Título original: Dance of Death
Autora: Helen McCloy
Editorial: Hoja de Lata
Traducción: Raquel García Rojas
Páginas: 304
Fecha publicación original: 1938
Fecha esta edición: noviembre 2023
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 21,90 eurosFecha esta edición: noviembre 2023
Encuadernación: rústica con solapas
Ilustración de cubierta: Juan Gregorio Hauciartz
Un misterio bajo la nieve en el Nueva York de los años 30. El
primer caso del doctor Basil Willing. Nueva York, años treinta. Tras su
fiesta de presentación en sociedad, el cuerpo de la joven Kitty Jocelyn
aparece enterrado bajo la nieve, a unas cuantas manzanas de la mansión
de los Jocelyn. La autopsia revela que la muerte se debió a una
sobredosis de Sveltis, unas píldoras adelgazantes que Kitty publicitaba,
pero que supuestamente nunca tomó. Tras las primeras pesquisas, el
inspector Foyle y el doctor Basil Willing, sagaz asesor psiquiátrico del
fiscal de Nueva York, creen que la víctima fue envenenada con un cóctel
Bronx la tarde antes de la fiesta, y cualquiera de los allí presentes
pudo ser el culpable: Rhoda Jocelyn, su elegante y arruinada madrastra;
la señora Jowett, popular secretaria social encargada de la fiesta;
Philip Leach, el apuesto periodista de cotilleos del momento o incluso
Ann Jocelyn, prima de Kitty de asombroso parecido con ella, que
enseguida confiesa haber sido forzada a suplantar a su prima la noche
del baile.
Hace cosa de dos años y medio os traje al blog Un reflejo velado en el cristal, la octava novela de la serie protagonizada por el psiquiatra Basil Willing, que no solo me gustó mucho sino que recomiendo encarecidamente si os gusta la mezcla de misterio clásico, toque paranormal y un destello gótico por aquí y por allá. El año pasado la editorial Hoja de Lata decidió darnos la alegría de publicar el primer libro de esa serie, Bajo la nieve, y de ella, de esa primera aventura literaria de Willing, vengo a hablaros hoy.
Nueva York, años 30. El cuerpo de una mujer muy joven aparece enterrado bajo un montón de nieve en plena calle, con la peculiaridad de estar todavía caliente a pesar de que debería estar frío, muy frío, dado el tiempo que lleva ahí debajo. También está excesivamente delgada y tiene el rostro completamente amarillo, un color que desaparece de cuello para abajo. Todas las sospechas apuntan a que se trata de Kitty Jocelyn, una debutante de dieciocho años cuya fiesta de presentación en sociedad se celebró precisamente pocas horas antes de encontrarse su cuerpo... fiesta a la que supuestamente asistió, porque todo el mundo la vio allí. De hecho también se le ha visto en lugares públicos acompañando a su madrastra después de aparecer el cuerpo. ¿Cómo es posible entonces? ¿Por qué estaba tan caliente después de varias horas muerta bajo la nieve? ¿Por qué tiene el rostro tan amarillo? La clave de parte de este galimatías la tiene su prima, Ann Claude, pero lo que cuenta despierta aún más preguntas y pone el foco en la madrastra de Kitty, Rhoda Jocelyn, y un peculiar personaje que no la abandona ni a sol no a sombra, un tal Luis Pasquale. Si a todo esto añadimos unas pastillas para adelgazar que aparentemente jamás fueron consumidas, la cosa se vuelve muy complicada. Menos mal que ahí está Basil Willing, que ve más allá de lo que las personas quieren mostrar y tiene su particular forma de llegar al fondo del asunto.
Quizás lo primero sería presentar al investigador protagonista de este libro y de toda la serie de novelas que vendrían después (catorce en total). En realidad ya os hablé de él en Un reflejo velado en el cristal, pero ya sabemos que las reseñas blogueras tienen una vida muy breve que pronto pasa al olvido, así que os hago un nuevo resumen por aquí.
Basil Willing es jefe de psiquiatría en un hospital de Nueva York y también ejerce como asesor del fiscal del distrito (de hecho tiene un pequeño despacho en las dependencias de la fiscalía). Su trabajo en este último aspecto se reduce habitualmente a valorar la cordura de los acusados y la fiabilidad de los testigos, pero es un hombre importante y reconocido en su profesión, ha escrito y publicado libros y, en definitiva, es un psiquiatra prestigioso en la ciudad. Sus raíces son tanto anglosajonas como rusas y es de culo inquieto, ha vivido durante años en Europa aunque parece que ya por fin ha decidido asentarse. Vive solo con una especie de mayordomo (en Un reflejo velado en el cristal, octava entrega de la serie, está prometido con una de las protagonistas de la novela) y en, fin que tampoco es que se nos den mucho más detalles sobre él. ¿Qué nos interesa? Pues sobre todo su faceta profesional, analítica, pendiente de cada detalle, de cada gesto, de lo que se dice y, sobre todo, lo que no se dice. Insiste mucho en que hay que estudiar y filtrar las pistas psíquicas del mismo modo y con el mismo cuidado con que se estudian y se filtran las físicas, e incide en la importancia de las huellas psíquicas y los lapsus, cuya decodificación resulta de máxima importancia para ver más allá de lo evidente.
¿A qué se refiere Willing exactamente con esto último? Pues muy brevemente, y siguiendo a Freud, ningún acto humano individual es accidental, y en una persona sana, cualquier acto involuntario (los lapsus) están causados por un pensamiento o una emoción inconsciente... es el modo en que el inconsciente se expresa cuando está reprimido por la consciencia, y el inconsciente no puede mentir. Todas las personas sufren lapsus continuamente (las locuras de los cuerdos, como se dice en la novela), pero si hablamos de sospechosos, esos lapsus pueden revelar a ojos de un experto (psicólogo/psiquiatra) mucha información que de manera consciente no proporcionaría. ¿Cómo decodifican esos lapsus? Preguntándose qué deseo inconsciente puede haber detrás, por qué el sospechosos querría hacer esa cosa en concreto. Los culpables mienten, y mentir significa represión, lo que provoca conflictos entre el consciente y el subconsciente, y de ahí... efectivamente, lo habéis adivinado: los lapsus. Muy resumido, repito, pero resulta primordial explicarlo aquí porque es el método deductivo que sigue Willing durante toda la novela para resolver el crimen. Detecta unos cuantos lapsus en varias personas sospechosas que necesitan una explicación; la mayor parte de ellos no serán relevantes para el caso, pero uno de ellos es el dedo que señala al asesino y eso requiere decodificarlos todos y buscar su origen.
Dicho todo esto, volvemos al cadáver. ¿Qué tenemos? A una joven de apenas dieciocho años enterrada en la nieve que presenta todos los indicios de un golpe de calor en pleno invierno y cuyo cuerpo sigue caliente horas después del deceso. También tenemos una madrastra que no parece trigo limpio, al amante de la madrastra que es todo un parásito con sus propios problemas, una prima pobre y huérfana que apenas hace cuatro meses que entró en contacto con esta familia y que tiene un parecido asombroso con la fallecida, personal de la casa con algún que otro secreto, pretendientes que se dedican a la industria armamentística y cuyo interés amoroso es cuestionable, pretendientes en general que no sabemos lo que significaban para la víctima... y aun así, aun teniendo sospechosos para elegir y aun descubriendo poco a poco que todos (o casi todos) mienten por tal o cual motivo... aun así, repito, no parece existir un móvil para el asesinato, y eso es lo más desconcertante de todo. No todo es lo que parece en esta familia pero ¿quién querría matar a alguien de dieciocho años que acaba de llegar al país hace apenas unas semanas y que todavía no se ha presentado en sociedad? Ni su propio tío la conocía hasta que pisó Nueva York. Por no cuadrar nada, es que ni siquiera consumía el producto adelgazante que publicitaba y que parece estar detrás de su muerte (de hecho quería engordar un poco) y ese hilo también está totalmente suelto, así que todo es más complicado de lo que parece.
Y sobre ese producto adelgazante también os hablo brevemente. Por lo que llevo leído en sus dos novelas, a la autora le gustaba introducir ciertos elementos que eran relevantes en su época, y en Bajo la nieve ese elemento son las milagrosas píldoras adelgazantes y la publicidad engañosa inherente a ellas. A día de hoy es el pan nuestro de cada día, vivimos rodeados de este tipo de productos, pero
en realidad este tipo de tratamientos empezaron a usarse a mediados del
siglo XIX, se idearon diversas terapias que no valían para nada
orientadas a nivel glandular, etc... pero a partir de los años 30 fue cuando comenzó este mercado a nivel popular y
un poco al tuntún con componentes que en principio servían para otras
cosas y de los que descubrían por casualidad que adelgazaban (¿os
suena?). En la novela se habla de medicamentos piréticos como la nueva sensación para adelgazar; para ello la autora inventa una marca, Sveltis, y a partir de ahí elabora una crítica ya no solo por su publicidad engañosa, sino por los efectos secundarios que tiene sobre quienes la toman. Esta marca, Sveltis, usa la imagen publicitaria de mujeres que son por naturaleza muy delgadas y que probablemente ni necesitan ni consumen ese tipo de productos (una vez más, ¿os suena?). Miles de jovencitas con sobrepeso quieren ser como esa chica delgadísima de la fotografía (...) y devoran un producto que tiene efectos secundarios muy graves cuando se consume en exceso o se tienen ciertas patologías. La crítica por parte de la autora a este tipo de productos es evidente y su efecto sobre mujeres de todas las edades (adolescentes sobre todo en una época de su vida muy sensible e influenciable) está sobre la mesa durante toda la novela.
Quienes hayáis leído Un reflejo velado en el cristal y tengáis presente el elemento paranormal o un tanto bizarro que aparece en esa novela, no busquéis lo mismo en Bajo la nieve porque no lo hay. Aquí todo es muy terrenal (una joven asesinada, un móvil que hay que identificar y un asesino que hay que atrapar) y todo se desenvuelve en escenarios de investigación, interrogatorios e intentar ver puntos de luz en el oscuro camino. La parte distintiva la pone el doctor Basil Willing y su experiencia en psicología y psiquiatría, porque mientras sus compañeros en las pesquisas se ciñen a las pruebas físicas y evidentes, él intenta ver más allá de aquello que los sospechosos dicen y ofrecen de manera consciente. De hecho se introduce alguna prueba psicológica como el test de asociación de palabras de Carl Jung (desarrollado en 1910), que no solo tiene en cuenta el contenido de las respuestas, sino el tiempo de demora al emitirlas, las respuestas fisiólogicas asociadas a ellas... lo cual nos lleva a lo ya comentado anteriormente: la importancia del subconsciente a la hora de entender y explicar ciertas conductas.
En resumidas cuentas, he disfrutado mucho de esta primera novela protagonizada por Basil Willing (solo me ha faltado la nieve para ponerme en situación xD). La sensación que me ha quedado tras leer a Helen McCloy por segunda vez (aun siendo los dos libros muy distintos tanto en forma como en fondo y temas que tratan) es que intenta ir mas allá de lo obvio, de la trama detectivesca per sé y el misterio a resolver, y que intenta ahondar en aspectos que no solo dan riqueza a la historia sino que hacen que el lector intente prestar más atención. Aunque hay otros detectives literarios anteriores a Willing en la rama médica (como el doctor Thorndyke de R. Austin Freeman), juraría que él fue el primer psiquiatra ficticio que actuaba como tal a la hora de resolver los crímenes (es decir, que usaba la psiquiatría para identificar al asesino y resolver el crimen). Eso hace que la perspectiva de las investigaciones, los métodos y la forma de encarar cualquier aspecto de la trama policial sean muy distintos a lo que se había escrito hasta el momento (os recuerdo que hablo de 1938, la época en que fue publicado... ahora ya estamos a vueltas de todo). ¿He descubierto al culpable bastante antes de que se desvele en la novela? Sí, incluso el motivo detrás del asesinato... una cosa no quita la otra, y tampoco creo que sea muy difícil si eres lector habitual del género y estás un poco atento a todo lo que se dice, pero esto es algo a lo que no doy importancia desde hace mucho tiempo si la novela merece la pena y está bien contada y narrada.
Ah... no lo iba a decir pero lo digo, porque la duda me corroe desde que leí el libro. Página 22, segunda de la novela propiamente dicha. Dos trabajadores están limpiando de nieve las calles. La pala choca contra algo. La PALA, repito, choca contra algo. No hay contacto humano, es la PALA la que choca contra eso. Y quien maneja la pala sabe en ese mismo instante que ese algo ESTÁ CALIENTE. ¿Cómo sabe el señor que quita la nieve que está caliente si no lo ha tocado? Ni siquiera sabe qué es, podría ser cualquier cosa, NO lo ha tocado. Mí no entender... En fin, dudas que surgen cuando le das veinte vueltas a lo que lees :)
Helen McCloy (Nueva York, 1904-Woodstock, 1992), pseudónimo de Helen Clarkson, fue
una escritora de misterio norteamericana conocida por su serie de
novelas protagonizadas por el psiquiatra-detective Basil Willing.
De madre escritora y padre editor, McCloy creció leyendo a Sherlock
Holmes y en 1950 se convirtió en la primera mujer presidenta de la
Asociación de Escritores de Misterio de Estados Unidos, organización que
le otorgó un premio Edgar por sus críticas literarias. Su debut como
escritora, Dance of Death (1938), introdujo ya al doctor
Willing, quien protagonizaría otros 12 misterios y algunos relatos
cortos, la mayoría de tintes góticos y sobrenaturales. Un reflejo velado en el cristal
(1950; Hoja de Lata, 2021) es el octavo caso de la serie y está
considerado una obra maestra del género y un clásico del misterio
sobrenatural estadounidense.
Gracias por la reseña. No lo conocía.
ResponderEliminarUn beso.
Hola guapísima, yo reseñé esta novela el años pasado para la misma premisa, no la disfruté tanto como tú. O bueno sí disfruté del camino, pero no me gustó nada la resolución, por cierto yo no adiviné quién era el asesin@, igual no estuve tan atenta como tú. De hecho cuando me dieron la explicación, pero sobre todo cuando vi la pista que le daba a Basil la clave para resolver el caso me pareció traída por los pelos... en fin, me encanta ver la diversidad de opiniones.
ResponderEliminarUn besazo
Hola, la leí el año pasado para esta misma premisa y la disfruté mucho porque además descubrí al asesino (lo que no suele pasar), pero fue más un pálpito que porque las pistas me llevará a ello, y el motivo que yo le atribuí era parecido, pero no igual. En fin, que quiero seguir con la escritora, así que en algún momento me haré con Un reflejo velado en el cristal. Besos.
ResponderEliminarPues he leído diferentes opiniones de este libro. Me alegra que en tu caso la hayas disfrutado. Me llama mucho así que si se cruza, seguro que cae.
ResponderEliminarBesotes!!!