosas maravillosas en sus alrededores... el caso es que Villa Garzoni está en Collodi (sí, el apellido usado por el autor que no es más que un seudónimo), a unos 60 kilómetros de la capital de la Toscana, y visitar este lugar, donde su abuelo trabajaba y él pasó buena parte de su infancia, fue una auténtica gozada. No había leído el libro, pero ni falta que me hacía, yo iba tras el autor. Sus jardines encierran magia, belleza y delicadeza repartidos por sus numerosas estatuas, escaleras, grutas, fuentes... He visitado muchos sitios y aun así mi cabeza no tiene problemas en ubicarse en cada lugar que visité de la Toscana. Villa Garzoni fue mi conexión con Carlo Collodi cuando solo conocía su Pinocho por una película de Disney; en aquel momento me interesaba más acercarme a las raíces del autor y eso hice. No dudéis en acercaros si visitáis una de las regiones más bellas del mundo.

En fin, y terminando, que me ha gustado mucho conocer al Pinocho original, que no nació para caer en gracia sino para dar ejemplo, y que tiene que tropezar mucho, muchísimo, hasta encontrar el camino correcto hacia el buen comportamiento, el trabajo duro, la generosidad y el amor profesado de corazón y no argumentado de boquilla. Resulta fácil imaginar a esos niños de hace 140 años con un periódico infantil en las manos leyendo sobre lo que puede pasarte si te escaqueas de ir al colegio o si te dejas engañar por un extraño... Pinocho lo pasa mal en este libro, muy mal (que en el siglo XIX no se andaban con chiquitas a la hora de moralizar a los niños), así que más de uno se guardaría muy mucho de hacer pellas por muy fuerte que fuese la tentación... y por lo que pudiera pasar.
 


Carlo Lorenzo Filippo Giovanni Lorenzini (Florencia, 24 de noviembre de 1826 - Ib., 26 de octubre de 1890), más conocido como Carlo Collodi o simplemente Collodi, fue un periodista y escritor italiano, conocido por su novela Las aventuras de Pinocho. 
 
Fue al colegio y al seminario, donde estudió retórica y filosofía. Su primer trabajo fue en una librería a los 18 años. Su activo interés en la política hizo que sus primeras obras literarias se publicaran en el periódico satírico Il Lampione. El periódico fue censurado por orden del Gran Duque de Toscana en 1849 pero reapareció en mayo de 1860. En 1875 entró en la literatura infantil con Racconti delle fate, una traducción de los cuentos de hadas en francés de Perrault. En 1876 escribió Giannettino (inspirado por el Giannetto de Alessandro Luigi Parravicini ), Minuzzolo e Il viaggio per l'Italia di Giannettino, una serie desde la que explora la reunificación de Italia desde el prisma irónico de Giannettino. Collodi estaba fascinado por la idea de usar un carácter amigable para expresar sus propias convicciones mediante alegorías. En 1880 comenzó a escribir Storia di un burattino ("Historia de un títere"), también llamado pinocho.

Collodi murió en Florencia el 26 de octubre de 1890, a los 63 años, de un ataque cardíaco.

miércoles, 2 de diciembre de 2020

RESEÑA (by MH) ::: LA EXPEDICIÓN DE LOS DIEZ MIL - Jenofonte




Título original: Κύρου Ανάβασις
Autor: Jenofonte
Editorial: Biblok
Traducción: no consta en la edición 
Páginas: 222
Fecha redacción original: circa 370 a. C. 
Fecha publicación original: Siglos XII-XV (manuscritos medievales)
Fecha esta edición: 2010
Encuadernación: cartoné
Precio: descatalogado (disponible de 2ª mano)
Diseño de cubierta: Mercedes Rojas




Año 401 a. C. Una guerra civil se desata entre Atajerjes, heredero dle trono persa, y su hermano menor, Ciro. Codicioso del trono, Ciro reúne un gran ejército y se lanza sobre Atajerjes. Aunque su ejército gana la batalla, Ciro pierde la vida en ella y las tropas persas se unen a las órdenes de Atajerjes. Atrapado en tierra enemiga, el ejército perdido de los diez mil mercenarios griegos deberá iniciar un duro viaje hacia el norte, hacia la costa del mar Negro, hacia la libertad...

La expedición de los diez mil, también conocida como Anábasis, es la obra maestra de Jenofonte, quien narró la aventura con la viveza y la fuerza que otorga el haber sido uno de sus principales protagonistas, pues él mismo fue el general que lideró la expedición. No es solo uno de los relatos más conocidos de la literatura griega, sino también una de las mayores epopeyas jamás escritas.

Sé que os va a sorprender ver este libro aquí (o bueno, a lo mejor no), pero ya he dicho muchas veces que soy una apasionada de la Historia, aunque mis conocimientos son limitados y circunscritos a lo que voy leyendo de manera autodidacta y poco más. Pero gustarme, me gusta mucho, y por eso hace unos años me hice con esta edición de la Anábasis de Jenofonte con muchas ganas de ponerme con ella en cuanto pudiese... no os voy a decir el problema que tenemos los lectores con esto de "lo leo en cuanto pueda", pero el caso es que se fue quedando atrás, y la premisa de no ficción del reto Todos los clásicos grandes y pequeños me ha venido de perlas para rescatarla de la estantería y ponerme con ella (aunque el reto se va a quedar como está, me planto, no me da la vida). Que nadie salga corriendo que no me voy a poner muy pesada con el contexto histórico, porque ni estoy capacitada para ello ni seguramente os interesa lo más mínimo, pero sí que tengo que daros unos detalles puntuales que anteceden lo que se narra en este libro para poner los acontecimientos en situación.

Darío II fue rey de Persia desde el 423 hasta el 404 a.C. Tenía dos hijos, Arsicas y Ciro el Joven, y a pesar de que la madre de ambos favorecía a Ciro, fue Arsicas el designado por su padre para ser rey a su muerte. Arsicas ascendió al trono como Atajerjes II, y Ciro jamás aceptó su destino de segundón. Tras haber sido detenido por conspirar para asesinar a su hermano, y puesto en libertad por mediación de su madre, se retiró a las tierras de las que era sátrapa, pero en su fuero interno seguía anhelando el trono con más rabia que nunca, así que comenzó a reunir un ejército para iniciar una guerra civil contra Atajerjes. Este es el punto en el que comienza la narración de Jenofonte, que participó y fue protagonista de todos los hechos que narra.

Jenofonte cuenta que muchas de las pequeñas y grandes facciones que fueron conformando ese numeroso ejército no supieron en un principio que estaban marchando contra el rey (ni él mismo lo sabía). Ciro les engañó diciéndoles que iban a lidiar otro tipo de batallas aunque, una vez estuvo claro que se dirigían a enfrentarse contra el ejército de Atajerjes, decidieron permanecer junto a Ciro: en unos casos por fidelidad y respeto hacia él (al parecer era un hombre famoso por su carisma), y en otros por las posibilidades de grandeza, riqueza y poder que conllevaría la victoria de Ciro para aquellos generales que hubiesen permanecido a su lado. El ejército rebelde estaba compuesto por poco más de 60.000 hombres, de los cuales 50.000 eran persas y unos 12.500 mercenarios griegos; en el ejército del rey eran unos 200.000. No desvelo nada si digo que Ciro murió en combate en la batalla de Cunaxa, y que fue entonces cuando su ejército quedó totalmente dividido: la sección persa (conformada en su mayor parte por peltastas, cretenses y hoplitas) se pasó al bando de Atajerjes uniéndose a su ejército, mientras que los mercenarios griegos (a los que enviados del rey intentaron engañar con falsas promesas de perdón y una tregua igualmente falsa) decidieron que ni podían fiarse del rey ni podían quedarse donde estaban. Tenían que volver a casa, y para ello debían cruzar el enorme imperio Persa, territorio hostil, enemigo y desconocido. Aquí comienza la Anábasis, la expedición de los diez mil mercenarios griegos en su retirada hacia el mar Negro.

¿Qué pinta Jenofonte en todo esto? Tras la tregua falsa que os comentaba arriba, en la que los enviados de Atajerjes asesinaron a todos los generales del ejército griego, se eligieron nuevos generales que lo guiaran en la retirada de vuelta a casa, y uno de ellos fue Jenofonte, que narró en esta crónica todos los detalles desde la reunión inicial del ejército de Ciro hasta el final de la expedición, que duró unos cinco meses y de la que solo vieron su final unos seis mil hombres de los diez mil iniciales.
Soldados, no puede desconocerse que nuestra situación es difícil. Nos vemos privados de unos generales como eran los nuestros, de capitanes, de soldados, y, además, de esto, Arieo y los suyos, que antes eran aliados nuestros, nos han hecho traición. Pero, con todo, es preciso salir de este apuro como hombres valientes y no abandonarse al desaliento; es preciso buscar la manera de salvarnos, si es posible, y si no, morir valientemente, pero jamás caer vivos en manos de nuestros enemigos. Creo que sufriríamos las más terribles torturas que podríamos desear a los que nos quieren mal.

En esa retirada los vemos sufrir el acoso del ejército del rey Atajerjes y, cuando consiguieron dejarlo atrás, tuvieron que vérselas con diferentes pueblos bárbaros, que unas veces los dejaban hacer sin enfrentarse a ellos pero que, las más de las ocasiones, les tendían emboscadas o les hacían frente en la medida de sus posibilidades. Atravesaron montañas y desiertos con nevadas que les cubrían hasta las rodillas y les congelaban los pies, sufrieron escasez de vituallas constante ante la necesidad de alimentar a un ejército tan numeroso durante un periodo tan prolongado de tiempo... y todo ello siguiendo el culto a los dioses, actuando o esperando según dictasen los augurios y dejándose guiar por sueños premonitorios que jamás fallaban en sus predicciones. Y como no podía ser menos ante un contingente tan grande pasando penurias y susceptible a la desmotivación de no ver aparecer la costa en el horizonte, no faltaban las trifulcas internas, en las que al parecer Jenofonte, el bueno de Jenofonte, siempre llevaba las de perder. Cada dos por tres le acusaban de traición, de engañar a los soldados, de actuar en beneficio propio o de no tomar las decisiones adecuadas. Pero no os preocupéis, que Jenofonte tenía un piquito de oro y estas disputas duraban poco: los dejaba patidifusos con sus argumentaciones.

Y sí, si notáis un punto de ironía, no es cosa vuestra. Jenofonte lo narra todo en tercera persona, con lo que habla de sí mismo como si fuese un personaje más de los acontecimientos, como si él mismo y el tal Jenofonte de la expedición no fuesen la misma persona. Jenofonte hizo esto, Jenofonte dijo aquello... y admito que he sonreído a ratos mientras leía el libro porque no le hacía falta abuela que le cantase alabanzas. Todo lo hacía bien, todo lo argumentaba bien, todo lo rebatía bien, era el más generoso, el más noble, el más inteligente, el que lo dio todo por sus soldados... baja, Modesto, que sube Jenofonte. A ver, que si todo es verdad hizo muy bien en contarlo tal cual, pero cuando sabes que eso lo dice el autor de sí mismo aunque hable en tercera persona, pues tienes que sonreír y tomarlo todo con una pizca de sal. Pero vamos, que esto es una tontería que os cuento porque me ha hecho gracia; el valor de este documento histórico en sí mismo, de unos hechos que hoy en día se antojan tan épicos como sorprendentes, es extraordinario.

Y es que Jenofonte como narrador es fantástico. Que nadie rechace leer este libro por la temática porque lo cuenta todo de una manera ágil, fluida, interesante y, sobre todo, sencilla. Era un contador de historias nato, y en ningún momento te da la sensación de estar ante un relato histórico denso, intenso y académico; al contrario, en su estilo totalmente asequible, comprensible y cercano, radica su mayor virtud. Y lo que cuenta es un episodio histórico tremendamente interesante, una epopeya que ha llegado hasta nuestros días contada de primera mano, en la que los protagonistas no fueron héroes, sino mercenarios que guerreaban por dinero; no estamos ante una historia de batallas, guerras y ejércitos, porque lo que vemos en su mayor parte es como miles de hombres se patearon más de dos mil kilómetros (parasanga es la unidad de distancia que se usa en la narración, jamás se me olvidará porque se dice de manera constante) a lo largo de territorio enemigo pasando penurias, hambre y frío, así como la vida de campamento, reuniones de oficiales, toma de decisiones, la manera en que se organizaban cuando se enfrentaban a alguna escaramuza... Hay también mucho diálogo en la anábasis, y la narración es tan exhaustiva y pormenorizada detallando tanto la ruta real de la retirada como los conflictos internos que se sucedieron uno tras otro, que más bien parece que estamos ante un diario, probablemente el primero del que se tiene constancia (aunque se cree que faltan tres meses en este relato, tres meses en los que el ejército deambuló perdido en territorio armenio... pero esto hoy en día solo son suposiciones).

Sé que es de esos libros que no se pueden recomendar, no lo voy a hacer, pero que podamos leer en nuestros días lo que ocurrió durante La expedición de los diez mil de boca de uno de sus protagonistas es, sin duda, un lujo y un testimonio de valor incalculable.

 

 


Jenofonte (¿430 a. C.-355 a. C.?). Historiador, militar y filósofo griego. Hijo de un ateniense que fue discípulo de Sócrates, se crió en el seno de una familia acomodada. Durante la Guerra del Peloponeso (431-404 a. C.), en la que luchó formando parte de las fuerzas ecuestres. 

Alistado en un ejército de mercenarios griegos conocidos como la Expedición de los Diez Mil al servicio de Ciro el Joven, príncipe de Persia, en 401 a.C. participó en la campaña contra el rey Artajerjes II, hermano de Ciro. Tras la muerte de éste en la batalla de Cunaxa, los oficiales al mando de los mercenarios griegos fueron asesinados por orden del persa Tisafernes. Jenofonte y los suyos pasaron de ser una tropa mercenaria a un ejército errante sin víveres y en territorio hostil. Jenofonte asumió la dirección de la retirada y puso a sus hombres a salvo en la antigua colonia griega de Trebisonda (actualmente en Turquía), en el mar Negro, tras una marcha de 2.414 km que duró cinco meses. En su libro más celebre, la Anábasis, narra esta retirada. 

Como militar, orador, filósofo, ensayista e historiador, fue el prototipo del erudito ateniense. Aparte de la Anábasis, entre sus obras más destacadas aparecen las Helénicas, continuación de la Historia de la guerra del Peloponeso de Tucídides que cubre el periodo del 411 al 363 a.C.; Ciropedia, biografía idealizada sobre Ciro II el Grande, y Acontecimientos memorables, recuerdos de Sócrates y conversaciones socráticas. Además fue autor de un elogio de Agesilao, de un grupo de tratados políticos y económicos, de una ensayos sobre equitación, caza y guerra de caballería, y de varios diálogos socráticos.

(www.buscabiografías.com)