lunes, 26 de agosto de 2024

RESEÑA (by MH) ::: EL BARRIO SIN ESTACIONES - Shūgorō Yamamoto


 
Título original: 季節のない街 (Kisetsu No Nai Machi)
Autor: Shūgorō Yamamoto
Editorial: Quaterni
Traducción: Kuniko Ikeda & Marta Añorbe Mateos
Páginas: 296
Fecha publicación original: 1962
Fecha esta edición: febrero 2022
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 21,95 euros 
Diseño de cubierta: Roger Navarro



En un barrio sin nombre donde parece que el tiempo se ha detenido, el afamado escritor de ficción histórica Shūgorō Yamamoto retrata la naturaleza tragicómica del ser humano a través de las peripecias de sus habitantes.

El loco cuerdo, el pusilánime dominado, el hijo pródigo, el falso patriota, la hetaira virtuosa, la hija abnegada, el joven enamorado, el sabio pobre o el suicida arrepentido son algunos de estos paradójicos personajes del Japón de posguerra que lucharán cada día por sobrevivir en medio de la pobreza.

El relato desgarrador, a ratos cruel y humorístico, de la vida de los habitantes de un barrio que podría ser el de cualquier ciudad del mundo. Una crítica universal que muestra un rayo de esperanza en un mundo en ruinas.


Me interesa mucho el catálogo de la editorial Quaterni en general, pero sobre todo me interesan los clásicos japoneses que poco a poco voy adquiriendo y trayendo por aquí. Insisto mucho sobre este tema, sé que la literatura asiática no es para todo el mundo (hablando así en general, que si desgloso por países, con sus muchas diferencias, esto no tendría fin), pero yo insisto en traeros de vez en cuando historias que os puedan interesar.
El barrio sin estaciones, la novela de la que hoy os hablo, es un tanto peculiar porque no es realmente una novela al uso, sino un conjunto de historias personales y en gran medida independientes que conforman la personalidad y peculiaridades de todo un barrio.
 
Estamos en una ciudad cualquiera del Japón de la posguerra, y el barrio del título es extremadamente pobre. En ese barrio vive gente de manera permanente, otros solo están de paso, pero todos se aúnan formando una comunidad que apenas tiene contacto con otros barrios, se rige por sus propias reglas y donde la soledad, el amor propio y las individualidades conforman un paisaje el que cada cual hace lo que puede para sobrevivir tirando hacia delante siempre al límite y tomándose la vida tal como viene. Tal como digo arriba, no es una novela al uso, sino que cada capítulo nos narra la historia de los inquilinos de una casa concreta de este suburbio. Algún personaje se repite, alguno salta de un capítulo a otro, pero en general son historias independientes que dibujan las muchas aristas y peculiaridades de personas que difieren mucho entre sí y a las que solo une una situación económica tan extrema que acaban siendo vecinos. Aun así, el propio autor, Shūgorō Yamamoto, nos cuenta en el prólogo que todos los personajes que aparecen en el libro son reales, que los ha visto con sus propios ojos y los ha escuchado con sus propios oídos, pero que lo que se cuenta en él como tal es tan universal como atemporal, y podría estar ambientado en un barrio parecido de cualquier ciudad en cualquier país.
 
En este barrio nadie sabe nada sobre el pasado de sus vecinos, de donde proceden, a qué clase de familias pertenecían ni si esas familias viven o les han repudiado. Aquí solo existe el presente, el pasado no importa, y estas gentes saben bien que si alguien cuenta algo sobre su pasado, lo más probable es que sea inventado y lo aceptan mientras sea cualquier historieta dramática de muchas penalidades y demás. Ahora, como alguien se invente que ha sido rico en el pasado, que ha vivido con comodidades o que le iba bien, eso no lo aceptan ni lo toleran. De hecho existe una norma no escrita en la que de vez en cuando tienes que pedirle algo de sal a tu vecino o ayuda con cualquier excusa, porque así le haces sentirse superior a ti por un rato y con mejor estatus dentro del barrio. Hoy por ti, que mañana lo harán por mí, y así todos tienen su ración de importancia: nadie puede quedar por encima de nadie. Si eres estirado, si no saludas, si te das aires, ten por seguro que te van a poner a parir. Si llevas cualquier prenda o usas cualquier objeto que sobresalga de lo que llevan o usan los demás, te van a poner a parir. Por lo demás, ve a lo tuyo, vive y deja vivir, que los demás harán lo mismo contigo.

¿Qué tipo de historias podemos encontrar entonces en el libro? Pues tenemos de todo, como en botica. La primera historia nos acerca a un hombre que todos los días conduce el tranvía por el barrio... solo que en este barrio no hay tranvía. Peor él se levanta igualmente todas las mañanas, hace su recorrido, comprueba que el tranvía imaginario esté siempre a punto, hay niños que se ríen de él, pero la gente lo conoce y lo deja a su aire... y él es feliz así. Luego saltamos a historias de personas que se dedican a no se sabe muy bien qué y a los que un día se les presenta la policía en su casa y nunca más se supo. Está el anciano sabio al que todo el mundo acude y que reparte soluciones y sabiduría sin despeinarse, familias que ocultan sus secretos en la intimidad del hogar, matrimonios raros (o que no son matrimonios), infidelidades que tarde o temprano se descubren en un lugar donde cada cual va a lo suyo pero donde los chismorreos no tardan en volar, matrimonios que intercambian parejas como la cosa más normal del mundo, pícaros que intentan dar por gato por liebre... y también tenemos historias muy tristes, muchas de distintos tipos de abuso (ya sea sexual, ya sea de adultos irresponsables o desconectados de la realidad que son negligentes con sus hijos con nefastas consecuencias). Picaresca, drama, comedia, infidelidades, delitos, tragedias… la complejidad de la naturaleza humana da para muchas historias. Unas te hacen sonreír, otras te rompen el corazón, pero todas te hacen pensar que la vida da muchas vueltas y nunca sabes de qué lado puedes caer.
 
Yamamoto nos acerca a este cuadro de múltiples existencias con un estilo sencillo y muy japonés, y este es un cliché que debería evitar pero es para que entendáis el tono de la novela. Lo cuenta todo de manera sosegada, directa, sin sentimentalismos, y de hecho en algunas historias hay un humor muy soterrado y una ironía que rebaja la seriedad y la gravedad de lo que está contando. Sí, son pobres, algunos casi mendigos, pero no todos se enfrentan de igual manera a su situación, y muchos lo hacen con humor y con la cabeza muy alta. Hay incluso espacio para conversaciones picantonas y alusiones nada veladas al sexo. Y eso que la temática general del libro, como estáis viendo, es difícil de afrontar sin caer en el drama por el drama, pero Yamamoto sortea ese escollo sin ninguna dificultad. Eso hace que estés leyendo cosas muy crueles en algunos casos, pero tragables y masticables gracias a la pericia del autor, que escribió y publicó esta novela ya casi al final de su carrera y usa esos destellos de humor y de resiliencia de los que os hablaba para abrir una ventana a la esperanza en mundo oscuro, feroz y desolado como era el de la posguerra. De hecho hay varias conversaciones al respecto, ya sea hablando de la presencia norteamericana en Japón después de perder la guerra, ya sea elucubrando y teorizando sobre qué cosas podrían haber hecho de manera diferente para ganar la contienda... con un ojo en el pasado pero los dos pies plantados en el presente y luchando por su supervivencia.

Shūgorō Yamamoto es el más conocido de los catorce seudónimos bajo los cuales escribió el japonés Satomu Shimizu. Escribió para el público infantil y juvenil, así como novelas detectivescas, pero es sobre todo conocido por sus novelas históricas ambientadas después de la Segunda Guerra Mundial. Aun así,
como podéis ver, la novela que os traigo hoy tiene poco que ver con esas temáticas.
El barrio sin estaciones es un libro eminentemente social que critica y pone sobre la mesa temas como la pobreza, la exclusión social, la marginalidad de los suburbios, la falta de trabajo y oportunidades o la situación de abandono y desamparo de los niños en un ambiente del que son las principales víctimas... Sin dramas pero sin excusas, con un rayo de esperanza pero sin blanquear absolutamente nada. Me ha gustado mucho pero, aunque lo recomendaría en general, sé que lo van a disfrutar sobre todo quienes tienen afinidad por la literatura japonesa y su forma de ver las cosas y contarlas. Merece mucho la pena y ya tengo apuntado Las historias del doctor Barbarroja, un libro del relatos publicado también por Quaterni.
 
Por si os interesa, El barrio sin estaciones fue adaptado al cine por Akira Kurosawa (nada menos) en 1970. Fue su primera película en color y no le fue muy bien en taquilla aunque sí en premios y crítica (Kurosawa también adaptó en 1965 el otro libro del que os hablo arriba, Las historias del doctor Barbarroja).







Shūgorō Yamamoto (1903-1967). Nacido en la prefectura de Yamanashi, debutó como escritor en 1926. En 1943 se alzó con el prestigioso premio Naoki (uno de los más importantes de de la literatura japonesa) por su obra Nihon fudōki (Vidas y costumbres de las mujeres japonesas). Sin embargo, rehusó aceptarlo, siendo hasta la fecha el único autor que lo ha rechazado en sus 84 años de historia. Muchas de sus novelas, de temática popular, han sido adaptadas para la pequeña pantalla, el cine y el teatro.
 
En 1988 la editorial Shinchosha creó el premio literario Shugoro Yamamoto que se concede anualmente a las novelas de gran poder narrativo dirigidas al mercado de masas. Algunos de los galardonados han sido Banana Yoshimoto (1989), Miyuki Miyabe (1993) y Natsuhiko Kyogoku (2003), entre otros.

 

2 comentarios:

  1. Hola, a mí también me interesa esta editorial. En cuanto a literatura japonesa sigo con Seishi Yokomizo;
    del que solo me falta una novela por leer ( al menos de las que visto publicadas); al autor que traes hoy no lo conocía, Tomo nota para futuras lecturas. Besos.

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  2. Yo soy de esas personas a las que la literatura del Extremo Oriente le da mucha pereza (no así la del Próximo Oriente que me encanta), pero cada vez voy entrando más por ella y esta historia de los habitantes de un barrio me resulta muy atractiva.
    Un beso.

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